Let me assert my firm belief that the only thing
we have to fear is fear itself
Déjenme manifestar mi firme creencia de que a lo
único que debemos tener miedo es al miedo mismo
Franklin Delano Roosvelt
Presidente de los Estados Unidos
Discurso 4 de marzo de 1933
Yo fui uno de esos niños a los
que les da miedo la oscuridad. Creo recordar que les di más de una “noche
toledana” (1) a mis padres con los dichosos miedos así que, cuando me tocó a
mí, cuando mis hijos alguna noche no me dejaron dormir, procuré pensar en mis
progenitores en mi misma situación y a mis hijos en mi lugar de entonces. Eso
hacía más llevadera la situación, uno expurga sus pecados de hijo cuando es
padre.
El caso es que ser un niño
miedoso hacía que mi cuento favorito fuera “Juan Sin Miedo” (2) de los hermanos
Grimm (3). Me encantaba la idea de un niño sin ningún tipo de temor, capaz de
enfrentar aquella oscuridad que a mí me atemorizaba y, no sólo eso, capaz de
afrontar durante tres noches a los fantasmas
y demás criaturas infernales que habitaban el castillo encantado. Por esa misma
razón, y ya desde una perspectiva más realista, me encantaba el personaje de
Tintín (4) que era capaz de nadar entre tiburones o de enfrentarse a todos los
gánsteres de Chicago él solito.
Y ya de mayor,
aunque ya la oscuridad no me atemoriza, sí que tengo múltiples preocupaciones y
un buen número de miedos, me da miedo reconocerlo, o quizás tan solo sea
vergüenza. Pero miro a mí alrededor y veo mucha gente asustada, asustada con su
presente y, sobre todo, empavorecida con su futuro o, sobre todo, con el futuro
de sus hijos.
Vivimos en una sociedad asustada,
puede que hubiera un Juan Sin Miedo en la Edad Media, ¡aquellos eran hombres!,
como se dice en España de los soldados de la guerra de Cuba (5), pero dudo
mucho que ahora haya alguno de estos “juanes”
paseando por ahí. Juan Sin Miedo parece que hace mucho tiempo que murió, nadie
hoy en día puede estar tan desinformado como para no conocer el miedo
.
La revolución industrial trajo de
su mano un nuevo mundo, el mundo moderno. Los sociólogos dividen este período
histórico de la sociedad contemporánea entre modernidad inicial y modernidad
avanzada o modernidad clásica y modernidad reflexiva o entre modernidad sólida
y modernidad líquida o entre modernidad y posmodernidad, hay un debate
acalorado al respecto. El caso es que sacando mínimo común divisor de todas
estas ideas habría una modernidad asociada a los comienzos de la sociedad industrial
sino con la información y el conocimiento, de relaciones más estables, más asentadas
en un determinado territorio, con tecnologías menos cambiantes y una nueva
modernidad mucho más variable, flexible, informe como un líquido, no
relacionada únicamente con el tejido industrial, ni con un territorio concreto
y en lo que no sirve se tira ya sean animales, vegetales o minerales. Y lo
curioso es que, como los cambios se sociales se acumulan como los estratos en
un terreno, podemos reconocer a nuestro alrededor elementos de ambos tipos de
modernidades.
El recientemente fallecido Ulrich Beck (6) asociaba esta nueva
modernidad flexible con lo que denominaba sociedad
del riesgo. La cuestión principal en la modernidad clásica era la riqueza y
el modo más equitativo de distribuirla. En la modernidad avanzada la cuestión
es el riesgo y cómo evitarse, minimizarse o canalizarse.
Podemos entender el riesgo como
la proximidad de sufrir algún daño, es decir, como la probabilidad de que se
produzca un problema pero que cabe la posibilidad de que éste no llegue a
materializarse. Esto es importante porque el riesgo es una amenaza pero no
necesariamente una realidad, nos pasamos la vida temiendo sucesos que no llegan
a ocurrir. Esa amenaza constante genera
un miedo constante y difuso, miedo al riesgo de padecer una enfermedad, al
desempleo, al terrorismo yihadista y a tantas cosas más, reales o irreales.
Los riesgos son hijos de las
fuentes de riqueza de la sociedad moderna, por ejemplo, la industria y sus
efectos colaterales están produciendo una serie de consecuencias peligrosas.
Los riesgos no tienen limitaciones ni en el espacio – no están sujetos a un
territorio, ni la contaminación nuclear ni el terrorismo global se paran en las
fronteras – ni en el tiempo – las
consecuencias pueden presentarse durante generaciones.
Para Beck el riesgo y la clase social guardan una cierta relación. El riesgo,
como la riqueza, sigue una pauta clasista, sólo que inversa. Mientras riqueza
se acumula arriba, los riesgos lo hacen abajo. En este sentido parecen
reforzar, no abolir, la sociedad de clases. La pobreza atrae a una elevada y
desafortunada cantidad de riesgos, en cambio, la riqueza – en renta, en
educación o poder – puede comprar seguridad y liberación de los riesgos.
Lo que ocurre en las clases
sociales también se da entre las naciones. Los riesgos se concentran en las
naciones pobres mientras que las naciones ricas es más fácil que los eviten - no
hace mucho hemos tenido el claro ejemplo del Ébola - y encima se benefician de
los riesgos que ellas generan. Sin embargo, ni los individuos ni las naciones
ricas están completamente a salvo de los riesgos, es lo que Beck denomina efecto bumerang, los propios agentes de la modernización están atrapados por los
peligros que ellos mismos han desatado, al menos mientras que nadie se pueda
bajar en marcha de esta nave espacial que es nuestro planeta.
Y, ¿cómo afronta nuestra sociedad
la gestión del riesgo?. Para Beck, al mismo tiempo que la modernidad avanzada
produce riesgos, genera la reflexividad con la que se cuestiona a sí misma. De
hecho, tanto el propio Beck como el sociólogo británico Anthony Giddens (7) hablan de modernidad reflexiva. Suelen ser las
propias personas, las víctimas de los riesgos, quienes empiezan a reflexionar sobre
ellos. Empiezan a observar y recoger datos sobre los riesgos y sus
consecuencias para las personas. Lo hacen, en parte, porque no pueden seguir
confiando en que los científicos o los poderes públicos lo hagan por ellos, ya
que como mínimo han venido demostrando connivencia con los que generan los
riesgos. Los unos y los otros han perdido su prestigio, en palabras de Beck: “han dilapidado hasta nuevo aviso su
reputación histórica de racionalidad”.
Es la sociedad civil la que se organiza, se informa y se opone. El ámbito
de la política, el gobierno, está perdiendo poder porque los principales
riesgos proceden de lo que Beck llama “subpolíticas”, por ejemplo, las
grandes compañías multinacionales, los grandes laboratorios científicos que
actúan al margen de los sistemas parlamentarios y del control ciudadano. De
esta forma, para Beck, de una manera dialéctica, la modernidad avanzada ha
generado por un lado riesgos sin precedentes y, por otro, ha acumulado
esfuerzos sin precedentes para afrontar esos riesgos.
Otra visión de la modernidad, de
la vida del ciudadano en esta sociedad contemporánea, de sus necesidades, sus
miedos y sus obsesiones es la del sociólogo polaco Zygmunt Bauman (8). Bauman define la modernidad como un “tiempo líquido”, esta expresión describe
el tránsito de una modernidad sólida
– estable y repetitiva – a una modernidad
líquida – flexible, voluble – en la que los modelos y estructuras sociales
ya no perduran lo suficiente como para enraizarse e institucionalizarse en los
modos de comportamiento de las personas.
Vivimos bajo el imperio de la
caducidad, somos cortoplacistas porque se renuncia a la planificación a largo
plazo, sufrimos continuas transformaciones y pérdidas, vivimos en la
incertidumbre lejos de los sistemas de seguridad que antaño protegían al
individuo y se plantea el desarraigo afectivo como una condición para el éxito.
Un principio básico es evitar
convertir en habitual todo asiento individual. Nos dicen que hay que despedirse
de los empleos para toda la vida, de los amores para toda la vida, de los
domicilios para toda la vida.
Somos cada vez más
individualistas. Bauman se refiere al miedo a establecer relaciones duraderas y
a la fragilidad de los lazos solidarios que parecen depender sólo de los
beneficios que se espera obtener. No entendemos de soluciones colectivas. La
esfera comercial lo impregna todo, las relaciones se miden en términos de costo
y beneficio, de liquidez en el más puro sentido financiero de la palabra.
Hoy no hay ningún pudor en
considerar a colectivos humanos enteros como superfluos. Hace medio siglo los
desempleados formaban parte de una reserva de trabajo activo que aguardaba en
la retaguardia una oportunidad en el mundo laboral, ahora se habla de
“excedentes” lo que significa para Bauman que la gente es superflua,
innecesaria, porque mientras menos trabajadores haya, mejor funciona la
economía o, al menos, la macroeconomía.
Así que en una sociedad como la
que describe Bauman es lógico que las personas sientan miedo. Ante la falta de
seguridad por la inestabilidad en que vivimos, como consecuencia lógica, nos
obsesionamos con lo que menos tenemos: con la seguridad. Vivimos una sociedad obsesionada por la
seguridad, por las pólizas, por los compartimentos estancos, por el control
absoluto, corriendo el riesgo de perder nuestra libertad.
Nuestras ciudades, afirma Bauman,
son metrópolis del miedo, la ciudad antaño amurallada, ya no es un refugio,
sino la fuente esencial de los peligros. Nos hemos convertido en ciudadanos
adictos a la seguridad pero siempre inseguros y lo aceptamos como algo
inevitable, en opinión de Bauman, “normalizamos
el estado de emergencia”.
El miedo es difuso, flota libre,
sin causa nítida, lo que lo hace más temible. La amenaza puede ser entrevista
en cualquier parte pero resulta imposible fijarla en un lugar concreto. Bauman
dice que el miedo es el nombre que damos a nuestra incertidumbre. Los temores son muchos, reales e imaginarios,
individuales y globales. Nos golpean uno a uno en una sucesión constante,
desafiando nuestros esfuerzos de lucha contra ellos.
Y, por último, el miedo es una
herramienta poderosa de gobierno. La angustia colectiva, cuidadosamente
mantenida, hace que la mayoría de los mimados consumidores de seguridad de
Occidente consientan las tendencias más autoritarias y las medidas más
coercitivas. Bauman cita el ejemplo de las reacciones neoliberales contra el
terror del fantasma de AL Qaeda pero son hechos de la misma naturaleza el que
consigue reducir el sueldo a los trabajadores por miedo al desempleo aunque la
empresa tenga beneficios o a votar a tal o cual opción política porque las
otras traerán el caos y la ruina.
Juan Sin Miedo, en este estado de
las cosas, no puede existir, ha muerto hace tiempo, puede que viviera cuando la
vida era sólida - según la terminología de Bauman - y cuando no se jugaba a
crear nuevos riesgos – según diría Beck -
más allá de las calamidades que Dios les enviaba.
Juan Carlos Barajas Martínez
Notas:
- El dicho popular “pasar una noche toledana” hace referencia a cuando se ha pasado mala noche y no se ha podido dormir. Pulsando el enlace podréis ver el origen de la frase.
- Juan sin miedo o Historia de uno que hizo un viaje para saber lo que era miedo (Märchen von einem, der auszog, das Fürchten zu lernen) es un cuento de hadas de los hermanos Grimm.
- Los Hermanos Grimm es el nombre usado para referirse a los escritores Jacob Grimm (4 de enero de 1785, Hanau (Hesse, Alemania) - Berlín, 20 de septiembre de 1863) y Wilhelm Grimm (24 de febrero de 1786, Hanau - 16 de diciembre de 1859, Berlín). Fueron dos hermanos alemanes célebres por sus cuentos para niños y también por su Diccionario alemán, las Leyendas alemanas, la Gramática alemana, la Mitología alemana y los Cuentos de la infancia y del hogar (1812-1815), lo que les ha valido ser reconocidos como fundadores de la filología alemana.
- Las aventurasde Tintín (cuyo nombre original, en francés, es Les Aventures de Tintin et Milou) es una de las más influyentes series europeas de historieta del siglo XX. Creada por el autor belga Georges Remi (Hergé), y característica del estilo gráfico y narrativo conocido como "línea clara", está constituida por un total de 24 álbumes, el primero de los cuales se publicó en 1930 y el penúltimo en 19761 (el último, Tintín y el Arte-Alfa, no llegó a terminarse, aunque se publicaron posteriormente los bocetos realizados por el autor). Tengo un artículo en este mismo blog sobre mi experiencia personal con la lectura de este cómic, un homenaje a Tintín, a Hergé y a mi hermano Antonio, un capitán Haddock que terminó su singladura demasiado pronto. El artículo es “Yosoy Tintín y mi hermano el capitán Haddock”
- “Más se perdió en Cuba y aquéllos eran hombres” o “más se perdió en Cuba y volvieron cantando”, es un dicho popular que hace referencia a la guerra hispanoamericana de 1898, en la que España perdió sus últimas colonias, Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. Sobre todo en el caso de Cuba y Puerto Rico había y sigue habiendo lazos especiales entre los pueblos de ambos lados del charco. Esta pérdida supuso un enorme mazazo en la conciencia nacional española. Las tropas perdedoras regresaron a la metrópoli en barcos y desde las cubiertas seguían cantando a pesar de la derrota y los sinsabores de la repatriación.
- Ulrich Beck (Słupsk, Pomerania, 15 de mayo de 1944 - 1 de enero de 2015)1 fue un sociólogo alemán, profesor de la Universidad de Múnich y de la “London School of Economics”. Beck estudió aspectos como la modernización, los problemas ecológicos, la individualización y la globalización. Beck también contribuyó con nuevos conceptos a la Sociología alemana, incluyendo la llamada "sociedad del riesgo" y la "segunda modernidad".
- Anthony Giddens (Londres, Inglaterra, 18 de enero de 1938) es un sociólogo inglés, reconocido por su teoría de la estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas. También adquirió gran reconocimiento debido a su intento de renovación de la socialdemocracia a través de su teoría de la Tercera Vía. Es considerado como uno de los más prominentes contribuyentes modernos en el campo de la Sociología, es autor de al menos 34 libros publicados en no menos de 29 idiomas -publicando en promedio más de un libro por año-. También se lo ha descrito como el científico social inglés más conocido desde John Maynard Keynes.
- Zygmunt Bauman (Poznań, Polonia, 1925) es un sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío. Su obra, que comenzó en la década de 1950, se ocupa, entre otras cosas, de cuestiones como las clases sociales, el socialismo, el holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza. Desarrolló el concepto de la «modernidad líquida», y acuñó el término correspondiente.1 Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010.
- Es interesante leer este artículo de Beck elogiando a Bauman: http://ssociologos.com/2015/02/03/el-ultimo-ensayo-de-ulrich-beck-elogiando-bauman-un-voto-favor-del-regreso-de-la-historia-social/
Bibliografía:
George Ritzer
Teoría
Sociológica Moderna
5ª Edición
McGraw-Hill
Madrid 2001
Adolfo Vásquez
Rocca
Zygmunt
Bauman: Modernidad Líquida y Fragilidad Humana
Nómadas
Revista
Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas
Universidad
Complutense de Madrid
Marzo 2008
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