lunes, 28 de abril de 2014

No Nos Representan

Cartel en una manifestación con el lema "No nos representan"



Quizás fue el grito más repetido durante las manifestaciones y asambleas del 15M, se llegaron a publicar varios artículos y, al menos, un libro con este título. Este grito, que resonó y resuena en las calles y plazas de España, se identificó con un sentimiento de desapego, de desafección de una buena parte de los ciudadanos con un sistema que se supone democrático pero que presenta serios rasgos autocráticos.

La corrupción evidente de parte de la clase política,  el comportamiento de los partidos tradicionales, los recortes indiscriminados, la bajada generalizada de los salarios, el incremento del paro a cifras siderales y el resto de la larga lista de las consecuencias de la crisis económica que han traído consigo un aumento inusitado de la desigualdad social, ha incrementado el descontento de la gente hasta límites que yo no había visto antes, y ya no soy un niño, mis ojos ya han visto más de una crisis.

Al mismo tiempo, la gente se ha dado cuenta de que sólo se solicita la opinión del ciudadano cada cuatro años. En elecciones en las que los partidos concurren con programas cerrados en listas cerradas encerrados en un paquete completo que aceptas o no.

Con todo eso no es lo peor, lo peor es que ese paquete cerrado ofrecido no se cumple, raro es el gobierno en sus tres niveles – nacional, autonómico y municipal – que cumple algún apartado de lo prometido, de manera que los programas electorales son meros acompañamientos de los discursos electorales, pocos los leen y nadie se los cree, da la sensación de que si no se escribieran no pasaría nada, tan sólo forman parte del paisaje electoral como los mítines – otra tradición que ha perdido el sentido salvo para conectar con el telediario de las nueve de la noche –, la pegada de carteles o las pegatinas. Eso si te dicen que la culpa no es suya, que es a su pesar, que toman medidas impopulares, que no siguen su programa porque las circunstancias, el bien general o Bruselas así lo exigen.

Y durante toda la legislatura se toman decisiones sin contar con los que van a sufrirlas, no se admiten reclamaciones, no se toma en cuenta ningún intento de iniciativa legislativa popular. Nadie sabe – al contrario de lo que pasa en otros países – cómo dirigirse a los diputados o senadores de su provincia para que escuchen y ayuden a resolver problemas, mientras los grupos de presión saben bien a qué despachos acudir y en qué salas de espera esperar para arrimar el ascua a su sardina. Ya dejarán que votemos al cuarto año para revalidar los hechos consumados de la legislatura. Momento en el que volverán a proponer un paquete cerrado en una lista cerrada. O todo o nada.

Eso en un mundo en el que cada vez más se tienen en cuenta las preferencias de cada hijo de vecino cuando se trata de venderte algo. Dices “me gusta” a un sinfín de preguntas cada día, estás muy retratado en las redes sociales en perfiles que marcan tus preferencias, los robots en Internet averiguan tus gustos y te presentan ofertas a tu medida, sin embargo, estas herramientas no se utilizan cuando se trata de la oferta política. Cuando se trata de política se percibe una enorme sordera. Y los ciudadanos, sobre todo los más jóvenes, ven el contraste. Si no me escuchan, piensan, es porque no quieren.

Ante tal dejación en la representatividad de los representantes de la nación quién puede extrañarse de que un grupo importante de la población sienta que no se les representa desde las Cortes, desde los parlamentos autonómicos y desde los concejos. Y esa falta de fe en las instituciones se refleja en una tendencia clara a la abstención.

La idea de representación trae consigo a la idea de una persona o grupos de personas que actúan en nombre de otras para lo que existe algún tipo de acuerdo entre ellos. Y la existencia de esta figura de la representación es tributaria de algún tipo de necesidad o de utilidad, en el caso de la política porque, dado el gran número de personas a representar, ya no vivimos en las antiguas polis griegas en las que funcionaban relativamente bien fórmulas de democracia directa (1), es muy complicado resolver los problemas del día a día mediante asambleas.

En las democracias, es tu voto el que marca ese nexo entre representante y representado, debería tomar forma con el programa electoral que para algunos teóricos es como un contrato de representación y toma cuerpo cuando se proclama al candidato y se convierte en representante. Este nexo que une al representante y los representados  no solo liga a los primeros con los que le han votado sino con todos los votantes de una circunscripción territorial le hayan votado o no y esto, el cargo electo, debería tenerlo en cuenta, no hasta el punto de traicionar a su programa electoral pero sí a los efectos de que cada vez que tome una decisión lo haga efectivamente pensando en todos. Yo personalmente tengo la sospecha de que esto ocurre en pocas ocasiones y, muy a menudo, se oye a los representantes hablar sólo para sus votantes cuando no ofender directamente a los colectivos que no les votaron. En reciprocidad, los no votantes no suelen sentirse representados por ellos.

Pero sigamos, hagamos un poco de historia, tan sólo unos párrafos. Hay que situar el origen de la representación en las asambleas estamentales medievales que asistían y aconsejaban al monarca. Los representantes lo eran de los distintos estamentos sociales para salvaguarda de sus respectivos intereses y privilegios y había una vinculación inequívoca, la relación entre representante y representado era un mandato imperativo.

En la era moderna, los monarcas absolutos redujeron a las antiguas asambleas a su mínima expresión, a excepción quizás de Inglaterra, y con ellas el sentido de la representación.

Los regímenes liberales que fueron surgiendo a partir de finales del siglo XVIII trajeron la idea de la soberanía nacional y, a partir de ella, se configuraron nuevos parlamentos en los que sus miembros, los representantes de la nación, eran los que ejercían la voluntad nacional. Es curioso que  estos señores ejercieran la voluntad nacional siendo elegidos por sufragio censitario (2), es decir, por unos pocos privilegiados. De todas formas se había dado un paso adelante pues la soberanía ya no residía en un único señor, el soberano.

En el régimen liberal la representación era libre, también llamada mandato representativo, que excluía la posibilidad de mandato imperativo, es decir, no estaba lastrada por compromisos ni limitaciones de los representados. Aunque el hecho de que hubiera una relación tan cercana entre representante y representados – al fin y al cabo un pequeño grupo de influyentes ciudadanos - implicaba que el cargo electo tampoco podía hacer lo que diera la gana sino que estaba mediatizado por los intereses de los que le habían mandado hasta allí.

El advenimiento de los regímenes democráticos que extendieron – a caballo entre el siglo XIX y XX – el sufragio de censitario a universal (3) provocó que la representación viniera a cargarse de un sentido más participativo y pluralista. Pero eso en la teoría, con el paso del tiempo, la irrupción de los partidos políticos en la vida pública, hasta el punto de controlar en la práctica los procesos de producción de la representación,  hizo que el representante llegara a serlo por el apoyo de la maquinaria del partido, lo que trajo consigo el dilema de a quien hacer caso. Si al partido, al que le debía disciplina, o al ciudadano, al que le debía la representación.

Dilema que en estos convulsos tiempos todos sabemos hacia donde se ha resuelto. Todos hemos visto cómo los jefes de los grupos parlamentarios utilizan signos para indicar en que sentido hay que votar y hemos asistido a situaciones en las que, cuando el asunto ha afectado a la conciencia de algún diputado o senador con conciencia, ha tenido que abonar alguna multa por romper la disciplina de voto.

Esta representación de tipo jurídico-política produce poder. Dado que vivimos en una monarquía parlamentaria, todo el poder viene del parlamento. Nuestros representantes eligen al presidente del Gobierno y éste elige a los ministros. Y el Gobierno acumula mucho poder. Gobierna, recauda, distribuye dinero y recursos, dirige a la administración, a las fuerzas armadas y a las fuerzas de seguridad, tiene la iniciativa legislativa y la potestad reglamentaria (4). Nuestros representantes eligen, en su totalidad o en parte, a las directivas de los Órganos Constitucionales que dirigen todos los demás aspectos de la vida pública desde el Tribunal Constitucional (5) a Consejo General del Poder Judicial (6), promulgan las leyes por las que nos regimos, aprueban los presupuestos del Estado que pueden sernos beneficiosos o beneficiar a los de siempre, establecen impuestos y tasas que pueden ser redistributivos o abusivos, en definitiva, todo pasa por las manos de esos representantes que, según muchos perciben, no nos representan.

Eso en el ámbito nacional, pero el escenario se repite a escala menor en el ámbito autonómico, en el municipal  y, subiendo la escala, en el ámbito europeo.

Esa percepción de que no nos representan desemboca en que muchos caigan en el desánimo y piensen que para qué votar, si no estás invitado a la fiesta. Muchas personas piensan que no tiene ningún sentido votar.

Cada cuatro años las cámaras se renuevan, nos consultan, se convocan elecciones, al menos nos queda eso. Porque, a pesar de todo, a mí me sigue gustando ir a votar, quizás porque yo vi como mis padres no podían hacerlo, fui un niño del franquismo. Entiendo que para mí y muchos de mi generación el hecho de votar tenga un valor sentimental que no poseen o padecen las generaciones siguientes, nacidas en la democracia. Y puedo entender las razones de los que se abstienen, ¿cómo no comprenderla después de todo lo que he escrito en los párrafos anteriores?.

Quedarse en casa en día de las elecciones puede hacer sentirte como alguien que da un portazo a la clase política y al sistema y se queda a gusto. 
Otros pueden pensar – y en cierto modo no les falta razón – que cuanta menos participación el sistema tiene menos legitimidad y se puede soñar con que esa falta de legitimación lleve al colapso. Está por ver que eso del colapso sea una buena idea, pues cuando cae un sistema caen muchos justos por pecadores y a veces la historia nos enseña que más de una vez la situación se estabiliza en nuevo sistema que no es mejor que el anterior.  Además los sistemas políticos tienen bien desarrollado el instinto de conservación, son a prueba de bombas, tardan mucho en colapsar.

Otros más opinan que todos los partidos son iguales, ¿qué más da entonces a quién votar?, aunque quizás sean iguales porque no los renovamos, a lo mejor tendríamos que aventurarnos a votar a otros antes de tomar el complicado camino de las barricadas.

Todo esto lo entiendo. Pero cuando, como hemos visto, se acumula tanto poder,  ¿es racional no dar nuestra opinión?. Cuando nos quejamos de que no se nos consulta y que solo se nos pide refrendo una vez cada cuatro años, ¿no es lógico hacerlo cuando nos dejan?,  ¿tiene sentido otorgar la razón mediante el silencio?. ¿No se estará frotando las manos más de uno pensando en los porcentajes de abstención?.

Y es que la abstención no sirve a los efectos electorales. No indica nada, no tiene dueños, por eso hay tantos que intentan apropiársela, es muy fácil, si no se ha votado a nadie puedo reclamar el voto como mío. Ya he visto muchas veces ese tipo de reivindicaciones – desde el anarquismo hasta la extrema derecha - que no llevan a ninguna parte, desde luego a la Carrera de San Jerónimo (7) no. 

Para empezar el resultado de las elecciones no se vería afectado aunque tan sólo votara el 10%, sería el resultado de aplicar la fórmula electoral (8) a los votos válidos. Es más, por milagros de esa fórmula la abstención favorece a los partidos mayoritarios.

En mi artículo “El Discreto Encanto de la Abstención…”, hice un pequeño experimento que cualquiera puede realizar. Me armé de una hoja de cálculo Excel y de un simulador de la Ley D’Hondt (9) y me puse a estudiar cómo influiría en unos resultados electorales una disminución de la abstención. Basándome en las últimas elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid aumenté los porcentajes de participación, manteniendo los porcentajes de los mayoritarios y distribuyendo ese voto añadido entre los demás partidos se obtuvo una disminución significativa de los escaños asignados a los dos grandes partidos.

No se puede terminar sin hablar del voto en blanco. Por supuesto es una opción legítima del elector. El voto en blanco es otra forma de expresar a la clase política la desafección a una forma de hacer política. Aceptas el sistema democrático y te molestas en ir al colegio electoral, pero es igualmente inútil. Es más, en cierto sentido es más perjudicial que la abstención. El voto en blanco cuenta a la hora de establecer la participación, pero también a la hora de calcular la barrera electoral (10). El número mínimo de votos para obtener diputado se obtiene calculando el 3% del número total de votos en la circunscripción y ahí los votos en blanco elevan el valor que se obtiene. Por otra parte, el voto en blanco no se cuenta a la hora de repartir los escaños, no hay escaños en blanco, se ocupan todos. Al elevar el número de votos mínimo para entrar en el parlamento perjudicas a los partidos pequeños y beneficias a los grandes que tienen menos competencia para repartirse los votos válidos.

La abstención me recuerda a una frase que decía mi madre cuando yo me enfadaba con ella y hacía algo para castigarla pero que en realidad me castigaba más a mí que a ella, cosas como “ahora ya no juego” o “ya no te dibujo más”. En estos casos mi madre me decía con tono burlón “Eso, ¡para que se fastidie mi capitán hoy no como rancho (11)!”. Humildemente pienso que el que tiene ese sentimiento de desafección a la política y lo materializa en la abstención con el fin de castigar a la clase política se está castigando a sí mismo, vamos que no comes rancho pero al capitán le da igual.

Ellos no lo dicen pero el lema electoral real de ciertos partidos es “vótame y, si no, abstente”. El verdadero castigo para los que no cumplen es votar a otros (12), porque les das donde más les duele, en la representación, de donde hemos visto que surge todo el poder. Y si cada vez que incumplen de manera manifiesta un programa político no les revalidáramos nuestra confianza ya procurarían cumplir en la siguiente ocasión. Entonces se reduciría esa enorme diferencia entre lo que prometen y lo que cumplen, lo exijan las circunstancias, el bien general o Bruselas.

En los próximos días tenemos unas elecciones ojalá nos apliquemos el cuento.

Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo

Notas:
  1. Por cierto en la constitución de Atenas, la más conocida y admirada de la antigüedad, había órganos representativos, no sólo funcionaba la asamblea de ciudadanos. Ver Democracia Ateniense
  2. Sufragio censitario o sufragio restringido fue un sistema electoral, vigente en diversos países occidentales entre fines del siglo XVIII y el siglo XIX, basado en la dotación del derecho a voto sólo a la parte de la población que contara con ciertas características precisas (económicas, sociales o educacionales) que le permitiera estar inscrita en un "censo electoral". El sufragio censitario se contrapone al sufragio universal, que no establece condiciones salvo mayoría de edad y la ciudadanía (aunque hasta el siglo XX estaba limitado al sufragio masculino).
  3. El sufragio universal consiste en el derecho a voto de toda la población adulta de un Estado, independientemente de su raza, sexo, creencias o condición social. Habitualmente se entiende de forma más concreta, en el sentido de más ligado a la extensión del voto a la población adulta femenina.
  4. La potestad reglamentaria es la capacidad del poder ejecutivo de dictar normas generales de rango inferior a las leyes, por lo común en desarrollo o aplicación de éstas.
  5. El Tribunal Constitucional de España o TC es el órgano constitucional que ejerce la función de supremo intérprete de la Constitución Española de 1978
  6. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), según el artículo 122 de la Constitución Española, es el órgano de gobierno del Poder Judicial de España. Su principal función es velar por la garantía de la independencia de los jueces y magistrados frente a los demás poderes del Estado.
  7. La Carrera de San Jerónimo es la calle de Madrid en la que está ubicada la sede del Congreso de los Diputados.
  8. La fórmula electoral es el cálculo matemático mediante el cual, en una votación, se distribuyen los escaños de una asamblea en función de los votos del electorado.
  9. La Ley d’Hondt es la fórmula electoral que se aplica en España
  10. La barrera electoral o legal, también conocida como cláusula de barrera, o umbral electoral, es en política la proporción mínima de votos que necesita una lista electoral para que pueda conseguir asientos o representantes en el parlamento u órgano similar; o también, la cantidad mínima para que un partido pueda actuar en las comisiones parlamentarias. El objetivo de la cláusula es evitar la fragmentación parlamentaria.
  11. Rancho, según el diccionario de la Real Academia, en su primera acepción significa: Comida que se hace para muchos en común, y que generalmente se reduce a un solo guisado; p. ej., la que se da a los soldados y a los presos.
  12. Si el lector desea conocer las agrupaciones políticas que concurren a las elecciones europeas de 2014 puede pulsar en el siguiente enlace:



Bibliografía:

Vallés I. y Bosch A.
Sistemas Electorales y Gobierno Representativo
Editorial Ariel
Barcelona 1997

Delgado, I. y López Nieto I.
Comportamiento Político, Partidos y Grupos de Presión
UNED
Madrid 2004







domingo, 6 de abril de 2014

Alicia o la Lógica Neurótica de lo Social

Así vió la merienda de los locos, el gran dibujante británico John Tenniel




Una calurosa tarde de julio de 1862, los reverendos Charles Dodgson y Robison Duckworth (1), profesores del Trinity College de Oxford, paseaban en barca por el Támesis junto con tres niñas, las hermanas Liddell, hijas de su decano.

Mientras los caballeros remaban, la mediana de las hermanas, Alicia, de diez años, pidió a su buen amigo Dodgson que le contara un cuento. Ya lo había hecho otras muchas veces, Alicia era muy aficionada a la compañía, a los múltiples juegos que el clérigo no paraba de inventar o a los trucos de magia en los que las alargadas manos del diácono iban más rápido que la vista. Los cuentos de Dodgson nunca le decepcionaban pero aquella tarde estuvo especialmente inspirado.

El cuento que improvisaba el reverendo hablaba de una niña como ella, con el mismo nombre de Alicia, que se quedaba dormida – cansada de no poder jugar con su hermana mayor que leía un aburrido libro sin dibujos - debajo de un árbol y la despertaba un conejo blanco elegantemente vestido que tenía mucha prisa. Claro, ¿cómo no perseguir a un conejo en estas condiciones?. Alicia persigue lógicamente a tan extraordinaria aparición dentro de una madriguera, ¿hay algo más lógico que un conejo entre en una madriguera?. Sin embargo, esta decisión le da paso a un inframundo de lo más divertido e inquietante, donde es posible crecer y decrecer de tamaño de forma inconcebible, mantener coloquios con extintos pájaros dodo (2), cantar y bailar con una tortuga artificial y un grifo,  conversar con un gato risueño que aparece y desaparece, discutir con orugas filósofas que fuman en pipa de agua o estar a merced de una tirana muy aficionada a cortar cabezas. 

Le salió tan bien el cuento que se pasó toda la noche escribiendo lo que por la tarde improvisara mientras remaba. Así nació “Las Aventuras de Alicia bajo Tierra” que en 1865 se publicó, corregida y aumentada, con el título de “Alicia en el País de las Maravillas”. Fue tanto el éxito del cuento que motivó una segunda parte en 1871, “Alicia a través del Espejo”. Ambas obras fueron firmadas por Lewis Carroll, el seudónimo que Dodgson usaba cuando cometía las locuras que un profesor de lógica y matemáticas no se podía permitir (3).

¿Pero qué son realmente los libros de Alicia?. Son primero que nada, unos libros infantiles – sobre todo el primero – pensados para los niños británicos de mediados del siglo XIX. Llenos de canciones, juegos de palabras y situaciones divertidas que provocaban la hilaridad general. Es muy posible que los niños británicos actuales, incluso los de Chesire – lugar de nacimiento de Carroll/Dodgson – u Oxford – ciudad en cuya universidad ejerció su magisterio -, no comprendan casi nada. Sin embargo, es el libro más citado en tratados de matemáticas, física, lógica o economía, con lo que cabe concluir que su público ha cambiado en estos 150 años que nos separan del momento en que se escribieron.

Pero, una vez aclarado que son cuentos infantiles, hay que advertir de que son mucho más. Para algunos son obras psicológicas. Se ha señalado repetidas veces el parecido que existe entre “Alicia” y “El Castillo” y “El Proceso” de Kafka (4). La misma Alicia participa en un proceso judicial poco convencional orquestado por la Reina de Corazones con la aquiescencia sumisa del Rey que es muy parecido al proceso kafkiano y los personajes de “Alicia tras el Espejo” son piezas en un juego de ajedrez sin que ellos tengan conciencia de ello (5), algo parecido a lo que pasa con los personajes de “El Castillo” cuyas vidas están regidas por autoridades que no conocen y cuyos designios son inescrutables.

Para otros son obras sociológicas. Probablemente no exista ningún otro libro que retrate tan fielmente el espíritu de la sociedad victoriana. Es más, el conservador Dodgson/Carroll – el hombre de la Iglesia Anglicana, el profesor de Oxford - da rienda suelta a su locura - se toma vacaciones  mentales como escribió Martin Gardner (6) – y, con la excusa de un sueño de una tarde de verano realiza una crítica social acerba. El autor, puede que de manera inconsciente y a través del personaje de Alicia y de su inocencia, no deja casi ningún aspecto del mundo victoriano que escape a la mirada crítica del personaje principal del cuento.

Autores ha habido que argumentaron que se trataba, en el caso de “Alicia en el País de las Maravillas”, de un libro político, en el que figuras de la política británica de la época eran representados por los dementes personajes del cuento (7)

Hay quien piensa que son tratados herméticos de lógica matemática. No serían entonces dos libros infantiles plagados de acertijos y juegos lógicos sino dos libros de juegos lógicos con la estructura de un cuento infantil. En cualquier caso la obra despliega por sus páginas un espíritu lógico-matemático como ninguna otra que se haya acercado al gran público. 

Ese estilo tan particular de Dodgson/Carroll no sólo se aprecia en sus “Alicias” sino que también impregna sus obras de lógica. Para Alfredo Deaño (8) el autor no sólo intenta evadirse del mundo constreñido y aburrido de la Inglaterra victoriana, no sólo se dedica a hacer pasatiempos sino que intenta introducir el sinsentido en el seno de la lógica misma. En sus libros de lógica se aúnan el Dogson matemático con el Carroll neurótico y lo que resulta es la lógica neurótica de Charles Carroll (9). Aquí Deaño, cuando habla de lógica neurótica se refiere a la utilización de un lenguaje surrealista en las proposiciones lógicas sobre las que aplica reglas de inferencia lógicamente correctas (10).

Así que, volviendo a sus dos “Alicias”, los libros son una sucesión de situaciones absurdas sobre el sustrato de ciertas reglas lógicas que el lector se anima a justificar porque, al fin y al cabo, se trata de un sueño.

En opinión de Jaime de Ojeda (11), la atmosfera onírica se refuerza porque el autor mezcla personajes de una profundidad psicológica sobrecogedora - como la propia Alicia, el Rey y la Reina o el Conejo Blanco -  con otros misteriosos, de personalidad indefinida e indefinible que cumplen una función abstracta entre los que destaca el Gato de Chesire cuya sonrisa se resiste a desaparecer una vez ya ha desaparecido su cuerpo (12).
El Gato de Chesire, la Reina y el Rey de Corazones según Tenniel

Como ejemplo de escena absurda basada en presupuestos lógicos me gusta mucho el capítulo 7 de “Alicia en el País de las Maravillas”, el titulado “Una Merienda de Locos”.  En esta escena Alicia se encuentra a tres personajes cuando menos peculiares - el Sombrerero Loco, la Liebre de Marzo y el Lirón – que están tomando té. Se han enfadado con el Tiempo y éste, que según el Sombrerero es de armas tomar, les ha castigado a estar permanente en la hora del té. Claro como están continuamente tomando el té, y después de usarlas dejan las tazas sucias, cada vez que terminan tienen que cambiar de servicio y lo hacen cambiando de sillas. Comoquiera que el número de sillas es finito la pregunta de Alicia es evidente:

-          …Pero, ¿qué sucede cuando llegan de nuevo al principio de la mesa?, se atrevió a preguntar Alicia.
-          ¿Qué os parece si cambiamos de conversación?, interrumpió la Liebre de Marzo...

Y la pregunta queda sin contestación. Toda esta escena está sazonada por un diálogo divertidísimo y tremendamente loco, como cuando la Liebre muestra su sorpresa porque se haya estropeado el reloj por untarlo con mantequilla, no hace más que repetir: “no lo entiendo, si la mantequilla era de primerísima calidad”.

Cuántas soluciones en la política, en la economía, incluso en la sensata ingeniería,  en cualquier actividad humana, son soluciones a corto plazo como cambiar de silla en aquella merienda eterna sin tener en cuenta que la mesa tiene un número finito de sillas. A mí, lo primero que me asalta a la cabeza es el efecto 2000 (13), ¿en qué pensábamos los informáticos cuando diseñábamos nuestras bases de datos con dos dígitos para el año en campos de fecha cuando ya estábamos en los años noventa?.

Este tipo de escenas compuestas por lo absurdo de una situación forzada por personajes locos, con la contrapartida de la lógica aplastante de la cuerda Alicia es lo que construye esa atmósfera onírica a la que nos referíamos antes y, como se trata de un sueño, es la otra cara de la realidad y reconoces esa realidad subyacente en el sueño.

Por esa razón a veces cuando contemplas la realidad con el sentido crítico de Alicia te encuentras con situaciones tan absurdas como las que vive la favorita de Dodgson/Carroll en su cuento.

Hace poco releí las dos “Alicias” en la versión de “Alicia Anotada” de Martin Gardner – mi libro de cabecera en un momento de mi primera juventud, cuando las cosas que me pasaban eran atroces e incomprensibles – y reconocí de nuevo la realidad absurda que nos rodea. Muchos comportamientos en nuestra sociedad que parecen absurdos se fundan en una lógica justificativa, una lógica neurótica como la que apreciaba Deaño en los libros de Dodgson/Carroll pero sin la gracia de éste, porque de graciosa no tiene nada, pues muchas personas salen perjudicadas. 

Existe una lógica neurótica de lo social. ¿Ejemplos?. Cientos, miles. En el ámbito español, en el ámbito europeo, en el ámbito mundial. 

La presidenta de una organización de empresarios dice que por qué se tiene que pagar el salario mínimo a un trabajador sin formación. La buena señora, de partida, debería volver a bachillerato y aprender lo que significa “mínimo”, es decir, que no puede haber un salario más pequeño, que por eso precisamente se reserva para la gente sin formación, pero claro, si a un ingeniero con dos idiomas y dos másteres ya le pagas el salario mínimo, es neuróticamente lógico pensar que cómo le vas a pagar lo mismo a un operario con una formación mínima.

Un acusado implicado en un caso en el que se revisa una presunta estafa financiera le espeta al juez, en un alarde de lógica neurótica, que los ancianos no son analfabetos financieros cuando, que yo sepa, no todos los jubilados han pasado por la “London School of Economics”. Y desde cierto coro de voces agradecidas se canta el mismo argumentario con diversas fórmulas más o menos literales, desde frases de la misma categoría hasta las más moderadas de que al firmar un contrato hay que leerse la letra pequeña. 

Al mismo tiempo, mujeres de alta alcurnia y poca prosopopeya, con estudios superiores y puestos de mucha responsabilidad o mucha representatividad, para eludir cualquier responsabilidad penal se escudan en la ignorancia, en una especie de neomachismo interesado proclaman que sus maridos llevaban la gestión de sus negocios sin decirles nada, y el mismo coro de voces agradecidas asiente sin complejos. Cuando esa misma ignorancia les descalifica para desempeñar cualquier puesto de importancia ya que si no se enteran de lo que sus maridos disponen difícilmente van enterarse de lo que sus subordinados hacen o, simplemente, de lo que se cuece a su alrededor.

El dinero público sigue fluyendo hacia los bancos sin que salga de ellos en forma de crédito y cómo tiene que salir de alguna parte, neurótica y lógicamente tiene que  salir de los servicios públicos, de la educación y de la sanidad. Y ya se va notando, vemos como en los informes PISA (14) los resultados son cada vez más desalentadores y cada vez más llegan a nuestros oídos casos de falta de atención médica, de colas de espera interminables en los servicios sanitarios, de fallecimientos que quizá podrían haberse evitado. Los recortes en educación maleducan y en sanidad matan.

El informe FOESSA (15) destaca que España es el segundo país en pobreza infantil de Europa detrás de Rumania y el Ministro de Hacienda, maestro de la lógica neurótica, nos recuerda que son sólo estadísticas que no corresponden con la realidad y que, esa organización revolucionaria que es Cáritas Diocesana, debería meterse en sus cosas. La realidad del ministro y del Gobierno no se corresponde con la realidad de la gente, es una realidad macroeconómica y broteverdista (16) que pretende ver recuperación económica en unos datos que expresan una mejoría, sin duda, pero que no es para tirar cohetes pues podría ser coyuntural y que, en cualquier caso, es muy modesta en un país arrasado por seis años de crisis.

Pero la lógica neurótica no sólo afecta a las élites sino que es interclasista. Se oye decir, a personas de toda condición, que todos los partidos/políticos son iguales cuando para afirmar esto deberían haber gobernado todos y cada uno de ellos, lo peor es que de esta proposición se puede inferir, si son todos iguales, ¿para qué ir a votar?, y acaban votando los mismos votantes a los mismos candidatos con lo cual  no podremos saber si efectivamente son todos iguales.

He escuchado por ahí a bienintencionados viandantes, yo estoy en contra del sistema por eso no voto. Ah, por eso te abstienes, ¿no?, ¿y cómo esperas que cambie el sistema entonces?, ¿por sí solo o vas a coger tu fusil para acudir a la barricada?.

También se oye, si no nos sacan éstos de la crisis, ¿quién nos va a sacar?. Como si los últimos gobiernos hubieran demostrado eficacia y eficiencia, como si tuvieran el monopolio de las soluciones o se hubieran experimentado todos los posibles caminos.

O el clásico, los políticos - cuando son ricos – roban menos. Lo que presupone que todos los políticos son corruptos que es mucho presuponer, pero por otro lado, nos asegura que cuanto más dinero tienes menos corrupto eres. Esto no coincide con mi experiencia, ¿quién nos asegura que un rico por el mero hecho de serlo no quiere ser más rico todavía por el camino más corto?, ¿es que la avaricia conoce límites?, ¿acaso se equivocaron los padres de la Iglesia al considerarla como pecado capital?.

Y así podríamos seguir toda la vida, así que tendremos que poner algún fin. Me llama la atención un caso famoso. Dos economistas de Harvard publicaron un artículo en el afirmaban que si la deuda pública superaba el 90% del producto interior bruto, el crecimiento económico caía en picado. Se basaban en unos cálculos matemáticos que plasmaban sobre una hoja de cálculo Excel, pero, en vez de dividir una expresión por una media, dividían por una suma. Los cálculos estaban equivocados.

Hasta aquí todo normal. Un error más, ¿quién no ha cometido errores?,  en mi primer programa en la Facultad de Informática – que calculaba el desarrollo en serie de Taylor (17) – el numerador lo dividía siempre por uno pues tenía mal programada la función que calculaba el factorial, con lo que el programa no terminaba nunca. Cualquiera puede equivocarse y en programación pasa mucho. Aquel novato que era yo, empleó un mes para darse cuenta del error, entre otras cosas porque tardaban una semana en darte los resultados de cada versión del programa.

Lo realmente extraordinario, lo que nos mete en el inframundo de Alicia, es que este artículo ha sido la mayor justificación científica de las políticas de austeridad que nos exprimen, y ha sido repetido como dogma de fe incluso después de haber sido descubierta la falacia. Lo cierto es que desde el principio el artículo en cuestión recibió muchas críticas de economistas serios pero no fueron nada comparado con el bombo mediático y académico que apoyaba al artículo falaz. Sólo cuando permitieron acceder a la hoja Excel para su revisión se descubrió el misterio. 

Cuando era joven tenía un jefe al que no conseguía entender el proceder. Algunas veces parecía que tomaba decisiones por el bien de la empresa pero, en otras ocasiones, sus decisiones no tenían lógica aparente, parecían tomadas en contra de la organización, aunque se las apañaba para justificarse. Y lo hacía de un modo impredecible, tan pronto daba una de cal como una de arena. Para mí fue un misterio hasta que fui conociéndole más y me fui enterando de sus intereses, entonces me di cuenta de que no las tomaba en beneficio de la empresa sino en el suyo propio, de sus objetivos y una veces éstos coincidían con los de la organización y otras veces no. Así su mente funcionaba con una lógica interesada y justificaba con una lógica neurótica. Recuerdo que cuando soltaba una proposición neurótica tartamudeaba porque sabía que lo que estaba diciendo era una tontería. 

El mundo en que vivimos tiene mucho del inframundo de Alicia, en muchas ocasiones parece gobernado por una lógica neurótica social pero si escarbas un poco te das cuenta de que también tiene mucho de lógica de intereses. A veces el objetivo final está oculto por la apariencia de lo absurdo, el problema es que desconocemos esos intereses y el resultado nos parece absurdo, si no que se lo digan a quien firmara finiquitos diferidos y simulados (18). En eso se distinguen los personajes reales de los personajes de Alicia, que no tenían otra motivación que su propia locura. Otras veces sin embargo, la lógica es simplemente neurótica, al más estilo carroliano, no hay que buscar más. Distinguir entre una y otra y actuar en consecuencia es nuestro deber ciudadano y lo es también usar las herramientas que tenemos, de la que no es la menor precisamente, el votar con sentido común.

Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo


Notas:
  1. Ya de puestos, siguiendo los juegos de palabras a los que era tan aficionado Dodgson/Carroll podemos hacer un juego con las traducciones de los apellidos de los dos reverendos. Si le quitamos la segunda “d” a Dodgson se queda Dogson que en castellano sería hijo de perro o hijo de perra que es insulto mayúsculo en nuestra lengua y que el pobre matemático no se merece. En cuanto a Duckworth es también muy gracioso, duck worth podría traducirse por el valor o coste de un pato
  2. El pájaro dodo es un ave extinta de aspecto extravagante que habitaba en Australia
  3. Charles Dodgson (1832-1898) fue lógico y matemático. Hay una anécdota, o quizás leyenda, muy divertida. Cuentan que la reina-emperatriz Victoria, encantada con la lectura de Alicia, pidió que le trajeran todo lo que había escrito Carroll, el chasco de la testa coronada fue enorme cuando , en lugar de narraciones graciosas, se encontró con libros de álgebra, trigonometría, lógica, etc.
  4. Franz Kafka (1883-1924) escritor nacido en la Bohemia austrohúngara cuyos libros no te dejan indiferente, y si no leed el comienzo de “La Metamorfosis”.
  5. Partida de Ajedrez de Alicia:
    El peón blanco (Alicia) juega y gana en once movimientos
1. Alicia se encuentra con la Reina roja
2. Alicia atraviesa (por ferrocarril) la tercera casilla de la Reina y llega a la cuarta de la misma (Tararí y Tarará)
3. Alicia encuentra a la Reina blanca (y su mantón)

4. Alicia a la quinta casilla de la Reina (tienda, río, tienda)

5. Alicia entra en la sexta casilla de la Reina (Zanco Panco)

6. Alicia sigue a la séptima casilla de la Reina (bosque)
7. El Caballo blanco prende al Caballo rojo
8. Alicia a la octava casilla de la Reina (coronación)
9. Alicia se convierte en Reina
10. Alicia se enroca (festín)

11. Alicia prende a la Reina roja y gana
1. La Reina roja se dirige a la cuarta casilla de la torre del Rey
2. La Reina blanca (tras su mantón) pasa a la cuarta casilla del alfil de la Reina
3. La Reina blanca sigue a la quinta casilla del alfil de la Reina (y se convierte en una oveja)
4. La Reina blanca a la octava casilla del alfil del Rey(dejando el huevo en el estante)
5. La Reina blanca pasa a la octava casilla del alfil de la Reina (huyendo del Caballo rojo)
6. El Caballo rojo a la segunda casilla del Rey (jaque)
7. El Caballo blanco a la quinta casilla del alfil del Rey
8. La Reina roja a la casilla del Rey (examen)
9. Las reinas se enrocan
10. La Reina blanca a la sexta casilla de la torre de la Reina (sopa)



  1. Martin Gardner (1914-2010)  fue un filósofo de la ciencia y matemático norteamericano famoso por ser el columnista de “juegos matemáticos” de la revista “Scientific American”, “Investigación y Ciencia” en la versión española. Publicó una excelente versión de Alicia comentada que está en la bibliografía.
  2. Según Shane Lesli en un artículo de 1933 citado por Gardner Alicia es una historia secreta de las controversias religiosas de la Inglaterra victoriana, pero Gardner no cree demasiado en esta interpretación (página 8 del prólogo de Alicia Anotada)
  3. Alfredo Deaño (1944-1998) fue un lógico y filósofo español, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, que intentó popularizar la lógica haciendo introducciones amenas de materia, con un gran sentido del humor. Realizó el prólogo, la selección de artículos y la traducción de un compendio llamado “EL Juego de la Lógica” publicado en Alianza Editorial cuya referencia viene en la bibliografía. Artículo de Javier Pradera de 1978 en El País sobre el fallecimiento de Alfredo Deaño: “Ha muerto el filósofo Alfredo Deaño”, es muy interesante para conocer al personaje y lo que supuso en aquella época.
  4. Deaño compone el nombre de Charles Carroll, cogiendo el nombre real del autor y el apellido del pseudónimo.
  5. Ver prólogo del Juego de la Lógica, página 12.
  6. Jaime de Ojeda es un diplomático español retirado que fue embajador de España, entre otros destinos, en Ecuador, Estados Unidos y Representante Permanente ante la OTAN. Realizó una excelente y nada fácil traducción de “Alicia en el País de las Maravillas” para Alianza Editorial. No hay entrada sobre Jaime de Ojeda en la Wikipedia pero puede resultar interesante la reciente entrevista en el diario El País: “los políticos no saben sacar partido de las embajadas
  7. El personaje del gato de Chesire y de su sonrisa está basado según Gardner en una expresión corriente en tiempos de Carroll “Sonríe como un gato de Chesire”. Toda la explicación está en la nota 2 de la  página 80 de “Alicia Anotada”.
  8. En general la gente piensa que el efecto 2000 fue un “bluff”, pero yo tuve que trabajar bastante para corregir los proyectos informáticos que dirigía en aquel momento, de no haberlos corregido habrían tenido un funcionamiento carrolliano, de lógica neurótica, calculando edades centenarias para recién nacidos por ejemplo. El problema es que se exageró mucho, el día 1 de enero de 2000 nada iba a funcionar, los ascensores, los vídeos, los aviones… fue un milenarismo tecnológico.
  9. El informe PISA es el programa internacional para la evaluación de los estudiantes. se basa en el análisis del rendimiento de estudiantes a partir de unos exámenes que se realizan cada tres años en varios países con el fin de determinar la valoración internacional de los alumnos. España no suele salir muy bien parada.
  10. El informe FOESSA es una publicación sobre la estructura social y la desigualdad en España que realiza la Fundación FOESSA, fundación con lazos con Cáritas Diocesana.
  11. El “broteverdismo” es un término que está teniendo cierto éxito en los periódicos españoles. Hace referencia a la frase de la ministra de Economía Elena Salgado que, en mayo de 2009, cuando según ella parecía que íbamos a salir de la crisis económica dijo: “la situación económica está teniendo algunos brotes verdes y hay que esperar a que crezcan”. Se aplica para ridiculizar el excesivo optimismo de los gobernantes cuando todo el mundo sabe que la cosa no va bien. Al parecer, ni siquiera hemos inventado el término que ya utilizó un ministro británico en la crisis de 1990-1991.
  12. El desarrollo en serie de Taylor es:
  13. Declaraciones de la Secretaria General del Partido Popular para justificar el cobro de cantidades mensuales por parte del Sr. Bárcenas, antiguo tesorero del partido y actualmente en prisión provisional.
    Texto de la declaración: "La indemnización que se pactó fue una indemnización en diferido, y como fue una indemnización en defini... en diferido en forma efectivamente de simulación de... simulación o de lo que "hubuera" sido en diferido en partes de una... de lo que antes era una retribución, tenía que tener la retención a la Seguridad Social, es que sino hubiera sido..


Bibliografía:
Lewis Carroll
Alicia en el País de las Maravillas
Traducción y Prólogo de Jaime de Ojeda
10ª edición Madrid 1982
Alianza Editorial

Lewis Carroll
Alicia Anotada edición de Martin Gardner
Akal Editor
Madrid 1984
Lewis Carroll
El Juego de la Lógica
Traducción, selección y prólogo de Alfredo Deaño
Alianza Editorial
Sexta Edición Madrid 1984

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