domingo, 23 de septiembre de 2018

La Pregunta Tabú de David Broncano


La pregunta tabú de David Broncano


La preguntita de marras

Es difícil clasificar a David Broncano (1). Es humorista pero no cuenta chistes. Es monologuista, que yo sepa, en al menos dos idiomas. Es un entrevistador y presentador pero no hay noticias de que sea periodista, de hecho, recomiendo que se vea en “Youtube” la antientrevista que le hizo al  escritor Ken Follet en televisión (2) para comprobarlo. Es un tipo culto aunque lo oculta o – al menos – no presume de ello. Al final, el resultado de tanta ambigüedad es asombroso, o le quieres o ….

Es tan famoso en España, que yo creo que ya no sabe dónde meterse para que no le roben una foto, y lo sé por experiencia porque yo le pedí una en una falla geológica – una especie de zanja basáltica - que separa Europa de América en un recóndito lugar del planeta. Allá dónde David coincida con un español, se verá obligado a hacerse una foto con él, y lo hará amablemente a pesar del cansancio que la fama debe acarrearle.

“No es un humorista, es un chico simpático”, me dijo una vez un compañero de trabajo. Puede ser, pero yo me río mucho con sus actuaciones y en mi casa todos somos fanes suyos. Lo de mis hijos es normal, son millenials (3) el público objetivo de David, pero de lo mi mujer y yo es más raro, somos chicos del baby boom (4) y aceptamos menos bromas con los límites del humor.

El caso, querido lector, es que te supongo intrigado por saber qué pinta David en un blog dedicado a las ciencias sociales. Bien, ahí voy. David Broncano estrenó un programa propio la pasada temporada, lo que llaman late show los enemigos de la lengua. Y acostumbra a preguntar a todos los invitados sobre el dinero que tienen, la panoja que dice él en su dialecto jienense.

Es muy curioso ver las respuestas de las personas entrevistadas. Las reacciones son de lo más diverso y los entrevistados, a estas alturas de la emisión, ya vienen preparados. Unos, simplemente, se niegan a responder no sin embarazo. Otros vienen armados con los saldos de sus cuentas bancarias. Otros dicen una cantidad desorbitada, escondiendo de esta manera el dinero que tienen. Otros dan una cantidad insignificante aduciendo que invierten todo lo que ganan.

El denominador común es que nadie dice la verdad, todos ocultan su renta lo que, por cierto, son muy dueños de hacer. A excepción del propio David, que lo ha dicho en varias ocasiones. Inevitablemente surge la pregunta, ¿por qué nadie quiere decir la verdad en este tema?.

El dinero como tabú

Cuando existe un cierto consenso social para no hablar de algo se le califica como tabú. Un tabú es algo prohibido, o bien, algo de lo que no se puede hablar. Por lo tanto, el dinero sería un tabú de la segunda especie. Esto se dice mucho en internet, encontraréis muchas entradas al respecto, pero no se explican las razones que hay detrás de ese comportamiento.

Lo único que puedo reprochar a mis padres, en lo que a mi educación se refiere, está relacionado con el sexo y el dinero. No recibí una educación adecuada en ambos asuntos. Mis padres nunca me hablaron de la economía doméstica, de las penalidades que podíamos estar pasando o de las épocas de vacas gordas, lo deducías por el contexto. A los niños solo nos llegaba la información cuando la cosa no tenía remedio. Pero más allá de esto, es que tampoco me explicaron nada sobre cheques, bancos, gastos corrientes, acciones y demás zarandajas, quizás por eso de mayor he sido un inútil integral en mi relación con los bancos, menos mal que la economía de mi casa la lleva mi chica.

En el primero de los temas me prometí a mí mismo no caer en los mismos errores, y lo intenté sin mucho éxito, la aversión a hablar de mi sexualidad con mis hijos era sólo comparable a la que tenían ellos de hablar conmigo de la suya. En el segundo de los casos, ni siquiera caí en su momento de que debía educarles en esa materia. Así que, papá, mamá, no tengo nada que reprocharos.

Voy a ir más allá, no sé lo que ganan o tienen mis mejores amigos, sí conozco de sus propiedades y sus gastos aparentes, con lo que me puedo hacer una idea, pero no tengo no sé nada de sus sueldos ni de sus saldos. Es curioso no saber una cuestión íntima de las personas con las que más intimidad tengo.

En un entorno laboral competitivo puedo entender que la información sobre los sueldos sea una cuestión conflictiva. Así que filtrar y manejar esta información puede aportar ventajas competitivas y puede ser normal no hablar de ello. Pero yo soy funcionario, no es un entorno laboral especialmente competitivo, nuestros ingresos son públicos y, si no lo son, mala cosa, algo no está funcionando. Sin embargo, tampoco hablamos de lo que ganamos. Esta experiencia mía en relación con el dinero es muy parecida a la de otras personas con las que he hablado de este asunto.

 Después de estos cuatro últimos párrafos, va a ser que sí, que tiene pinta de que al dinero podemos considerarlo como un tema tabú.

Al menos en España, porque hay por ahí gentes muy viajadas que dicen que esto forma parte de nuestra idiosincrasia que, si te vas a Estados Unidos, es tema normal de conversación porque el rasero social que mide el prestigio no es “quién eres” (médico, juez, fontanero o cupletista) sino “cuánto ganas”.

Puede ser, no he estado en muchos saraos norteamericanos y cuando he estado, ha sido entre hispanos, por lo que no puedo opinar. Por otra parte, encuentras muchos datos y opiniones contradictorias. Desde una hipotética encuesta de una empresa financiera que dice que sólo 1 de cada 10 norteamericanos (5) está cómodo hablando de sus ganancias a quienes afirman que un norteamericano medio no tiene ningún reparo en decirte sus ingresos anuales. Lo que sí puedo afirmar, es que después de ver muchos late shows de ese país en la tele, no he visto un tipo como David Broncano preguntándole a la basca sobre su peculio. No he visto a Conan O’Brian (6) o Jimmy Fallon (7) preguntándole a un actor de Hollywood cuánta pasta tiene en el banco, debe ser que no tiene la misma gracia decirlo en televisión ante millones de espectadores.

Ante tanta pregunta sin respuesta lo primero que hice fue buscar en mi biblioteca algún autor consagrado que hubiera hablado del asunto, ya sabéis que recurro siempre a las autoridades en busca de amparo. Me releí la “Filosofía del Dinero” de Simmel (8), algún compendio de Marx (9) porque Marx directamente es inabarcable, desempolvé a mi querido Weber (10) y sus “Ensayos sobre Sociología de la Religión” e, incluso, me aventuré a leer la “Psicología del Dinero” de Claudia Hammond (11), que está más cercano a un libro de autoayuda que a un tratado serio. Y no obtuve nada que me permitiera contestar la pregunta.

Mucha simbología, significado, mucho sobre cómo funciona, cómo usarlo bien, cómo protegerte de las alteraciones psicológicas que produce por exceso o por defecto, incluso, por qué razón monetaria la selección inglesa de fútbol pierde siempre cuando se recurre a la tanda de penaltis. Realmente se ha escrito mucho sobre el dinero y lo sabemos casi todo de él. Pero yo no he encontrado nada que pudiera relacionarlo directamente con la cuestión que nos ocupa. Entiéndaseme bien, no digo que no haya nadie que haya tratado el tema, simplemente que yo no lo he encontrado. Así que me he puesto a pensar por mi cuenta, con el riesgo que eso siempre entraña para la salud.

¿Qué es lo que nos impide hablar de lo que ganamos o de lo que tenemos en el banco?. Lo primero en lo que pensé es en la seguridad, es decir, el hecho de que si soy gente de posibles y lo hago público, estén detrás de la próxima esquina esperándome para robarme o ser víctima de un secuestro exprés.

No creo que sea esta la razón, si así fuera los ricos no harían pública ostentación de sus bienes. Los ricos tienen miedo de los pobres recalcitrantes poco dados a aceptar de buen grado la desigualdad, pero esa es la razón de que existan empresas de seguridad no del silencio dinerario.

Dinero, religión y cultura

Luego pensé en una cuestión cultural, que el tabú del dinero fuera algo peculiar nuestro y no un universal cultural. Este camino resulto ser más productivo.

Supongamos que el tabú del dinero en España es incontrovertible y supongamos, asimismo, que la encuesta que nos dice que el 10% de los norteamericanos se sienten cómodos para hacer público el dinero que tienen es cierta, entonces debemos concluir que el tabú del dinero no se da en los Estados Unidos pues, que uno de cada diez ciudadanos diga sin complejos lo que gana, significa que se está lejos de ser un tema completamente prohibido.

Entonces pensé en la religión. Algún lector puede decir que tengo con la religión una monomanía, pero es que la religión tiene una influencia enorme en la cultura de una sociedad y, poniendo el foco en la religión, se suele acertar.

Mi admirado Max Weber opinaba que el dinero es lo más abstracto e impersonal que existe en la vida humana. Las religiones de salvación han mirado con gran desconfianza la expansión de los poderes económicos, igualmente impersonales y opuestos a la fraternidad.

Para Weber, ante esta situación de tensión, la ética religiosa de los virtuosos – que los no virtuosos ya sabemos que siempre estuvieron del lado de los poderosos -  reaccionó del modo aparentemente más radical, rechazando la posesión económica de bienes. Pero la paradoja de toda ascética racional, en la que ha tropezado de igual forma el monacato de todos los tiempos, consiste en que ella misma ha creado la riqueza que rechazaba. En todas partes los templos y los monasterios se convirtieron en sedes de una economía racional.

La Iglesia entonces se movía entre la complacencia de la jerarquía con el dinero y la economía racional de las órdenes cuyos monjes habían renunciado individualmente al dinero y que, sin embargo, generaba riqueza. El problema era la tensión en el ámbito de los principios y en el ámbito interno, la contradicción entre lo que se predicaba y lo que se poseía.

Cuando llegó la Reforma de Lutero, Calvino y compañía dieron una nueva solución al problema, es decir, la paradoja de la ética profesional puritana, que renunció al universalismo del amor y aceptó así también, como decía Weber, la objetivación del cosmos económico como querida por Dios. Es decir, que ser rico no era pecado sino obrar en consonancia con la voluntad del Señor.

Mientras que las Iglesias de la Reforma abandonaron el voto de pobreza. La iglesia de la Contrarreforma siguió predicando que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos (12). Y, por tanto, mantuvo la tensión entre prédica y práctica.

Los Estados Unidos fueron fundados por un grupo de puritanos protestantes que llevaron consigo su ética y que todavía empapa su idiosincrasia política y económica. Sus católicas majestades, en cambio, dirigieron el brazo armado de la Iglesia de la Contrarreforma.

No hace mucho tiempo, España – o una parte de ella - se creía la reserva espiritual de Occidente. Esto no pasa de un día para otro y todavía, aun siendo una sociedad compleja y moderna, quedan contradicciones no resueltas como que los tribunales todavía persigan la blasfemia.

Así que no es extraño, por su impronta cultural, que los norteamericanos hablen del dinero que ganan con más liberalidad que los españoles. Para los primeros, el acumular capital no es inmoral sino todo lo contrario, es una manera de colaborar con la obra divina, mientras que para los segundos, independientemente de sus creencias actuales, tienen un acervo cultural en el que el dinero pesa moralmente. Eso no quita para que muchos hagan pública ostentación de su riqueza, personas que no confesarían su sueldo ni el potro de tortura luego son los primeros en comprarse un coche de gama alta. Al fin y al cabo, la propia Iglesia – amante de la pobreza como ideal de Salvación - cae en ostentaciones y contradicciones de parecido cuño.

El dinero y las tres ideologías básicas del español

Hace ya algunos años publiqué un artículo en este mismo blog – “Las tres ideologías básicas del homo hispanicus” – en el que manifestaba mi convencimiento de que hay tres ideologías que influyen en la cultura española por encima de otras que, o bien, tienen menor antigüedad, o bien, han sido importadas. Son: el hidalgo, el tendero y el aldeano.

Aquí no uso el término “ideología” en el sentido político, sino en el sentido sociológico, sinónimo de visión del mundo, como conjunto de creencias que – construidas socialmente – moldean la forma de pensar de la gente.

Estas tres ideologías comparten el mismo sustrato religioso del catolicismo, por tanto, parten con idea de que el dinero merece la pena pero que tiene un peso moral que hay que asumir y las tres, de igual manera, hunden sus raíces en la Edad Media.

La mentalidad hidalga, es una forma de pensamiento tributaria de aquella nobleza pobre y autóctona, que fue el sostén de las guerras de reconquista e imperiales de la monarquía hispánica.

Da un valor desmedido al honor, no tanto como conjunto de valores a mantener, como un código moral interior con el que conducirse por la vida, sino como creencias que hay que mantener ante el otro. Por eso tanta preocupación por el qué dirán, así, le gusta ostentar signos externos de riqueza, pero no de dinero en efectivo, ya que el vil metal mancha las manos y hablar de él es una ordinariez. El hidalgo te enseñará el Mercedes que se acaba de comprar, pero no de dónde lo ha sacado, lo mismo su familia lleva seis meses comiendo macarrones o ha rehipotecado su casa.

El tendero es cortoplacista por definición, invierte en la mercancía que ofrece y la vende en el menor plazo posible sacando la ganancia de su margen comercial. De eso vive y por eso necesita un capital mínimo permanente. El tendero no está preocupado por el honor sino por el fisco. Tenderos de todas las épocas han sido las víctimas de los recaudadores de todos los tiempos, así que, la mentalidad del tendero es poco proclive a hablar de dinero, nunca dirá que su tienda va bien, no hará grandes ostentaciones en público y después de tres minutos de conversación se quejará amargamente de la Hacienda Pública.

Por último, está la ideología del aldeano, el tipo ideal de mentalidad más influyente en nuestra cultura. No olvidemos que hasta hace poco tiempo, hablando en términos históricos, el nuestro era esencialmente un país de economía agrícola con miles de pueblos pequeños repartidos por el territorio. Si me pongo de ejemplo, todos mis bisabuelos eran gente de campo. Yo soy fundamentalmente un aldeano con trazas de hidalgo y nada de tendero.

Al describir al aldeano me siento reconfortado por el hecho de que es un tipo de ideología muy bien descrita desde la antropología, al contrario de los otros dos tipos que son criaturas de mi observación personal. Y, como he dicho al principio, me gusta ampararme en autores consagrados. La ideología del aldeano coincide básicamente con la ideología campesina descrita por el antropólogo George Foster (13).

George Foster descubrió que las comunidades campesinas en el sur de Europa se caracterizan por una determinada ideología o visión de mundo. Foster citó diversos casos etnográficos para ilustrar esta visión de mundo campesina, a la que denominó la imagen del bien limitado.

En esta ideología, todo se percibe como finito: tierra, riqueza, salud, amor, amistad, honor, respeto, estatus, poder, influencia, seguridad. Al ver todo como escaso, los campesinos creen existe una reserva común, un fondo imaginario de todo aquello que tiene valor en su comunidad. En este sistema de ideas, los individuos sólo pueden descollar en algo porque se apropian de una parte mayor de la que les correspondería en términos proporcionales de esa especie de reserva común, lo que implica privar a otros de lo que sería su parte.

Los campesinos aceptan la riqueza diferencial que procede de fuera de la comunidad (por ejemplo el trabajo asalariado realizado fuera de la localidad) ya que resulta evidente que no ha supuesto extraer nada de la reserva común finita de carácter local. Los beneficios pueden proceder también de la pura suerte (por ejemplo la lotería). En todos estos casos la reserva de bienes de la comunidad permanece intacta.

Sin embargo, los campesinos prósperos que no salen de su localidad pueden convertirse en el blanco del chismorreo, la envidia, el ostracismo y la violencia física. Pues su prosperidad representa que ha tomado una parte mayor de la que le corresponde de la reserva común. Dadas tales respuestas, se intenta ocultar la buena fortuna: las ropas, el interior de la casa, la dieta y, por supuesto, el dinero.

Conclusión, despedida y cierre

Pues ya llegamos al final. Podemos concluir que nadie o casi nadie va a contestar a David. Más que nada porque vivimos en una sociedad cuya religión mayoritaria que considera el dinero como una carga moral, que se puede atesorar pero que ya verás tú como te las arreglarás cuando dejes este valle de lágrimas y te presentes ante el Padre. Y si esto no fuera suficiente, nos educan en una cultura en la que las principales ideologías - por miedo a la envidia, a las recaudaciones o la vulgaridad – hablar del dinero propio representa un problema.

Claro que - como decía el policía Hernández del Comic Tintín - "esta es mi opinión y yo la comparto", la he hecho pública sin ningún ánimo de hacer proselitismo, cada uno que piense lo que quiera.

Y, precisamente querido lector, ahora la pelota está en tu tejado. ¿Contestarías la pregunta tabú de David Broncano?, yo no.


Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo

Notas:

  1. David Broncano Aguilera (Santiago de Compostela, La Coruña, 30 de diciembre de 1985) es un cómico y presentador de televisión y radio español.
  2. Entrevista en “Late Motiv” del canal #0 de Movistar a Ken Follet conducida por David Broncano. En esta entrevista se puede apreciar el estilo enloquecido de David. https://www.youtube.com/watch?v=8XDCsFoFpY0
  3. La generación Y, también conocida como generación del milenio o milénica o millenials —del inglés millennial generation —, es la cohorte demográfica que sigue a la generación X. No hay precisión o consenso respecto de las fechas de inicio y fin de esta generación. Los comentaristas utilizan la década de 1980 como referencia y la de 1990 cómo la de desenlace.
  4. Explosión de natalidad es la expresión en lengua castellana equivalente a la expresión baby boom o baby boomer en lengua inglesa, surgida tras la Segunda Guerra Mundial, para definir el fenómeno demográfico durante el período comprendido entre 1946 y 1964, y caracterizado por un incremento notable de la natalidad. A los miembros de esa generación se los conoce como baby boomers
  5. “Hablar de dinero, un tabú en las conversaciones de los americanos” artículo en Telemundo: https://www.telemundo.com/el-poder-en-ti/2018/08/13/hablar-de-dinero-un-tabu-en-las-conversaciones-de-los-americanos?image=8734192
  6. Conan Christopher O'Brien (n. 18 de abril de 1963) es un presentador de televisión, comediante, escritor, productor, músico y actor de voz estadounidense. Es principalmente reconocido por haber presentado el programa de conversación nocturno Late Night with Conan O'Brien en la cadena estadounidense NBC entre el 1 de junio de 2009 al 22 de enero de 2010.
  7. James Thomas Fallon, Jr., más conocido como Jimmy Fallon (Brooklyn, Nueva York, 19 de septiembre de 1974), es un humorista, presentador de televisión y actor estadounidense. Es el conductor del programa de televisión The Tonight Show Starring Jimmy Fallon, un talk show nocturno que se transmite de lunes a viernes en el canal NBC
  8. Georg Simmel (Berlín, 1 de marzo de 1858 – Estrasburgo, 28 de septiembre de 1918) fue un filósofo y sociólogo alemán. Simmel formó parte de la primera generación de sociólogos alemanes: su enfoque neo-kantiano sentó las bases para antipositivismo sociológico, a través de su pregunta "¿Qué es la sociedad?" en una alusión directa a la pregunta de Kant "¿Qué es la naturaleza?", y la presentación de análisis pioneros sobre la individualidad y fragmentación social. Para Simmel, la cultura se refería a "la cultivación de los individuos a través de la acción de las formas externas que han sido objetivadas en el curso de la historia". Simmel analiza los fenómenos sociales y culturales en términos de "formas" y "contenido" con una relación transitoria; desde el contenido, y viceversa, en función del contexto. En este sentido, fue un precursor del estilo estructuralista de razonamiento en las ciencias sociales. Con su trabajo en Metrópolis, Simmel se convirtió en precursor de la sociología urbana, el interaccionismo simbólico y análisis de redes sociales.
  9. Karl Marx, conocido también en castellano como Carlos Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra  en los campos de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente al área intelectual, pues además incursionó en el campo del periodismo y la política, proponiendo en su pensamiento la unión de la teoría y la práctica. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El Capital.
  10. Maximilian Carl Emil Weber (Erfurt, 21 de abril de 1864-Múnich, 14 de junio de 1920) fue un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno de la sociología y la administración pública, con un marcado sentido antipositivista.
  11. Claudia Hammond es una autora británica, ocasional presentadora de televisión y presentadora de radio frecuente en BBC World Service y BBC Radio
  12. Errores de traducción históricos (I): El camello y la aguja, blog Ab Absurdum https://adadabsurdum.blogspot.com/2014/05/errores-de-traduccion-historicos-i-el.html
  13. George M. Foster (9 de octubre de 1913 – 18 de mayo de 2006) fue antropólogo en la Universidad de California, Berkeley, mejor conocido por sus contribuciones al estudio de las sociedades campesinas y como uno de los fundadores de la antropología médica.





Bibliografía:

María C. Iglesias, Julio R. Aramberri, Luis R. Zúñiga
Los Orígenes de la Teoría Sociológica
Akal Editores
Madrid 1989

George Ritzer
Teoría Sociológica Clásica
McGraw Hill
Madrid 2001

Max Weber
Ensayos sobre sociología de la Religión I
Taurus
Madrid 2001

Roberto Kroker y Fernando Múgica
Georg Simmel: Civilización y diferenciación social II
Cuadernos Anuario de Filosofía
Universidad de Navarra
Pamplona 2003

Claudia Hammond
La Psicología del Dinero
Ebook Taurus
Madrid 2016

Conrad Phillip Kottak
Antropología 
Una exploración de la diversidad humana
McGraw Hill
Madrid 1999