Introducción
Una primavera de mediados de los
años ’90, esa primavera que suele ser corta y maravillosa en Madrid, andaba
paseando – no recuerdo por qué – por los alrededores de la Ciudad Universitaria (1), cuando levanté la vista hacia un edificio de reciente
factura del que provenía el bullicio propio de un grupo alborotado y numeroso
de jóvenes.
El edificio pertenecía a una
universidad privada, miré al frontispicio, en el que grabada en la piedra
aparecía la frase “Facultad de Ciencias
de la Administración” (2).
Me paré asombrado, era la primera vez que veía las palabras “ciencia” y “Administración”
juntas y no podía dar crédito a mis ojos.
Hay que decir que en aquel
entonces yo estaba muy mediatizado por mi experiencia y formación, y para mí,
que provenía del mundo de la ingeniería y que llevaba varios años trabajando
como empleado público, las palabras ciencia y Administración me parecían
antitéticas.
Me costaba admitir como ciencia
cualquier disciplina que no pudiera expresarse en términos matemáticos,
deformación profesional de ingeniero supongo, y la Administración pública se me
antojaba lo más alejado de la ciencia que pudiera encontrarse. Afortunadamente
he aprendido mucho desde entonces, soy una persona más culta, antaño confundía el lenguaje en el que se
explica una ciencia con el método científico y el sujeto de la ciencia con su
objeto, la Administración podía ser desastrosa pero eso no quiere decir que no
se la pudiera estudiar sistemáticamente.
No obstante, como veremos más
adelante, el debate sobre si la ciencia de la Administración es una ciencia o
no y sobre sus métodos de estudio no está agotado y puede encontrarse en cualquier
libro de esta disciplina. No en balde, como indica Olmeda (3), Caiden (4) dejó escrito: “ninguna otra disciplina parece tener tantos
problemas ante sí y ante el mundo en general. Es asaltada desde todas partes
por quienes desean que no exista en absoluto y creen que la humanidad mejoraría
sin ella y por otros que reclaman que es parte (….) de alguna otra disciplina”.
Así visto, mis prejuicios de antaño son compartidos por muchos otros.
Bueno, quizás va siendo hora ya
de dar una primera definición de ciencia de la Administración, con el fin de ir
quitando hierro al asunto y aminorar el suspense de aquellos lectores que no
saben exactamente en qué consiste esta disciplina. Tomemos otra vez a Olmeda
por ejemplo, para este autor, la ciencia de la Administración es una ciencia
social empírica, de enfoque multidisciplinar y cuyo objeto de conocimiento son
las administraciones públicas contemporáneas y sus génesis históricas. Vamos a
ir viendo a lo largo del presente artículo todas estas características.
Origen
La primera cátedra de ciencia de
la Administración en España - que ocupa el profesor Baena del Alcázar (5) - se crea en 1985. Empezó
a verse como carrera universitaria a mediados de los década de 1990, sin
embargo, el origen de la disciplina hay situarla distante en el tiempo.
Aunque algún autor sitúa sus
principios en el cameralismo (6) alemán del siglo
XVII, su antecedente inmediato es la llamada entonces – estamos hablando del
siglo XVIII y principios del siglo XIX – ciencia
de la policía.
La ciencia de la policía según
Robert Von Mohl (7)
– que en opinión del profesor Omar Guerrero (8) es el autor que mejor representa el tránsito
de ésta a la ciencia de la Administración – estudia cómo se consiguen los
propósitos del Estado de Derecho para ordenar la vida colectiva del pueblo. Para
Bonnin (9), al que
se considera fundador de la ciencia de la Administración, el concepto de
policía entre los europeos de la época significaba la forma de institución de
la sociedad y tenía un significado político, implicaba la vigilancia que
mantiene la seguridad, la tranquilidad y la salubridad pública. Lo que pasó,
siempre según Bonnin, es que estos ideales degeneraron en una forma de
inquisición política durante el Antiguo Régimen.
Omar Guerrero describe el
tránsito de la ciencia de la policía a la ciencia de la Administración como el
salto de una ciencia de los súbditos a una ciencia de los ciudadanos. En
efecto, dentro de su primera modalidad teórica como policía, la Administración
pública correspondía a un tipo de Estado concreto. La palabra policía reflejaba
la esencia de ese Estado, el absolutista, el que se llamó después de la
Revolución francesa, Antiguo Régimen. Una vez que el Estado absolutista comienza
a desaparecer de la faz de Europa y es reemplazado por el Estado de derecho,
alguno de los elementos que constituían el concepto de policía se mantuvieron, otros
desaparecieron, y aparecieron muchos otros. La definición fue perdiendo valor y
la palabra “policía” terminó por ser sustituida por el vocablo “Administración”,
al que se añadió el adjetivo de “pública” para resaltar el carácter ciudadano
de la misma.
Este fenómeno comienza
gradualmente a partir de 1808 en Francia, Bonnin publica “Los principios de Administración Pública” en 1809, y durante el
primer cuarto de siglo la Administración pública adquiere legitimidad académica
en un tiempo en que la ciencia empieza adquirir importancia para las sociedades
más desarrolladas del momento como herramienta para describir, explicar y
evaluar empíricamente distintos objetos de conocimiento y que asiste, más o
menos al mismo tiempo y por las mismas razones, al nacimiento de la sociología.
La definición que da Bonnin en
sus principios sobre la Administración
pública tiene una extraña vigencia, para este autor, personifica la mediación
entre el pueblo como comunidad y los individuos como tales, y es en esa
mediación donde reside la garantía de la realización de la persona en su
dualidad de ciudadano y de ser privado.
Desde los tiempos de su fundador,
la ciencia de la Administración ha
tenido que adaptarse a las profundas transformaciones que ha sufrido la Administración
pública. Baena del Alcázar nos advierte que mientras el Parlamento y los
Tribunales de Justicia del siglo XIX apenas se diferencian de los actuales en
su organización y sus aspectos formales, la Administración pública ha sido la
que ha sufrido transformaciones más profundas.
El Estado de derecho liberal ha
dado paso en el siglo XX al Estado social de derecho. Con el objeto de
administrar los nuevos derechos sociales los Estados tuvieron que ampliar sus
funciones y, esto trajo consigo, una serie de consecuencias, entre las que cabe
destacar: el aumento del tamaño y de la complejidad de las organizaciones públicas,
el acceso de las clases populares a servicios que anteriormente sólo
encontraban en la beneficencia, una mayor participación de los ciudadanos en
las decisiones públicas y, por todo ello, una corriente continua de influencia
mutua entre la Administración y la sociedad. Me da que el bueno de Bonnin, si
hoy resucitara, no reconocería fácilmente
el objeto de sus desvelos.
Objeto
El objeto principal de la ciencia
de la Administración es la compleja y cambiante organización que constituye la Administración
pública y los grupos humanos que la dominan.
Según Baena del Alcázar y otros
autores, no se trata de una ciencia en el sentido convencional – volvemos al
sempiterno debate – ya que no existe la identificación mutua entre el objeto y
el método que es precisamente lo convencional en las ciencias, sino que
presenta un enfoque multidisciplinar tomado de distintas ciencias sociales,
presentando un distintivo predominio del
objeto sobre el método.
Y este objeto, la Administración
pública, esta organización extensa y compleja que son las administraciones,
presenta unas características especiales
que influyen en el modo de hacer de la ciencia que se ocupa de ellas, por
tanto, no veo otro remedio que explorarlas si queremos saber más acerca de la
ciencia de la Administración.
La primera de estas propiedades es su carácter específico si lo comparamos con las organizaciones
privadas. Cuántas veces habré oído comentarios acerca de que las empresas
privadas son más eficaces que las entidades públicas. Aparte del machacón dogma
neoliberal que nos bombardea con estas ideas, lo privado es un ídolo, un
becerro de oro que no se puede criticar so pena de ser calificado de “antiguo”
en el menor de los casos; pero lo cierto es que he podido comprobar muchas
veces que la pretendida eficacia de ciertas empresas era ficticia. Las
comparaciones son odiosas y lo primero que se hace a menudo es comparar a toda
la Administración pública con casos particulares de empresas, se compara la
generalidad con la particularidad. Jamás se dice, a pesar de que conozco organizaciones
públicas de funcionamiento ejemplar, algo que por otra parte tampoco sería
justo, que tal o cual organismo público funciona a las mil
maravillas y que ya podrían aprender las empresas privadas.
Está también la cuestión de la titularidad del poder y de los fines
que hacen que la Administración sea una organización sí, pero completamente
diferente de las empresas privadas. La titularidad formal del poder pone a la Administración,
junto a otros poderes políticos y económicos, en una posición de dominación. Por
otra parte el objetivo del interés común, es decir, la gestión de todos los
intereses de la sociedad y no de unos particulares por encima de otros, se
encuentra alejado del ánimo de lucro de
las empresas. Por todas estas razones está más que justificado un área de
estudio específico para las administraciones.
Además de las diferencias con
respecto a las empresas, la Administración pública tiene diferencias
importantes respecto a otras organizaciones
que no tienen el afán de lucro como motor de su existencia, al menos
formalmente. Hablamos de los partidos, sindicatos o las iglesias, entre otros.
Ninguna de estas organizaciones tiene la titularidad formal del poder –
informalmente hablando hay mucho que decir – por lo que su estudio no está
recogido en la ciencia de Administración aunque sí por la sociología o la
ciencia política.
La segunda característica de las administraciones públicas es su extensión. Tanto por el ámbito
territorial que deben cubrir las administraciones como por la multiplicidad de
fines que la mueven hacen que la extensión de las mismas sea extraordinaria.
El factor esencial en cuanto a la
extensión de la organización administrativa es el aumento de la intervención
del Estado social de derecho en la sociedad. Antes de esta evolución del
Estado, la Administración, se conformaba con un grupo de ministerios clásicos
que gestionaban la defensa, los asuntos exteriores, la hacienda y el orden
público. En primer lugar, se extendió el número de ministerios para contemplar
los nuevos servicios que proporciona el Estado, tales como la sanidad, la
educación o la seguridad social.
Pronto dejó de ser suficiente,
los nuevos fines del Estado no pueden ser cumplidos ágilmente por los
ministerios tradicionales y se crea un enorme sector público formado por
organizaciones públicas. Pero pronto no basta y surgen empresas de titularidad
pública que dependen de las organizaciones para cumplir mejor con ciertos
aspectos de los nuevos fines que se exigen al Estado en sectores como los transportes,
las comunicaciones o el sector financiero.
Según Baena del Alcázar, este
aumento de los fines y de las organizaciones estatales que los cumplen, con la
influencia económica que conlleva, nos emplaza a considerar a los Estados
actuales como grandes unidades económicas que tienen una enorme influencia en
los mercados nacionales. Una bajada en la inversión pública puede suponer el
drama de muchos sectores económicos. La planificación económica que ejerce la Administración
es de vital importancia para las sociedades. Además, esta universalidad de los fines de la Administración
y del esfuerzo por cubrirlos tiene como consecuencia el aumento de las
relaciones entre la Administración y la sociedad que administra.
Así las organizaciones públicas presentan
en el Estado actual una dualidad como estructuras que ejercen el poder por
medio de la coacción y la represión y, por otra parte, como proveedoras de
servicios a los ciudadanos o, en su defecto, como organizaciones que regulan y
controlan los servicios que prestan las entidades privadas, sin olvidar que
gastan unos presupuestos esenciales para la economía de la sociedad.
De esta multiplicidad de fines y
la consecuente extensión para cumplirlos se deriva la tercera característica de las administraciones públicas que
estudia la ciencia de la Administración. Se trata de la fragmentación. Hemos visto como las organizaciones públicas han ido
multiplicándose en la misma medida que aumentaban sus fines, lo que se traduce
a su vez, en una gran diversidad de grupos humanos que dominan estas
estructuras administrativas que son también objeto de estudio por la ciencia de
la Administración. Otros conceptos relacionados con la fragmentación de las
administraciones son la descentralización territorial y la prolongación
funcional que representan los organismos autónomos.
En cuarto lugar la Administración pública se caracteriza por su estado actual y su historia. Las
administraciones se definen en función del territorio, la población, las pautas
culturales, las relaciones societales, la riqueza y el grado de desarrollo de
un país determinado en el momento actual. Ahora bien, para llegar al momento
actual se ha pasado por una serie de estados anteriores, es decir, la Administración
pública es también un producto histórico. Por lo tanto, la ciencia de la Administración
debe estudiar la historia del país de que se trate. En definitiva, como afirma
el profesor Crespo, la Administración pública y la ciencia que la estudia,
están inmersos en una relación de dependencia, o contingencia, con el momento
histórico, así como con las características culturales de cada sociedad (10).
Como quinta y última propiedad de la Administración pública tenemos
a la interdependencia entre política y Administración.
Este asunto me interesa especialmente, no porque yo sea un alto
funcionario, un burócrata, sino porque lo que sí soy es el técnico que trabaja
con los burócratas. Por otra parte, el concepto de interdependencia entre
política y Administración es muy intuitivo y, está claro que, cuanto más
intuitivo es un tema más difícil es de explicar formalmente. Es obvio que toda
organización pública, por su misma esencia, es parte del poder político.
Si tomamos una organización u
organismo público cualquiera, a medida que se estudian los niveles jerárquicos
más altos, las decisiones y – no lo olvidemos – los comportamientos, son cada
vez más políticos y menos administrativos. Esto que es parte de la doctrina de
la ciencia de la Administración coincide con mi experiencia personal.
Metodología
Una vez analizado el objeto de la ciencia de
la Administración, vamos a pasar a estudiar el método de la misma, que hemos
visto que está subordinado al objeto, lo que hace esta disciplina sea peculiar
entre las ciencias sociales.
Como señala Baena del Alcázar, en los
primeros tiempos de la ciencia de la Administración el método era estudiar los
fines de las organizaciones públicas. Langrod (11) intentó aislar un “hecho administrativo”
típico – la idea me recuerda al “hecho social” de Durkheim – que podría aportar
un conjunto de conocimientos sobre la Administración, solo que, las
organizaciones públicas realizan actividades muy diversas, que no pueden
reconducirse a un hecho administrativo delimitado y real con características
típicas que sirva de base.
En esta línea de reducir objetivos para
aumentar el conocimiento sobre los mismos, Timsit (12) sugiere que existen tres modelos
administrativos: el liberal, el marxista y el burocrático, y que hay que
centrarse en su estudio.
El modelo
liberal tiene en cuenta dos cuestiones de partida: el poder de los
funcionarios que se han asentado en la estructura del Estado y en cierta forma
lo dominan y, en segundo término, la influencia del Estado en la sociedad en la
que está instaurado.
Son partidarios de una Administración fuerte,
pero entendida de una manera peculiar, fuerte pero lo menos extensa posible. La
Administración liberal debe mantener el orden y crear las condiciones para que
se produzca un aumento de la riqueza sin que sea el protagonista de la
actividad económica porque para eso ya está el sector privado. Es un modelo que
preconiza la separación entre lo público y lo privado, entre el Estado y la
Sociedad Civil.
El modelo
marxista, siempre según Timsit, considera a la Administración Pública
íntimamente ligada al Estado, inseparablemente unida. Esto, al menos, es lo que
se deriva de los escritos de Marx (13) y Engels (14).
Más adelante, marxistas posteriores como Gramsci (15) y Poulantzas (16), distinguen entre el Estado y la Administración
afirmando la autonomía de la segunda y comprendiendo el fenómeno de la
extensión y la fragmentación del aparato administrativo estatal en cuyo seno se
producen conflictos entre grupos burocráticos. Tanto Gramsci como Poulantzas
plantean un análisis más completo yendo más allá de lo afirmado en los escritos
marxistas originales.
Por último, el modelo burocrático de Max Weber (17) del que hemos hablado en muchas ocasiones en
Sociología Divertida (18)
y, al contrario de los dos anteriores, no es un modelo que se intente aplicar a
la realidad sino que surge del estudio de esa realidad. Para Weber el mundo ha
evolucionado en sus formas de dominación y, en esta evolución histórica en la
que previamente se ha pasado por la dominación carismática y tradicional, nos
ha tocado vivir la dominación de corte burocrático.
El motor de esta evolución es el proceso de
racionalización que han seguido las sociedades, sobre todo en las occidentales,
que nos ha llevado a un sistema que se basa en la legalidad, en el carácter
impersonal de las actuaciones administrativas, en servidores públicos que han
obtenido sus puestos por medios meritocráticos y que actúan según normas
escritas.
En tiempos más recientes el método de la
ciencia de la Administración se ha orientado al conocimiento de la realidad, al
pragmatismo, al empirismo, en una palabra, al método científico.
El mismo Olmeda, olvida planteamientos
anteriores, y dirige entusiasta la metodología hacia el método científico. Este
autor presenta para esta disciplina un camino basado en cuatro puntos. En
primer lugar la ciencia de la Administración se fundamenta en el análisis empírico como cualquier otra
ciencia social.
En segundo término tiene un carácter interdisciplinar. Se deben
formular hipótesis a partir de las ciencias sociales, resulta imprescindible
estudiar las administraciones públicas como elementos del sistema político de
cada país, hay que tener en cuenta las aportaciones de la historia y las
limitaciones del medio geográfico, hay que analizar las relaciones con la
sociedad civil y no hay que olvidar el análisis del derecho público que permite
estudiar las relaciones jurídicas, pues como dice Baena del Alcázar, es la vía
formal de expresión del poder.
En tercer lugar, se destaca que la ciencia de
la Administración debe aplicar el método
científico, formulando problemas, aportando teorías con explicaciones
tentativas, eliminando los errores que surjan mediante la contrastación y la
discusión crítica y llegando a la formulación de nuevos problemas, en un ciclo
continuo que es compartido por todas las ciencias desde la física hasta mi
querida sociología por decir una ciencia social.
Y, por último, Olmeda señala que la ciencia
de la Administración debe desarrollar técnicas
específicas, no tributarias de otras ciencias sociales, derivadas en todo
caso del estudio de las organizaciones,
que ayuden al estudio de las administraciones públicas.
¿Para qué sirve?
Quizás sea esta la pregunta fundamental,
hemos visto el origen, el objeto, la metodología y nos queda discutir sobre la
finalidad práctica de la ciencia de la Administración. Baena del Alcázar a este
respecto nos da siete razones prácticas para la justificación de que esta
disciplina esté presente en las facultades de ciencias sociales.
En primer
lugar, la ciencia de la Administración proporciona conocimiento y valoración de la Administración pública como
elemento del sistema político general. Hay que tener en cuenta el carácter
indispensable de la Administración sin la cual no es posible poner en práctica
las políticas públicas y la prestación de los servicios esenciales a los
ciudadanos.
Otra finalidad
práctica de
interés es la que ya señalaba Bonnin en su tiempo, la formación de los administradores. Se considera indispensable en la
formación de los administradores un conocimiento amplio de esta ciencia y no
sólo sobre los aspectos teóricos de la misma sino también en cuanto a la
práctica de la función pública.
El tercer aspecto
práctico de la
ciencia de la Administración sería su aportación, aquí pueden resultar útiles
los estudios norteamericanos que buscan la eficiencia, al diseño de las organizaciones públicas.
De la misma manera, y van cuatro, es muy útil el estudio de los grupos de los empleados
públicos - sus modos de cooperación entre sí, sus conflictos y sus
características peculiares- en la descripción de las relaciones internas del
personal de las organizaciones de la Administración.
En quinto lugar Baena cita el estudio de la Administración presupuestaria, asunto muy
importante porque está presente en su influencia en la sociedad, así como como
la cuestión del poder de los grupos humanos que disponen de los recursos
financieros públicos.
En sexto término está la elaboración, el acopio
y la circulación de la información.
Alguien dijo que la información es poder.
Y, por
último, una cuestión muy importante en la que todos los puntos anteriores
deben ser ponderados, la toma de
decisiones de alto nivel y la ejecución de las mismas.
Salidas
profesionales
Si antes muchas universidades ofrecían
titulaciones en ciencia política y sociología en una sola carrera, yo mismo
tengo una de estas licenciaturas, hoy en día es más común ver en los programas
el título de grado en ciencia política y de la Administración.
Teniendo en cuenta esto, las salidas
profesionales típicas, son las de la consultoría, asesoría y análisis político;
análisis y evaluación de las políticas públicas; funcionario de las tres
administraciones, en concreto, el cuerpo administrativo superior por excelencia,
es decir, los administradores civiles del Estado, los conocidos como TAC;
agentes de desarrollo local y, por último, la docencia y la investigación (19).
Epílogo
Creo que debemos poner el punto
final aquí. Hemos tratado de manera sucinta pero creo que suficiente la
definición, el origen, el objeto, la metodología, las funciones y las salidas
profesionales de la ciencia de la Administración. Y como siempre he intentado
hacerlo de manera sencilla, comprensible y amena, hablando de una disciplina
muy interesante pero que puede ser un auténtico “ladrillo” según se explique.
Espero haberlo conseguido.
Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
Miembro del ICCA
Quiero expresar mi agradecimiento
por sus consejos al profesor Jorge Crespo González, profesor de Ciencia
Política y de la Administración, Vicedecano de Asuntos Económicos y de Medio Ambiente
de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad
Complutense, Secretario del ICCA y, sobre todo, un buen amigo.
- La CiudadUniversitaria de Madrid, también conocida como Campus de Moncloa, está situada en el distrito de Moncloa-Aravaca, en el noroeste de la ciudad. Allí se ubican la mayor parte de las facultades y escuelas superiores de la Universidad Complutense de Madrid, de la Universidad Politécnica de Madrid, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia e instalaciones de universidades privadas como la Antonio de Nebrija, la Pontificia de Salamanca y el CEU. En esta área de marcado ambiente universitario existen, además de las facultades y rectorados, numerosas residencias de estudiantes, colegios mayores, tres polideportivos, piscinas, un jardín botánico, hospitales y extensas zonas verdes. En todas sus dependencias se desarrollan una amplia variedad de actividades culturales y para-universitarias. En sus centros docentes, cerca de 90.000 alumnos pueden cursar cada año 77 titulaciones oficiales, alrededor de 200 títulos propios y aproximadamente igual número de doctorados. Se empezó a construir en 1928. A partir de noviembre de 1936, la Ciudad Universitaria fue donde tuvo lugar gran parte de la defensa de Madrid, de los ataques de las tropas rebeldes, que llegaron a ocupar los restos que quedaban del Hospital Clínico, el Asilo de Santa Cristina, el Instituto de Higiene, las Escuelas de Agrónomos y de Arquitectura, la Casa de Velázquez y el Palacete de la Moncloa. Las tropas republicanas se mantuvieron en el resto de los edificios y en el Parque del Oeste. Esta situación se mantuvo durante un largo período, lo que dio lugar a la práctica destrucción de los edificios reconstruidos después de la guerra y lo que fue peor, a la pérdida de valiosísima documentación, archivos, libros, etc.
- Un gran amigo me ha comentado que no conoce ninguna facultad en España específicamente dedicada a la ciencia de la Administración. Como es persona docta, me ha hecho dudar de mis recuerdos, cabe dentro de lo posible que mi memoria me engañe – ¿no fue Edgar Allan Poe el que dijo así como que la memoria se marchita como las flores?-. En cualquier caso, leí una referencia a los estudios de ciencia de la Administración que me llamó la atención en el sentido que describo en el artículo.
- José Antonio Olmeda Gómez es Catedrático de Ciencia Política y de la Administración en el Departamento de Ciencia Política y de la Administración, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED desde el año 2007, y desde julio del año 2011 hasta octubre de 2015, fue Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, también de la UNED. Fue mi profesor de ciencia de la Administración, entonces no era catedrático, el único que me suspendió un examen parcial en toda la carrera, en mi opinión, de manera un poco dura, le reclamé pero no dio su brazo a torcer.
- Gerald Caiden, Ph.D., profesor de Administración Pública en la Universidad del Sur de California, especializado en investigación en Ciencia y Teoría de la Administración, en estudios comparados sobre administraciones públicas, mala administración y lo que él llama buropatología. Ha publicado 29 libros y más de 270 artículos académicos. Es miembro del panel de expertos en administración pública de las Naciones Unidas.
- Mariano Baena del Alcázar (Granada, 9 de septiembre de 1937) es un politólogo español que ha trabajado principalmente en el campo de la teoría de la Administración Pública. Doctor en Derecho y Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, ha ejercido como catedrático de Derecho Administrativo así como de Ciencia Política y Administración en la Universidad Complutense de Madrid. Además de ejercer altos cargos en la Administración, como magistrado en el Tribunal Supremo, promocionó la creación de la ciencia de la Administración en España. Su aportación al estudio de las sociedades es principalmente la investigación sobre las élites españolas en el periodo 1939-1992. En el campo de la administración, es fundamental su nueva perspectiva respecto al derecho público, centrándose en las cuestiones de eficacia y relaciones de su estructura orgánica y burocrática a diferencia de cómo se había realizado hasta entonces, que se centraba en el control de ésta. En 1996 fundó el ICCA (Instituto Complutense de Ciencia de la Administración), cuya actual directora es Gema Pastor. En 2007 cesó de sus funciones como catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, cuya jubilación fue forzosa al cumplir los setenta años. A don Mariano tengo el gusto de conocerle, fue durante un acto en el Instituto Nacional de Administración Pública con el Profesor Arenilla, su director general, la profesora Gema Pastor y el profesor Jorge Crespo de la Universidad Complutense y del ICCA. Su sabiduría, sencillez y conversación me cautivaron.
- Cameralismo fue el nombre de una corriente del mercantilismo que existió principalmente en Alemania durante los siglos XVII y XVIII. Al igual que el colbertismo que existió en Francia en esas épocas, se la considera sobre todo un conjunto de prácticas o políticas más que una teoría económica propiamente.1 Sin embargo, el cameralismo llegó a constituir una disciplina académica, con un contenido teórico e ideológico más formal que otras versiones del mercantilismo. El término se origina en el vocablo alemán "Kammer" ( cámara, pieza o habitación) refiriéndose a los cuartos en los cuales se realizaban reuniones para discutir los asuntos tanto comerciales como de gobierno.
- Robert von Mohl (Stuttgart, 1799-Berlín, 1875) Jurista y político alemán. Miembro de la Asamblea Nacional de Frankfurt, fue ministro de Justicia (1849 y 1861-1866) y escribió varias obras sobre derecho público y ciencias políticas, en las que establecía el poder del Estado ante la Revolución industrial.
- Omar Guerrero Orozco es doctor en Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, profesor de carrera de la misma institución e investigador nacional nivel III. Dirigió la Revista de Administración Pública del Instituto Nacional de Administración Pública (1980-1982) y formó parte la Comisión de Ciencias Sociales del Sistema Nacional de Investigadores (1999-2003), cuerpo colegiado al que presidió en 2003. Obtuvo el Premio de Administración Pública (1979), auspiciado por el Instituto Nacional de Administración Pública, del que es miembro desde 1980; y de su Consejo Directivo (1997-2002). Asimismo, es integrante de la Academia Mexicana de Ciencias a partir de 1987, y Miembro Titular del Seminario de Cultura Mexicana desde mayo del 2006.
- Bonnin, Charles-Jean Baptiste (Francia, 4 de octubre de 1772 - octubre de 1846) Pensador político y social, autor progresista de la Revolución Francesa y de la primera mitad del siglo XIX, y padre fundador de la ciencia de la Administración Pública. Se desprende de la obra escrita de Bonnin una gran actividad política e intelectual. Su trabajo académico lo acredita como precursor del derecho público, del derecho constitucional y del derecho administrativo. Incluso, su Doctrina Social debe situarlo entre los iniciadores de lo que después sería conocida como la sociología. También practicó la crónica parlamentaria y se interesó por los problemas educativos. Auguste Comte describió a Bonnin como “un hombre maduro y enérgico, una persona con profunda afinidad espontánea con el positivismo y en quien se puede encontrar el verdadero espíritu de la Revolución.
- A propósito de cómo influye la cultura de la sociedad a la Administración pública tengo una batallita que no puedo resistirme contar aunque sea en una nota. Durante la década de 1990 yo era responsable, en el Ministerio de Asuntos Exteriores, del desarrollo de software para las representaciones diplomáticas y consulares que España tiene repartidas por el mundo. Esto me obligó a visitar a menudo oficinas consulares y pude darme cuenta, sin haber estudiado todavía nada de sociología ni de ciencia de la Administración, de que el funcionamiento de los consulados era muy diferente dependiendo del país en el que estaban situados, a pesar de que todos pertenecían a la Administración española, estaban regidos por la misma normativa y realizaban exactamente las mismas funciones. Por ejemplo el Cónsul en París tenía que enfrentarse a una sociedad muy concienciada políticamente, los ciudadanos eran muy conscientes de sus derechos y estaban muy acostumbrados a ejercerlos; mientras que el Cónsul en Buenos Aires afrontaba una sociedad cuyos ciudadanos tenían problemas más agobiantes, en una situación de hiperinflación, pero acostumbrados a una Administración local menos eficiente y con una menor cultura de la reclamación y del ejercicio de los derechos. El resultado era que la estructura y funcionamiento de ambos consulados era diferente.
- Jerzy Stefan Wladyslaw Langrod (n. 20 de septiembre de 1903 en Cracovia , d. 24 de de diciembre de 1990 en París ) - abogado polaco, especialista en derecho administrativo y ciencia de la Administración.
- Gérard Timsit es profesor emérito de derecho público en la Universidad de la Sorbona de París
- Karl Marx, conocido también en castellano como Carlos Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra en los campos de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente al área intelectual, pues además incursionó en el campo del periodismo y la política, proponiendo en su pensamiento la unión de la teoría y la práctica. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El Capital.
- Friedrich Engels, llamado a veces en español Federico Engels (Barmen-Elberfeld, Prusia; 28 de noviembre de 1820-Londres; 5 de agosto de 1895), fue un filósofo y revolucionario alemán. Amigo y colaborador de Karl Marx, fue coautor con él de obras fundamentales para el nacimiento de los movimientos socialista, comunista y sindical, y dirigente político de la Primera Internacional y de la Segunda Internacional.
- Antonio Gramsci (Ales, Cerdeña, 22 de enero de 1891 - Roma, 27 de abril de 1937) fue un filósofo, teórico marxista, político y periodista italiano. Escribió sobre teoría política, sociología, antropología y lingüística. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano
- Nicos Poulantzas (Νίκος Πουλαντζάς en griego) (Atenas, 1936- París, 1979) fue un sociólogo político marxista greco-francés. En la década de 1970 Poulantzas se hizo conocido junto a Louis Althusser, como uno de los líderes de la corriente marxista estructuralista, y, aunque al principio era leninista, acabó apoyando el eurocomunismo. Su trabajo más conocido es su teoría del Estado. También realizó contribuciones marxistas al análisis del fascismo, las clases sociales en el mundo contemporáneo y la caída de las dictaduras de Europa del Sur en la década de 1970 (Franco en España, Salazar en Portugal y Papadopoulos en Grecia). En 1979 se suicidó, lanzándose del 22º piso de la Torre de Montparnasse de París abrazado a sus libros. Aunque recientemente se ha sostenido que fue una de las víctimas de la Operación Gladio
- Max Weber (Erfurt, 21 de abril de 1864-Múnich, 14 de junio de 1920) fue un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno de la sociología y la administración pública, con un marcado sentido antipositivista.
- Una explicación de la burocracia podéis encontrarla en varios artículos de Sociología Divertida pero os recomiendo: I La Burocracia según Max Weber, IIlos problemas de la Burocracia y III ¿Qué ha sido de la Burocracia hoy en día?.
- Una simple búsqueda en Google pondrá al alcance de los interesados múltiples enlaces en los que consultar las salidas profesionales de la ciencia de la Administración, así como, las universidades de tu país que tienen la carrera y las titulaciones que entregan.
Bibliografía:
Mariano Baena del Alcázar,
Curso de Ciencia de la Administración
3ª Edición
Editorial Tecnos
Madrid 1994
Omar Guerrero,
Teoría Administrativa del Estado,
Universidad Nacional Autónoma de México,
México
Manuel Arenilla
Administración Pública y Ciencia de la Administración”, en M. Arenilla
(Coor.) La Administración pública entre dos siglos. Libro Homenaje a Mariano
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Universidad Nacional de Educación a Distancia
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Jorge Crespo
Análisis intergubernamental de la alta función pública de la
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Universidad Complutense
Madrid 2016