lunes, 14 de diciembre de 2020

El neoliberalismo

 



Sólo una crisis, real o percibida, da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se lleven a cabo dependen de las ideas que existan en ese momento. En mi opinión, ésa debe ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y disponibles hasta que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable

Milton Friedman

Resumen

Este artículo, que tiene una intención divulgativa, es una reflexión crítica de lo que es y representa en nuestras vidas el sistema político y económico imperante en nuestras sociedades, conocido como neoliberallismo.

Sumary

This article, which has an informative intention, is a critical reflection of what the prevailing political and economic system in our societies, known as neo-liberalism, is and represents in our lives.

Índice

 

 

Antecedentes: liberalismo clásico

 

El neoliberalismo se ha convertido en la ideología de referencia en el mundo actual, es ubicuo, omnipotente y marca el ritmo de la vida cotidiana de las personas de todo el mundo salvo en territorios remotos o aislados. Forma una parte tan importante de nuestra forma de vivir que está impreso con letras de fuego en nuestro sentido común de manera que no encontramos alternativas sensatas. Establece lo que es realista, necesario y prudente. Lo más curioso es que está tan arraigado en nuestra visión del mundo que no nos damos cuenta de que está ahí, forma parte del decorado como el Sol en las alturas o el frío en invierno. Ni siquiera la crisis de 2008 nos abrió los ojos y los cambios en el capitalismo prometidos por los grandes prebostes mundiales, en el peor de los momentos de la economía global, quedaron en nada. Es el pensamiento único… por ahora.

Pero, antes de empezar a definir qué es el neoliberalismo, si queremos hacer las cosas como Dios manda, habría que quitarle el prefijo y hablar del liberalismo a secas. Pues el neo nació como una puesta al día - un aggiornamento que diría un esnob - del liberalismo clásico.

El liberalismo, en todas sus manifestaciones, es la ideología principal de la era contemporánea. A su formulación teórica han contribuido pensadores tan diversos como John Stuart Mill (1), Bejamin Constant (2), Jeremy Bentham (3), Alexis de Tocqueville (4).Pero pueden encontrarse trazas de esta ideología en pensadores anteriores como Hobbes (5), Locke (6), Kant (7) y la ilustración francesa.

El liberalismo se moldeó decisivamente por la acción de las revoluciones americana y francesa. Estos acontecimientos políticos marcaron el comienzo de la era moderna y de la preponderancia de las ideologías. La nueva teoría política y económica implicaba una ruptura decisiva con el antiguo régimen absolutista. Este nuevo orden afirmaba como principios de gobierno: la vida, libertad y la búsqueda de la felicidad en la versión americana, y la libertad, la igualdad y fraternidad en el caso francés.

Curiosamente, si de estos países viene la praxis del liberalismo, el nombre le viene de España. Liberales eran los opositores al absolutismo fernandino en la primera mitad del siglo XIX, el término tuvo éxito y del castellano pasó al inglés y al francés.

En su núcleo, hay una concepción particular de la sociedad y la naturaleza humana basada en el principio de primacía moral del individuo portador de unos derechos inalienables; la igualdad política entre las personas sin importar la clase, el respeto de la esfera privada del individuo - lo que incluye el concepto de propiedad - frente a la intromisión del gobierno; la posibilidad de mejorar las condiciones sociales y de reformar las instituciones políticas. El buen gobierno es precisamente aquel que protege la libertad y los derechos de sus ciudadanos.

Hay que distinguir entre liberalismo político y económico. Como doctrina política, el liberalismo subraya el marco de las instituciones y leyes a través del cual la libertad de los ciudadanos debe ser protegida de un gobierno arbitrario. El objetivo es establecer un gobierno de leyes, el Estado de derecho, con una constitución bien diseñada que asegure un equilibrio de poder entre los diferentes brazos del Estado: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, instaurando por primera vez una administración pública digna de tal nombre.

Aunque ya antes hubo pensadores que cuestionaron el poder de los príncipes o reyes si no tenían en cuenta la voluntad del pueblo, entre ellos, algunos escolásticos tardíos españoles, como el Padre Mariana y Francisco de Victoria, los liberales proclamaron que la soberanía no venía directamente de Dios que ungía con aceite sagrado a una cabeza coronada, sino que el gobierno debería basarse en la voluntad popular.

Sin embargo, en un principio, el liberalismo político no era democrático, votaba solo una parte de ese pueblo soberano, lo de un hombre un voto vino después, muy a finales del siglo XIX y el voto de la mujer no llegó hasta bien entrado el siglo XX. No obstante, el liberalismo fue un paso necesario para alcanzar los regímenes democráticos actuales, por eso se les denomina democracias liberales.

Como doctrina económica, el liberalismo fue una reacción al mercantilismo (8) del antiguo régimen. Sigue una línea distintiva de economía política, comprometida con el libre comercio, el capital y el laissez-faire (9).

Estas ideas fueron importantes para romper los obstáculos a la expansión de los mercados y a la acumulación de capital. Se promocionaron los flujos de capital, bienes y personas de todo el mundo, basándose en el argumento de que, si el gobierno se retira y permite dar rienda suelta a las energías naturales de la gente, los países se harán más fuertes y más ricos.

Para los liberales los gobiernos son males necesarios, pero no dejan de ser males, por lo que tienen que ser limitados en sus poderes tanto como sea posible. Han aceptado siempre que algunos poderes deben ser ejercidos por el Estado, como proveedor de defensa y diplomacia ante el enemigo externo, orden interno, y el Estado de derecho como base para que los mercados dispongan de seguridad jurídica.

En la práctica ha supuesto una distribución de la riqueza desigual, las economías industriales inspiradas en el liberalismo económico han generado muchos beneficios pero no han sido capaces de distribuirlo de una manera mínimamente equitativa. Esta desigualdad congénita provocó la protesta de los menos favorecidos y la organización del movimiento obrero que sería el otro movimiento ideológico preponderante en el pensamiento moderno y que ha sido en parte desmontado por la habilidad demostrada por el neoliberalismo de crear una hegemonía cultural.

Personalmente me siento heredero del liberalismo político, pero no del económico y echo mucho de menos la época en la que el Estado tenía más capacidad reguladora y supervisora al servicio del interés general.

 

Definición de neoliberalismo


Sorprendentemente, a los neoliberales no les gusta ser etiquetados como tales, no les gusta el término, prefieren llamarse a sí mismos como libertarios, social liberales, social liberales de mercado o, simplemente, liberales. Esto no pasaba al principio del movimiento, ha ido pasando con el tiempo conforme iba entrando en todos los rincones de nuestra sociedad.

Definir el neoliberalismo es más difícil de lo que parece porque, como dicen Srnicek(10)  y Williams(11), si lo definimos como que es la veneración de los mercados no explicamos por qué hay neoliberales que no son partidarios del libre comercio. Si lo definimos como que es la introducción de la competencia donde sea posible se contradice con la práctica de socializar las pérdidas y privatizar los beneficios. Si lo definimos como un proyecto político de una clase social particular no explica el rechazo inicial de la clase capitalista a sus fundamentos.  Y si decimos que el neoliberalismo son esas tres características al mismo tiempo sería cierto, pero no completo.

En conclusión, no es una doctrina uniforme. De hecho, hasta 1989 no se dispuso de un paquete estándar que agrupara las políticas neoliberales que se denominó Consenso de Washington, que serían de aplicación por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en países en desarrollo en crisis, es más, ni siquiera este consenso ha estado libre de polémica (12).

El neoliberalismo revivió muchos – aunque no todos – los principios básicos del liberalismo clásico expresándolos de forma novedosa. El resultado ha sido una nueva forma distintiva de liberalismo cuyas recetas típicas son la desregulación y liberalización de la actividad económica, la privatización de los activos del Estado, el recorte en el gasto público con especial interés en la reducción de los gastos del Estado del bienestar y la reducción de los impuestos en la convicción de que esto aumentará la inversión por parte del capital. Todas estas medidas se toman como dogmas indiscutibles y todo aquel que no piense de esta manera es considerado un radical o un comunista.

El neoliberalismo, como doctrina política, tiene dos características que sobresalen, por un lado, el nuevo papel que se atribuye al Estado y, por otro, la aceptación a regañadientes de la democracia.

Aunque el neoliberalismo mantiene el axioma de que el gobierno debe intervenir lo menos posible, el papel que atribuye al Estado cambia con respecto al liberalismo clásico.

Los mercados no son naturales, no crecen en los árboles, deben construirse de un modo consciente y desde cero. La función del Estado es crear y mantener los mercados mediante constructos materiales, técnicos y legales, como puede ser un sistema legal que refuerce los derechos de propiedad o promueva la desregulación normativa. El Estado neoliberal no debe ser pasivo sino activo y enérgico. Debe reducir al mínimo sus efectos nocivos sobre la economía y, al mismo tiempo, eliminar todos los obstáculos para su funcionamiento libre.

Por poner un ejemplo que conocemos todos, las intervenciones en los bancos inyectando fabulosas cantidades de dinero que podían haber ido a los gastos clásicos de un Estado moderno, no son un síntoma de debilidad o mal funcionamiento del Estado neoliberal, es una demostración de que el Estado neoliberal funciona precisamente como quieren los neoliberales.

Por otra parte, para los neoliberales la democracia es, en el mejor de los casos, un mecanismo imperfecto para el gobierno y no representa un valor más alto que la libertad individual. La democracia se define como la forma de gobierno menos mala, pero desconfían de ella, ya que la doctrina de la soberanía popular en la era moderna ha legitimado la expansión del Estado y los atentados al desenvolvimiento libre del mercado bajo los gobiernos de izquierda, e incluso, de la derecha. Las libertades civiles y políticas son importantes, pero menos importante que el libre mercado.

Hay neoliberales distinguidos que prefieren los regímenes autoritarios que respetan la libertad económica básica a los regímenes democráticos que no lo hacen. En este punto se justifica el soporte que Hayek (13) y Friedman (14) proporcionaron al régimen de Pinochet en Chile.

También hay neoliberales que han propuesto reformas a la democracia liberal que implican restricciones al derecho de voto y sobre los poderes de los gobiernos elegidos. Esto significa colocar los principios básicos del mercado fuera del alcance del gobierno electo del momento.


Historia del neoliberalismo

La historia del neoliberalismo es ejemplar porque es una ilustración perfecta de cómo una idea marginal, casi una herejía, se puede llegar a convertir en una ideología hegemónica.

El primer autor que uso el término neoliberal fue Alexander Rüstow (15), miembro de un grupo de economistas alemanes denominado ordoliberales (16), en la década de 1930. Lo usó para describir nuevas corrientes de pensamiento liberal que eran hostiles a las formas de estatismo y colectivismo que habían surgido con fuerza en la primera mitad del siglo XX.

Hay que decir que en este momento histórico la ideología económica preponderante en las democracias occidentales era el keynesianismo (17). Que se oponía a la idea liberal clásica de que la economía se autorregulaba y proponía la intervención del Estado y las instituciones internacionales como mecanismo de control.

El primer intento serio de hacer frente a la decadencia liberal en su confrontación con lo que ellos denominaban ideologías colectivistas, se produjo en el coloquio Walter Lippmann celebrado en el Centre de Etudes pour la Rénovation du Liberalisme en París en 1939. Reunió a los ordoliberales alemanes, a los británicos de la Escuela de Economía de Londres y a Hayek y los liberales austríacos. El estallido de la Segunda Guerra Mundial dio al traste con el objetivo de desarrollar un nuevo liberalismo pero se creó, en palabras de Hayek, un colectivo de pensamiento liberal.

El mismo Hayek, después de la gran conflagración, impulsó la idea de institucionalizar una red de pensadores liberales mediante la creación de la Sociedad Mont Pelerin (18), un think tank (como se dice ahora) que, con una estrategia a largo plazo, pretendía conseguir el monopolio ideológico mediante lo que Srnicek  y Williams  califican como creación de un sentido común.

Y, ¿en qué consistía esa estrategia a largo plazo?, pues en el desarrollo de una utopía liberal mediante la elaboración de documentos políticos, la penetración en las universidades para educar a las nuevas generaciones de economistas y la constitución de grupos de expertos que dieran un barniz científico a las aserciones neoliberales. El modus operandi combinaba una deliberación privada, estratégica y elitista.  Al principio los capitalistas no acababan de ver claro esto del neoliberalismo, por eso la idea de Hayek y el objetivo de la Sociedad Mont Pelerin era convertirlos al nuevo credo.

La red tejida por la Sociedad Mont Pelerin promovió la difusión en varios frentes. Es importante señalar la figura de Anthony Fisher que difundió estas ideas en el Reino Unido. Fisher sostenía que lo difícil no es la producción de las ideas sino su difusión y planteó la distribución de las ideas neoliberales entre los que Hayek denominaba “comerciantes de segunda mano”, es decir, personajes con capacidad para difundir las ideas de otros. Así que se centraron en colectivos de maestros, académicos, escritores, periodistas y políticos.

Los grupos de expertos se repartieron el trabajo, unos se dedicaron a realizar propuestas políticas a corto plazo, otros se dedicaron a la filosofía política buscando los puntos débiles de la lógica keynesiana y los grupos crearon instituciones - como el Instituto de Manhattan de Investigaciones Políticas, la Fundación Heritage, el Instituto Hoover o el Instituto de Asuntos Económicos de Londres - que infundieron esta visión del mundo a los políticos jóvenes de los partidos; según Srnicek y Williams citando a Cockett (19), numerosos miembros de lo que serían los gobiernos de Thatcher tuvieron relación con el instituto londinense durante los años sesenta y setenta.

Por último, pusieron el foco en el gran público, publicando libros asequibles a la cultura del ciudadano medio en los que se difundían ideas como la identificación de la dependencia de los beneficios sociales, en lugar de la pobreza misma, como principal problema social; o bien, el dogma de la reducción de impuestos como motor de la economía.

En algún sitio tenemos que meter al amigo Milton Friedman en esta historia y este parece un buen momento. Profesor de Economía y fundador de la Escuela de Economía de Chicago, futuro premio nobel, usó las páginas de opinión de los periódicos y las entrevistas en los medios como ningún otro académico hasta ese momento. Difundió como nadie su visión económica entre el público y los gestores que elaboran políticas públicas.

A todo esto, empezaron a crearse las escuelas de negocio que se basaban en el pensamiento de la Escuela de Chicago y que se convirtieron en las sedes de formación de la élite global. Los que pasaban por estas escuelas regresaban a su casa con la ideología neoliberal incorporada a su acervo cultural, de manera que, estaban a un paso de aplicar estas políticas en sus puestos directivos de las empresas y de la administración de sus países.

Sin embargo, todavía en este momento, diez años antes de los gobiernos de Thatcher y Reagan, el keynesianismo seguía siendo el enfoque más popular en la gestión de la economía de los países. Cuando de repente, sucedieron dos acontecimientos que cambiaron el mundo.

Primero fue la caída del sistema monetario de Bretton Woods (20) y la adopción de tipos de cambio flotantes en 1971, que supuso el fin de un respaldo real, de un patrón fijo para el valor de las monedas. Los países empezaron a sacar la máquina de los billetes y se acabaron los controles estrictos sobre los movimientos de capitales.

Pero este hecho pasó bastante desapercibido para el público en general, la gran oportunidad propagandística que llevaban años esperando llegó con la crisis del petróleo (21) en 1973, pues en esta ocasión los bolsillos de los ciudadanos se vieron afectados inmediatamente y lo que había nacido como una crisis asociada al incremento del precio de un producto básico devino en una crisis fiscal generalizada.

Yo no era más que un muchacho de trece años de un país que en aquel entonces era muy marginal, pero era espectador habitual de los telediarios y hasta yo podía darme cuenta de que el mundo estaba cambiando. Los países productores de petróleo imponían sus condiciones al mundo occidental. Recuerdo la inflación galopante, el comienzo del desempleo y las colas de coches en las gasolineras.

Esta combinación de indicadores de inflación, estancamiento económico y desempleo alto se conoce por los economistas como estanflación. Este fenómeno era nuevo, John Maynard Keynes (hay que decir en su defensa que llevaba bastantes años muerto) que tenía recetas contrastadas para resolver la inflación alta y el paro por separado, no las tenía para la estanflación, así que, ¿de que teoría económica se echó mano?, pues sí del neoliberalismo que se había hecho hueco en la ciencia económica. Se aplicaron sus recetas, identificaron al Estado de bienestar como el culpable en la rigidez de los precios y salarios y se pusieron a recortar y desregular. Para cuando llegaron los análisis alternativos y soluciones fuera del neoliberalismo ya fue demasiado tarde.

Los años siguientes fueron testigos de una serie de catastróficas desdichas. Margaret Thatcher (22) y Ronald Reagan (23) fueron elegidos y apretaron el acelerador neoliberal. Aplicaron políticas públicas que buscaban la desregularización de las finanzas, el adelgazamiento de la seguridad social (en Estados Unidos nunca hubo una seguridad social como Dios manda pero la Thatcher debilitó la National Health); se impulsó la nueva gestión pública como un conjunto de teorías y técnicas que promovían  una gerencia más eficiente del sector público, frente a otras consideraciones o valores. Los organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial se hicieron hinchas del neoliberalismo, las legislaciones laborales protectoras fueron desmanteladas y fueron directos a por el sindicalismo, baste recordar el pulso de Thatcher con los mineros británicos.

Por último, en 1989 cayó el muro de Berlín (24). La ideología capitalista se quedó sin contrapeso. Mientras existió el socialismo real, las élites dirigentes occidentales tenían que vender a sus clases trabajadoras su modelo, y poder decir “mira cómo viven los rusos bajo el yugo soviético y mira como vives tú”. Por eso se esforzó por mantener un capitalismo de rostro humano y su expresión socioeconómica y política: el Estado de Bienestar. A partir de ese momento no hacía falta disimular. El último de los límites había caído y el neoliberalismo quedó como pensamiento único.


¿El mundo neoliberal funciona?

Después de más de treinta años que lleva el neoliberalismo como pensamiento hegemónico en el mundo globalizado en el que vivimos, parece pertinente preguntarse si ha funcionado, si el resultado ha sido bueno.

El sociólogo francés Edgar Morin (25) escribió una frase que conlleva una imagen que para mí es muy reveladora: “Nos encontramos en una nave espacial, la Tierra, en la que navega la humanidad. Esta nave es propulsada hoy por cuatro motores: ciencias, técnica, economía y afán de lucro, y esos motores están descontrolados”.

Para Morín la humanidad pasa por una crisis múltiple que denomina “policrisis. Habría una crisis del modelo de desarrollo que lleva implícito un tipo de crecimiento económico que consume recursos sin medida y esto afecta a la degradación de la naturaleza hasta límites insostenibles. Habría que hablar de una crisis demográfica con las tensiones entre mundo desarrollado envejecido y un mundo en desarrollo con sobrepoblación. Una crisis cultural con el pulso entre el ideal de la cultura occidental impuesta y la resistencia de las culturas locales que tratan de no ser comidas por dicha imposición. Relacionado con lo anterior, podríamos hablar de una crisis de las religiones, fundamentalismos para defender diferentes personalidades de lo sagrado en un mundo tecnológico que cada vez deja menos espacio a lo sacro. Podríamos hablar de una continua crisis humanitaria con hambrunas y epidemias en las zonas pobres del planeta.

Párrafo aparte merece la crisis política. Una crisis en el ámbito del Estado Nación, con unos ejecutivos con las manos atadas por organizaciones internacionales y supranacionales, que ya no consiguen por sí mismos proteger a sus respectivas sociedades y alcanzar el bien general. Al mismo tiempo, algunos políticos contemporáneos, hacen una lectura interesada del liberalismo, puesto que solo se quedan con aquello que les viene bien (recortar lo público a favor de lo privado), y sin embargo desprecian todo el entramado de control y equilibrio entre poderes (entre sí y respecto de los ciudadanos), por el que tanto lucharon los verdaderos primeros liberales (Locke, Montesquieu (26), Rousseau (27) y compañía). Si levantaran la cabeza y vieran los planteamientos “liberales” de algunos elementos, que no andan muy lejos de donde escribo estas líneas, les entrarían ganas de vomitar.

Por otra parte, existe una crisis de carácter político global, por la asimetría que ha impulsado el asentamiento de las ideologías neoliberales (con predominancia del mercado y de lo económico), sin el freno de unas instituciones de gobernanza adecuadas que les sirvan de contrapeso o freno. El problema no es tanto que se haya globalizado la economía y sus rigores, como que no lo hayan hecho al mismo tiempo y con igual potencia las instituciones que salvaguardan los derechos de la ciudadanía en su vertiente mundializada y nacionalizada. Morin hace referencia a una economía globalizada sin un gobierno global.

Srnicek y Williams hablan de otras dos crisis: la económica y la del trabajo. Simplificando mucho la crisis económica deriva del enorme impulso que ha recibido la economía financiera sobre la economía real y de la desaparición de los controles regulatorios, de tal forma, que la economía no se sustenta sobre bases sólidas sino sobre un castillo de naipes, muchos hablan de casino financiero.

La automatización de los procesos de producción y de los puestos de trabajo en el sector de los servicios, amén de las consecuencias de las políticas de austeridad, ha creado un aumento de la población activa excedente – el famoso precariado - y una bajada salarial de los que tienen – en palabras de Srnicek y Williams – la suerte de ser explotados. Esto plantea un fuerte debate sobre el concepto del trabajo y el olvido definitivo de la aspiración a alcanzar una sociedad de pleno empleo.

Así que no parece que el mundo funcione demasiado bien. Para mí que la implantación del neoliberalismo no ha supuesto para la mayoría de la gente una mejora con respecto a la sociedad keynesiana. Ahora bien, esto es mi opinión, a lo mejor esta es la utopía liberal que buscaban gentes como Hayek y Friedman, entonces desde ese punto de vista, el neoliberalismo si habría hecho lo que se esperaba de él, a pesar de ser distópico para los de siempre. Para los que siempre les toca pagar.

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

 

Agradezco los comentarios y anotaciones del profesor Jorge Crespo de la Universidad Complutense de Madrid, si no fuera por el carácter poco académico de mi artículo pondría su firma.

Notas:

  1. John Stuart Mill (Londres, 20 de mayo de 1806-Aviñón, Francia, 8 de mayo de 1873) fue un filósofo, político y economista inglés de origen escocés, representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo, planteamiento ético propuesto por su padrino Jeremy Bentham, que sería recogido y difundido con profusión por Stuart Mill.
  2. Henri-Benjamin Constant de Rebecque (Lausana, 25 de octubre de 1767-París, 8 de diciembre de 1830) fue un filósofo, escritor y político francés de origen suizo.
  3. Jeremy Bentham (Londres, 26 de febrero de 1748 - Londres, 6 de junio de 1832), fue un filósofo, economista, pensador y escritor inglés, padre del utilitarismo.
  4. Alexis Henri Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville (Verneuil-sur-Seine, Isla de Francia, 29 de julio de 1805-Cannes, 16 de abril de 1859), fue un pensador, jurista, político e historiador francés, precursor de la sociología clásica y uno de los más importantes ideólogos del liberalismo; bisnieto del también político y ministro de Luis XVI, Guillaume-Chrétien de Lamoignon de Malesherbes. Tocqueville es conocido por su obras. La democracia en América, que tuvo dos volúmenes —el primero en 1835 y el segundo en 1840— y por El antiguo régimen y la revolución, publicado en 1856.
  5. Thomas Hobbes ( Westport, cerca de Malmesbury, 5 de abril de 1588 – Derbyshire, 4 de diciembre de 1679), en ciertos textos antiguos Thomas Hobbes of Malmesbury, fue un filósofo inglés considerado uno de los fundadores de la filosofía política moderna. Su obra más conocida es el Leviatán (1651), donde sentó las bases de la teoría contractualista, de gran influencia en el desarrollo de la filosofía política occidental. Además del ámbito filosófico, trabajó en otros campos del conocimiento como la historia, la ética, la teología, la geometría o la física
  6. John Locke (Wrington, Somerset, 29 de agosto de 1632-Essex, 28 de octubre de 1704) fue un filósofo y médico inglés, considerado como uno de los más influyentes pensadores del empirismo inglés y conocido como el «Padre del Liberalismo Clásico». Fue uno de los primeros empiristas británicos. Influido por las ideas de Francis Bacon, realizó una importante contribución a la teoría del contrato social. Su trabajo afectó en gran medida el desarrollo de la epistemología y la filosofía política. Sus escritos influyeron en Voltaire y Rousseau, pensadores de la Ilustración francesa, así como los revolucionarios estadounidenses. Sus contribuciones al republicanismo clásico y la teoría liberal se reflejan en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la Declaración de Derechos de 1789.
  7. Immanuel Kant, fue un filósofo prusiano de la Ilustración. Es el primero y más importante representante del criticismo y precursor del idealismo alemán y está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal.
  8. Se denomina mercantilismo a un conjunto de ideas políticas o ideas económicas que se desarrollaron durante los siglos xvi, xvii y la primera mitad del xviii en Europa. Se caracterizó por una fuerte intervención del Estado en la economía, coincidente con el desarrollo del absolutismo monárquico.
  9. La frase laissez faire, laissez passer es una expresión francesa que significa «dejen hacer, dejen pasar»; una práctica caracterizada por una abstención de dirección o interferencia especialmente con la libertad individual de elección y acción; una doctrina que se opone a la injerencia gubernamental en asuntos económicos, permitiendo así la asignación más eficiente de recursos en una economía ya que estarán guiados por las demandas de los consumidores y las únicas regulaciones gubernamentales que existan serán para proteger los derechos individuales de la persona, y derechos de propiedad, lográndose así una absoluta libertad en la economía: un libre mercado (libre manufactura, bajos o nulos impuestos, libertad de contratos, libre mercado laboral, cero aranceles y subsidios, abolición de los privilegios especiales, no hay límites mínimos y máximos a los precios de los bienes y servicios ya que son establecidos por la oferta y la demanda, la apertura de las rutas comerciales mundiales al libre intercambio internacional y la competencia entre los ciudadanos de todos los países que tratan directamente unos con otros, etc...), forma parte de la creencia de que los gobiernos no deben interferir en la vida de las personas.
  10. Nick Srnicek (nacido en 1982) es un escritor y académico canadiense. Actualmente es profesor de Economía Digital en el Departamento de Humanidades Digitales, King's College London. Srnicek está asociado con la teoría política del aceleracionismo y una economía posterior a la escasez.
  11. Alex Williams es profesor de sociología en la Universidad de Londres.
  12. El término Consenso de Washington fue acuñado en 1989 por el economista John Williamson. Su objetivo era describir un conjunto de diez fórmulas relativamente específicas, las cuales consideró que constituían el paquete de reformas «estándar» para los países en desarrollo azotados por la crisis, según las instituciones bajo la órbita de Washington D. C. como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.
  13. Friedrich August von Hayek (Viena, 8 de mayo de 1899-Friburgo, 23 de marzo de 1992) fue un economista, jurista y filósofo austriaco. Exponente de la Escuela Austriaca, era discípulo de Friedrich von Wieser y de Ludwig von Mises. Es conocido principalmente por su defensa del liberalismo y por sus críticas a la economía planificada y al socialismo
  14. Milton Friedman (Nueva York, 31 de julio de 1912-San Francisco, 16 de noviembre de 2006) fue un economista, estadístico e intelectual estadounidense de origen judío ganador del Premio Nobel de Economía de 1976. Profesor en la Universidad de Chicago, fue uno de los fundadores de la Escuela de Economía de Chicago, una escuela económica de economía clásica defensora del libre mercado. Junto a John Maynard Keynes y Friedrich Hayek, Friedman es considerado uno de los economistas más influyentes del siglo xx.
  15. Alexander Rüstow (Wiesbaden, 8 de abril de 1885-Heidelberg, 30 de junio de 1963) fue un sociólogo y economista alemán. En 1938, en el Coloquio Walter Lippmann, Rüstow acuñó el término «neoliberalismo» para diferenciar el liberalismo moderno del liberalismo clásico y la economía laissez faire, que consideraba que habían fracasado. Rüstow es considerado uno de los ideólogos del ordoliberalismo y la economía social de mercado, que se aplicó en Alemania Occidental después de la Segunda Guerra Mundial.
  16. El ordoliberalismo es una corriente de pensamiento económico fundada por un grupo de políticos y economistas alemanes durante la década de 1930-1940. Se encuentra íntimamente ligada a la Escuela de Friburgo y al concepto de economía social de mercado.
  17. El keynesianismo es una teoría económica propuesta por John Maynard Keynes, plasmada en su obra Teoría general del empleo, el interés y el dinero, publicada en 1936 como respuesta hipotética a la Gran Depresión de 1929. La economía propuesta por Keynes se centró en el análisis de las causas y consecuencias de las variaciones de la demanda agregada y sus relaciones con el nivel de empleo y de ingresos. El interés final de Keynes fue intentar dotar a las instituciones nacionales o internacionales de poder para controlar la economía en las épocas de recesión o crisis. Este control se ejercía mediante el gasto presupuestario del Estado, política que se llamó política fiscal. La justificación económica para actuar de esta manera parte, sobre todo, del efecto multiplicador que, según Keynes, se produce ante un incremento en la demanda.
  18. La Sociedad Mont Pelerin es una asociación multidisciplinaria creada, en palabras de sus propios fundadores y seguidores, para preservar los derechos humanos amenazados por la difusión de ideologías relativistas y afines a la extensión del poder arbitrario. Por sus características puede englobarse dentro de los grupos conocidos muy posteriormente a su creación como think tanks.
  19. Richard Cockett (nacido en 1961) es un historiador, periodista y escritor británico. Es editor regional de The Economist, con experiencia en México, América Central, África y Singapur. Anteriormente fue profesor titular de política e historia en Royal Holloway, Universidad de Londres.
  20. Los acuerdos de Bretton Woods son todas las resoluciones de la conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas, realizada en la localidad de Bretton Woods (Nueva Hampshire, Estados Unidos), entre el 1 y el 22 de julio de 1944, que establecieron el nuevo orden económico mundial que estuvo vigente hasta principios de la década de 1970. Allí fue donde se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo. Bretton Woods trató de poner fin al proteccionismo del período 1914-1945, que se inició en 1914, con la Primera Guerra Mundial. Se consideraba que, para llegar a la paz, tenía que existir una política librecambista, donde se establecerían las relaciones con el exterior. En los acuerdos, también se decidió la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, usando el dólar estadounidense como moneda de referencia internacional. Ambas organizaciones empezaron a funcionar en 1946.
  21. La crisis del petróleo de 1973 (también conocida como primera crisis del petróleo) comenzó el 16 de octubre de 1973, a raíz de la decisión de la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (que agrupaba a los países árabes miembros de la OPEP más Egipto, Siria y Túnez) con miembros del golfo pérsico de la OPEP (lo que incluía a Irán) de no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur (llamada así por la fecha conmemorativa judía Yom Kipur), que enfrentaba a Israel con Siria y Egipto. Esta medida incluía a Estados Unidos y a sus aliados de Europa Occidental. El aumento del precio, unido a la gran dependencia que tenía el mundo industrializado del petróleo, provocó un fuerte efecto inflacionista y una reducción de la actividad económica de los países afectados. Estos países respondieron con una serie de medidas permanentes para frenar su dependencia exterior.
  22. Margaret Hilda Thatcher (de soltera Roberts; Grantham, 13 de octubre de 1925—Londres, 8 de abril de 2013)2 fue una política británica que ejerció como primera ministra del Reino Unido desde 1979 a 1990, siendo la persona en ese cargo durante más tiempo durante el siglo XX y la primera mujer que ocupó este puesto en su país. Su firmeza para dirigir los asuntos de Estado, su estricto dominio sobre los ministros de su gabinete y su fuerte política monetarista le valieron el sobrenombre de la Dama de Hierro. Como jefa de gobierno, su llegada al poder supuso una completa transformación del Reino Unido al apoyar la privatización de empresas estatales, de la educación y de los medios de ayuda social. Sus políticas liberales llegaron a ser conocidas como thatcherismo
  23. Ronald Wilson Reagan (Tampico, Illinois; 6 de febrero de 1911-Los Ángeles, California; 5 de junio de 2004) fue un político estadounidense que sirvió como 40.° presidente de los Estados Unidos desde 1981 a 1989 y el 33.er gobernador de California desde 1967 a 1975.
  24. El Muro de Berlín (en alemán, Berliner Mauer) fue un muro de seguridad que formó parte de la frontera interalemana desde el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989. Rodeaba y separaba la zona de la ciudad berlinesa encuadrada en el espacio económico de la República Federal de Alemania (RFA), Berlín Oeste, de la capital de la República Democrática Alemana (RDA) entre esos años.1​Es el símbolo más conocido de la Guerra Fría y de la división de Alemania
  25. Edgar Morin (París, 8 de julio de 1921), de nacimiento Edgar Nahum, es un filósofo y sociólogo francés
  26. Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu (Castillo de la Brède, 18 de enero de 1689-París, 10 de febrero de 1755) fue un filósofo y jurista francés cuya obra se desarrolla en el contexto del movimiento intelectual y cultural conocido como la Ilustración. Fue uno de los filósofos y ensayistas ilustrados más relevantes, en especial por la articulación de la teoría de la separación de poderes, que ha sido introducida en algunas constituciones de varios Estados, con mayor influencia en la Constitución de los Estados Unidos.
  27. Jean-Jacques Rousseau, también mentado como Juan Jacobo Rousseau (Ginebra, 28 de junio de 1712 - Ermenonville, 2 de julio de 1778) fue un polímata suizo francófono. Fue a la vez escritor, pedagogo, filósofo, músico, botánico y naturalista, y aunque fue definido como un ilustrado, presentó profundas contradicciones que lo separaron de los principales representantes de la Ilustración, ganándose por ejemplo la feroz inquina de Voltaire y siendo considerado uno de los primeros escritores del prerromanticismo.


Bibliografía:

 

A 40 años del fin de Bretton Woods y del origen del caos financiero

Marco Antonio Moreno

https://www.elblogsalmon.com/economia/a-40-anos-del-fin-de-bretton-woods-y-del-origen-del-caos-financiero

 

Edgar Morin

La Vía

(para el futuro de la humanidad)

Editorial Paidós

Barcelona 2011

 

Liberalism

Andrew Gamble

Encyclopedia of Sociology

Blackwell Publishing

Londres 2010

 

Neoliberalism

Andrew Gamble

Encyclopedia of Sociology

Blackwell Publishing

Londres 2010

 

Inventar el futuro

Poscapitalismo y un mundo sin trabajo

Nick Srnicek

Alex Williams

Malpaso Editores

Barcelona 2017

 

 


jueves, 12 de noviembre de 2020

La sociología marxista después de Marx II: La teoría crítica

 

De izquierda a derecha: Habermas, Fromm, Hokhiemer, Adorno, Marcuse y Benjamin

Resumen

El presente artículo es una descripción del pensamiento de la Escuela Crítica que durante cuatro décadas tuvo una notable influencia en la sociología del siglo XX, con especial atención a la obra de Habermas.

Summary

This article is a description of the thinking of the Critical School which, for four decades, had a notable influence on the sociology of the 20th century, with special attention to Habermas's work.

Índice

La Escuela de Fráncfort y la teoría crítica

Las críticas que dan nombre a la teoría

Aportaciones teóricas

Críticas a la teoría crítica

Jurgen Habermas

 

La Escuela de Fráncfort y la teoría crítica

Una regla de buena redacción en la lengua castellana es que se debe evitar repetir la misma palabra en el mismo párrafo, el uso correcto consiste en buscar un sinónimo. En este artículo va a ser difícil respetar esta recomendación pues la palabra “crítica” va a aparecer continuamente, es muy difícil de evitar, la teoría crítica se llama así por algo.

La teoría crítica es el producto de un grupo de neomarxistas, todos alemanes, que tenían el mismo sentimiento de insatisfacción en contra del determinismo económico del marxismo clásico que hemos visto en autores anteriores como Luckás (1) y Gramsci (2)(ver “La sociología marxista después de Marx: ortodoxos y hegelianos “).

Estos sociólogos se reunieron en torno al Instituto de Investigación Social (3), fundado en 1923, en la ciudad alemana de Fráncfort del Meno, de ahí viene el nombre de Escuela de Fráncfort como también se conoce a este movimiento teórico, en cambio, el apelativo de teoría critica parece que viene de la obra de Max Horkheimer (4), “Teoría tradicional y teoría crítica”.

Con el estrangulamiento de la República de Weimar (5) por los nacionalsocialistas, los principales autores de este enfoque teórico – con el fin de salvar el pellejo – huyeron a los Estados Unidos en dónde continuaron con su trabajo en la Universidad de Columbia (6). Después de la Segunda Guerra Mundial unos volvieron a Alemania y otros encontraron acomodo en su país de acogida.

Se puede establecer una línea temporal de esta escuela desde la precitada obra de Max Horkheimer y la “Teoría de la acción comunicativa” de Jurgen Habermas publicada en 1981, cuarenta y cuatro años de progresión teórica que nos señalan la importancia que ha tenido esta escuela en la sociología del siglo XX.

Podemos incluir dentro de este enfoque a autores tan importantes como Theodor Adorno (7), Herbert Marcuse (8), Erich Fromm (9) y Walter Benjamin (10), aparte de los ya citados Horkheimer y Habermas.

La obra principal de la teoría crítica es una colección de ensayos compilada por Horkheimer y Adorno titulada “Dialéctica de la Ilustración” y publicada entre 1944 y 1947.

 

Las críticas que dan nombre a la teoría

La teoría critica es un conjunto de análisis críticos de diversos aspectos de la vida social e intelectual. Según Ritzer (11) las críticas má simportantes son: la crítica de la teoría marxista, la crítica del positivismo, la crítica de la sociología, la crítica de la sociedad moderna y la crítica de la cultura.

Paradójicamente, este enfoque teórico de base marxista se dedicó en parte a criticar las teorías marxistas, sobre todo, por su determinismo económico y su mecanicismo. A los deterministas no les reprochaban que se centraran en la economía, sino que esa compulsión les hiciera ignorar otros aspectos de la vida social. La escuela crítica pretendió rectificar esa desviación poniendo el foco en el ámbito de lo cultural, que es más amplio e incluye a la economía. Además de criticar otras teorías marxistas anteriores pusieron en solfa los modelos sociales que surgieron de las mismas como, por ejemplo, la sociedad soviética.

Los críticos también le dieron duro al positivismo (12). Esta escuela filosófica destaca por defender que el método científico es de aplicación necesaria a todos los campos de estudio. Los positivistas adoptan a las ciencias físicas como el modelo para todas las disciplinas por ser fiables y precisas. Consideran que el conocimiento es neutral y apartan sus valores personales de sus observaciones, lo que es mucho decir por otra parte en el ámbito de las ciencias sociales. El positivismo influyó mucho a la sociología en sus primeros tiempos.

Profundizando un poco más, el positivismo tiende a reificar el mundo social y a considerarlo como un proceso natural. Los teóricos críticos, en cambio, prefieren centrarse en la actividad humana y en los modos en los que esa actividad influye en las grandes estructuras sociales. A los críticos se les hacía muy cuesta arriba aceptar la idea que las leyes generales de la ciencia pueden aplicarse sin considerar la acción humana. En resumen, para la sociología crítica el positivismo ignora los actores.

Para los críticos, la idea de que las leyes naturales son inmutables, inhabilita a los positivistas para cambiar el mundo, de lo que puede deducirse que el positivismo es intrínsecamente conservador. Es curioso pero gran parte de los marxistas e incluso el propio Marx se mostraron a menudo abiertamente positivistas y, sin embargo, no creo que se les pueda acusar de haber estado a gusto con el status quo de su época.

No es para menos su crítica de la sociología, a la que acusan de cientifismo, de renunciar a su obligación de ayudar a las personas oprimidas por la sociedad contemporánea. Yo me pregunto si esa es en efecto la obligación de sociología o es más bien una tarea para la praxis política a la que la sociología puede prestar sus análisis.

Voy a abrir un pequeño paréntesis porque este problema de los valores en la observación científica de la sociedad ha sido un tema de controversia desde los primeros tiempos de la sociología. En la observación científica el observador no debe alterar las condiciones del experimento, un físico que estudia el choque de dos móviles se encuentra ajeno al experimento pues lo observa desde fuera y, por tanto, no altera de las condiciones del mismo. Pero un sociólogo observa los fenómenos sociales perteneciendo o formando parte de la sociedad, es como si el físico estudiara el choque de móviles montado dentro de uno de ellos. ¿Hasta qué punto el sociólogo es independiente de los problemas que estudia?, ¿cómo se puede distanciar de los valores de su sociedad si forma parte de ella?. ¿Es posible entonces poner juntos los términos ciencia y social?.

El gran sociólogo Max Weber, era partidario de una sociología libre de valores. El sociólogo debía apartarse de los valores de su sociedad, debía hacer un esfuerzo por observar los fenómenos sociales desde la distancia, como el físico y los móviles. Muchos piensan que por mucho esfuerzo que se realice esto no es posible del todo, yo como Weber, creo que al menos hay que intentarlo. En el otro extremo se colocan los sociólogos de la Escuela de Francfort que opinan que el sociólogo ha de inmiscuirse en los problemas, proponen una sociología militante.

Otro reproche a la sociología es que se centra en estudiar al conjunto de la sociedad y no a los individuos que la componen. De esta manera los sociólogos son incapaces de parir ideas con las que realizar cambios políticos que conduzcan a una sociedad más justa. El problema con esta crítica es que queda lejos de ser cierta, la mayoría de las escuelas sociológicas si contemplan la interacción social, y no puedo por más que repetir mi descuerdo, la sociología debe explicar la sociedad, desde el nivel micro al macro, y debe destapar las estrategias, explicar las desigualdades, poner sobre la mesa el funcionamiento de los sistemas sociales. Es la política la que debe cambiar las cosas.

En cuarto lugar está la crítica de la sociedad moderna. Para esta escuela, en el mundo moderno la dominación deja de estar ligada a la economía y se basa en el control cultural del individuo.

En este punto los críticos se inspiran en el concepto de racionalización de Max Weber. Este proceso consiste en la evolución de las estructuras sociales hacia formas más racionales a lo largo de la historia. Esta evolución, que afectó a todas las áreas de la vida social desde la religión hasta la música, se habría manifestado – según Weber - en el mundo occidental. En este contexto de racionalización del mundo, la forma organizativa por excelencia es la burocracia.

En el pensamiento de Weber acerca de la burocracia se aprecia una relación dialéctica. Por un lado, pensaba que es el sistema de organización más eficiente creado por el ser humano y, por otro lado, que constituye una jaula de hierro que constriñe la libertad individual.

El proceso de racionalización de las sociedades y la creciente burocratización del mundo conlleva la racionalización de toda actividad, no sólo en las organizaciones sino en todo el tejido social. Esta omnipresencia de lo burocrático en la actividad humana hacía ver a Weber que, para el individuo, el efecto de la burocracia es el de la limitación de su espontaneidad y de la libertad personal.

Los críticos abundaron en esta idea, la racionalidad formal se define irreflexivamente como adecuación de los medios más efectivos en todas las situaciones, pero en ese intento, se pierde de vista a la razón misma. Los teóricos críticos pusieron como ejemplo de esta paradoja entre racionalidad formal y razón los campos de concentración y el nazismo.

Marcuse pensaba que la tecnología de la sociedad moderna no era neutral sino esclavizante y su fin último era el totalitarismo. De hecho, consideraba que ofrecía métodos de control nuevos, más eficaces e incluso más agradables, que entraban sin dolor en la mente del individuo. El principal ejemplo era el uso de la televisión para socializar y amansar a la población (otros ejemplos los constituían los deportes de masas y el sexo). El resultado de todo esto es lo que Marcuse denominó la sociedad unidimensional, en la que los individuos perdían la capacidad de pensar de manera crítica sobre la sociedad. La única solución para esto era para Marcuse una revolución en la que la tecnología estuviera al servicio de la humanidad y no al revés.

La última de las críticas citadas por Ritzer es la crítica de la cultura. Siguiendo los pasos de Gramsci, los críticos consideraban que las estructuras que controlan la cultura moderna como las cadenas de televisión, el cine o las editoriales estaban racionalizadas y burocratizadas. Estas estructuras forman un conglomerado que denominaron “industria de la cultura”, término que ha tenido mucho éxito en el lenguaje de la calle.

La industria de la cultura produce la “cultura de masas”, una cultura manipulada que tiene dos características muy preocupantes. Por un lado, su falsedad y, por otro, su capacidad para agilipollar mediante un proceso continuo de apaciguamiento edulcorado.

No dejaron de lado a las universidades y los institutos de investigación que denominaron la “industria del conocimiento”, que se han convertido en estructuras opresoras más que en instituciones educativas. La verdad es que cuando uno mira a las universidades que han surgido de los acuerdos de Bolonia, uno no puede dejar de pensar en lo apropiado del término de industria del conocimiento.

Aportaciones teóricas

Las dos principales aportaciones teóricas de la Escuela Crítica a la sociología han sido el concepto de subjetividad y su visión dialéctica y total de la realidad social.

Los críticos intentaron redirigir al materialismo marxista en un sentido subjetivo. Esto representa, por una parte, una crítica al reduccionismo determinista del marxismo clásico y, por otro lado, también representa un paso al frente en la comprensión de los elementos subjetivos de la vida social; un camino que ya había iniciado George Lukács.

Había llovido mucho desde los tiempos de Karl Marx. Se habían producido cambios sociales muy importantes que justificaban este cambio de orientación. Sobre todo, la prosperidad del periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial  parecía contribuir a la desaparición de las contradicciones económicas internas en general, y al conflicto de clases en particular. Todas las clases sociales, incluso la trabajadora, se beneficiaban del sistema capitalista. Por añadidura, se hizo evidente que la Unión Soviética, a pesar de su economía socialista, era una sociedad tan opresora como la sociedad capitalista.

Como los dos modelos de sociedad tenían economías diferentes, los pensadores críticos debían buscar en otro lugar la fuente de la opresión. De esta forma dirigieron la mirada hacia la cultura y desarrollaron su teoría particular sobre la ideología.

Los pensadores críticos entienden por ideología los sistemas de ideas producidos por las elites sociales que suelen ser falsos y cegadores. Estas ideologías forman una superestructura diseñada para la dominación (a mí esto me recuerda mucho al concepto de “hegemonía” de Gramsci).

El mundo moderno ha llegado a la máxima sofisticación en el arte de la dominación sobre los individuos. De hecho, el control es tan completo y perfecto que ya no requiere la acción deliberada de los líderes. El control penetra en todos los aspectos del mundo cultural y, lo que es más importante, se ha internalizado en el actor.

Dado que no se percibe la dominación como perjudicial y alienadora para las personas, parece que el mundo es como debe ser. Los actores ya no pueden ver con claridad cómo tendría que ser el mundo. Aquí los sociólogos críticos llegan al mayor de los pesimismos, puesto que ni siquiera un análisis racional puede contribuir a cambiar la situación.

A la herramienta que se usa para realizar esta operación de vaciar conciencias, Habermas la denominó legitimaciones. Estas se definen como conjuntos de ideas generadas por las élites políticas y económicas para apoyar la existencia misma del sistema. Están diseñadas para mistificar (14) el sistema político, para empañar lo que en realidad está ocurriendo. El resultado es que la conciencia de las masas está controlada por fuerzas externas. A resultas de lo cual son incapaces de desarrollar una conciencia revolucionaria.

La segunda aportación teórica, la visión dialéctica de la vida social, es un enfoque sobre la totalidad  social, es decir, como dijo Paul Connerton  (15) citado por Ritzer, “Ningún aspecto parcial de la vida social y ningún fenómeno aislado puede comprenderse a menos que se le relacione con la historia, con la estructura social concebida como una entidad global”.

Por tanto, se trata de no hacer análisis parciales de la vida social, incluyendo el estudio del sistema económico, fuera de un contexto global. El análisis crítico implica una preocupación por la interrelación entre los diversos niveles de la realidad social, y lo que es más importante, entre la conciencia individual, la superestructura cultural y la estructura económica.

Los críticos señalan dos perspectivas: sincrónica y diacrónica. La perspectiva sincrónica estudia la interrelación entre los componentes de la sociedad desde un punto de vista contemporáneo.

La perspectiva diacrónica realiza el análisis de la estructura social y cultural desde un punto de vista histórico. Según Marcuse, la dominación es el resultado de un desarrollo histórico específico y no una característica universal de la humanidad (sociedad unidimensional).

Críticas a la teoría crítica

Casi todas las críticas vienen del marxismo tradicional. La primera de las críticas que se hace a esta escuela tiene que ver precisamente con esta perspectiva histórica que acabamos de tratar. Se ha reprochado a los teóricos críticos realizar su trabajo de análisis histórico de un modo incompleto, de manera que el estudio de los acontecimientos históricos no se ha analizado de manera comparada. Esta crítica es especialmente dura pues las teorías marxistas desde su inicio han hecho especial hincapié en la perspectiva histórica y en el estudio comparado de los acontecimientos históricos.

La segunda crítica es que pasan bastante de la economía. Esto no deja de tener su gracia porque los críticos hicieron de este asunto su bandera como hemos podido comprobar.

Y, por último, los críticos han afirmado la desaparición de la clase trabajadora como fuerza revolucionaria lo que es contrario al ideario marxista clásico.

Aunque la teoría crítica ha experimentado una cierta decadencia desde los años ochenta, Jurgen Habermas y sus teorías siguen influyendo en la sociología marxista y, me atrevería a decir, que en la corriente principal de la sociología.

Jurgen Habermas

 

Habermas parte del materialismo histórico marxista y se impone la tarea de “reconstruirlo”. En esta tarea no sólo se apoya en Marx, sino que recibe influencia del psicoanálisis de Freud y de la idea de racionalización de Max Weber.

Parte de los conceptos marxistas del ser genérico y del ser social. Como señala Ariel Fazio (15) para Marx el ser genérico, lo que define a la especie humana, es la actividad libre y consciente, y esta es una distinción que pone en el hombre mismo la responsabilidad de sus propias posibilidades.

Por otra parte, el segundo componente de la naturaleza humana -el hombre como ser social, que se refiere a la relación con los otros hombres- va a ser caracterizado por Marx a través de dos planos. El primero de ellos se refiere a la colectividad: el ser humano sólo existe en relación con los demás y a consecuencia de esa relación. El segundo plano, por su parte, refiere a la determinación histórico-social: el ser humano se apropia de las capacidades, ideas, organización, conducta que lo preceden, asimilándolas y desarrollándolas en su propia vida productiva.

Habermas toma ambos conceptos como punto de partida y reprocha a Marx centrarse en el ser genérico y olvidar la naturaleza social de las personas poniendo el foco en el factor trabajo. Habermas renombra la distinción de Marx, denominando al ser genérico como acción racional intencional y, al ser social, como acción comunicativa, siendo esta última lo que se conoce como la interacción social en la corriente principal de la sociología.

Dentro de la acción racional intencional Habermas distingue entre la acción instrumental y la acción estratégica. Como por “el interés te quiero Andrés”, ambas implican la búsqueda del interés personal. Pero mientras la acción instrumental atañe a un sólo actor que calcula racionalmente los medios más adecuados para alcanzar un determinado objetivo, la acción estratégica implica a dos o más individuos que coordinan su acción racional intencional para alcanzar un objetivo.

En cambio, el objetivo de la acción comunicativa es lograr la compresión entre los individuos. Empezando claro está por el lenguaje, pero incorporando todas las herramientas que las personas usan para comunicarse. La acción comunicativa y no el trabajo forma la base sobre la que se sustenta la vida social y cultural de todas las sociedades.

Así que mientras Marx basa su sociología en el trabajo, Habermas lo hace sobre la comunicación. Si Marx buscaba una sociedad comunista en la que el trabajo no estuviera distorsionado de manera que el ser humano pudiera comportarse como ser genérico, con un trabajo libre y no alienante, Habermas buscaba una sociedad sin comunicación distorsionada, es decir, comunicación libre que circule sin barreras.

La sociedad ideal de Habermas es una sociedad racional, en la que exista un sistema de comunicación libre, en la que las ideas se expongan y se defiendan abiertamente a las críticas sin distorsiones creadas por grupos de interés. Para nuestro querido Jurgen, la racionalidad en una sociedad tal supondría la verdadera emancipación de las personas y no una jaula de hierro.

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

Mapa Mental:



Notas:

  1. Georg Lukács (Budapest, 13 de abril de 1885-ibídem, 4 de junio de 1971) fue un filósofo marxista y crítico literario húngaro de origen judío
  2. Antonio Gramsci (Ales, Cerdeña, 22 de enero de 1891 - Roma, 27 de abril de 1937) fue un filósofo, teórico marxista, político y periodista italiano. Escribió sobre teoría política, sociología, antropología y lingüística. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano
  3. El Instituto de Investigación Social (en alemán Institut für Sozialforschung, IfS; en inglés Institute for Social Research), perteneciente a la Universidad de Fráncfort del Meno, fue fundado en 1923 por los comerciantes y mecenas Hermann Weil, su hijo Felix Weil -influenciado por el estudioso de la filósofía marxista Karl Korsch- y el cofundador del Instituto Friedrich Pollock. Al Instituto de Investigación Social se adscribe la denominada Escuela de Fráncfort y la teoría principal formulada por Max Horkheimer por primera vez en su obra de 1937 Teoría tradicional y teoría crítica, conocida como Teoría Crítica.
  4. Max Horkheimer (Stuttgart, Imperio alemán, 14 de febrero de 1895 – Núremberg, Alemania Occidental, 7 de julio de 1973) fue un filósofo, sociólogo y psicólogo judío alemán, conocido por su trabajo en la denominada teoría crítica como miembro de la Escuela de Fráncfort de investigación social. Sus obras más importantes incluyen: Crítica de la razón instrumental (1947) y, en colaboración con Theodor Adorno, Dialéctica de la Ilustración (1947). A través de la Escuela de Fráncfort, Horkheimer colaboró y llevó a cabo otros trabajos significativos
  5. La República de Weimar (en alemán, Weimarer Republik) fue el régimen político y, por extensión, el período de la historia de Alemania comprendido entre 1918 y 1933, tras la derrota del país en la Primera Guerra Mundial. El nombre de República de Weimar es un término aplicado por la historiografía posterior, puesto que el país conservó su nombre de Deutsches Reich (‘Imperio alemán’). La denominación procede de la ciudad alemana de Weimar, donde se reunió la Asamblea Nacional constituyente y se proclamó la nueva constitución, que fue aprobada el 31 de julio y entró en vigor el 11 de agosto de 1919. Este período, aunque democrático, se caracterizó por la gran inestabilidad política y social, en el que se produjeron golpes de Estado militares y derechistas, intentos revolucionarios por parte de la izquierda y fuertes crisis económicas. Toda esta combinación provocó el ascenso de Adolf Hitler y el Partido Nacionalsocialista. El 5 de marzo de 1933, los nazis obtuvieron la mayoría en las elecciones al Reichstag, con lo que pudieron aprobar el 23 de marzo la Ley habilitante que, junto al Decreto del incendio del Reichstag del 28 de febrero y al permitir la aprobación de leyes sin la participación del Parlamento, se considera que significó el final de la República de Weimar. Si bien la Constitución de Weimar del 11 de noviembre de 1919 no fue revocada hasta el término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, el triunfo de Adolf Hitler y las reformas llevadas a cabo por los nacionalsocialistas (Gleichschaltung) la invalidaron mucho antes, instaurando el denominado Tercer Reich.
  6. La Universidad de Columbia (oficialmente, Universidad de Columbia en la Ciudad de Nueva York) es una universidad privada estadounidense ubicada en Alto Manhattan, Nueva York. Forma parte del Ivy League y es una de las universidades más prestigiosas del mundo, situándose entre las 10 mejores universidades del mundo según numerosos rankings.1​2​3​4​5​ Fundada en 1754, es la institución de educación superior más antigua del estado de Nueva York, la quinta más antigua de Estados Unidos, y uno de los nueve colegios coloniales fundados antes de la Revolución Americana.
  7. Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno (Fráncfort, Alemania, 11 de septiembre de 1903-Viège, Valais, Suiza, 6 de agosto de 1969) fue un filósofo alemán de origen judío1​2​ que también escribió sobre sociología, comunicología, psicología y musicología. Se le considera uno de los máximos representantes de la Escuela de Fráncfort y de la teoría crítica de inspiración marxista. 
  8. Herbert Marcuse ( Berlín, 19 de julio de 1898-Starnberg, 29 de julio de 1979) fue un filósofo y sociólogo alemán-estadounidense. Es una de las principales figuras de la primera generación de la Escuela de Frankfurt.
  9. Erich Seligmann Fromm (Fráncfort del Meno, Hesse, Alemania, 23 de marzo de 1900-Muralto, Cantón del Tesino, Suiza, 18 de marzo de 1980) fue un destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judío alemán. Durante una parte de su trayectoria se posicionó políticamente defendiendo la variante marxista del socialismo democrático. Miembro del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Fráncfort, Fromm participó activamente en la primera fase de las investigaciones interdisciplinarias de la Escuela de Fráncfort, hasta que a fines de los años 40 rompió con ellos debido a la heterodoxa interpretación de la teoría freudiana que desarrolló dicha escuela, la cual intentó sintetizar en una sola disciplina el psicoanálisis y los postulados del marxismo (freudomarxismo). Fue uno de los principales renovadores de la teoría y práctica psicoanalítica a mediados del siglo XX
  10. Walter Bendix Schönflies Benjamin (pseudónimos: Benedix Schönflies, Detlef Holz) (Berlín, Imperio alemán; 15 de julio de 1892 – Portbou, España; 26 de septiembre de 1940) fue un filósofo, crítico literario, traductor y ensayista alemán de origen judío. Su pensamiento recoge elementos del Idealismo alemán o el Romanticismo, del materialismo histórico y del misticismo judío (cábala) que le permiten hacer contribuciones perdurables e influyentes en la teoría estética y el Marxismo occidental. Su pensamiento se asocia con la Escuela de Fráncfort.
  11. George Ritzer nació en 1940 en la ciudad de Nueva York, se graduó en sociología en la Escuela Superior de Ciencia del Bronx en 1958. En la actualidad es profesor de sociología de la Universidad de Maryland. Sus principales áreas de interés son la Teoría Sociológica y la Sociología del Consumo. Fue director de las secciones de Teoría Sociológica (1989-1990) y de Organizaciones y ocupaciones (1980-1981) de la Asociación Americana de Sociología.
  12. El positivismo o filosofía positiva es una corriente filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico y que tal conocimiento solo puede surgir del método científico, siendo el ejemplo ideal las ciencias físicas que triunfan claramente en el dominio de la naturaleza y en las aplicaciones técnicas que de ella se derivan. Como consecuencia de esta postura, los positivistas critican la metafísica como pseudociencia por buscar lo que está más allá de la ciencia. Una línea de crítica fue a partir de lo que se llamó las «trampas del lenguaje», lo que supuso un interés en el estudio del lenguaje tanto en su dimensión formal, empirismo lógico, como en cuanto lenguaje natural, estudiando los «juegos del lenguaje», y dio lugar a la filosofía analítica. El positivismo deriva del empirismo y de la epistemología que surge a inicios del siglo XIX de la mano de los pensadores franceses Henri de Saint-Simon y Auguste Comte, y el británico John Stuart Mill. Se extiende y desarrolla por el resto de Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Desde un positivismo extremo1​ hasta un positivismo casi idealista, el siglo XIX y comienzos del XX ofrecen un riquísimo panorama de autores y escuelas todas bajo denominación positivista. El rasgo común que caracteriza a todos ellos es la aceptación del conocimiento científico como única forma de conocimiento legítimo y el rechazo a la metafísica como pseudociencia. El positivismo surgió como manera de legitimar el estudio científico naturalista del ser humano, tanto individual como colectivamente. Según distintas versiones, la necesidad de estudiar científicamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue la Revolución francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y al individuo como objetos.
  13. Mistificar es lo mismo que engañar, embaucar, falsear.
  14. Paul James Connerton (22 de abril de 1940 – 27 julio de 2019) fue un antropólogo social británico conocido por su trabajo en la memoria social y corporal.
  15. Ariel Fazio, Licenciado y Doctor en Filosofía (UBA). Docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE). Coordinador Académico del Programa de Actualización en «Problemas Filosóficos Contemporáneos» (FFyL, UBA) y Director del proyecto de investigación «El rol de la propiedad intelectual ante la nueva arquitectura de las mercancías: antiproducción, informatización del diseño y reproducción del capital»

Bibliografía:

Ariel Facio

Los Conceptos de Ser Genérico y Ser Social en Marx: Sobre los Fundamentos Ontológicos de la Emancipación

Revista Eidos  no.29

Julio/diciembre de 2018

Barranquilla, Colombia

 

George Ritzer

Teoría Sociológica Moderna

Mac Graw-Hill

Ediciones 2ª y 3ª

Madrid 2001-2003

 


viernes, 9 de octubre de 2020

Breve etnografía de los empleados públicos

Cuadro de René Magritte

 

Resumen

La tesis de este artículo es que la subcultura de los empleados públicos, en España, agrupados en unidades administrativas pequeñas y medias, presenta similitudes con los elementos de la subcultura de los campesinos. Para ello se apoya en el enfoque de la imagen del bien limitado del antropólogo Foster.

Summary

The thesis of this article is that the subculture of civil servants, in Spain, grouped in small and medium administrative units, presents similarities with the elements of the subculture of the peasants. To this end, it is based on the anthropologist Foster's approach of the image of the limited good.

Índice

  • ¿Qué demonios es una etnografía?
  • ¿Cuál es el objetivo que persigo?
  • ¿Por qué me apoyo en la antropología y no en la ciencia de la administración?
  • Comparación asombrosa
  • La imagen del bien limitado de Foster
  • Características de la imagen del bien limitado en el funcionariado

 

¿Qué demonios es una etnografía?

Para poder entender un artículo hay que comprender primero el título, que suele darnos una pista de lo quiere decir el autor. Así que, querido lector, si quieres comprender lo que quiero expresar y si yo quiero que tú me comprendas, hemos de empezar por saber qué es una etnografía.

Para el famoso sociólogo británico Anthony Giddens (1), la etnografía es “el estudio directo de personas y grupos durante un cierto periodo, utilizando la observación participante o las entrevistas, para conocer su comportamiento social”.​ Se trata de registrar una imagen realista y fiel del grupo estudiado. Es la técnica principal de investigación de la antropología social y cultural. El gran antropólogo francés Claude Levi-Strauss (2) la considera incluso como la primera etapa de investigación antropológica.

En un principio esta técnica se utilizó para analizar a las comunidades aborígenes, actualmente se aplica también al estudio de cualquier grupo humano que se pretenda conocer mucho mejor, ya sea la tribu de los yanomamos del Amazonas como la tribu urbana de Skin Heads de Vicálbaro o la tribu de los empleados públicos de la Administración General del Estado.

Giddens en su definición cita a la observación participante. Es esta una técnica de recolección de datos que se usa habitualmente en las ciencias sociales, especialmente, en la antropología social y cultural, que ha construido su identidad en su derredor. Su objetivo es familiarizarse estrechamente con un determinado grupo de individuos - como un grupo religioso, ocupacional, subcultural o una comunidad en particular - y sus prácticas, a través de una participación intensa con las personas en su entorno cultural, generalmente a lo largo de un periodo de tiempo extendido.

En mi caso, he estado “infiltrado” en el grupo que vamos a estudiar, los empleados públicos, desde hace treinta y cinco años, por mi condición de funcionario. Por lo tanto, no será por falta de experiencia si este pequeño estudio no llega a sus ambiciosas metas, sino, en todo caso, será por falta de talento del autor.

¿Cuál es el objetivo que persigo?

¿Y cuáles son esas ambiciosas metas que persigo? Pues, lo que intento definir, es el sistema ético-ideológico y la conducta intragrupal basada en dicho sistema, que rige las relaciones personales e internas de las unidades administrativas; sobre todo, en las de tamaño pequeño y medio en las que dicha conducta está reforzada por una mayor vida en común de estas entrañables personas que somos los funcionarios.

Asimismo, fijaremos el foco en los empleados públicos de niveles administrativos medios y bajos, porque son los más numerosos y están más lejos de los comportamientos políticos que marcan otro tipo de conductas más cercanas al dirigente o al directivo.

¿Por qué me apoyo en la antropología y no en la ciencia de la administración?

Este sistema ideológico y ético que rige las conductas y las relaciones intragrupales tiene una importancia vital en el funcionamiento general de las administraciones. Sin embargo, no es objeto de estudio desde la ciencia de la administración, creo que hay al menos dos razones para que esto ocurra.

En primer lugar, porque es un mecanismo sutil que forma parte de la esencia de ser funcionario. Es algo natural en el paisaje, algo que siempre ha estado ahí formando parte del cuadro, por tanto, es muy difícil de detectar, definir y medir. Y no se me ocurre mejor forma de hacerlo que mediante la antropología, que está pensada precisamente para esto.

En segundo término, el objeto principal de la ciencia de la administración es la compleja y cambiante organización que constituye la Administración pública y los grupos humanos que la dominan. Está, por tanto, interesada en el estudio de una organización enorme, fragmentada en múltiples organismos dependientes más especializados, en su funcionamiento, en su normativa, en su conexión con la política y en las personas que la dirigen, no en los funcionarios de nivel medio y bajo y en su subcultura, que es justamente lo complementario de lo que nos proponemos.

Comparación asombrosa

Bueno, querido lector, ha llegado el momento de lanzar mi bomba. Después de treinta y cinco años de observación participante, encuentro similitudes importantes entre la subcultura de los empleados públicos y la ideología (3) - entendida como conjunto de creencias compartidas socialmente acerca del mundo y no como pensamiento político – de los campesinos.

Esto es algo que no debería sorprender a mis lectores habituales, pues para mí, la ideología del campesino una de las de mayor influencia de la cultura española (ver Las tres ideologías básicas del Homo Hispanicus ).

Si uno mira una Unidad Administrativa de tamaño medio o pequeño, formada como mucho por unos sesenta funcionarios, estaremos observando un grupo social tremendamente parecido a una aldea campesina. No tienen nada aparentemente en común, pero comparten su esencia ética e ideológica. Es igual que esa Unidad esté localizada en el medio urbano o que su trabajo implique una alta cualificación técnica, ni que se usen procedimientos burocráticos, los funcionarios que la integran tienen una conducta muy parecida, en sus relaciones laborales, a la del campesino en sus relaciones sociales con sus paisanos.

Para ver que no estoy diciendo ninguna tontería, debemos fijarnos antes en qué consiste la subcultura campesina, y luego trazar las características que permitan encontrar los paralelismos con respecto a la conducta social de los empleados públicos.

La imagen del bien limitado de Foster

El antropólogo George Foster (4), descubrió que las economías campesinas “clásicas”, esto es, las comunidades agrícolas no industriales dentro de Naciones-Estado (en concreto estudió comunidades campesinas en el sur de Europa) se caracterizan por una determinada ideología o visión de mundo. Foster citó diversos casos etnográficos para ilustrar esta visión de mundo campesina, a la que denominó la imagen del bien limitado.

En esta ideología, todo se percibe como finito: tierra, riqueza, salud, amor, amistad, honor, respeto, status, poder, influencia, seguridad. Al ver todo como escaso, los campesinos creen existe una reserva común, un fondo imaginario de todo aquello que tiene valor en su comunidad. En este sistema de ideas, los individuos sólo pueden descollar en algo porque se apropian de una parte mayor de la que les correspondería en términos proporcionales de esa especie de reserva común, lo que implica privar a otros de lo que sería su parte.

Los campesinos aceptan la riqueza diferencial que procede de fuera de la comunidad (por ejemplo el trabajo asalariado realizado fuera de la localidad) ya que resulta evidente que no ha supuesto extraer nada de la reserva común finita de carácter local. Los beneficios pueden proceder también de la pura suerte (por ejemplo, la lotería). En todos estos casos la reserva de bienes de la comunidad permanece intacta.

En cualquier otro caso, las personas prósperas pueden verse forzadas a patrocinar ceremonias que reducen la riqueza diferencial. Los campesinos prósperos pueden convertirse en el blanco del chismorreo, la envidia, el ostracismo y la violencia física. Dadas tales respuestas, se intenta ocultar la buena fortuna: las ropas, casas y dieta, continúan como siempre.

Más aún, también se desconfía de las personas que han tenido mala suerte y se hunden por debajo de la norma comunitaria, porque se piensa que envidian a todos los demás.

Según Foster, la imagen del bien limitado se desarrolla cuando las sociedades campesinas enfatizan la organización en familias nucleares, pero no cuando son importantes los grupos de filiación corporativos.

También señaló que la imagen del bien limitado es una respuesta a la posición subordinada de los campesinos dentro de una sociedad más amplia. Cuando el acceso a la riqueza, al poder, y a la influencia es más abierto, la imagen del bien limitado decae.

Es significativo que Foster estudiara comunidades del sur de Europa. España ha sido un país mayoritariamente campesino hasta bien entrado el siglo XX, como se suele decir, “hasta hace tres días”. Si nos rascan un poco, debajo de una bonita capa de habitantes de un país desarrollado, aparecen “restos ideológicos” que se manifiestan en nuestro comportamiento, que son muy semejantes a los descritos por Foster.

Fundamentalmente estos restos de éticas anticuadas, que afloran a la superficie de vez en cuando, derivan de dos ideologías que fueron dominantes en la España moderna: la hidalga y la campesina. Pero no nos vamos a extender en esto, no forma parte del artículo, simplemente es el marco en el que está inscrito el colectivo que queremos estudiar. Sólo quiero destacar que al funcionario, como al registrador de la propiedad o al ingeniero de telecomunicaciones, si se le somete a determinadas condiciones laborales, echará mano a una ideología que tiene en su acervo cultural, mucho más próxima de lo que su aspecto y comportamiento exterior aparenta.

Características de la imagen del bien limitado en el funcionariado

En el análisis de Foster es muy importante el concepto de escasez. La razón de que la ideología campesina es como ha descrito es porque en el medio rural no había abundancia sino todo lo contrario, era una comunidad de subsistencia.

El empleado público, sobre todo de los niveles medios y bajos, también siente que su vida laboral está inmersa en un contexto en el que también prima la escasez. Los sueldos, los recursos, los medios técnicos son escasos, la movilidad del puesto de trabajo es casi inexistente, también son casi inexistentes los incentivos a la producción, los ascensos, las recompensas.

Años de tasas de reposición bajas han creado la sensación de que cada vez hay menos funcionarios y que éstos son más viejos. Los premios y honores siempre suelen recaer sobre los niveles altos, dejando sobre el resto la sensación de falta de incentivos, el sentimiento de que el día siguiente siempre va a ser igual al anterior. Un sentimiento muy parecido a la anomia que describiera Durkheim (5).

Por tanto, las condiciones de partida entre el mundo del campesino y el del funcionario son similares. Cierto es que entre el campo español anterior al período de desarrollo de la década de 1960 y el funcionariado actual de principios del siglo XXI existe una gran distancia, pero esta no es la comparación correcta.  Foster se refería a la diferencia entre el campo y la ciudad, lo que llevaba a la sociedad rural a sentirse subordinada con respecto a la sociedad más amplia. Si repasamos lo escrito en párrafos anteriores, existe una sensación de escasez y de falta de futuro en muchos sectores de la Administración que se manifiesta en un sentimiento de subordinación del empleado público respecto a la sociedad a la que sirve. Luego estamos ante el mismo tipo de sentimiento.

El hecho de que la movilidad entre puestos de trabajo sea escasa es otra característica muy importante para exponer nuestra tesis. Al hacerse los puestos permanentes, las relaciones humanas en los grupos se hacen permanentes también, se estancan en un determinado estadio que suele ser el de “llevarse mal”. Al cabo de los años, por muy buenas relaciones que se mantengan, no pueden evitarse los conflictos. Como éstos no pueden resolverse con el movimiento en el puesto de trabajo de alguno de los protagonistas, el conflicto muchas veces no se resuelve, con el tiempo pierde intensidad y queda en un segundo plano, con ganas de aflorar a la menor oportunidad. Los teóricos del conflicto además nos enseñan que es más fácil pasar de una situación de menor conflicto a otra de mayor conflicto que al contrario, con lo que al final, la resultante, es el conflicto latente permanente.  Es decir, una calma aparente y una convivencia normal, sobre un sustrato de conflicto que amenaza saltar en cualquier momento. Y que de hecho salta de vez en cuando.

En este sentido también existe una clara similitud con el campesino. A todos nos suenan las grandes querellas que solían estallar en los pueblos, en un sustrato en el que la permanencia de las personas y la quietud del sistema social era evidente, al menos, antes de que comenzara la emigración del campo a la ciudad.

El campesino, saluda a los mismos vecinos todos los días a las mismas horas, celebra los mismos ritos y da los mismos pasos para ir a su campo, realiza los mismos trabajos y se va a tomar el chato de vino al mismo bar con la misma gente. El funcionario saluda a los mismos compañeros todos los días a las mismas horas, celebra los mismos ritos y da los mismos pasos camino de la oficina, realiza los mismos trabajos y va a desayunar – todo un ceremonial por cierto – con la misma gente. Y esto día tras día y año tras año.

Foster también concedía importancia en su análisis a comunidades cuya estructuración familiar estaba constituida en base a la familia nuclear, es decir, la formada por los padres e hijos que no se han independizado. Pues bien, es otra similitud en ambos casos porque, independientemente de que hoy en día están surgiendo otros tipos de familia, la familia nuclear es el tipo más común en nuestra sociedad.

Ya tenemos todos los ingredientes que son comunes a ambos colectivos:

  • Situación de escasez de recursos
  • Un gran diferencial entre la sociedad en general y la comunidad a la que se pertenece que provoca una visión subordinada del mundo.
  • Una situación que se alarga en el tiempo hasta hacerse permanente.
  • La familia nuclear como sistema de organización familiar

De esta manera, igual que Foster explicó ciertos comportamientos en comunidades campesinas en base a la existencia de un fondo común imaginario, podemos observar en grupos relativamente pequeños de empleados públicos el mismo comportamiento.

Supongamos que un funcionario quiere descollar, el grupo intentará “disciplinarle” mediante presión. Primero desmoralizando y, si esto no es suficiente, criticando o atacando directamente. El funcionario ambicioso – en el buen sentido de la palabra – deberá disfrazar su ambición, disimular sus intenciones si es quiere llevar a buen puerto sus expectativas o, al menos, conseguirlas sin oposición.

Hagamos un sencillo experimento, despliegue usted, en caso de no tener trabajo en ese momento, un periódico sobre la mesa. No pasará nada especial. Despliegue sobre la mesa el temario de una oposición o un libro de texto, presenciará usted una reacción agresiva. Lo cierto es que ambas acciones están mal desde un punto de vista ético, pero sólo una de ellas tendrá una respuesta negativa. Ascienda usted un puesto sin cambiar de Unidad, será blanco del chismorreo, la envidia y el ostracismo en mayor o menor grado.

La diferencia con el análisis de Foster y, por tanto, la diferencia entre la aldea campesina y la aldea funcionarial es una cuestión de grado. En el ámbito administrativo no se llega a la violencia física y el conflicto suele ir por derroteros menos agresivos, probablemente porque se está más lejos del régimen económico de subsistencia.

Para terminar, hay que analizar otras variables independientes que influyen sobre el sistema ideológico que estamos tratando: el tamaño de las unidades administrativas y la categoría profesional de los funcionarios.

En cuanto al tamaño, para observar bien este fenómeno hay que fijar el ámbito de estudio en unidades o departamentos pequeños. En departamentos con un gran número de empleados se tiende a la despersonalización, a la falta de identificación con los compañeros y con la Unidad. Por tanto, a mayor tamaño menor implantación de la imagen del bien limitado.

Por otra parte, si tenemos en cuenta la categoría profesional, el fenómeno es tanto más patente cuanto menor sea el nivel medio de los funcionarios, no porque éstos sean más “malos”, sino porque en estos grupos las condiciones de partida descritas anteriormente están más presentes. Los altos funcionarios, que están muy organizados profesionalmente, con gran espíritu corporativo, que están mejor retribuidos y que tienen compensaciones de tipo psicológico, como el hecho de tomar decisiones de gran importancia socioeconómica, están más incentivados y tienen una percepción distinta del diferencial sociedad-funcionariado, y son menos proclives a tener los valores de la imagen del bien limitado.

Algún lector puede estar pensando que en la empresa privada es posible encontrar reacciones similares. Por supuesto, basta con que las condiciones de partida sean las mismas o parecidas. En nuestra cultura, nadie está inmune a este fenómeno.

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo y funcionario

 

Notas:

  1. Anthony Giddens (Londres, Inglaterra, 18 de enero de 1938) es un sociólogo inglés, reconocido por su teoría de la estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas. También adquirió gran reconocimiento debido a su intento de renovación de la socialdemocracia a través de su teoría de la Tercera Vía. Es considerado como uno de los más prominentes contribuyentes modernos en el campo de la Sociología, es autor de al menos 34 libros publicados en no menos de 29 idiomas —publicando en promedio más de un libro por año—. También se lo ha descrito como el científico social inglés más conocido desde John Maynard Keynes
  2. Claude Lévi-Strauss (Bruselas, 28 de noviembre de 1908-París, 31 de octubre de 2009) fue un antropólogo y etnólogo francés, una de las grandes figuras de su disciplina en la segunda mitad del siglo XX. Introdujo el enfoque estructuralista en las ciencias sociales, fue de hecho el fundador de la antropología estructural, método basado en la lingüística homónima creada por Saussure y desarrollada por el formalismo ruso. Dado el peso de su obra, dentro y fuera de la antropología, fue uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX.
  3. La ideología para la sociología es el conjunto de creencias acerca del mundo que comparten ciertos grupos de personas. Son visiones cosmológicas – es decir visiones acerca de cómo se percibe el mundo - que se construyen socialmente. La ideología tiene que ver con la ética en el sentido de que la primera enmarca a la segunda. El sistema ético imperante en un grupo viene dibujado por la ideología dominante en dicho grupo.
  4. George M. Foster fue antropólogo en la Universidad de California, Berkeley, mejor conocido por sus contribuciones a las sociedades campesinas y como uno de los fundadores de la antropología médica.
  5. Émile Durkheim (Épinal, Francia, 15 de abril de 1858 – París, 15 de noviembre de 1917) fue un sociólogo francés. Estableció formalmente la disciplina académica y, junto con Karl Marx y Max Weber, es considerado uno de los padres fundadores de dicha ciencia. Ver “De cuando la sociología daba sus primeros pasos” en este mismo blog.


Bibliografía:


Antropología, una explicación de la diversidad humana,

Conrad Phillip Kottak,

McGraw-Hill,

Madrid 1999

 

Introducción a la Etnología

Jacques Lombard

Alianza Universidad

Madrid 1997

 

Conceptos fundamentales de Sociología

Roberto Garvía

Ciencias Sociales

Alianza Editorial, Madrid, 3ª edición 2003

 

La ideología funcionarial. La imagen del bien limitado

Juan Carlos Barajas

Artículos y estudios de sociología

http://www.carlosmanzano.net/articulos/

 

Las tres ideologías básicas del Homo Hispanicus

Juan Carlos Barajas

Sociología Divertida

https://sociologiadivertida.blogspot.com/2012/01/las-tres-ideologias-basicas-del-homo.html