domingo, 29 de octubre de 2023

Las controversias, críticas y limitaciones del Programa Fuerte de la sociología

 

El Programa Fuerte de la sociología III

Mario Bunge


Ensayo Completo

Resumen

En el primer artículo de esta serie (El Programa Fuerte de la sociología) se trató de la definición y de cuáles eran los principios básicos de este movimiento sociológico. En el segundo artículo (La ciencia a examen crítico) se profundizaba en sus características y se describía el análisis crítico que realiza del pensamiento científico. En este tercer y último artículo se aborda la descripción de las críticas y de la polémica que surgieron ante los escritos de los autores del Programa Fuerte.

Abstract

In the first article of this series (The Strong Program in Sociology), the focus was on defining and outlining the basic principles of this sociological movement. In the second article (Science Under Critical Examination), it delved into its characteristics and described the critical analysis it conducts of scientific thought. In this third and final article, we address the description of the criticisms and controversies that arose in response to the writings of the authors of the Strong Program.

Índice

Un breve resumen del Programa Fuerte

Las críticas de Mario Bunge

Redundancia y retroceso en el relativismo y construccionismo según Gieryn

Discurso de Olivé contra el naturalismo

Críticas a la racionalidad natural

Críticas a la teoría social de la objetividad

Críticas a la matemática alternativa de Bloor

Conclusiones

 

Un breve resumen del Programa Fuerte

En el primer artículo de esta serie (El Programa Fuerte de la sociología) se trató de la definición y de cuáles eran los principios básicos de este movimiento sociológico, así como de los famosos cuatro postulados de David Bloor (1). Con el fin de hacer este artículo autocomprensivo vamos a hacer una breve reseña, aunque se recomienda la lectura del primer y segundo artículos de esta serie.

El Programa Fuerte es un puñetazo encima de la mesa por parte de un grupo de sociólogos – que se agrupó en la Universidad de Edimburgo como David Bloor, Barry Barnes (2), Harry Collins (3) y Trevor Pinch (4), entre otros – que como primer punto mantenía la intención teórica de que la sociología puede ser una ciencia empírica rigurosa y objetiva, similar a la física o la biología.

A partir de la consideración de que la sociología es una ciencia como lo son las llamadas ciencias duras, ¿por qué no hacer sociología de la ciencia yendo más allá del institucionalismo que es lo que había hecho hasta ese momento la sociología clásica?

Esto implica el estudio, entre otros temas, de cómo las comunidades científicas llegan a acuerdos sobre lo que se considera como conocimiento científico válido, de cómo se resuelven las controversias entre los científicos o de las relaciones entre la ciencia y el poder, en las que el programa fuerte ve una influencia esencial de los procesos sociales y culturales.

Programa Fuerte ha ido más allá, ha puesto sobre la mesa un debate necesario sobre los fundamentos de la ciencia, con una discusión que entra de lleno en principios que afectan a la historiografía y a la filosofía de la ciencia.

Bloor propone usar, para hacer esta labor de estudio, el método científico.  Para ello hay que tratar al conocimiento, incluido el conocimiento científico, como un fenómeno natural.

Por lo tanto, para el estudio de la creación y mantenimiento del conocimiento hay que establecer leyes causales y aplicarse tanto a las creencias verdaderas como a las falsas con el fin de satisfacer el principio de máxima generalidad. En ese sentido, Bloor propone cuatro postulados acerca de la aplicación del Programa Fuerte.

En primer lugar, el Programa Fuerte será causal, es decir, ocupado con las condiciones que producen creencias o estados de conocimiento.

El segundo postulado nos dice que será imparcial con respecto a la falsedad o la verdad, la racionalidad o irracionalidad, el éxito o el fracaso de las creencias.

En tercer lugar, será simétrico en su estilo de explicación. los mismos tipos de causas explicarán las creencias verdaderas y falsas.

Por, último, será reflexivo, sus patrones de explicación serán también aplicables también a la sociología.

En el segundo artículo de la serie (“La ciencia a examen crítico”) ampliamos la noción del Programa Fuerte con la definición de nuevas propiedades. Estas características son: el naturalismo (5), el antiteleologismo (6), antiindividualismo (7), constructivismo (8), convencionalismo (9), finitismo (10), instrumentalismo (11) y relativismo (12).

En los apartados siguientes vamos a estudiar las críticas que varios autores realizan a estas características del Programa Fuerte que, para algunos resulta un enfoque que peca por exceso y, para otros, por defecto.

Las críticas de Mario Bunge

Mario Bunge (13), reconocido filósofo y epistemólogo argentino, ha planteado diversas críticas al Programa Fuerte de la sociología del conocimiento científico.

Según el profesor Molina (14), se puede considerar su crítica al Programa Fuerte como una enmienda a la totalidad de la nueva sociología de la ciencia. Bunge cuestiona los cuatro postulados propuestos por Bloor, así como otros aspectos fundamentales como el externalismo, la falta de una articulación adecuada entre los niveles "micro" y "macro", el constructivismo, el relativismo, el pragmatismo, el ordinarismo y la adopción de filosofías irracionalistas. Bunge argumenta que estas características dificultan la distinción precisa entre la ciencia, la pseudociencia y la ideología, lo cual considera problemático y poco riguroso (Molina, 1999).

Por lo que respecta a los cuatro postulados del Programa Fuerte mantiene que el análisis causal – primer postulado – es insuficiente, ya que se centra únicamente en las condiciones externas, sin tener en cuenta las motivaciones y los problemas cognitivos del investigador. En este sentido, Bunge sostiene que este enfoque presenta una imagen distorsionada del investigador, retratándolo como un mero ejecutor de condiciones externas en lugar de reconocer su papel como creador activo del conocimiento científico. Además, el requisito de causalidad cae en una petición de principio, está asumiendo como verdadera la misma idea o conclusión que se intenta demostrar al dar por supuesta la afirmación de que las ideas son causadas por las circunstancias sociales.

En cuanto al segundo postulado del Programa Fuerte, que se refiere a la imparcialidad, Mario Bunge reconoce que la imparcialidad es necesaria en la investigación científica. Sin embargo, él critica la interpretación de la imparcialidad como indiferencia entre la verdad y el error, así como la tolerancia hacia posturas anticientíficas o pseudocientíficas. Bunge argumenta que la imparcialidad no debe ser confundida con una actitud de aceptación indiscriminada de ideas sin fundamentos científicos sólidos, y que es importante distinguir claramente entre el conocimiento científico legítimo y las posturas que carecen de base empírica.

Según Mario Bunge, el tercer postulado del Programa Fuerte que se refiere a la simetría en las explicaciones es erróneo desde una perspectiva externalista y relativista. Bunge sostiene que esta perspectiva conlleva el riesgo de que los intereses particulares distorsionen la realidad y, en lugar de conducir a la verdad, lleven más al error. Bunge argumenta que la simetría en las explicaciones no debe implicar una aceptación indiscriminada de todas las perspectivas, sino que es necesario evaluar críticamente las evidencias y fundamentos científicos para llegar a conclusiones más precisas y confiables.

Por último, reconoce que la reflexividad es un postulado honesto, pero señala que si el Programa Fuerte es visto desde su propia visión debe ser entendido como una respuesta a intereses extracientíficos de algún tipo.

Mario Bunge critica el externalismo del Programa Fuerte, que sostiene que las condiciones sociales y culturales externas tienen una influencia fundamental en la construcción del conocimiento científico. Bunge distingue cuatro tipos de externalismo: moderado local, moderado global, radical local y radical global.

En el externalismo moderado local, asociado a la perspectiva funcionalista de Robert Merton, la comunidad científica influye en el trabajo de sus miembros. En el externalismo moderado global, que según Bunge se encuentra en la obra de Thomas Kuhn (15), la sociedad en general influye en el trabajo de los científicos.

Por otro lado, el externalismo radical local, presente en las ideas de Ludwik Fleck y Michael Forman, afirma que la comunidad científica construye sus ideas y que estas tienen un contenido social. Por último, el externalismo radical global sostiene que la sociedad construye las ideas científicas y que no existen distinciones entre dimensiones internas y externas o entre el contenido y el contexto.

Bunge acepta el externalismo moderado local sin objeciones, muestra ciertos reparos hacia el externalismo moderado global y rechaza completamente el externalismo radical. Para respaldar su postura, Bunge argumenta que el hecho de que el contenido esté influenciado por el contexto no implica que ambos sean indistinguibles. Además, señala que las teorías matemáticas tratan sobre objetos matemáticos y las teorías físicas sobre objetos físicos, no sobre hechos sociales.

En cuanto a la crítica de Bunge sobre la articulación de los niveles micro y macro, es importante destacar que este es un desafío que no se limita únicamente a la sociología del conocimiento, sino que también se extiende a otras disciplinas como la sociología en general, la economía e incluso la física.

En el ámbito de la sociología, la transición entre los niveles de interacción social a nivel micro y las interrelaciones entre las grandes estructuras sociales a nivel macro sigue siendo un tema complejo y no completamente resuelto. La sociología aún enfrenta dificultades para articular de manera satisfactoria estos dos niveles y comprender cómo se influyen mutuamente.

En el campo de la economía, también existe el desafío de la transición de la microeconomía, que se centra en el comportamiento de los agentes individuales y las interacciones a nivel micro, a la macroeconomía, que se ocupa de los fenómenos a nivel agregado y las variables económicas a gran escala. Aunque se han propuesto modelos y teorías para abordar esta transición, todavía persisten debates y desafíos en la integración de ambos niveles.

Incluso en la física, a pesar de su enfoque altamente matematizado, existe la dificultad de unificar los niveles microscópicos, como la mecánica cuántica, con los niveles macroscópicos, como la mecánica relativista. La búsqueda de una teoría unificada que englobe tanto los fenómenos a escala subatómica como los fenómenos a escala macroscópica es uno de los grandes desafíos de la física contemporánea.

En resumen, la cuestión de la articulación entre los niveles micro y macro es un desafío presente en diversas disciplinas, y aún no se ha alcanzado una solución completa. Esto demuestra que no es exclusivo de la sociología del conocimiento, sino que es un tema complejo que requiere un continuo desarrollo y reflexión en diversas áreas del conocimiento.

Mario Bunge plantea una crítica tanto al enfoque individualista como al enfoque holista dentro del Programa Fuerte. Reconoce que ambos enfoques contienen cierta verdad, pero considera que ninguno de ellos es completamente aceptable por sí solo.

El individualismo se centra en el papel y las acciones de los individuos como actores principales en la construcción del conocimiento científico. Sin embargo, Bunge argumenta que este enfoque pasa por alto el hecho de que los individuos no actúan en un vacío, sino que están inmersos en un contexto social y cultural previo que influye en sus acciones y en la producción de conocimiento.

Por otro lado, el enfoque holista resalta la importancia de las estructuras sociales y culturales en la configuración del conocimiento científico. Reconoce que el contexto social y las interacciones colectivas son fundamentales para comprender la construcción del conocimiento científico. No obstante, Bunge señala que el holismo también puede llevar al determinismo social, reduciendo el papel de los individuos a meros productos de las estructuras sociales, y negando su capacidad de ser agentes creativos y conscientes en el proceso científico.

Ante esta dicotomía, Bunge propone una posición sistemática que busca conciliar ambos aspectos, que integre tanto el reconocimiento del contexto social como la relevancia de la acción individual en la construcción del conocimiento científico. Reconoce que los individuos actúan en un marco social previo que influye en sus acciones, al mismo tiempo, destaca la importancia de la agencia individual y la capacidad de los científicos para generar ideas, plantear hipótesis y realizar descubrimientos.

Mario Bunge critica el constructivismo dentro del Programa Fuerte, argumentando que este enfoque no proporciona una distinción clara y satisfactoria entre la ciencia y la pseudociencia. Bunge sostiene que el constructivismo tiende a relativizar la verdad científica al afirmar que el conocimiento científico es socialmente construido y que no hay una realidad objetiva independiente de las interpretaciones humanas.

Bunge argumenta que esta visión constructivista puede llevar a considerar que todas las teorías científicas son igualmente válidas, lo que socava la capacidad de distinguir entre la ciencia basada en evidencia empírica y las afirmaciones infundadas. Además, critica que el constructivismo puede promover la aceptación de ideas pseudocientíficas o no fundamentadas, al igualarlas con teorías científicas legítimas.

El relativismo epistemológico, dice Bunge, es una reacción ingenua ante el hecho innegable de la variedad y contraste de creencias y culturas. Pero esta variedad de representaciones y teorías incompatibles solo prueba que la investigación científica no garantiza la verdad de un modo instantáneo, completo y definitivo.

La idea de que si una hipótesis o teoría está motivada por los intereses materiales o ideológicos no puede ser verdadera, es para Bunge un caso de falacia genética, porque la corrección de las ideas es lógicamente independiente de su origen o empleo y puede ser establecida por medios estrictamente objetivos.

Por ordinarismo Bunge entiende la afirmación de no hay nada peculiar en la ciencia, que es otra creencia más, una forma cultural. En último término, la incapacidad para distinguir la ciencia de la ideología deriva del pragmatismo ingenuo según el cual el conocimiento todo aquello que se toma colectivamente por conocimiento.

Consecuencia de esto es la afirmación de que las disputas científicas son, en el fondo, disputas ideológicas, que se resuelvan por medios ajenos a los cálculos, los experimentos o la argumentación racional.

Bunge reconoce que algunas disputas científicas pueden tener componentes filosóficos, pero argumenta que estos no deben equipararse a los elementos ideológicos. Además, está dispuesto a aceptar que en algunos casos las disputas ideológicas pueden interferir en las divergencias empíricas o teóricas en la ciencia. Sin embargo, Bunge destaca dos puntos clave: en primer lugar, es posible distinguir entre disputas científicas y disputas ideológicas, ya que presentan características distintas; y en segundo lugar, estas interferencias ideológicas no se presentan en todos los casos científicos.

Los autores del Programa Fuerte, en respuesta a las críticas de Mario Bunge a los cuatro postulados, ofrecen diversas argumentaciones. En el primer postulado, el análisis causal, Barry Barnes, David Bloor y Steve Woolgar enfatizan que su enfoque no excluye la consideración de las motivaciones y problemas cognitivos del investigador. Argumentan que el análisis causal no pretende reducir el papel del investigador a un mero ejecutor de condiciones externas, sino que busca comprender cómo las interacciones entre factores sociales y cognitivos influyen en la construcción del conocimiento científico.

En relación a la imparcialidad, los defensores del Programa Fuerte –entre ellos David Bloor y Harry Collins- sostienen que la imparcialidad no implica indiferencia entre la verdad y el error, ni tolerancia hacia posturas anticientíficas. En cambio, argumentan que la imparcialidad se refiere a la evaluación objetiva de las evidencias y la apertura a considerar diferentes perspectivas científicas, sin sesgos preconcebidos. Subrayan la importancia de mantener altos estándares de rigurosidad científica en la evaluación de las teorías y evidencias.

En cuanto a la simetría en las explicaciones, David Bloor y Barry Barnes, rechazan la crítica de que este enfoque conduciría más al error que a la verdad debido a intereses particulares. Argumentan que la simetría en las explicaciones no implica una aceptación indiscriminada de todas las perspectivas, sino que busca comprender cómo los diferentes intereses, valores y perspectivas influyen en la construcción del conocimiento científico. Sostienen que este enfoque promueve una mayor pluralidad y apertura en la investigación científica.

Los defensores del Programa Fuerte, como Barry Barnes, David Bloor y Steve Woolgar (16), ofrecen respuestas a las críticas de Bunge al externalismo. En primer lugar, argumentan que el externalismo no implica la anulación de las distinciones entre diferentes dominios de estudio y objetos de investigación, sino que destaca la importancia de comprender cómo las condiciones sociales y culturales influyen en la construcción del conocimiento científico.

En cuanto al externalismo moderado local, los defensores del Programa Fuerte concuerdan en que la comunidad científica tiene influencia en el trabajo de sus miembros, pero sostienen que esta influencia no debe ser subestimada ni ignorada, ya que puede moldear las preguntas de investigación, los métodos utilizados y los marcos teóricos adoptados.

Con relación al externalismo moderado global, argumentan que la sociedad en general también influye en el trabajo científico a través de factores como los valores culturales, las políticas públicas y las demandas sociales. Destacan que esta influencia no implica una determinación completa de las ideas científicas, pero subrayan la importancia de considerar cómo los contextos sociales más amplios pueden afectar la producción y recepción del conocimiento científico.

En respuesta al rechazo de Bunge al externalismo radical, los defensores del Programa Fuerte argumentan que este enfoque no pretende negar la existencia de objetos matemáticos o físicos, sino que busca comprender cómo las interacciones sociales y culturales influyen en la construcción de las teorías científicas que los involucran. Sostienen que el estudio de la ciencia debe considerar tanto los aspectos sociales como los aspectos epistémicos para obtener una comprensión más completa del conocimiento científico.

En resumen, los defensores del Programa Fuerte responden a la crítica de Bunge al externalismo argumentando que este enfoque no implica la anulación de las distinciones fundamentales, sino que busca comprender cómo las condiciones sociales y culturales influyen en la construcción del conocimiento científico. Consideran que tanto la influencia de la comunidad científica como la influencia de la sociedad en general son aspectos relevantes a tener en cuenta en el estudio de la ciencia.

Los autores del Programa Fuerte, en respuesta a la crítica de Bunge al constructivismo, argumentan que este no implica una igualación indiscriminada de todas las teorías científicas, un relativismo epistemológico indiscriminado o una negación de la realidad objetiva, sino reconocer que la realidad es interpretada y comprendida a través de construcciones sociales y cognitivas. Por otra parte, están de acuerdo en que el origen o motivación de una hipótesis o teoría no determina su veracidad, sino que puede ser establecida mediante medios objetivos y rigurosos.

 

Redundancia y retroceso en el relativismo y construccionismo según Gieryn

Según Thomas F. Gieryn (17), los programas relativistas y constructivistas en la sociología de la ciencia, incluyendo el Programa Fuerte, no aportan novedades significativas en comparación con las contribuciones anteriores de la disciplina, especialmente las de Robert Merton. Gieryn sostiene que muchos de los hallazgos realizados por estos programas son evidentes o reiteraciones expresadas en un nuevo lenguaje, y que en realidad son perfectamente compatibles con las ideas de Merton. En este sentido, considera que el relativismo y el constructivismo son redundantes.

Además, Gieryn argumenta que las orientaciones metodológicas y metateoréticas de estos programas son inferiores a las propuestas por Merton. Afirma que representan un retroceso epistemológico y desorientan a la disciplina, alejándola del problema fundamental que es explicar cómo la ciencia como institución establece y mantiene su autoridad cognitiva (Gieryn citado por Molina, 1999).

Gieryn identifica tres redundancias en el relativismo y constructivismo de la sociología del conocimiento, incluyendo el Programa Fuerte:

La primera redundancia radica en que los factores sociales y culturales son esenciales en la formación del conocimiento científico. Para un sociólogo del conocimiento, esto es una afirmación obvia (un truismo).

La segunda redundancia se refiere a que el conocimiento científico es aproximado y los científicos suelen tener dudas y discusiones sobre la validez de sus hallazgos. Nuevamente, esto es algo que un sociólogo de la ciencia consideraría natural y no sorprendente.

La tercera y última redundancia es que las creencias y supuestos de los científicos influyen en la construcción de nuevas creencias científicas. Es difícil imaginar lo contrario, ya que es evidente que los científicos no comienzan cada investigación desde cero.

Como se puede apreciar, Gieryn argumenta que estas redundancias no representan aportes novedosos de la sociología del conocimiento, sino que son afirmaciones evidentes y esperadas dentro del campo.

 

Discurso de Olivé contra el naturalismo del Programa Fuerte

Hay que destacar en primer lugar que lo que pretende el filósofo y epistemólogo mexicano León Olivé (18) es reorientar al Programa Fuerte, eliminar lo que a su juicio es una incongruencia insostenible y ofrecer así un marco fortalecido para la sociología del conocimiento.

El naturalismo es rechazable según Olivé porque es incompatible con el realismo que acepta el Programa Fuerte. En su lugar propone una visión alternativa, explícitamente realista y antinaturalista (Molina, 1999).

Según León Olivé, para fortalecer el marco de la sociología del conocimiento, se debe combinar el Programa Fuerte sin el naturalismo con la aplicación del realismo trascendental de Bhaskar, entre otros enfoques.

El realismo trascendental, propuesto por el filósofo británico Roy Bhaskar  (19), sostiene que hay una realidad objetiva que existe independientemente de nuestros pensamientos y percepciones. Esta perspectiva considera que el conocimiento científico tiene como objetivo descubrir las leyes y estructuras subyacentes de la realidad, más allá de las apariencias superficiales.

En el contexto de la sociología del conocimiento, la aplicación del realismo trascendental implica considerar que las creencias y teorías científicas son aproximaciones a una realidad objetiva y que el conocimiento científico puede mejorar su correspondencia con esa realidad mediante la crítica y la revisión constantes. Se enfatiza la importancia de comprender cómo la ciencia establece y mantiene su autoridad cognitiva a través del análisis de las estructuras sociales y culturales que influyen en la producción del conocimiento científico.

En contraposición a la afirmación del Programa Fuerte de que no existe una concepción clara y estricta que permita distinguir entre el conocimiento científico y otros tipos de conocimiento, León Olivé sostiene que sí existe tal concepción y que, de hecho, el Programa Fuerte implícitamente se compromete con ella. Olivé argumenta que el Programa Fuerte niega la posibilidad de esta distinción debido a su errónea creencia de que, si la sociología del conocimiento se compromete con una forma de discriminar entre conocimiento y pseudoconocimiento, entre creencias verdaderas y falsas, entonces se verá obligada a tratar cada tipo de creencia de manera diferente.

Según Olivé, la posición naturalista del Programa Fuerte se revela como absurda. Al defender que la sociología del conocimiento debe ofrecer explicaciones causales, simétricas, imparciales y reflexivas, el Programa Fuerte se compromete con una concepción específica del conocimiento que se aplica a todo el discurso sociológico, considerándolo como científico, independientemente de si ha sido aceptado o no como conocimiento científico.

León Olivé argumenta, por tanto, que el Programa Fuerte se compromete implícitamente con una concepción específica del conocimiento, a pesar de negar la posibilidad de distinguir claramente entre el conocimiento científico y otros tipos de conocimiento. Olivé critica la posición naturalista del Programa Fuerte y sugiere que la sociología del conocimiento debe reconocer y abordar esta distinción para ofrecer una comprensión más coherente del fenómeno del conocimiento.

 

Críticas a la racionalidad natural

Podríamos decir que existe un espectro de críticos frente a la racionalidad natural propuesta por Barnes. Por un lado, tenemos críticos como Larry Laudan, que argumentan en contra de la perspectiva constructivista y relativista, defendiendo una concepción más objetiva y basada en estándares epistémicos más sólidos.

Por otro lado, hay críticos que consideran que la sociología del conocimiento debe ir más allá de la racionalidad natural y profundizar en la consideración de los aspectos sociales de la racionalidad científica. Autores como Michael Lynch (20), Steve Woolgar y Harry Collins, entre otros, han propuesto una perspectiva sociológica más radical, que enfatiza la influencia de los contextos sociales, las comunidades científicas y las prácticas institucionales en la construcción del conocimiento científico.

Expresado de un modo más sencillo, podríamos afirmar que Laudan estima que Barnes ha ido demasiado lejos en la concepción social de la racionalidad aplicada al mundo de la ciencia y Linch, Woolgar y Collins estiman que Barnes se ha quedado corto en cuanto a la dimensión social de la racionalidad.

Entrando en más detalle, el filósofo y epistemólogo estadounidense Larry Laudan ha argumentado en contra de la idea de que la verdad y la racionalidad científica sean construcciones sociales y sostiene que existen estándares objetivos para evaluar la validez y el éxito de las teorías científicas.

Laudan critica la noción de que todos los enfoques científicos son igualmente válidos dentro de una comunidad científica y defiende la idea de que la ciencia puede progresar hacia una mejor comprensión de la realidad a través de la acumulación de conocimiento y la eliminación de teorías falsas. También argumenta que la evidencia empírica y la lógica desempeñan un papel central en la evaluación de las teorías científicas y rechaza la idea de que la ciencia esté completamente determinada por factores sociales y culturales.

Michael Lynch ha criticado la noción de racionalidad natural de Barnes, argumentando que la idea de una racionalidad inherente a la naturaleza humana es problemática y no está respaldada por evidencia empírica suficiente. Lynch sostiene que la racionalidad es una construcción social y que varía en diferentes contextos culturales y sociales.

Harry Collins y Steve Woolgar han planteado críticas similares a la idea de la racionalidad natural. Argumentan que la racionalidad está influenciada por factores sociales, históricos y culturales, y que no puede ser entendida como una entidad fija y universal. Collins y Woolgar enfatizan la importancia de considerar el contexto social y los intereses en la construcción de la racionalidad científica.

Estas críticas se centran en cuestionar la noción de una racionalidad natural que trasciende los contextos sociales y culturales. Los autores argumentan que la racionalidad es una construcción social compleja y que su forma y aplicación están influenciadas por diversos factores contextuales. Cuestionan la idea de que existe una forma única y universal de racionalidad y destacan la importancia de considerar los aspectos socioculturales en la práctica científica.

 

Críticas a la teoría social de la objetividad

La teoría social de la objetividad ha sido objeto de críticas por parte de varios autores prominentes en el ámbito de la filosofía de la ciencia y la epistemología. Estas críticas ponen en tela de juicio la idea de que la objetividad se construye exclusivamente a través de procesos sociales y cuestionan la suposición de que la realidad misma es una construcción social. Algunos de los autores que han planteado estas críticas son Hilary Putnam, Philip Kitcher, Ian Hacking y Bas C. van Fraassen.

Hilary Putnam (21) ha argumentado en contra del relativismo y ha defendido la importancia de la objetividad en la ciencia. Critica la teoría social de la objetividad al considerar que puede llevar a un relativismo excesivo y cuestiona la idea de que la objetividad depende únicamente de acuerdos sociales.

Philip Kitcher (22) ha cuestionado la noción de que la objetividad se construye únicamente a través de procesos sociales. Sostiene que la objetividad también requiere una base en la evidencia empírica y la justificación racional, y critica la idea de que la objetividad se puede lograr exclusivamente mediante acuerdos sociales.

Ian Hacking ha criticado el enfoque constructivista extremo de la teoría social de la objetividad. Argumenta que, si bien las creencias y conceptos pueden ser socialmente construidos, esto no implica que la realidad misma sea construida por la sociedad.

Bas C. van Fraassen (23) ha cuestionado la idea de que la objetividad se basa únicamente en factores sociales y culturales. Argumenta que también debe haber una correspondencia entre las afirmaciones científicas y los hechos observables, y critica la concepción de la objetividad como una construcción social completa.

Estos autores y sus críticas resaltan la diversidad de perspectivas y enfoques en relación con la teoría social de la objetividad. Sus críticas cuestionan las premisas fundamentales de esta teoría y destacan la importancia de considerar la evidencia empírica, la justificación racional y la correspondencia con los hechos observables en la búsqueda de la objetividad científica.

Críticas a las matemáticas alternativas de Bloor

En su obra "Proofs and Refutations" (Pruebas y Refutaciones), Imre Lakatos (24) critica la posición de David Bloor sobre las matemáticas alternativas desde una perspectiva diferente. Lakatos argumenta que las matemáticas alternativas propuestas por Bloor no son meramente sistemas de reglas y convenciones, sino que tienen una base lógica y racional subyacente.

Lakatos plantea varios puntos de desacuerdo con la tesis de Bloor. En primer lugar, se opone al enfoque sociológico radical de Bloor, que argumenta que no hay criterios racionales o metodológicos para evaluar las teorías matemáticas. Lakatos sostiene que existe la posibilidad de distinguir entre diferentes enfoques matemáticos y que algunas teorías son más productivas y exitosas que otras, lo que implica que no todas son igualmente válidas dentro de una comunidad científica (Lakatos citado en Molina, 1999).

Otra crítica de Lakatos es que el enfoque sociológico de Bloor subestima el papel de la lógica y la evidencia empírica en la evaluación de las teorías matemáticas. Lakatos defiende la importancia de los estándares lógicos y metodológicos en la evaluación de las matemáticas y argumenta que existen criterios objetivos para distinguir entre teorías matemáticas más y menos válidas.

Además, Lakatos señala que el enfoque de Bloor no tiene en cuenta la historia y el desarrollo de las matemáticas. Argumenta que la evolución matemática se basa en la crítica y el progreso de las teorías existentes, y no simplemente en la aceptación o rechazo social.

Por su parte, Michael Detlefsen (25), un filósofo de la matemática estadounidense plantea varias objeciones fundamentales. Una de las críticas principales de Detlefsen se centra en el enfoque sociológico de Bloor, que según él subestima la importancia de los aspectos epistémicos y lógicos en el estudio de las matemáticas.

Detlefsen argumenta que la aceptación de una teoría matemática no puede basarse únicamente en factores sociológicos como las convenciones establecidas por la comunidad científica. En cambio, sostiene que la verdad y la justificación de una teoría matemática deben ser evaluadas mediante criterios lógicos y epistémicos. Para Detlefsen, la lógica y la evidencia empírica desempeñan un papel crucial en la fundamentación y la validación de las teorías matemáticas.

Otra crítica de Detlefsen es que el enfoque sociológico de Bloor ignora el aspecto normativo de las matemáticas. Argumenta que las matemáticas no son simplemente un conjunto de convenciones arbitrarias, sino que también están gobernadas por normas y principios racionales. Estas normas son independientes de la aceptación o rechazo social y son fundamentales para la actividad matemática.

Además, Detlefsen sostiene que el enfoque sociológico de Bloor no proporciona una explicación adecuada de la objetividad y la universalidad de las matemáticas. Argumenta que las matemáticas poseen características distintivas que las diferencian de otras áreas de conocimiento y que estas características deben ser tomadas en cuenta para comprender su naturaleza.

En suma, Detlefsen critica la tesis de Bloor sobre las matemáticas por subestimar los aspectos lógicos y epistémicos, ignorar el aspecto normativo de las matemáticas y no proporcionar una explicación adecuada de la objetividad y la universalidad matemáticas. Detlefsen defiende la importancia de considerar criterios lógicos, epistémicos y normativos en el estudio de las matemáticas y argumenta en contra de una reducción puramente sociológica del campo.

Por otro lado, Mario Bunge también rechaza la idea de que haya o pueda haber unas matemáticas alternativas en el sentido de ser relativas a distintos grupos sociales o culturas. Para Bunge, las matemáticas contienen una gran cantidad de teorías alternativas junto a las canónicas, por lo tanto, es cierto que la verdad matemática es relativa, pero toda verdad matemática es relativa con respecto a alguna teoría, no a la sociedad. Y cualquier desviación de las teorías clásicas es provocada por razones puramente intelectuales (Bunge citado por Molina, 1999).

Conclusiones

Mi impresión respecto al Programa Fuerte me recuerda lo que Antonio Machado (26) ponía en boca de su personaje Juan de Mairena: “El diablo es el espíritu de la contradicción, y, como todo espíritu, tiene la manía de querer hacerse cuerpo. Y si el diablo es espíritu de contradicción, hay que confesar que, aunque no tiene razón, siempre tiene sus razones” (Machado, 1982)

Como he comentado en el primer artículo de la serie, desde un punto de vista personal, he cambiado radicalmente mi postura desde la confianza absoluta casi religiosa en que la ciencia es única, independiente de toda influencia externa y guiada únicamente por la búsqueda de la máxima proximidad a la verdad; a una postura mucho más relativista y externalista, en la que el problema consiste en dónde pones el punto de equilibrio entre la visión clásica de la ciencia y la visión que aporta la moderna sociología del conocimiento.

El ser humano es un ser social, la vida en sociedad influye en todos los aspectos de la vida de las personas, ¿realmente podemos contemplar a la ciencia como una actividad exenta de esta influencia? Está claro que después de los trabajos de Merton y khun entre otros, el ideal de pureza de la ciencia se ha disipado y no es fácil encontrar – ni entre los más recalcitrantes a la visión social de la ciencia – algún autor que no reconozca la influencia, al menos institucional, de la sociedad en la clase científica.

Si volvemos varios apartados hacia atrás en este mismo ensayo, si retornamos a Mario Bunge, que es claramente crítico con el Programa Fuerte, clasifica el externalismo de la sociología en cuatro categorías: moderado local, moderado global, radical local y radical global.

Recordemos que el moderado local hacía referencia a lo expresado por Robert Merton acerca de la influencia de la comunidad científica en el trabajo del científico, el moderado local estaba en línea con los trabajos de Khun y hacía referencia a la influencia de la sociedad en el trabajo del científico. Los externalismos radicales estaban relacionados con cómo la comunidad científica construye sus teorías con contenidos e influencia sociales. Bunge parece admitir y, por lo que he visto en las lecturas parece que es mayoritaria esta postura, los externalismos moderados y rechazar de plano los radicales. En general, ahí parece estar el punto de ruptura entre los filósofos y los sociólogos.

Si tuviera que buscar una explicación a este fenómeno y, teniendo en cuenta de que soy sociólogo y no puedo evitarlo, encontraría una explicación sociológica. Pienso que el problema estriba en que la cuestión se aborda desde dos visiones y metodologías completamente diferentes: la filosófica y la sociológica.

La visión filosófica sobre la realidad y la influencia social en el conocimiento científico varía según las corrientes filosóficas y las perspectivas individuales. Sin embargo, en general, los filósofos tienden a enfatizar la búsqueda de una comprensión objetiva y universal de la realidad, buscando fundamentos racionales y epistemológicos sólidos.

La visión sociológica está representada por lo que se conoce como “mirada sociológica” La mirada sociológica se refiere a la forma en que los sociólogos estudian y comprenden los fenómenos sociales. Es un enfoque que busca analizar las interacciones humanas, los procesos sociales y las estructuras sociales para comprender cómo influyen en las acciones individuales y colectivas, así como en la construcción de la sociedad en su conjunto.

Para la mirada sociológica la ciencia no constituye una excepción, es una institución social y, por tanto, forma parte de la cultura de esa sociedad.

Partir de dos visiones tan diferentes hace que encontrar un punto de encuentro sea muy difícil y aunque los filósofos no nieguen la influencia social y los sociólogos no nieguen la necesaria formalidad de la ciencia, al fin y al cabo andamos entre gente sensata, la polémica continuará.

¿Y mi punto de vista personal?, bueno yo dispongo de la mirada sociológica así que creo en la influencia social y del momento histórico en que se está en la forma en la que se construye el conocimiento y la ciencia, pero también creo en la influencia del razonamiento lógico y de la objetividad, pienso que la influencia social es fuerte pero no absoluta.

Así que soy, ¿moderado? ¿radical?, pues francamente, no lo sé.

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

Notas

 

  1. David Bloor (Derby, 1942) es un catedrático y ex director de la Unidad de Estudios de la Ciencia de la Universidad de Edimburgo, Escocia. Comenzó su carrera académica en el estudio de la filosofía y psicología. En los años 1970, él y Barry Barnes fueron las principales figuras del llamado "Programa fuerte en sociología de las ciencias" (también traducido como "Programa radical en sociología de las ciencias"), que sustentaba posiciones contrarias al positivismo en ciencia, atribuyendo esta posición a la "Escuela de Edimburgo". Su libro ‘Knowledge and Social Imagery’ (Routledge, 1976) es uno de los marcos de referencia del programa fuerte.
  2. S. Barry Barnes (nacido el 27 de marzo de 1943) fue catedrático de Sociología en la Universidad de Exeter. Barnes trabajó en la "Unidad de Estudios Científicos" de la Universidad de Edimburgo con David Bloor desde los años setenta hasta principios de los noventa, donde desarrollaron el sólido programa de Sociología del Conocimiento Científico. En 1992 se trasladó al departamento de Sociología de Exeter. Barnes es conocido por su enfoque naturalista de la ciencia, una visión elaborada en su libro Scientific Knowledge and Sociological Theory (1974). Defendía un enfoque postkuhniano del conocimiento científico y sugería que filósofos, historiadores y otros investigadores estudiaran la práctica científica en diversos campos como tradiciones culturales cuyo desarrollo pudiera recibir explicaciones causales. Desde este punto de vista, el cambio conceptual en la ciencia normal es un proceso que se desarrolla a través del debate y la negociación entre expertos. Esta última perspectiva se desarrolló en T. S. Kuhn y la ciencia social (1982).
  3. Harry Collins es un sociólogo británico de la ciencia en la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad de Cardiff, Gales. Es conocido por su trabajo en la sociología del conocimiento científico y la teoría de la relatividad científica. Collins ha escrito durante más de 30 años sobre la física de las ondas gravitacionales y ha rastreado la búsqueda de ondas gravitacionales, y ha demostrado cómo los datos científicos pueden estar sujetos a flexibilidad interpretativa, y cómo los medios sociales o ‘no científicos’ pueden usarse a veces para cerrar controversias científicas1. Además, Collins ha desarrollado el enfoque de la Escuela de Bath para la sociología del conocimiento científico. En “Changing Order: Replication and Induction in Scientific Practice”, Collins describe una teoría general de la sociología de la ciencia. A partir de los conceptos de “Juego del lenguaje” y “Formas de vida”, derivados del filósofo Ludwig Wittgenstein, busca una explicación de cómo los científicos siguen reglas y patrones al realizar experimentos y prácticas científicas1. Collins también ha publicado varios libros, incluyendo “Gravity’s Shadow: The Search for Gravitational Waves” y "The Golem: What You Should Know About Science"
  4. Trevor Pinch fue un sociólogo británico, músico a tiempo parcial y presidente del departamento de estudios de ciencia y tecnología en la Universidad de Cornell . Es conocido por su trabajo en la sociología de la tecnología y cómo los usuarios interactúan con ella. Junto con Wiebe Bijker, Pinch inició el movimiento conocido como Construcción Social de la Tecnología (SCOT) dentro de la sociología de la ciencia. Pinch también ha hecho contribuciones significativas al estudio de la cultura del sonido, y sus libros incluyen un estudio importante de Robert Moog. Su libro "Confronting Nature" es ampliamente considerado como el relato sociológico definitivo de la historia del problema del neutrino solar. En 2018, ganó el Premio J.D. Bernal de la Sociedad para los Estudios Sociales de la Ciencia por "contribuciones distinguidas a los Estudios de Ciencia y Tecnología a lo largo de su carrera". Pinch falleció en 2021 a los 69 años después de una larga lucha contra el cáncer.
  5. El Programa Fuerte adopta un enfoque naturalista que reconoce que la ciencia y el conocimiento científico no existen de manera aislada e independiente de la sociedad y la cultura en las que se desarrollan. Según este enfoque, las teorías científicas son construcciones sociales, y su validez y aceptación están influenciadas por diversos factores sociales.
  6. El Programa Fuerte adopta una postura antiteleológica. Esto significa que rechaza la idea de que el desarrollo de la ciencia sigue una dirección predefinida hacia una meta o propósito final.
  7. Otra característica del Programa Fuerte de la sociología es su oposición al individualismo empirista. El empirismo es una corriente filosófica y epistemológica que sostiene que el conocimiento se adquiere a través de la experiencia sensorial y la observación directa del mundo. Según el empirismo, la mente humana es un "lienzo en blanco" al nacer y todas nuestras ideas y conocimientos provienen de la experiencia.
  8. El Programa Fuerte de la sociología está muy influido por el constructivismo social que fue una corriente que pegó fuerte en los años de la década de 1960. En 1966 Berger y Luckman (5escribieron el libro “la construcción social de la realidad. Tratado de la Sociología del conocimiento”, texto que tuvo una influencia enorme en la sociología posterior. El constructivismo social sostiene que cualquier experiencia que los seres humanos consideren "real" es en sí misma una creación social, siendo producto y producción social al mismo tiempo.
  9. Si aceptamos que el conocimiento es una construcción social desarrollada a lo largo de generaciones como parte de una cultura que se adapta al entorno, debemos reconocer que el conocimiento es una convención social. El convencionalismo del Programa Fuerte en sociología se aplica tanto a ideas y teorías como a conceptos.
  10. El finitismo es la propiedad por la cual el concepto pasado no determina al concepto futuro, esta concepción se inspira en la obra de Wittgenstein, que sostiene que el significado establecido de una palabra no determina sus aplicaciones futuras, sino que los significados nuevos son creados a través del uso.
  11. El Programa Fuerte es también un enfoque instrumentalista, sostiene que los intereses sociopolíticos también desempeñan un papel importante en la modificación de los sistemas de ideas. Aunque estos intereses sociopolíticos a menudo no son reconocidos por los actores implicados, frecuentemente actúan como el estímulo inicial para la modificación de las teorías.
  12. El Programa Fuerte de la sociología, en su enfoque relativista, sostiene que el conocimiento científico no puede ser evaluado desde una perspectiva absoluta y objetiva, sino que está influenciado por factores sociales, culturales e históricos. Desde esta perspectiva, se entiende que las teorías científicas son construcciones sociales y están sujetas a cambios y revisiones a lo largo del tiempo.
  13. Mario Bunge fue un filósofo, físico, ensayista, sociólogo y profesor universitario argentino-canadiense. Nació el 21 de septiembre de 1919 en Florida Oeste, Argentina y falleció el 24 de febrero de 2020 en Montreal, Canadá. Bunge es conocido por su trabajo en la filosofía de la ciencia, la física teórica y la epistemología. También es reconocido por su defensa del realismo científico y su crítica a las pseudociencias.
  14. Ángel Manuel Montoro Molina es profesor de sociología e investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Granada
  15. Thomas Samuel Kuhn (Cincinnati, 18 de julio de 1922 - Cambridge, 17 de junio de 1996) fue un físico, historiador y filósofo de la ciencia estadounidense, conocido por su contribución al cambio de orientación de la filosofía y la sociología científica en la década de 1960.
  16. Steve Woolgar es un sociólogo británico. Es conocido por su trabajo en la sociología de la ciencia y la tecnología. Woolgar ha escrito varios libros sobre una amplia variedad de temas, incluyendo la filosofía de la ciencia, la física teórica, la epistemología, la ética, la política y la sociología. Algunos de sus libros más destacados incluyen “La vida en el laboratorio: la construcción de hechos científicos” y “Ciencia: abriendo la caja negra”. Woolgar ha trabajado estrechamente con Bruno Latour, con quien escribió “La vida en el laboratorio: la construcción de hechos científicos”. Woolgar también ha hecho contribuciones significativas al estudio de la cultura del sonido, y sus libros incluyen un estudio importante de Robert Moog. En 2018, ganó el Premio J.D. Bernal de la Sociedad para los Estudios Sociales de la Ciencia por “contribuciones distinguidas a los Estudios de Ciencia y Tecnología a lo largo de su carrera”
  17. Thomas F. Gieryn es un profesor de sociología en la Universidad de Indiana, donde también es el Viceprovost de Facultad y Asuntos Académicos. Su investigación se centra en la filosofía y sociología de la ciencia desde una perspectiva cultural, social, histórica y humanística. Es conocido por desarrollar el concepto de “trabajo de frontera”, es decir, instancias en las que se crean, defienden, atacan o refuerzan límites, demarcaciones u otras divisiones entre campos del conocimiento1. Ha sido miembro de muchos consejos y juntas, incluyendo la Junta Asesora de la exposición “Ciencia en la vida estadounidense” del Museo Nacional de Historia Americana del Smithsonian
  18. León Olivé Morett fue un filósofo, investigador, catedrático y académico mexicano. Nació en Ciudad de México en 1950 y falleció el 10 de febrero de 2017. Olivé estudió matemáticas en la Facultad de Ciencias de la UNAM y realizó estudios de maestría en filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Hizo estudios de doctorado en la Universidad de Oxford, Inglaterra, donde trabajó sobre filosofía de la ciencia, epistemología, y filosofía política y social. Se doctoró en dicha universidad con la tesis “The Significance of Epistemological and Ontological Preconceptions in three Sociological Theories of the State”.
  19. Roy Bhaskar (1944-2014) fue un filósofo de la ciencia inglés, conocido por ser el iniciador del movimiento filosófico del realismo crítico. Bhaskar argumentó que la tarea de la ciencia es “la producción del conocimiento de los mecanismos duraderos y continuamente activos de la naturaleza que producen los fenómenos del mundo”, en lugar del descubrimiento de leyes cuantitativas, y que la ciencia experimental tiene sentido solo si existen tales mecanismos y poderes causales que operan fuera del laboratorio, así como dentro de él. Bhaskar desarrolló una filosofía general de la ciencia que designó como realismo trascendental, y una filosofía especial de las ciencias humanas que llamó naturalismo crítico. Los dos términos fueron combinados por otros autores para formar la expresión “realismo crítico”.
  20. Michael Lynch es un filósofo estadounidense y profesor de filosofía en la Universidad de Connecticut. Su trabajo se centra en la verdad, la democracia y la ética y epistemología de la tecnología. Es autor de varios libros, incluyendo “The Internet of Us: Knowing More and Understanding Less in the Age of Big Data” y “Know-It-All Society: Truth and Arrogance in Political Culture”, que ganó el Premio Orwell en 2019. También ha escrito para el New York Times, The Guardian y Boston Review.
  21. Hilary Putnam (1926-2016) fue un filósofo estadounidense conocido por sus contribuciones a la filosofía de la mente, la filosofía del lenguaje, la filosofía de la ciencia y el pragmatismo. Es famoso por aplicar un alto grado de escrutinio a sus propias teorías filosóficas, a las cuales sometía a un riguroso análisis hasta encontrar sus puntos flacos.
  22. Philip Kitcher (1947-) es un filósofo británico y profesor emérito de filosofía John Dewey en la Universidad de Columbia. Se especializa en la filosofía de la ciencia, la filosofía de la biología, la filosofía de las matemáticas, la filosofía de la literatura y, más recientemente, el pragmatismo 1. Ha publicado artículos sobre John Stuart Mill, Immanuel Kant y otras figuras en la historia de la filosofía. Kitcher es expresidente de la Asociación Filosófica Estadounidense.
  23. Bas C. van Fraassen es un filósofo neerlandés-estadounidense, especializado en filosofía de la ciencia, epistemología y lógica. Nació en Goes, Países Bajos, el 5 de abril de 1941 1. Es profesor emérito de filosofía John Dewey en la Universidad de Columbia y profesor distinguido de filosofía en la Universidad Estatal de San Francisco. Van Fraassen es conocido por su defensa del empirismo constructivo, una forma de anti-realismo que sostiene que la ciencia no tiene como objetivo descubrir la verdad sobre el mundo, sino simplemente producir teorías que sean empíricamente adecuadas. Es autor de varios libros, incluyendo “La imagen científica” y “Leyes y simetría”.
  24. Imre Lakatos, nacido Imre Lipschitz (Debrecen, Hungría, 9 de noviembre de 1922 – Londres, 2 de febrero de 1974), fue un economista, filósofo y matemático húngaro reconocido por sus contribuciones a la filosofía de la ciencia y la filosofía de las matemáticas.
  25. Michael Detlefsen (1948-2019) fue un filósofo estadounidense y profesor de filosofía en la Universidad de Notre Dame. Sus áreas de especialización incluyen la lógica, la historia de las matemáticas, la filosofía de las matemáticas y la epistemología. Es conocido por su trabajo sobre las ideas fundamentales del matemático alemán David Hilbert y otros pensadores fundamentales del siglo XIX y XX, incluyendo a Bernard Bolzano, L. E. J. Brouwer, Alonzo Church, Richard Dedekind, Gottlob Frege, Kurt Gödel, Moritz Pasch, Henri Poincaré y Bertrand Russell.
  26. Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 26 de julio de 1875-Colliure, 22 de febrero de 1939) fue un poeta español, el más joven representante de la generación del 98. Su obra inicial, de corte modernista (como la de su hermano Manuel), evolucionó hacia un intimismo simbolista con rasgos románticos, que maduró en una poesía de compromiso humano, de una parte, y de contemplación de la existencia, por otra; una síntesis que en la voz de Machado se hace eco de la sabiduría popular más ancestral. Dicho en palabras de Gerardo Diego, «hablaba en verso y vivía en poesía»

Bibliografía

Barnes, B (1985) Sobre la Ciencia, Editorial Labor Barcelona

Berger, P. L., & Luckmann, T. (1966). La construcción social de la realidad: Tratado de sociología del conocimiento. Amorrortu Editores.

Bloor, D (1976) Conocimiento e Imaginario Social, editorial Gedisa

 Montoro Molina, A.M. (1999), El Programa Fuerte de la Sociología. Un Estudio Crítico. Universidad de Granada

 Sekulic, D (2007), Social Change (págs 4368-4372), The Blackwell Encyclopedia of Sociology, Blackwell Publishing



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