Resumen:
En los dos artículos anteriores de Sociología
Divertida hemos hecho un viaje por uno de los movimientos teóricos más
importantes de la historia de la sociología, en éste, es mi intención echar un
vistazo al resurgimiento del movimiento en los años ochenta del siglo pasado,
que tomó el nombre de neofuncionalismo pues exploraba nuevos rumbos que
expandían el marco teórico del funcionalismo de los primeros tiempos.
Jeoffrey Alexander la figura más representativa del neofuncionalismo |
Índice:
Críticas al funcionalismo tradicional
Resurgimiento en la forma “neo”
Problemas y soluciones
El carpetazo de Alexander
Críticas al
funcionalismo tradicional
El funcionalismo
estructural fue la teoría sociológica más importante, sobre todo en los
Estados Unidos, desde los años treinta hasta los años sesenta. Durante todos
esos años, se fueron introduciendo un número de críticas importantes por los
agujeros que dejaba la teoría.
Como dice Ritzer (1), el movimiento empezó a perder fuelle – allá por los
primeros sesenta - cuando las críticas comenzaron a superar a los elogios.
Aunque ya hemos hablado de las dificultades teóricas del funcionalismo en los
dos artículos anteriores, es importante catalogar al menos estas críticas – sin
extenderse demasiado - pues el neofuncionalismo creció unos veinte años después
con la intención de superar estos problemas. Para Ritzer existen tres grupos de
críticas al funcionalismo: sustantivas, metodológicas y lógicas.
Las críticas
sustantivas o básicas comienzan con la acusación de que el funcionalismo es
esencialmente ahistórico, no tiene
tiempo, no es válido para analizar cuestiones históricas. Para los críticos,
las sociedades de los modelos funcional-estructurales son idealizaciones con un
grado de abstracción muy importante. Y esto es cierto, sobre todo, en los
inicios del movimiento que surgió en parte como reacción a los excesos del
enfoque histórico evolucionista de parte de la antropología de principios del
siglo XX. El mismo Parsons (2), como hemos relatado, dio pasos para corregir
esta carencia.
Muy relacionado con esta primera crítica está
el hecho de la incapacidad del funcionalismo estructural por analizar el cambio social de un modo eficaz. Si el
enfoque funcionalista tiene problemas con la variable tiempo, difícilmente
puede hacer un análisis coherente del cambio social. Siempre he mantenido que
el funcionalismo es muy adecuado para el estudio de la estructura social pero
para el análisis de cambio social yo me quedo con las teorías del conflicto. En
resumen, el funcionalismo es un buen fotógrafo social pero un mal camarógrafo
de la sociedad.
Y el conflicto
es precisamente la tercera y última crítica sustantiva. Los funcionalistas
siempre fueron muy de destacar el consenso social y la estabilidad de los
sistemas sociales. Si estás obsesionado con las fórmulas de acuerdo y consenso
social, tienes la tentación de construir modelos abstractos de sociedad tipo
“todo el mundo es bueno”(3) que dista mucho de las sociedades reales en las que
existen acuerdos y períodos estables, sí, pero también son comunes las
situaciones de conflicto, porque es difícil una distribución justa de las cosas
que molan (4), es decir, privilegios, bienes y estatus.
Dos son las críticas metodológicas más reiteradas en la literatura científico
social. En primer lugar, se acusa al funcionalismo de ser ambiguo, poco claro. En segundo lugar, los funcionalistas eran
partidarios de grandes teorías que
explicaban la sociedad de manera completa, los críticos, en este punto, dicen no
encontrar métodos de estudio adecuados para un objeto de estudio tan extenso.
Ambas críticas están relacionadas con el hecho de que los funcionalistas
estructurales eligieron estudiar sistemas sociales abstractos en vez de
sociedades reales.
Por último, las críticas lógicas. Son la teleología y la tautología. Dado que son
dos palabrejas que por destacan por su rareza, de esas para las que siempre hay
que echar un vistazo al diccionario, creo que no está de más detenernos un
momento en ellas.
La teleología,
en el más moderno de los sentidos, es la atribución de una finalidad u objetivo
a procesos concretos. En nuestro caso es darle a la sociedad y a las
estructuras sociales incrustadas en ella, propósitos o metas y, para cumplir
sus fines, crean instituciones sociales ad-hoc. Este fenómeno se da en cierta
medida, pero según el funcionalismo lo cumplían todos los sistemas sociales. Por
ejemplo, la sociedad necesita de la reproducción para existir, ergo se inventa
la institución del matrimonio. Esto era más difícil de ver en la primera mitad
del siglo XX, hoy en día, una simple mirada a la institución del matrimonio nos
indica claramente que hay muchas más razones por las que dos personas se
emparejan.
Una tautología
(5) es un razonamiento circular, es decir, la conclusión no es un argumento que
se infiere de las premisas sino una afirmación de las mismas. Y eso, según
Aristóteles (6), es ilegal en el juego de la lógica. Por ejemplo, no se puede
definir un sistema social por sus partes componentes y, al mismo tiempo,
definir las partes componentes por su pertenencia al sistema social.
Resurgimiento en
la forma “neo”
A mediados de los años ochenta se registró
una corriente sociológica que asumía parte de las críticas que hemos examinado
en el apartado anterior que, sin separarse de la teoría del funcionalismo
estructural, se esforzaba por ampliarlo y superar sus deficiencias teóricas
principales. Esta corriente teórica recibió el nombre de neofuncionalismo.
Los autores fundamentales de esta corriente
fueron Jeffrey Alexander (7) y Paul Colomy (8), este último, definió al
neofuncionalismo como “una corriente
autocrítica de la teoría funcional cuyo objetivo es ampliar el alcance
intelectual del funcionalismo sin perder su núcleo teórico”.
Problemas y programa
Según Alexander los principales problemas que el funcionalismo tiene que superar son: el
antiindividualismo, la oposición al cambio, el conservadurismo, el idealismo y
el sesgo antiempírico.
Además, el mismo autor, expuso un programa básico en seis puntos, que recoge
Ritzer. En primer lugar, el neofuncionalismo rechaza cualquier determinismo monocausal, es abierto y pluralista.
Opera con un modelo descriptivo que considera a la sociedad como una
configuración de elementos que interactúan entre sí de manera “simbiótica” sin
que actúe sobre ellas ninguna “mano invisible” o “fuerza suprema”.
En segundo lugar, las pautas de acción y orden. Mientras el funcionalismo se centra en el
orden social, fijando el objeto en la sociedad completa, el neofuncionalismo
dedica atención al orden si, pero también a las pautas de acción que actúan en
el nivel de la interacción social, es decir, en el ámbito microsociológico, en
el que el individuo se relaciona con su entorno social circundante.
En tercer término, el neofuncionalismo no da
por hecha la integración social, la
admite como una posibilidad social, en este sentido, los sistemas sociales mantienen
un equilibrio dinámico, que puede
ser parcial y está en movimiento entre situaciones estables.
Cuarto, el neofuncionalismo hereda el esquema
parsoniano de la personalidad, la cultura y el sistema social.
En quinto lugar, el neofuncionalismo pone
énfasis en que la interrelación
entre los sistemas de la personalidad, la cultura y el sistema social lo que representa
una fuente constante de cambio y de control. El cambio no produce conformidad y
armonía, sino individuación y tensiones institucionales
Por último, Alexander indica que el neofuncionalismo representa “un compromiso con la idea de que la
conceptualización y la teoría son independientes de otros niveles de análisis
sociológico”.
Ambos autores, Alexander y Colomy, consideran
que el neofuncionalismo es un esfuerzo de
reconstrucción, más que un lavado de cara, del funcionalismo estructural.
Destacan sus diferencias con Parsons y su apertura a otros teóricos.
Así manifiestan un esfuerzo para integrar el
neofuncionalismo con los viejos maestros como Marx (9) y sus reflexiones sobre
las estructuras sociales, o Durkheim, con sus ideas acerca del simbolismo.
También demuestran interés por incorporar ideas de la teoría del intercambio,
el interaccionismo simbólico, la fenomenología, entre otras escuelas.
Carpetazo de
Alexander
A finales de los noventa, Alexander –
exponente principal del neofuncionalismo - puso fin de hecho a esta corriente
cuando dijo que él había superado la
orientación neofuncionalista.
El razonamiento era el siguiente, Alexander
no renegaba de los principios del neofuncionalismo, simplemente, afirmaba que
la empresa había tenido éxito, que se había logrado el restablecimiento de la
legitimidad e importancia de la teoría parsoniana que era su objetivo. Que
había llegado el momento de ir más allá del neofuncionalismo y buscar nuevas metas teóricas. Así que
Alexander dio un carpetazo en toda regla al movimiento que él había impulsado.
De esta manera terminaron los desarrollos
teóricos funcionalistas, pero no hay que olvidar sus aportaciones. Al menos para
mí, que antes de ser sociólogo provenía de un mundo en el que la idea de
sistema está muy presente, el funcionalismo me ha ayudado a tener una visión comprensible de la estructura
social y un método para explicar muchos
fenómenos sociales.
Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
Notas
1. George
Ritzer nació en 1940 en la ciudad de Nueva York, se graduó en
sociología en la Escuela Superior de Ciencia del Bronx en 1958. En la
actualidad es profesor de sociología de la Universidad de Maryland. Sus
principales áreas de interés son la Teoría Sociológica y la Sociología del
Consumo. Fue director de las secciones de Teoría Sociológica (1989-1990) y de
Organizaciones y ocupaciones (1980-1981) de la Asociación Americana de
Sociología.
2. Talcott Parsons (13
de diciembre de 1902 – 8 de mayo de 1979) fue un sociólogo estadounidense.
Cursó estudios en el Amherst College, el London School of Economics y la
Universidad de Heidelberg (Alemania). Dio clases de sociología en la
Universidad Harvard de 1927 hasta 1974 como director del Departamento de
Sociología de dicha universidad (1944). Más tarde fue nombrado presidente del
nuevo Departamento de Relaciones Sociales 1946 y posteriormente presidente de
la American Sociological Association en 1949. Es uno de los mayores exponentes
del funcionalismo estructural en Sociología. Dicha teoría social sostiene que
las sociedades tienden hacia la autorregulación, así como a la interconexión de
sus diversos elementos (valores, metas, funciones, etc.). La autosuficiencia de
una sociedad está determinada por necesidades básicas, entre las que se
incluían la preservación del orden social, el abastecimiento de bienes y
servicios, la educación como socialización y la protección de la infancia.
3. “Todo
el mundo es bueno” o “To er mundo es güeno” (su variante andaluza) es una frase
coloquial muy española y muy optimista que viene a decir que el ser humano es en
principio bueno. Que luego las personas se maleen y tal, es harina de otro
costal. Es una concesión al Emilio de Rousseau.
4. Molar es verbo del lenguaje
coloquial español. Según el Diccionario de la Real Academia significa: gustar,
resultar agradable o estupendo. Es término prestado por la lengua de los
gitanos, el caló.
5. Tautología, en lógica
matemática, es una proposición que siempre es verdadera. O sea, una
perogrullada, una frase de Rajoy…
6. Aristóteles
(Estagira, 384 a. C.-Calcis, 322 a. C.) fue un polímata: filósofo, lógico y
científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia
sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios. Aristóteles
escribió cerca de 200 tratados (de los cuales solo nos han llegado 31) sobre
una enorme variedad de temas, entre ellos: lógica, metafísica, filosofía de la
ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y
biología.1 Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas del
conocimiento que abordó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de
la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas
materias, es en el trabajo de Aristóteles, donde se encuentran las primeras
investigaciones sistemáticas al respecto. Entre muchas otras contribuciones,
Aristóteles formuló la teoría de la generación espontánea, el principio de no
contradicción, las nociones de categoría, sustancia, acto, potencia y primer
motor inmóvil. Algunas de sus ideas, que fueron novedosas para la filosofía de
su tiempo, hoy forman parte del sentido común de muchas personas. Aristóteles
fue discípulo de Platón y de otros pensadores (como Eudoxo) durante los veinte
años que estuvo en la Academia de Atenas. Fue maestro de Alejandro Magno en el
Reino de Macedonia. En la última etapa de su vida fundó el Liceo en Atenas,
donde enseñó hasta un año antes de su muerte.
7. Jeffrey C. Alexander
(1947) es un destacado pensador y profesor norteamericano que ha contribuido
notablemente en la sociología contemporánea; particularmente en la sociología
cultural. También es considerado como una referencia necesaria del
"neofuncionalismo" en sociología. Es profesor de sociología en la
universidad de Yale
8. Paul Colomy
(1960) es un profesor de sociología norteamericano de la Universidad de Denver,
especialista en cambio social e institucional, control social, sociedad y
naturaleza. Neofuncionalista y neoinstitucionalista.
9. Karl Marx, conocido también
en castellano como Carlos Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de
1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo, intelectual y
militante comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra en los campos de la filosofía, la historia,
la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo
solamente al área intelectual, pues además incursionó en el campo del
periodismo y la política, proponiendo en su pensamiento la unión de la teoría y
la práctica. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico,
del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. Sus escritos
más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels)
y El Capital.
Bibliografía:
George Ritzer
Teoría Sociológica Moderna
Mac Graw-Hill
Madrid 2001
Encyclopedia of Sociology
Coordinada por George Ritzer
Blackwell
Londres 2010
John Mancionis y Ken Plummer
Sociología
Pearson Prentice Hall
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