Resumen
Este artículo
surge de las notas que desarrollé para el episodio 12 de “La filosofía no sirve
para nada”, denominado: “El club del sándwich mixto y el ataque de los normópatas”. En este podcast colaboro con mis amigos, el filósofo Joaquín
Herrero y el ingeniero y profesor José Carlos García.
La sociología no
ha tratado con profusión el asunto de la creatividad, pues las más de las veces,
esta característica de la mente humana, ha sido considerada como una virtud
individual perdiendo de vista las características sociales de este fenómeno.
Pareciera que en el tránsito de la microsociología a la macrosociología
hubiéramos perdido por el camino a la creatividad. Este artículo es un esfuerzo
por encontrarla.
René
Magritte. El Hada Ignorante. Museo Magritte Bruselas (1)
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Índice
Sociologías aplicadas y un poco
de historia
Valor social de la creatividad
Cómo encajar la creatividad
social con la individual: Interaccionismo Simbólico
La sociedad de sándwich mixto
La creatividad en las
organizaciones
Conclusión
Sociologías aplicadas y un poco
de historia
Esmeralda
Ballesteros (2), que fue mi profesora de sociología de la educación hace ya
unos cuantos años, solía decir que no existían muchas sociologías, sino que
había una sola aplicada a múltiples cuestiones sociales. Así tenemos una
sociología de la educación sí, pero también una sociología política, de la
religión, de la familia, del conocimiento y así, un número impresionante de
sociologías aplicadas. Vamos a ver si podemos decir que existe, del mismo modo,
una sociología de la creatividad.
Para
Juan Antonio Roche (3), el concepto de creatividad ha estado al margen de la disciplina. Desde los
primeros tiempos de la sociología como ciencia, desde Augusto Comte (4), se ha
visto que uno de los ejes principales por los que se mueve, es la división
entre lo que es la estructura social - la foto fija de la sociedad en un
momento dado - y el cambio social - cómo va pasando la sociedad de una
situación estable a otra-. Pues bien, en el estudio del cambio social – que es
donde podría encajar mejor el concepto de creatividad – ha sido predominante, como
objetos de investigación, la racionalidad sujeta a fines y la normativa, es
decir, dicho de una manera más simple, sólo se han tenido en cuenta los fines
económicos y las normas admitidas por la sociedad, ya sean jurídicas o
institucionales.
Sin
embargo, la creatividad ha asomado la patita en las ciencias sociales,
revelándose como un objeto de estudio
emergente, por ejemplo, en el contexto de la “sociedad de devenir” del
historiador Franklin Baumer (5) o en el famoso concepto de la “sociedad
líquida” de Zygmund Bauman (6). Según Roche, la creatividad esta actualmente de
moda en la sociología hasta el punto de que tiene un cierto tufillo a obligación,
a imposición y, para este autor, no hay que exagerar, entre el desprecio de la
creatividad como objeto de estudio del cambio social y, la postura opuesta, que
sea el ideal absoluto de la investigación en este campo, hay un camino
intermedio que parece razonable transitar.
Señala
Saturnino de la Torre (7), que la creatividad como concepto nace en 1900 de la
mano del autor francés Theódulo Ribot (8), en un libro llamado “La imaginación
creadora”. En este texto se relacionan por primera vez la noción de persona y el proceso creativo. La sombra de Ribot fue
alargada pues, durante los siguientes cincuenta años, la creatividad fue
conocida como “imaginación” acompañada a veces del término “creativa”, y no fue
hasta 1950, cuando J. P. Guilford (9) inventa el nombre de “creatividad”.
Pocos
años después, la carrera espacial
entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, propulsa el interés por la
creatividad en el mundo académico norteamericano, asociándola a la inteligencia
creadora, a la capacidad para generar ideas y resolver problemas. Para
Saturnino de la Torre, al menos en el origen del término, la creatividad es
social.
Valor social de la creatividad
La
creatividad ha sido considerada a menudo como una aptitud o cualidad personal e intransferible, ha primado una visión psicológica.
Sin embargo, tiene un indudable valor social, constituyendo un hecho social y
no sólo un hecho psicológico. Algunos autores – como Goleman, Kaufman y Ray - hablan
de “espíritu creativo” cuando se refieren a la creatividad poniendo el foco en
la sociedad en su conjunto. Parece intuitivo que si agregamos las creatividades
individuales podemos hablar de una
creatividad social, aunque de sobra sepamos que los agregados de variables
sociales no son ni mucho menos operaciones exactas.
Saturnino
de la Torre nos da seis características de la creatividad que encontramos si la
observamos como un valor social y no como una aptitud individual.
En
primer lugar, es un bien social y un
valor futuro, aquellas sociedades que no promuevan el desarrollo de la
creatividad se verán en desventaja con respecto a las sociedades que pongan
atención al potencial creativo.
Como
segundo punto destaca su carácter
halocéntrico, la creatividad personal no pertenece al sujeto sino al medio
social que se beneficia de ella y al mismo tiempo la modula, la condiciona.
En
tercer lugar, tiene un carácter ético y
constructivo. Decíamos en el párrafo anterior que la sociedad modula lo
creado, es decir, aquellas ideas o productos de la imaginación creadora que son
contrarios a los valores sociales son rechazados. La sociedad hace de filtro y
control de calidad atendiendo a su cultura.
La
creatividad mejora si es multidisciplinar,
si juntas equipos de trabajo con personas de distintos ámbitos del saber puedes
obtener resultados mucho más prometedores. De hecho, lo vienen haciendo desde
hace décadas las instituciones científicas más reputadas.
En
quinto lugar, la creatividad se alimenta
del estrés. Podríamos expresarlo como, “dame un problema y tendré motivos
para crear”, hay muchos ejemplos históricos de esto, pensemos en la innovación tecnológica
surgida durante la segunda guerra mundial o, en una situación mucho más
positiva que hemos destacado párrafos arriba, la carrera espacial.
Y,
por último, lo que Saturnino de la Torre denomina la creatividad paradójica, se trata de la necesidad de crear como reto,
como ruptura de la zona de confort para buscar caminos nuevos. A mi entender se
trata de una visión un tanto deportiva de la creatividad con la que yo no me
siento identificado ya que yo soy muy de sofá y de ver una serie de televisión.
Cómo encajar la creatividad
social con la individual: Interaccionismo Simbólico
Sabemos
que existe, porque es evidente, una creatividad individual y hemos admitido que
existe una creatividad social resultado de algún tipo de agregación de las
creatividades individuales. Pero ¿cómo las encajamos? ¿cómo transitamos del
ámbito de la interacción social por dónde anda la creatividad personal al
ámbito de la sociedad en su conjunto?, es el dilema constante entre la micro y la macrosociología.
No
tengo una respuesta categórica, pero creo que podemos aproximarnos al problema
si le echadnos un ojo a una teoría sociológica muy interesante: el interaccionismo simbólico.
El
interaccionismo simbólico, cuyo mayor representante fue George Herbert
Mead (10), se centró en explicar cómo las personas van construyendo
su propia identidad y definiéndose a sí mismas a través de sus interacciones con otras personas. Y aún
fueron más ambiciosos, según el interaccionismo simbólico, la sociedad es el
producto o resultado de las interacciones cotidianas de las personas, que van
definiendo o dotando de sentido al mundo social que les rodea. Algo así como un
agregado total de las visiones de todos los individuos. Como veis se trata de
una explicación muy psicológica.
No
perdamos de vista que estamos hablando del nivel micro, de la interacción social, que podríamos
definir como el proceso según el cual una persona actúa y reacciona en relación
con otras personas. La interacción social nos permite crear y recrear la
realidad que percibimos. En nuestra vida cotidiana estamos continuamente
interactuando con otras personas, pero no de cualquier modo, sino, según pautas
sociales determinadas.
Y
siendo una explicación tan psicológica, Mead propuso una teoría de la mente con un fuerte componente social, no en
balde, se trata de sociología, aunque con una clara influencia del movimiento
conductista (11).
En
primer lugar, Mead nos dice que el todo social precede a la mente individual y ésta
no puede existir sin un grupo social. La segunda característica de la mente
para nuestro autor es que no se trata de algo estático sino de un conjunto de procesos, que no está
ubicada en el cerebro, al fin y al cabo el hardware de todo este asunto, sino
que es algo funcional que surge y se desarrolla en el discurrir cotidiano de la
interacción social. De este modo, la inteligencia o la conciencia son procesos
mentales para Mead.
Y
ya estamos llegando adonde quería llegar. Uno de esos procesos mentales es el self, que es el proceso de
entrada/salida de la mente. Todo lo que entra y sale de nuestra mente está
gobernado para Mead por el self.
El
self es a la vez, objetivo y subjetivo,
con este mecanismo somos capaces de ponernos en el lugar del otro, vernos desde
fuera de nosotros, contemplar nuestro entorno y comprenderlo, claro está, a
nuestra manera. Y tiene memoria, es un repositorio de experiencias a las que
echar mano cuando sea necesario.
El
self se habla con otros tres procesos mentales: El mí, el yo y el otro
generalizado. Mead los denomina “fases del self”.
Esquema del Self de Mead |
El mí es la parte social, la parte de
cada uno de nosotros que depende de lo externo. Internaliza las convenciones
sociales, es dónde reside el conformismo.
Al
otro generalizado lo define muy bien
su propio nombre, es una generalización de las personas, construye modelos o
arquetipos de la gente, configurados a través de la experiencia. Y, por último,
el yo.
Si
el mí es la parte conformista el yo es la parte creativa, activa, la que rompe con
las pautas sociales y nos hace individuos distintos. En el yo reside la creatividad.
Si
aplicamos el interaccionismo simbólico podríamos dar una explicación, la
creatividad podría surgir rompiendo la
pauta social internalizada, apareciendo en la interacción social para ir
influyendo en el entorno inmediato de la persona que crea. Unas creaciones se
desvanecen y otras se difunden, se moldean, se constriñen y se asumen
socialmente.
Así,
conforme vamos subiendo hacia el nivel macrosociológico las novedades se
moldean, muchas veces - ocurre más de lo que parece - no se trata de nuevas
ideas o creaciones, sino que son transformaciones
de ideas más antiguas o, simplemente, recuperaciones intactas de ideas o
creaciones ya olvidadas. De esto último saben mucho la industria discográfica y
la cinematográfica. Al respecto de las recreaciones, me acuerdo de un
documental británico que presentaba Terry Jones (12) sobre inventos de la edad
antigua que se han reinventado modernamente.
Podríamos
decir que cuanto más permisiva sea una sociedad a las ideas nuevas, mayor será creatividad
general que habrá en la sociedad y, es de esperar, que le vaya mejor que a
otras sociedades más rígidas y menos innovadoras.
Aun
así, la creatividad se puede constreñir,
pero no se puede eliminar, el
espíritu creativo encontrará su resquicio y alguna flor innovadora puede salir
en el desierto de la imposición. Me viene ahora a la mente la inmensa
creatividad de los autores españoles para salvar la censura del régimen del
General Franco.
La sociedad del sándwich mixto
En
este punto me parece oportuno traer a colación la idea de sociólogo canadiense Alain
Denault (13). Según este autor vivimos en un orden en el que la media ha dejado de ser una síntesis
abstracta que nos permite entender el estado de las cosas y ha pasado a ser el
estándar impuesto que estamos obligados a acatar.
Según
Alain Denault vivimos en una mediocracia,
se descartan los valores menores y los mayores y nos quedamos con los medios. Una
sociedad gobernada y constituida por mediocres. A este tipo de sociedad la denomina
la sociedad del sándwich mixto, por ser éste, un plato que no es ni bueno ni
malo, no nos disgusta, pero nadie lo pondría en el menú de su boda. Es
simplemente una medianía.
Una
sociedad de este tenor no puede fomentar la creatividad porque ésta se sale de
la norma, no forma parte de los valores medios. En una sociedad así se castiga la disonancia, lo disruptivo,
como dice Denault, “lo que nos suena extraño tendemos a calificarlo como malo”.
Uno
tiene la tentación de creer en Denault, desde luego hay síntomas que le dan la
razón, uno no tiene más que ver a los grandes líderes mundiales actuales para
echarse a temblar, pero confío en la capacidad que ha demostrado creatividad, a
lo largo de la historia, para abrirse paso en todas las sociedades. Esperemos
que se equivoque.
La creatividad en las
organizaciones
Si
nos fijamos en el ámbito de las organizaciones podemos afirmar que la
creatividad se fomenta o se constriñe en función del tipo de que se trate. El
profesor canadiense Henry Mintzberg (14) ha hecho una taxonomía de las
organizaciones, ha construido unos modelos de los tipos de empresas que hay por
esos mundos de Dios.
De
su clasificación me voy a quedar con los dos extremos de su continuo porque son
los casos en los que se aprecia la gestión de la creatividad, es decir, la
burocracia maquinal y la adhocracia.
En
las burocracias se da una proliferación
de reglas, normas, comunicación formal y respeto por la jerarquía lineal. En
una estructura así queda menos espacio para la creatividad y la innovación. De
hecho, muchas grandes organizaciones burocráticas crean entes independientes de
su estructura principal para el desarrollo de la innovación. No se adaptan bien
al ambiente las burocracias, si hay cambios radicales en su entorno suelen
verse en problemas muy serios, sin embargo, funcionan muy bien en medios sujetos
a pocos cambios, en mercados clásicos, en entornos regulados
administrativamente.
La
adhocracia (del latín ad hoc = para
esto o para este fin) son estructuras altamente flexibles capaces de adaptarse
continuamente a las condiciones cambiantes del ambiente. Es una organización
fluida, descentralizada, de equipos multidisciplinarios coordinados mediante
adaptación mutua, con directivos integradores y estructura matricial. En este
tipo de organización se fomenta la innovación por lo que suele presentarse en
el mundo de la alta tecnología. Este tipo es especialmente interesante, ya que
podríamos ponerlo como lo opuesto a la burocracia.
Según
Mintzberg, cuanto más vieja y más grande es una organización más burocrática se hace. Muchas
organizaciones nacen como adhocracias, tienen éxito y crecen, al crecer de
tamaño, es muy difícil mantener la fluidez y la adaptación mutua de los equipos
en el trabajo y empieza la necesidad de escribir procedimientos formales y
normas, hay que poner jefes intermedios
que supervisen con lo que crece la necesidad de tener una jeraquía clara, la
dirección se separa de los trabajadores, a veces a otro edificio en otra
ciudad, comienza la sospecha, y con ella nuevas normas para restaurar la
confianza, cada vez innovan menos, cada vez más restringen la creatividad y
compran una adhocracia para que les resuelva un problema nuevo en su entorno.
No es un camino inevitable pero sí muy transitado.
Conclusión
De
lo dicho hasta aquí podemos extraer varias conclusiones. En primer lugar, que
la sociología no se ha ocupado hasta tiempos recientes de la creatividad. Que
es una cualidad individual, pero con un valor social innegable, pues la
sociedad se alimenta de ella, la fomenta o la constriñe según los valores
culturales predominantes y las situaciones a las que se enfrenta y que, a menor
escala, pasa lo mismo con las organizaciones. Y, por último, que un sándwich
mixto con un café con leche está muy bien como merienda, pero no mola ni un
ápice que se aplique como término descriptivo a nuestra sociedad.
Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
A
Joaquín Herrero @joakinen y a José Carlos García @quobit a los que me une un
espíritu filosófico
Notas:
- Cuando buscaba imágenes para ilustrar este artículo sobre la creatividad me di cuenta de que muchas de las propuestas que me hacía Google eran bombillas de todo tipo y manera. No en balde, la bombilla es nuestro icono cultural de idea. Entonces me acordé de un cuadro de uno de mis pintores favoritos, Rene Magritte, que vi el pasado invierno en su museo de Bruselas y que me impresionó mucho. El cuadro se llama “El Hada Ignorante”. En esta obra sale una bellísima mujer y una vela. La vela es lo que me impresionó. Es una vela que produce oscuridad en vez de luz, de hecho, la cara de la muchacha que está del lado de la vela está más oscura que la otra. Es la vela de la ignorancia que produce oscuridad. Me pareció una metáfora de nuestro mundo actual, justo cuando más conocimientos atesoramos, más ignorancia demuestran algunos.
- Esmeralda Ballesteros Doncel es profesora de Sociología en
la Universidad Complutense de Madrid.
- Juan Antonio Roche, doctor en sociología, profesor
de sociología de la cultura y de las artes en la Universidad de Alicante
- Auguste Comte, cuyo nombre completo Isidore Marie Auguste François Xavier Comte (Montpellier, Francia, 19 de enero de 1798-París, 5 de septiembre de 1857), es considerado el creador del positivismo y de la sociología, aunque hay sociólogos que solo le atribuyen haberle puesto el nombre. Mirad "De cuando la sociología daba sus primeros pasos".
- Franklin Baumer, (1913-1990) profesor de historia en la Universidad de Yale
- Zygmunt Bauman (Poznań, 19 de noviembre de 1925 — Leeds, 9 de enero de 2017) fue un sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío. Su obra, que comenzó en la década de 1950, se ocupa, entre otras cosas, de cuestiones como las clases sociales, el socialismo, el holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza. Desarrolló el concepto de la «modernidad líquida», y acuñó el término correspondiente. Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010
- Saturnino de la Torre, catedrático de Didáctica e Innovación Educativa en la Universidad de Barcelona
- Théodule-Armand Ribot (18 de diciembre de 1839-9 de
diciembre de 1916), psicólogo y filósofo francés nacido en Guingamp, estudió en
el Liceo de San Brieuc (Lycée de St Brieuc). En 1856 comenzó a dar clase y fue
admitido en la Escuela Normal Superior de París en 1862. En 1885 dio una serie
de conferencias sobre psicología experimental en la Sorbona, y en 1888 fue
nombrado profesor de tal asignatura en el Collège de France. La tesis de su doctorado
(republicada en 1882): Hérédité: étude psychologique (5ª ed, 1889) (Herencia:
estudio psicológico) fue su obra más importante y famosa. Siguiendo los métodos
experimentales y sintéticos, trajo consigo un vasto número de ejemplos de
peculiaridades heredadas. Prestó especial atención al elemento psicológico de
la vida mental, ignorado todo factor espiritual o no-material en el ser humano.
En su obra La Psychologie anglaise contemporaine: l'école expérimentale (La
Psicología inglesa contemporánea: la escuela experimental) (1870) mostró su
tendencia hacia la escuela sensacionalista, y de nuevo en su traducción de el
libro Principles of Psychology (Principios de Psicología) de Herbert Spencer. Además
de numerosos artículos, escribió sobre Arthur Schopenhauer, Philosophie de
Schopenhauer (1874; 7ª ed, 1896) (Filosofía de Schopenhauer), sobre la
psicología contemporánea de Alemania (La Psychologie allemande contemporaine,
1879; 13ª ed, 1898) (La Psicología alemana contemporánea) y también cuatro
pequeñas monografías: Les Maladies de la mémoire (1881; x3ª ed, 1898) (Las
enfermedades de la memoria), De la volonté (1883; 14ª ed, 1899) (De la
voluntad), De la personnalité (1885; 8ª ed, 1899) (De la personalidad) y La
Psychologie de l'attention (1888) (La Psicología de la atención), con la que
aportó datos útiles para el estudio de la enfermedad mental.
- Joy Paul Guilford (Marquette, Nebraska, EE.UU., 7
de marzo de 1897 - Los Ángeles, EE.UU., 26 de noviembre de 19871) fue un
psicólogo estadounidense, conocido por sus estudios sobre la inteligencia con
su modelo de Estructura de la inteligencia.
- George H. Mead (27 de febrero de 1863 - 26 de abril de 1931), filósofo pragmático, sociólogo y psicólogo social estadounidense. Teórico del primer conductismo social, también llamado interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la comunicación. Nació en South Hadley, Massachusetts. Cursó estudios en varias universidades de Estados Unidos y Europa e impartió clases en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta su muerte. Con influencias de la teoría evolutiva y la naturaleza social de la experiencia y de la conducta, recalcó la emersión del yo y de la mente dentro del orden social y en el marco del simbolismo lingüístico que usan las personas para comunicarse (interaccionismo simbólico). A partir de la crítica al conductismo de J. B. Watson denominó su propia corriente como conductismo social. Pensaba que el yo surge por un proceso social en el que el organismo se cohíbe. Esta timidez es el resultado de la interacción del organismo con su ambiente, incluyendo la comunicación con otros organismos.
- El conductismo, según John B. Watson (uno de los primeros
en definir el objeto de estudio de la psicología), es el estudio experimental
objetivo y natural de la conducta. Para Burrhus Frederic Skinner el conductismo
es una filosofía de la ciencia de la conducta, definió varios aspectos
esenciales de su objeto de estudio y a diferencia de Watson se centró en
describir las leyes generales que rigen la conducta. El objeto de estudio de la
psicología y la forma en cómo se concibe la conducta es entendida de diversos
modos, según el enfoque desde el que se vea. Se pueden identificar más de diez
formas de conductismo4 desde el propuesto por Watson hasta nuestros días;
pasando por el conductismo de Tolman, Hull y Skinner, el interconductismo y la psicología
interconductual de Kantor, el conductismo teleológico de Rachlin, empírico de
Bijou, teórico de Staddon y biológico de Timberlake, el contextualismo
funcional de Hayes, etc. Jacob Robert Kantor define el conductismo como «una
renuncia a las doctrinas del alma, la mente y la conciencia», para ocuparse del
«estudio de los organismos en interacción con sus ambientes». En términos más
amplios, lo considera como equivalente al término ciencia (Kantor 1968, cit.
por Campos, 1973, p. 91), dado que se ocupa de la naturaleza a partir del
«principio del comportamiento». Así, la química estudia el comportamiento de
los elementos y la sustancia, la física estudia el comportamiento de la materia
y sus propiedades, la astronomía estudia el comportamiento de los astros y
galaxias, y la psicología estudia las interacciones entre los organismos y su
entorno.
- Terry Jones (1 de febrero de 1942, Bahía de Colwyn, en
el norte del Gales) es un actor de cine galés y uno de los dos miembros no
ingleses de Monty Python; el otro es Terry Gilliam. Realizó estudios de inglés
en la Universidad de Oxford. Ha sido a lo largo de su vida actor, director,
guionista y compositor de las películas del grupo y fuera de él.
- Alain Deneault es un sociólogo y filósofo francocanadiense de Quebec. Es conocido por su
libro Noir Canada: Pillaje , corrupción y criminalidad, y los procesos
judiciales que siguieron a su publicación. Deneault es profesor de sociología en
el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Montreal.
- Henry Mintzberg (nacido en Montreal, 2 de septiembre de 1939) es un profesor académico internacionalmente reconocido y autor de varias publicaciones sobre negocios y gestión. En la actualidad, es profesor de la cátedra Cleghorn de Estudios de Gestión en la Universidad McGill en Canadá, donde ha estado enseñando desde 1968, luego de obtener su graduación en Gerencia y el Ph.D. de la MIT Sloan School of Management, en 1965 y 1968 respectivamente.
Bibliografía:
Joaquín Herrero, José Carlos García y Juan
Carlos Barajas
20 de septiembre de 2019
George
Ritzer
Teoría
Sociológica Moderna
Mac
Graw-Hill
Madrid 2001
Juan Antonio Roche
La creatividad social y cultural, el cambio
social y la libertad
Diario Información Alicante
Saturnino de la Torre
La creatividad es social
En Torre S. y Violant, V.
Creatividad aplicada.
Barcelona 2003
PPU/Autores
Henry Mintzberg
La estructuración de las organizaciones
Ariel Economía
Barcelona 199
Juan Carlos Barajas Martínez
Los Modelos de Mintzberg