Cuando era un niño a veces tenía
la absurda idea de que todo mi entorno era algo preparado especialmente para
mí. De esta forma, mis padres y mi hermano eran una especie de actores que
representaban un papel para que mi mundo tuviera consistencia lógica y las
calles por las que pasaba, las casas que visitaba, las ciudades que recorría y
el campo que había entre esas ciudades, no eran otra cosa que decorados. La
mayoría de las veces desechaba la idea por lo costoso que sería montar toda esa
historia sólo para mí y además con qué fin, quién o qué podría estar interesado
en realizar todo ese esfuerzo para engañar a un niño de clase media
insignificante, diminuto y muy sensible. No tenía sentido.
Sin embargo alguna vez, recuerdo
especialmente una ocasión en que estuve solo de excursión en Valencia, me vino
la inquietante idea a la cabeza y, me creó tal desasosiego, que me puse a
correr en una dirección cualquiera con el fin de comprobar si lo que me rodeaba
era un decorado y no el mundo real. No sé como no me perdí, aunque lo que
entonces me preocupaba realmente no era perderme sino perder la cabeza, me daba
mucho miedo que me estuviera volviendo loco como el tío Manolo, inquilino del manicomio
de Ciempozuelos (1)
y antecedente familiar de una posible
locura congénita.
Imaginad mi sorpresa cuando vi
por primera vez la película “El Show de
Truman”, por un lado yo no era el único que había tenido el mismo tipo
pensamiento sombrío y, por otro lado, alguien había encontrado la manera de hacer
mucho dinero encauzando debidamente su imaginación.
Pero la mayor parte del tiempo mi
relación con mi entorno era perfectamente normal, en mi vida cotidiana, en mis
relaciones con mi familia, con mis compañeros de la escuela, con mis vecinos
fui construyendo una realidad muy alejada de ese aislamiento existencial que me
asaltaba de vez en cuando. Era un niño normal que interactuaba con mi entorno
social de una manera normal, no había de qué preocuparse, no estaba en camino
hacia Ciempozuelos.
En realidad, de lo que estamos
hablando, es de un concepto que en sociología denominamos interacción social, que podríamos definir como el proceso según el
cual una persona actúa y reacciona en relación a otras personas. La interacción
social nos permite crear y recrear la realidad que percibimos. En nuestra vida
cotidiana estamos continuamente interactuando con otras personas, pero no de
cualquier modo, sino, como veremos ahora, según pautas sociales determinadas.
Esa interacción entre dos
personas puede realizarse por múltiples medios como el lenguaje hablado, la
vestimenta y la apariencia en general, los modales o el lenguaje corporal y
gestual. Y múltiples contextos sociales como en casa, en el trabajo, por la
calle, en una situación cara a cara o en una conversación por teléfono o en un
chat de WhatsApp.
Se dice “interacción” porque el
mensaje emitido por un individuo tiene algún efecto sobre otro individuo, que
responde según su interpretación del mensaje. Si no hay respuesta la
interacción termina. Se dice “social porque las interacciones ocurren en
contextos o situaciones sociales, esto es, contextos que ya se han definido
socialmente y son conocidos por los individuos que interactúan.
En artículos anteriores de
Sociología Divertida hemos estudiado la estructura social, entendida como los
múltiples sistemas de relaciones entre los individuos de una sociedad, que puede
ser contemplada desde múltiples ángulos. Por ejemplo, desde su organización en
clases u otras formas de estratificación social (2),
o bien, desde su composición en grupos y redes sociales (3),
o a través del estudio de los roles sociales (4),
o bien, desde el análisis de las instituciones sociales (5).
Pero hoy vamos a poner el foco en
otro tipo de relaciones sociales, la interacción social implica la relación
social entre dos o más individuos, de carne y hueso. No hay interacción, por
poner un ejemplo, entre una persona y una organización o entre organizaciones, sino
en todo caso, entre un individuo y un miembro de esa organización.
Esta focalización en el individuo
nos lleva, por un lado, a apartarnos del estudio de la sociedad en su conjunto,
es decir al enfoque que podríamos calificar de macrosociológico, y nos lleva por el camino del enfoque microsociológico en el que el nivel de
estudio son las interacciones entre las personas en los distintos contextos
sociales. Por otro lado, estas relaciones se establecen, se desarrollan y se
acaban continuamente, toman múltiples
formas y están sujetas a cambios, son dinámicas
y, por tanto, nos alejan de esa visión de cierta estabilidad, del contenido más
o menos estático que representan las estructuras sociales.
El estudio de la interacción
social ha sido una línea de estudio muy fecunda en la sociología comenzando por
el gran sociólogo alemán Georg Simmel (6) que fue el primero en marcar esa diferencia
que citábamos en el párrafo anterior entre las relaciones sociales persistentes
representadas por las estructuras sociales como los grupos y los encuentros
sociales fugaces que representan las formas de interacción social como un
intercambio de miradas. Simmel destacó la importancia de estas interacciones
para la vida social.
Simmel influyó enormemente en la
corriente denominada interaccionismo
simbólico (7),
cuyo mayor representante fue George Herbert Mead (8), que se centró en explicar cómo las personas
van construyendo su propia identidad y definiéndose a sí mismas a través de sus
interacciones con otras personas. Y aún fueron más ambiciosos, según el
interaccionismo simbólico, la sociedad es el producto o resultado de las
interacciones cotidianas de las personas, que van definiendo o dotando de
sentido al mundo social que les rodea. Algo así como un agregado total de las
visiones de todos los individuos. Como veis se trata de una explicación muy
psicológica.
A este proceso por el que las personas,
interactuando unas con otras, van definiendo la situación o la realidad en que
se encuentran, los sociólogos Peter
Berger (9) y Thomas
Luckmann (10), lo
llamaron construcción social de la realidad. Como acabamos
de ver, esta idea de la construcción social de la realidad, es parte
fundamental del paradigma del interaccionismo simbólico. Ninguna situación
social está definida completamente siempre hay sombras o zonas de
incertidumbre, las personas que están interactuando van dando luz a esas
sombras, rellenan los espacios en blanco y, de esta manera, van creando una
imagen de su realidad más allá de su percepción sensorial. La interacción
social implica una negociación continua entre las personas que participan de
esa situación social o ese encuentro.
Precisamente de esto se ocupa la etnometodología (11) que es el estudio de la forma en
que las personas entienden o dan sentido a su vida cotidiana y cuyo principal
autor fue Harold Garfinkel (12).
Garfinkel destacaba que en estas situaciones sociales en las que vemos a las
personas interactuando, hay una serie de suposiciones o entendimientos que
damos por hecho y que permiten que esa interacción pueda seguir delante de un
modo que podíamos prever. Por ejemplo cuando preguntamos a alguien, ¿Qué tal vas?,
damos a entender y, también lo entiende el interlocutor, que hacemos la
pregunta a modo de salutación y no para curiosear como está en términos de
salud o estado de ánimo.
Es muy curioso a este respecto el
enfoque denominado análisis dramatúrgico
del sociólogo estadounidense Erving Goffman (13). Según Goffman podemos entender mejor las
interacciones sociales de la vida cotidiana recurriendo a una metáfora teatral,
imaginando que cuando interactuamos con otras personas estamos haciendo como
los actores en el teatro. También señaló que en toda interacción social todos
somos actores y audiencia al mismo tiempo pues, por un lado, representamos un
papel - de forma consciente o inconsciente – para transmitir una determinada
impresión de nosotros mismos, y por otro lado, evaluamos cómo los demás
representan su papel.
Esto nos recuerda lo que sabemos
de los roles sociales pero no es exactamente lo mismo, los roles forman parte de la
estructura social y son formas de comportamiento a las que nos vemos más o
menos obligados a seguir en función de nuestro estatus, profesión o función
social y permiten predecir las situaciones sociales, se hace lo que espera la
sociedad que se haga, el juez tiene que comportarse como un juez y el padre
como se espera que se comporte un padre. En cambio, los papeles de Goffman
están más asociados a la persona, a su esencia, a su presentación ante los
demás como individuos y no tienen como misión predecir comportamientos.
¿Y el funcionalismo (14)
?. No puedo dejar de explicar lo que dice al respecto de la interacción
social una de las corrientes más importantes de la sociología. Como
ya sabéis el enfoque funcionalista estima que una sociedad puede entenderse
metafóricamente como un organismo vivo que se compone de distintos órganos o
estructuras cada uno de ellos con una función o funciones necesarias para que
el organismo social pueda vivir. La sociedad es un sistema complejo cuyas
partes “encajan” entre sí produciendo un equilibrio o estabilidad social.
Simplificando se trata de una visión macro de una sociedad dividida en sistemas
y subsistemas.
En una visión de este tipo, las
aproximaciones funcionalistas a la interacción social la configuran como un
sistema social que integra un conjunto común de símbolos culturales y normas
que aseguran que la gente reaccione de la misma manera a las situaciones cotidianas.
A estas alturas estaremos de
acuerdo en que los individuos no construyen su experiencia diaria desde el
vacío, sino que nuestros intereses, nuestra formación y nuestra experiencia
anterior nos marcan a la hora de actuar o reaccionar. Un astrónomo ve en las estrellas bolas de gas
enormes en las que se produce la fusión del hidrógeno en helio, sin embargo, un
poeta verá en ellas algo digno de ser cantado en una poesía, acordaos de Pablo Neruda y su “La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros a lo lejos”.
Pero también recibimos una
notable influencia de la cultura a la que pertenecemos. La gente construye la
realidad a partir del entorno cultural en el que vive. El mismo gesto, el mismo
símbolo no se interpreta de igual manera en distintas partes del mundo, por ser
un poco escatológico me encanta poner el ejemplo del eructo en la mesa, si lo
haces en España eres un maleducado, entre los comensales árabes es signo de que
la comida estaba muy buena, que se está satisfecho con la cantidad y se toma
como un halago por el anfitrión. Si me apuráis en distintas clases sociales o
distintos grupos, las formas de interpretación de las interacciones pueden ser
distintas, la visión de un agente de policía por la calle puede producir alivio
en un ciudadano y desasosiego en un delincuente.
Pero de la misma manera que
apreciamos este relativismo en las interacciones sociales podemos apreciar
justo lo contrario, existen formas estándar de interacción social que el
sociólogo español Félix Tezanos (15) define como procesos
sociales. Los procesos sociales son las formas repetitivas y tipificables de
la interacción social en que las personas organizan y orientan sus conductas
sociales en las diferentes instancias grupales e institucionales que
constituyen el entramado de la sociedad. Aquí Tezanos
vuelve a un enfoque más macro y más funcionalista.
El propio Simmel decía que se
pueden encontrar las mismas relaciones entre unos individuos con otros, en
grupos sociales que por sus fines y por su significación son distintos.
Subordinación, competencia, imitación, división del trabajo, inclusión hacia
dentro y exclusión hacia afuera se encuentran en una comunidad religiosa, en
una banda de conspiradores, en una cooperativa o en una familia.
Podría confundirse el concepto de
proceso social con el de institución social pues, al fin y al cabo, estas últimas son prácticas sociales con amplio seguimiento y por tanto son
repetitivas. Algunas de ellas cumplen funciones muy importantes dentro de la
sociedad, la familia o el sistema educativo o el derecho, son instituciones
sociales. Pero es evidente que hay una diferencia esencial en el nivel de
análisis de ambos conceptos, no hay interacción social entre instituciones,
aunque sí dentro de ellas, entre las personas que las conforman.
Si los procesos sociales son
tipificables se pueden realizar clasificaciones y los estudiosos del tema han
elaborado muchas, Tezanos propone un esquema basado en dos grandes criterios o
dimensiones. Por un lado el eje activismo/pasividad y, por otro, el eje
integración/desviación.
En el primer cuadrante, el
superior izquierda, tendríamos los procesos de integración activa, con los que
la personas contribuyen al logro de los fines sociales colectivos de una manera
activa. Aquí estarían la cooperación, la emulación, el intercambio o la
comunicación.
En el segundo cuadrante, el
inferior izquierda, se sitúan los procesos de integración pasivos, es decir,
aquellos en los que los lazos sociales no son puestos en cuestión, pero sin
darse una orientación activa y positiva de la conducta. Entre
estos procesos estarían los de conformismo, acomodación y, en menor grado, la
asimilación.
El tercer cuadrante, el superior
derecha, estarían los procesos de desviación activa, de acuerdo con el mayor o
menor grado de activismo y de la oposición a las inercias sociales. Aquí habría
que poner los procesos de resistencia, oposición y conflicto.
Finalmente, el cuarto cuadrante, el inferior
derecha, corresponde a los procesos de desviación pasiva, en los que
la no asunción de los patrones colectivos se traduciría en mecanismos de retraimiento o
aislamiento.
Tezanos reconoce que, en buena lógica, un esquema bidimensional de esta
naturaleza no puede recoger toda la complejidad de la realidad. Por ejemplo,
no refleja los fines que orientan los comportamientos colectivos, ni los
soportes estructurales en que se desarrollan los procesos sociales. Yo
añadiría que no se recogen las visiones psicológicas que la microsociología ha
aportado y que han dotado de riqueza explicativa las ideas que tenemos acerca
de las relaciones personales. Pero no me parece mal, al contrario, es bueno
tener la doble visión desde ambos niveles de estudio, de hecho Tezanos en su
libro fija a continuación su atención en los procesos de comunicación y los
explica desde el interaccionismo simbólico, la etnometodología y el análisis dramatúrgico de Goffman. Esa
ventaja tenemos los sociólogos del siglo XXI, que podemos elegir.
Estimado lector la interacción social no acaba aquí, aquí termina el
artículo. He dejado de lado alguna opinión y alguna escuela sociológica, he
pasado de puntillas por algunos conceptos pero he intentado hacer un resumen
bastante equilibrado de lo que representa el concepto. Equilibrio, como
siempre, entre la divulgación, la claridad, el rigor, los autores y no aburrir
demasiado. Una simple mirada a la bibliografía que he usado os puede indicar
que no me ha resultado sencillo. Si lo conseguí, eso queda a vuestro
criterio, al menos lo he intentado.
Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
Notas:
1. Ciempozuelos es un
municipio español de la provincia y Comunidad de Madrid, perteneciente a la
comarca de La Sagra, situado al sur de la región a 568 metros de altitud
media y a 35
kilómetros de distancia de la capital. Desde el
siglo XVIII hay un hospital psiquiátrico regentado por los Hermanos de San Juan
de Dios.
2. Traté este asunto de la
estratificación social y las clases en dos artículos: “¡Oiga usted qué todavía hay clases!”, y, “Yo soy de clase media, ¿y usted?”
3. El tema de los grupos y redes
sociales lo abordé, con un componente tecnológico, en “Andamos muy enredados”.
4. Estudiamos el concepto de rol
social en “Los
Roles Sociales”
5. Y a las instituciones sociales
en el artículo titulado “Las
Instituciones Sociales”
6. Georg Simmel (Berlín, 1 de
marzo de 1858 – Estrasburgo, 28 de septiembre de 1918) fue un filósofo y
sociólogo alemán. Simmel formó parte de la primera generación de sociólogos
alemanes.
7. El
Interaccionismo simbólico es una de las corrientes de pensamiento microsociológica,
relacionada también con la antropología
y la psicología social, que se basa en la comprensión
de la sociedad a través de la comunicación y que ha influido enormemente en los
estudios sobre los medios.
8. George H. Mead (27 de
febrero de 1863 - 26 de abril de 1931), filósofo pragmático, sociólogo y
psicólogo social estadounidense. Teórico del primer conductismo social, también
llamado interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la
comunicación.
9. Peter Ludwig Berger
(Viena 17 de marzo de 1929) es un teólogo luterano y sociólogo estadounidense. Ha
sido Director, ahora investigador senior, del Instituto de Cultura, Religión y
Asuntos Mundiales de la Universidad de Boston. Es muy conocido, sobre todo, por
su obra “La construcción social de la realidad: un tratado en la sociología del
conocimiento” (Nueva York, 1966) que escribió junto a Thomas Luckmann.
10. Thomas Luckmann (Jesenice,
Eslovenia 14 de octubre de 1927) Sociologo norteamericano de origen esloveno. Luckmann
estudió sociología en la Universidad de Viena y la Universidad de Innsbruck. Se
trasladó después a los Estados Unidos, en donde estudió en la Nueva escuela
para la investigación social en Nueva York. Ha trabajado como profesor de
sociología en la Universidad de Konstanz en Alemania.
11. La
Etnometodología
es una corriente sociológica surgida en los años sesenta a través de los trabajos
de Harold Garfinkel. Aparece como una ruptura con las
ideas del Estructural-funcionalismo de TalcottParsons las cuales, según Garfinkel, consideraban al actor como un
"idiota cultural" que sólo "actuaba" de acuerdo con normas
que le eran impuestas. La etnometodología se basa en el supuesto de que todos
los seres humanos tienen un sentido práctico con el cual adecuan las normas de
acuerdo con una racionalidad práctica que utilizan en la vida cotidiana. En
términos más sencillos, se trata de una perspectiva sociológica que toma en
cuenta los métodos que los seres humanos utilizan en su vida diaria para
sentarse, ir al trabajo, tomar decisiones, entablar una conversación con los
otros.
12. Harold Garfinkel
(Newark, Nueva Jersey, 1917- 2011) era un Profesor emérito de sociología en la
Universidad de California, Los Ángeles. Garfinkel es uno de los promotores
clave de la tradición fenomenológica en la sociología estadounidense.
13. Erving Goffman (11 de
junio de 1922, Mannville, Alberta, Canadá - 19 de noviembre de 1982,
Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos) fue un sociólogo y escritor
considerado como el padre de la microsociología.
14. El funcionalismo se
caracteriza por dar un sentido práctico a las acciones que deben sostener el
orden establecido en las sociedades, es una corriente teórica surgida en
Inglaterra en los años 1930 en las ciencias sociales, especialmente en
sociología y también de antropología social, pero que tuvo su mayor esplendor
en Estados Unidos. La teoría está asociada a ÉmileDurkheim y, más recientemente, a TalcottParsons además de muchos otros autores como HerbertSpencer y Robert Merton
15. José
Félix Tezanos es Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Desde 1974
desempeña diversos puestos docentes en universidades españolas. Es Catedrático
de Sociología en la UNED, Director del Departamento de Sociología III
(Tendencias Sociales) y Coordinador del GETS (Grupo de Estudio sobre Tendencias
Sociales). Dirige la
Fundación Sistema y es miembro de la Academia Europea
de Ciencias, Artes y Letras de Paris, así como de los Consejos de Redacción de
las revistas REIS (Revista Española de Investigaciones Sociológicas), RIS
(Revista Internacional de Sociología) y EMPIRIA (Revista de Metodología de
Ciencias Sociales). Editor de la Revista Sistema y Director de la Revista Temas, es
autor de más de una treintena de libros y de cientos de monografías científicas
sobre temas de estructura social, sociología política, tendencias sociales y
ciencia, tecnología y sociedad.
Bibliografía:
La Explicación Sociológica
Una Introducción a la Sociología
José Félix Tezanos
2ª Edición 4ª Rempresión
UNED
Madrid 1998
Conceptos Fundamentales de
Sociología
Roberto Garvía
Segunda Reimpresión
El Libro Universitario
Alianza Editorial
Madrid 2003
Sociología
John J Mancionis y Ken Plummer
Prentice-Hall
Madrid 2005
Interaction
Dirk vom Lehn
George Ritzer
Encyclopedia of Sociology
Blackwell Publishing
Oxford 2007
Sociología
Anthony Giddens
El Libro Universitario
Alianza Editorial
Madrid 2000
Teoría Sociológica Moderna
George Ritzer
5ª Edición
ED. McGraw-Hill
Madrid 2001