jueves, 12 de noviembre de 2020

La sociología marxista después de Marx II: La teoría crítica

 

De izquierda a derecha: Habermas, Fromm, Hokhiemer, Adorno, Marcuse y Benjamin

Resumen

El presente artículo es una descripción del pensamiento de la Escuela Crítica que durante cuatro décadas tuvo una notable influencia en la sociología del siglo XX, con especial atención a la obra de Habermas.

Summary

This article is a description of the thinking of the Critical School which, for four decades, had a notable influence on the sociology of the 20th century, with special attention to Habermas's work.

Índice

La Escuela de Fráncfort y la teoría crítica

Las críticas que dan nombre a la teoría

Aportaciones teóricas

Críticas a la teoría crítica

Jurgen Habermas

 

La Escuela de Fráncfort y la teoría crítica

Una regla de buena redacción en la lengua castellana es que se debe evitar repetir la misma palabra en el mismo párrafo, el uso correcto consiste en buscar un sinónimo. En este artículo va a ser difícil respetar esta recomendación pues la palabra “crítica” va a aparecer continuamente, es muy difícil de evitar, la teoría crítica se llama así por algo.

La teoría crítica es el producto de un grupo de neomarxistas, todos alemanes, que tenían el mismo sentimiento de insatisfacción en contra del determinismo económico del marxismo clásico que hemos visto en autores anteriores como Luckás (1) y Gramsci (2)(ver “La sociología marxista después de Marx: ortodoxos y hegelianos “).

Estos sociólogos se reunieron en torno al Instituto de Investigación Social (3), fundado en 1923, en la ciudad alemana de Fráncfort del Meno, de ahí viene el nombre de Escuela de Fráncfort como también se conoce a este movimiento teórico, en cambio, el apelativo de teoría critica parece que viene de la obra de Max Horkheimer (4), “Teoría tradicional y teoría crítica”.

Con el estrangulamiento de la República de Weimar (5) por los nacionalsocialistas, los principales autores de este enfoque teórico – con el fin de salvar el pellejo – huyeron a los Estados Unidos en dónde continuaron con su trabajo en la Universidad de Columbia (6). Después de la Segunda Guerra Mundial unos volvieron a Alemania y otros encontraron acomodo en su país de acogida.

Se puede establecer una línea temporal de esta escuela desde la precitada obra de Max Horkheimer y la “Teoría de la acción comunicativa” de Jurgen Habermas publicada en 1981, cuarenta y cuatro años de progresión teórica que nos señalan la importancia que ha tenido esta escuela en la sociología del siglo XX.

Podemos incluir dentro de este enfoque a autores tan importantes como Theodor Adorno (7), Herbert Marcuse (8), Erich Fromm (9) y Walter Benjamin (10), aparte de los ya citados Horkheimer y Habermas.

La obra principal de la teoría crítica es una colección de ensayos compilada por Horkheimer y Adorno titulada “Dialéctica de la Ilustración” y publicada entre 1944 y 1947.

 

Las críticas que dan nombre a la teoría

La teoría critica es un conjunto de análisis críticos de diversos aspectos de la vida social e intelectual. Según Ritzer (11) las críticas má simportantes son: la crítica de la teoría marxista, la crítica del positivismo, la crítica de la sociología, la crítica de la sociedad moderna y la crítica de la cultura.

Paradójicamente, este enfoque teórico de base marxista se dedicó en parte a criticar las teorías marxistas, sobre todo, por su determinismo económico y su mecanicismo. A los deterministas no les reprochaban que se centraran en la economía, sino que esa compulsión les hiciera ignorar otros aspectos de la vida social. La escuela crítica pretendió rectificar esa desviación poniendo el foco en el ámbito de lo cultural, que es más amplio e incluye a la economía. Además de criticar otras teorías marxistas anteriores pusieron en solfa los modelos sociales que surgieron de las mismas como, por ejemplo, la sociedad soviética.

Los críticos también le dieron duro al positivismo (12). Esta escuela filosófica destaca por defender que el método científico es de aplicación necesaria a todos los campos de estudio. Los positivistas adoptan a las ciencias físicas como el modelo para todas las disciplinas por ser fiables y precisas. Consideran que el conocimiento es neutral y apartan sus valores personales de sus observaciones, lo que es mucho decir por otra parte en el ámbito de las ciencias sociales. El positivismo influyó mucho a la sociología en sus primeros tiempos.

Profundizando un poco más, el positivismo tiende a reificar el mundo social y a considerarlo como un proceso natural. Los teóricos críticos, en cambio, prefieren centrarse en la actividad humana y en los modos en los que esa actividad influye en las grandes estructuras sociales. A los críticos se les hacía muy cuesta arriba aceptar la idea que las leyes generales de la ciencia pueden aplicarse sin considerar la acción humana. En resumen, para la sociología crítica el positivismo ignora los actores.

Para los críticos, la idea de que las leyes naturales son inmutables, inhabilita a los positivistas para cambiar el mundo, de lo que puede deducirse que el positivismo es intrínsecamente conservador. Es curioso pero gran parte de los marxistas e incluso el propio Marx se mostraron a menudo abiertamente positivistas y, sin embargo, no creo que se les pueda acusar de haber estado a gusto con el status quo de su época.

No es para menos su crítica de la sociología, a la que acusan de cientifismo, de renunciar a su obligación de ayudar a las personas oprimidas por la sociedad contemporánea. Yo me pregunto si esa es en efecto la obligación de sociología o es más bien una tarea para la praxis política a la que la sociología puede prestar sus análisis.

Voy a abrir un pequeño paréntesis porque este problema de los valores en la observación científica de la sociedad ha sido un tema de controversia desde los primeros tiempos de la sociología. En la observación científica el observador no debe alterar las condiciones del experimento, un físico que estudia el choque de dos móviles se encuentra ajeno al experimento pues lo observa desde fuera y, por tanto, no altera de las condiciones del mismo. Pero un sociólogo observa los fenómenos sociales perteneciendo o formando parte de la sociedad, es como si el físico estudiara el choque de móviles montado dentro de uno de ellos. ¿Hasta qué punto el sociólogo es independiente de los problemas que estudia?, ¿cómo se puede distanciar de los valores de su sociedad si forma parte de ella?. ¿Es posible entonces poner juntos los términos ciencia y social?.

El gran sociólogo Max Weber, era partidario de una sociología libre de valores. El sociólogo debía apartarse de los valores de su sociedad, debía hacer un esfuerzo por observar los fenómenos sociales desde la distancia, como el físico y los móviles. Muchos piensan que por mucho esfuerzo que se realice esto no es posible del todo, yo como Weber, creo que al menos hay que intentarlo. En el otro extremo se colocan los sociólogos de la Escuela de Francfort que opinan que el sociólogo ha de inmiscuirse en los problemas, proponen una sociología militante.

Otro reproche a la sociología es que se centra en estudiar al conjunto de la sociedad y no a los individuos que la componen. De esta manera los sociólogos son incapaces de parir ideas con las que realizar cambios políticos que conduzcan a una sociedad más justa. El problema con esta crítica es que queda lejos de ser cierta, la mayoría de las escuelas sociológicas si contemplan la interacción social, y no puedo por más que repetir mi descuerdo, la sociología debe explicar la sociedad, desde el nivel micro al macro, y debe destapar las estrategias, explicar las desigualdades, poner sobre la mesa el funcionamiento de los sistemas sociales. Es la política la que debe cambiar las cosas.

En cuarto lugar está la crítica de la sociedad moderna. Para esta escuela, en el mundo moderno la dominación deja de estar ligada a la economía y se basa en el control cultural del individuo.

En este punto los críticos se inspiran en el concepto de racionalización de Max Weber. Este proceso consiste en la evolución de las estructuras sociales hacia formas más racionales a lo largo de la historia. Esta evolución, que afectó a todas las áreas de la vida social desde la religión hasta la música, se habría manifestado – según Weber - en el mundo occidental. En este contexto de racionalización del mundo, la forma organizativa por excelencia es la burocracia.

En el pensamiento de Weber acerca de la burocracia se aprecia una relación dialéctica. Por un lado, pensaba que es el sistema de organización más eficiente creado por el ser humano y, por otro lado, que constituye una jaula de hierro que constriñe la libertad individual.

El proceso de racionalización de las sociedades y la creciente burocratización del mundo conlleva la racionalización de toda actividad, no sólo en las organizaciones sino en todo el tejido social. Esta omnipresencia de lo burocrático en la actividad humana hacía ver a Weber que, para el individuo, el efecto de la burocracia es el de la limitación de su espontaneidad y de la libertad personal.

Los críticos abundaron en esta idea, la racionalidad formal se define irreflexivamente como adecuación de los medios más efectivos en todas las situaciones, pero en ese intento, se pierde de vista a la razón misma. Los teóricos críticos pusieron como ejemplo de esta paradoja entre racionalidad formal y razón los campos de concentración y el nazismo.

Marcuse pensaba que la tecnología de la sociedad moderna no era neutral sino esclavizante y su fin último era el totalitarismo. De hecho, consideraba que ofrecía métodos de control nuevos, más eficaces e incluso más agradables, que entraban sin dolor en la mente del individuo. El principal ejemplo era el uso de la televisión para socializar y amansar a la población (otros ejemplos los constituían los deportes de masas y el sexo). El resultado de todo esto es lo que Marcuse denominó la sociedad unidimensional, en la que los individuos perdían la capacidad de pensar de manera crítica sobre la sociedad. La única solución para esto era para Marcuse una revolución en la que la tecnología estuviera al servicio de la humanidad y no al revés.

La última de las críticas citadas por Ritzer es la crítica de la cultura. Siguiendo los pasos de Gramsci, los críticos consideraban que las estructuras que controlan la cultura moderna como las cadenas de televisión, el cine o las editoriales estaban racionalizadas y burocratizadas. Estas estructuras forman un conglomerado que denominaron “industria de la cultura”, término que ha tenido mucho éxito en el lenguaje de la calle.

La industria de la cultura produce la “cultura de masas”, una cultura manipulada que tiene dos características muy preocupantes. Por un lado, su falsedad y, por otro, su capacidad para agilipollar mediante un proceso continuo de apaciguamiento edulcorado.

No dejaron de lado a las universidades y los institutos de investigación que denominaron la “industria del conocimiento”, que se han convertido en estructuras opresoras más que en instituciones educativas. La verdad es que cuando uno mira a las universidades que han surgido de los acuerdos de Bolonia, uno no puede dejar de pensar en lo apropiado del término de industria del conocimiento.

Aportaciones teóricas

Las dos principales aportaciones teóricas de la Escuela Crítica a la sociología han sido el concepto de subjetividad y su visión dialéctica y total de la realidad social.

Los críticos intentaron redirigir al materialismo marxista en un sentido subjetivo. Esto representa, por una parte, una crítica al reduccionismo determinista del marxismo clásico y, por otro lado, también representa un paso al frente en la comprensión de los elementos subjetivos de la vida social; un camino que ya había iniciado George Lukács.

Había llovido mucho desde los tiempos de Karl Marx. Se habían producido cambios sociales muy importantes que justificaban este cambio de orientación. Sobre todo, la prosperidad del periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial  parecía contribuir a la desaparición de las contradicciones económicas internas en general, y al conflicto de clases en particular. Todas las clases sociales, incluso la trabajadora, se beneficiaban del sistema capitalista. Por añadidura, se hizo evidente que la Unión Soviética, a pesar de su economía socialista, era una sociedad tan opresora como la sociedad capitalista.

Como los dos modelos de sociedad tenían economías diferentes, los pensadores críticos debían buscar en otro lugar la fuente de la opresión. De esta forma dirigieron la mirada hacia la cultura y desarrollaron su teoría particular sobre la ideología.

Los pensadores críticos entienden por ideología los sistemas de ideas producidos por las elites sociales que suelen ser falsos y cegadores. Estas ideologías forman una superestructura diseñada para la dominación (a mí esto me recuerda mucho al concepto de “hegemonía” de Gramsci).

El mundo moderno ha llegado a la máxima sofisticación en el arte de la dominación sobre los individuos. De hecho, el control es tan completo y perfecto que ya no requiere la acción deliberada de los líderes. El control penetra en todos los aspectos del mundo cultural y, lo que es más importante, se ha internalizado en el actor.

Dado que no se percibe la dominación como perjudicial y alienadora para las personas, parece que el mundo es como debe ser. Los actores ya no pueden ver con claridad cómo tendría que ser el mundo. Aquí los sociólogos críticos llegan al mayor de los pesimismos, puesto que ni siquiera un análisis racional puede contribuir a cambiar la situación.

A la herramienta que se usa para realizar esta operación de vaciar conciencias, Habermas la denominó legitimaciones. Estas se definen como conjuntos de ideas generadas por las élites políticas y económicas para apoyar la existencia misma del sistema. Están diseñadas para mistificar (14) el sistema político, para empañar lo que en realidad está ocurriendo. El resultado es que la conciencia de las masas está controlada por fuerzas externas. A resultas de lo cual son incapaces de desarrollar una conciencia revolucionaria.

La segunda aportación teórica, la visión dialéctica de la vida social, es un enfoque sobre la totalidad  social, es decir, como dijo Paul Connerton  (15) citado por Ritzer, “Ningún aspecto parcial de la vida social y ningún fenómeno aislado puede comprenderse a menos que se le relacione con la historia, con la estructura social concebida como una entidad global”.

Por tanto, se trata de no hacer análisis parciales de la vida social, incluyendo el estudio del sistema económico, fuera de un contexto global. El análisis crítico implica una preocupación por la interrelación entre los diversos niveles de la realidad social, y lo que es más importante, entre la conciencia individual, la superestructura cultural y la estructura económica.

Los críticos señalan dos perspectivas: sincrónica y diacrónica. La perspectiva sincrónica estudia la interrelación entre los componentes de la sociedad desde un punto de vista contemporáneo.

La perspectiva diacrónica realiza el análisis de la estructura social y cultural desde un punto de vista histórico. Según Marcuse, la dominación es el resultado de un desarrollo histórico específico y no una característica universal de la humanidad (sociedad unidimensional).

Críticas a la teoría crítica

Casi todas las críticas vienen del marxismo tradicional. La primera de las críticas que se hace a esta escuela tiene que ver precisamente con esta perspectiva histórica que acabamos de tratar. Se ha reprochado a los teóricos críticos realizar su trabajo de análisis histórico de un modo incompleto, de manera que el estudio de los acontecimientos históricos no se ha analizado de manera comparada. Esta crítica es especialmente dura pues las teorías marxistas desde su inicio han hecho especial hincapié en la perspectiva histórica y en el estudio comparado de los acontecimientos históricos.

La segunda crítica es que pasan bastante de la economía. Esto no deja de tener su gracia porque los críticos hicieron de este asunto su bandera como hemos podido comprobar.

Y, por último, los críticos han afirmado la desaparición de la clase trabajadora como fuerza revolucionaria lo que es contrario al ideario marxista clásico.

Aunque la teoría crítica ha experimentado una cierta decadencia desde los años ochenta, Jurgen Habermas y sus teorías siguen influyendo en la sociología marxista y, me atrevería a decir, que en la corriente principal de la sociología.

Jurgen Habermas

 

Habermas parte del materialismo histórico marxista y se impone la tarea de “reconstruirlo”. En esta tarea no sólo se apoya en Marx, sino que recibe influencia del psicoanálisis de Freud y de la idea de racionalización de Max Weber.

Parte de los conceptos marxistas del ser genérico y del ser social. Como señala Ariel Fazio (15) para Marx el ser genérico, lo que define a la especie humana, es la actividad libre y consciente, y esta es una distinción que pone en el hombre mismo la responsabilidad de sus propias posibilidades.

Por otra parte, el segundo componente de la naturaleza humana -el hombre como ser social, que se refiere a la relación con los otros hombres- va a ser caracterizado por Marx a través de dos planos. El primero de ellos se refiere a la colectividad: el ser humano sólo existe en relación con los demás y a consecuencia de esa relación. El segundo plano, por su parte, refiere a la determinación histórico-social: el ser humano se apropia de las capacidades, ideas, organización, conducta que lo preceden, asimilándolas y desarrollándolas en su propia vida productiva.

Habermas toma ambos conceptos como punto de partida y reprocha a Marx centrarse en el ser genérico y olvidar la naturaleza social de las personas poniendo el foco en el factor trabajo. Habermas renombra la distinción de Marx, denominando al ser genérico como acción racional intencional y, al ser social, como acción comunicativa, siendo esta última lo que se conoce como la interacción social en la corriente principal de la sociología.

Dentro de la acción racional intencional Habermas distingue entre la acción instrumental y la acción estratégica. Como por “el interés te quiero Andrés”, ambas implican la búsqueda del interés personal. Pero mientras la acción instrumental atañe a un sólo actor que calcula racionalmente los medios más adecuados para alcanzar un determinado objetivo, la acción estratégica implica a dos o más individuos que coordinan su acción racional intencional para alcanzar un objetivo.

En cambio, el objetivo de la acción comunicativa es lograr la compresión entre los individuos. Empezando claro está por el lenguaje, pero incorporando todas las herramientas que las personas usan para comunicarse. La acción comunicativa y no el trabajo forma la base sobre la que se sustenta la vida social y cultural de todas las sociedades.

Así que mientras Marx basa su sociología en el trabajo, Habermas lo hace sobre la comunicación. Si Marx buscaba una sociedad comunista en la que el trabajo no estuviera distorsionado de manera que el ser humano pudiera comportarse como ser genérico, con un trabajo libre y no alienante, Habermas buscaba una sociedad sin comunicación distorsionada, es decir, comunicación libre que circule sin barreras.

La sociedad ideal de Habermas es una sociedad racional, en la que exista un sistema de comunicación libre, en la que las ideas se expongan y se defiendan abiertamente a las críticas sin distorsiones creadas por grupos de interés. Para nuestro querido Jurgen, la racionalidad en una sociedad tal supondría la verdadera emancipación de las personas y no una jaula de hierro.

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

Mapa Mental:



Notas:

  1. Georg Lukács (Budapest, 13 de abril de 1885-ibídem, 4 de junio de 1971) fue un filósofo marxista y crítico literario húngaro de origen judío
  2. Antonio Gramsci (Ales, Cerdeña, 22 de enero de 1891 - Roma, 27 de abril de 1937) fue un filósofo, teórico marxista, político y periodista italiano. Escribió sobre teoría política, sociología, antropología y lingüística. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano
  3. El Instituto de Investigación Social (en alemán Institut für Sozialforschung, IfS; en inglés Institute for Social Research), perteneciente a la Universidad de Fráncfort del Meno, fue fundado en 1923 por los comerciantes y mecenas Hermann Weil, su hijo Felix Weil -influenciado por el estudioso de la filósofía marxista Karl Korsch- y el cofundador del Instituto Friedrich Pollock. Al Instituto de Investigación Social se adscribe la denominada Escuela de Fráncfort y la teoría principal formulada por Max Horkheimer por primera vez en su obra de 1937 Teoría tradicional y teoría crítica, conocida como Teoría Crítica.
  4. Max Horkheimer (Stuttgart, Imperio alemán, 14 de febrero de 1895 – Núremberg, Alemania Occidental, 7 de julio de 1973) fue un filósofo, sociólogo y psicólogo judío alemán, conocido por su trabajo en la denominada teoría crítica como miembro de la Escuela de Fráncfort de investigación social. Sus obras más importantes incluyen: Crítica de la razón instrumental (1947) y, en colaboración con Theodor Adorno, Dialéctica de la Ilustración (1947). A través de la Escuela de Fráncfort, Horkheimer colaboró y llevó a cabo otros trabajos significativos
  5. La República de Weimar (en alemán, Weimarer Republik) fue el régimen político y, por extensión, el período de la historia de Alemania comprendido entre 1918 y 1933, tras la derrota del país en la Primera Guerra Mundial. El nombre de República de Weimar es un término aplicado por la historiografía posterior, puesto que el país conservó su nombre de Deutsches Reich (‘Imperio alemán’). La denominación procede de la ciudad alemana de Weimar, donde se reunió la Asamblea Nacional constituyente y se proclamó la nueva constitución, que fue aprobada el 31 de julio y entró en vigor el 11 de agosto de 1919. Este período, aunque democrático, se caracterizó por la gran inestabilidad política y social, en el que se produjeron golpes de Estado militares y derechistas, intentos revolucionarios por parte de la izquierda y fuertes crisis económicas. Toda esta combinación provocó el ascenso de Adolf Hitler y el Partido Nacionalsocialista. El 5 de marzo de 1933, los nazis obtuvieron la mayoría en las elecciones al Reichstag, con lo que pudieron aprobar el 23 de marzo la Ley habilitante que, junto al Decreto del incendio del Reichstag del 28 de febrero y al permitir la aprobación de leyes sin la participación del Parlamento, se considera que significó el final de la República de Weimar. Si bien la Constitución de Weimar del 11 de noviembre de 1919 no fue revocada hasta el término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, el triunfo de Adolf Hitler y las reformas llevadas a cabo por los nacionalsocialistas (Gleichschaltung) la invalidaron mucho antes, instaurando el denominado Tercer Reich.
  6. La Universidad de Columbia (oficialmente, Universidad de Columbia en la Ciudad de Nueva York) es una universidad privada estadounidense ubicada en Alto Manhattan, Nueva York. Forma parte del Ivy League y es una de las universidades más prestigiosas del mundo, situándose entre las 10 mejores universidades del mundo según numerosos rankings.1​2​3​4​5​ Fundada en 1754, es la institución de educación superior más antigua del estado de Nueva York, la quinta más antigua de Estados Unidos, y uno de los nueve colegios coloniales fundados antes de la Revolución Americana.
  7. Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno (Fráncfort, Alemania, 11 de septiembre de 1903-Viège, Valais, Suiza, 6 de agosto de 1969) fue un filósofo alemán de origen judío1​2​ que también escribió sobre sociología, comunicología, psicología y musicología. Se le considera uno de los máximos representantes de la Escuela de Fráncfort y de la teoría crítica de inspiración marxista. 
  8. Herbert Marcuse ( Berlín, 19 de julio de 1898-Starnberg, 29 de julio de 1979) fue un filósofo y sociólogo alemán-estadounidense. Es una de las principales figuras de la primera generación de la Escuela de Frankfurt.
  9. Erich Seligmann Fromm (Fráncfort del Meno, Hesse, Alemania, 23 de marzo de 1900-Muralto, Cantón del Tesino, Suiza, 18 de marzo de 1980) fue un destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judío alemán. Durante una parte de su trayectoria se posicionó políticamente defendiendo la variante marxista del socialismo democrático. Miembro del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Fráncfort, Fromm participó activamente en la primera fase de las investigaciones interdisciplinarias de la Escuela de Fráncfort, hasta que a fines de los años 40 rompió con ellos debido a la heterodoxa interpretación de la teoría freudiana que desarrolló dicha escuela, la cual intentó sintetizar en una sola disciplina el psicoanálisis y los postulados del marxismo (freudomarxismo). Fue uno de los principales renovadores de la teoría y práctica psicoanalítica a mediados del siglo XX
  10. Walter Bendix Schönflies Benjamin (pseudónimos: Benedix Schönflies, Detlef Holz) (Berlín, Imperio alemán; 15 de julio de 1892 – Portbou, España; 26 de septiembre de 1940) fue un filósofo, crítico literario, traductor y ensayista alemán de origen judío. Su pensamiento recoge elementos del Idealismo alemán o el Romanticismo, del materialismo histórico y del misticismo judío (cábala) que le permiten hacer contribuciones perdurables e influyentes en la teoría estética y el Marxismo occidental. Su pensamiento se asocia con la Escuela de Fráncfort.
  11. George Ritzer nació en 1940 en la ciudad de Nueva York, se graduó en sociología en la Escuela Superior de Ciencia del Bronx en 1958. En la actualidad es profesor de sociología de la Universidad de Maryland. Sus principales áreas de interés son la Teoría Sociológica y la Sociología del Consumo. Fue director de las secciones de Teoría Sociológica (1989-1990) y de Organizaciones y ocupaciones (1980-1981) de la Asociación Americana de Sociología.
  12. El positivismo o filosofía positiva es una corriente filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico y que tal conocimiento solo puede surgir del método científico, siendo el ejemplo ideal las ciencias físicas que triunfan claramente en el dominio de la naturaleza y en las aplicaciones técnicas que de ella se derivan. Como consecuencia de esta postura, los positivistas critican la metafísica como pseudociencia por buscar lo que está más allá de la ciencia. Una línea de crítica fue a partir de lo que se llamó las «trampas del lenguaje», lo que supuso un interés en el estudio del lenguaje tanto en su dimensión formal, empirismo lógico, como en cuanto lenguaje natural, estudiando los «juegos del lenguaje», y dio lugar a la filosofía analítica. El positivismo deriva del empirismo y de la epistemología que surge a inicios del siglo XIX de la mano de los pensadores franceses Henri de Saint-Simon y Auguste Comte, y el británico John Stuart Mill. Se extiende y desarrolla por el resto de Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Desde un positivismo extremo1​ hasta un positivismo casi idealista, el siglo XIX y comienzos del XX ofrecen un riquísimo panorama de autores y escuelas todas bajo denominación positivista. El rasgo común que caracteriza a todos ellos es la aceptación del conocimiento científico como única forma de conocimiento legítimo y el rechazo a la metafísica como pseudociencia. El positivismo surgió como manera de legitimar el estudio científico naturalista del ser humano, tanto individual como colectivamente. Según distintas versiones, la necesidad de estudiar científicamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue la Revolución francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y al individuo como objetos.
  13. Mistificar es lo mismo que engañar, embaucar, falsear.
  14. Paul James Connerton (22 de abril de 1940 – 27 julio de 2019) fue un antropólogo social británico conocido por su trabajo en la memoria social y corporal.
  15. Ariel Fazio, Licenciado y Doctor en Filosofía (UBA). Docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE). Coordinador Académico del Programa de Actualización en «Problemas Filosóficos Contemporáneos» (FFyL, UBA) y Director del proyecto de investigación «El rol de la propiedad intelectual ante la nueva arquitectura de las mercancías: antiproducción, informatización del diseño y reproducción del capital»

Bibliografía:

Ariel Facio

Los Conceptos de Ser Genérico y Ser Social en Marx: Sobre los Fundamentos Ontológicos de la Emancipación

Revista Eidos  no.29

Julio/diciembre de 2018

Barranquilla, Colombia

 

George Ritzer

Teoría Sociológica Moderna

Mac Graw-Hill

Ediciones 2ª y 3ª

Madrid 2001-2003