En un mundo globalizado, ¿Existen clases sociales globales?
Flora Tristán |
El lector avisado se habrá dado
cuenta de que el título de este artículo es una variación de aquella otra frase
de “proletarios del mundo uníos”. En realidad la intención que me guía a la
hora de escribir estas líneas es analizar si la tendencia actual a la
globalización de la economía lleva aparejada la globalización de las clases
sociales. Al parecer, al menos en lo que se refiere a la clase corporativa, hay
indicios de que si se está constituyendo algo parecido a una clase social
internacional.
Pero el primer intento de
constituir una clase social internacional lo llevaron a cabo, en la segunda
mitad del siglo XIX, los representantes de la clase trabajadora a la hora de
intentar organizar el movimiento obrero que surgía como respuesta a las
condiciones penosas que imponía la Revolución Industrial.
De hecho el lema “proletarios del
mundo, uníos” aparecía en la portada de la primera edición del Manifiesto
Comunista de Marx (1)
y Engels (2)
publicada en alemán en 1848 en la ciudad de Londres. Sin embargo, no fueron
ellos los que acuñaron la frase sino que fue Flora Tristán (3) unos cuantos años
antes en su folleto “La
Unión Obrera”.
Primera edición del Manifiesto Comunista |
Yo me acerqué a la figura de
Flora Tristán gracias a la novela de Mario Vargas Llosa “El Paraíso en la otra Esquina”. Bello
relato en el que Vargas Llosa fusiona dos biografías paralelas, la de Flora y la de su nieto,
el gran pintor francés Paul Gaugin (4).
Flora fue una escritora
feminista, socialista e internacionalista francesa de origen peruano. Los
reveses de la vida le llevaron a conocer de primera mano las miserias de la
clase trabajadora lo que le empujó a participar activamente a favor de la
emancipación de la mujer, de los derechos de los trabajadores y en contra de la
pena de muerte, ¡en la primera mitad del siglo XIX!.
En “La Unión Obrera”,
publicada en 1840, Flora presenta un programa socialista coherente que tiene,
como principales puntos a destacar, la necesidad de los trabajadores de
organizarse políticamente, la emancipación de los trabajadores unida a la
emancipación de la mujer y el carácter universal de esta lucha. Y no sólo
publicó el folleto sino que realizó giras por toda Francia exponiendo estas
ideas y creando comités locales de la Unión Obrera, es precisamente en una de estas
giras cuando fallece prematuramente por tifus en 1844.
Tristán tuvo mucha influencia en
el pensamiento práctico de Marx y Engels. Marx diría de ella que fue una
precursora de ideales nobles y dedicaron un capítulo de su libro, “La Sagrada Familia”,
a Flora. Aunque Vargas Llosa no pinta en su novela como agradable el primer
encuentro entre Marx y Tristán.
Lo cierto es que tanto en la obra
de Tristán como en la de Marx
y de Engels está la idea del internacionalismo proletario, la idea de que la
opresión de la clase trabajadora no conocía de fronteras.
Bajo este paraguas ideológico se
constituyeron a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX diversas
organizaciones internacionales de trabajadores. La primera internacional, la
AIT, se constituyó en 1868, cuyas cabezas eran Marx y Bakunin (5). La segunda
internacional en 1876 se crea como escisión de la primera por los conflictos entre
anarquistas y socialistas. La tercera internacional – la comunista o Komintern
– surgió hacia 1920 como escisión de la segunda por el nacimiento de los
partidos comunistas a partir de la Revolución Rusa y por las disensiones que se
produjeron entre las diferencias de posición de los partidos socialistas
nacionales ante la
Primera Guerra Mundial; la tercera internacional acabó siendo
un instrumento político de la Unión Soviética, sobre todo en década de 1930 con
el estalinismo en todo su esplendor. La cuarta, fue la trotskista (6), muy perseguida por
los anteriores. Y aún hubo más internacionales (7) pero no merece la pena alargarse en esta
historia pues fueron de importancia menor. Puestas así las cosas, no es de
extrañar que el himno tradicional de los partidos de izquierda se llame “La
Internacional”.
Este movimiento obrero
internacional constituido por todas estas internacionales que se fueron
acumulando con los años, actuaron y difundieron ideas por las clases
trabajadoras nacionales. Protagonizaron movimientos de solidaridad muy
importantes y coordinaron esfuerzos en la lucha contra las clases dominantes de
los distintos países – todavía éstas, divididas por las fronteras y ocupadas en
la dominación de sus respectivas economías – que facilitaron la consecución de
las conquistas sociales, desde la jornada de ocho horas a las vacaciones
pagadas, de las que disfrutamos hoy en día y que, como biznietos mimados,
miramos como si estuvieran ahí desde el momento de la creación del mundo.
Sin embargo nunca se pudo hablar
de una clase trabajadora internacional. Quizás porque estas organizaciones se
crearon “desde arriba”, no fueron movimientos espontáneos que surgieron desde
organizaciones de base. Quizás porque se tuvieron que crear sucursales nacionales
- el PSOE en España se fundó por el delegado de la AIT en Madrid, Pablo
Iglesias (8) – para
poner en práctica las políticas de defensa de la clase obrera en los Estados
nacionales. Quizás porque la economía de los distintos países era distinta, muy
lejos de los niveles de integración que se dan actualmente, y los problemas de sus clases trabajadoras
también distintos. Quizás porque la Internacional Comunista
seguía al pie de la letra los dictados de Moscú. Quizás porque después de la Segunda Guerra Mundial
el Estado del bienestar desmovilizó a las clases trabajadoras. O quizás por
todas estas razones al mismo tiempo. Sea como fuere, el viejo sueño de Flora de
“unidad universal” no llegó a plasmarse.
¿Y ahora qué?, el mundo ha
cambiado mucho. La globalización avanza, muchos problemas sociales desde la
pobreza hasta el medio ambiente son problemas globales que sólo admiten
soluciones globales. Hay una economía global y podemos hablar de una cultura
global, así que es lógico que nos preguntemos si hay clases sociales globales. Y ante esta pregunta parece que hay consenso
en responder que existe una clase corporativa internacional formada por los
directivos de grandes empresas multinacionales. Entonces, ¿se ha cambiado el lema de Flora Tristán?,
¿hemos de sustituir proletarios por ejecutivos como hemos hecho en el título?.
En opinión de Harol Kerbo (9) para estudiar bien
esta cuestión debemos examinar tres aspectos. En primer lugar debemos
establecer los indicadores de la existencia de esta clase y el grado de unidad entre los individuos que la conforman,
es decir, si tienen conciencia de un “nosotros” y si le deben más lealtad – por
ejemplo - que a su origen nacional. En segundo término, debemos estudiar si
existen instituciones de clase para mantener su control sobre la economía y su
poder político. Y, por último, sobre las relaciones de poder de la clase
corporativa y las clases inferiores.
Hay que advertir que apenas se ha
investigado sobre la existencia y el poder que atesora una clase corporativa
global. Kerbo cita el trabajo de Robinson (10) y Harris (11). Estos autores afirman que las corporaciones
transnacionales y el proceso de producción son tan globales hoy en día que ha
surgido una clase corporativa que no es leal a ninguna nación. De hecho, según
estos mismos autores, el Estado nacional ya no es un factor relevante en la
actual globalización del capitalismo; señalan que los capitalistas de las
naciones ricas interactúan mucho y comparten posiciones e intereses
multinacionales. Esta unidad se refuerza por el aumento de las fusiones entre
grandes empresas transnacionales creando más intereses comunes y unidad de
clase.
Siguiendo con el razonamiento de
Robinson y Harris, esta clase corporativa global recibe de ciertas
organizaciones internacionales el apoyo institucional suficiente como para
proteger sus intereses de clase. Entre estas organizaciones citan el Fondo
Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial
del Trabajo, la
Cooperación Económica Asia-Pacífico y el
Foro Económico Mundial.
Todos estos indicios son ciertos,
Robinson y Harris no dicen tonterías, pero el problema estriba en que, si bien
hay consenso sobre la existencia de una clase corporativa internacional, no todos los científicos sociales están de
acuerdo en el grado en que estas proposiciones son ciertas.
En primer lugar, se dice que el
Estado nacional ha perdido importancia pero, en el estado actual de las cosas,
no es insignificante. En opinión de Kerbo, si todos los Estados fueran como los
Estados Unidos, dónde la clase corporativa ha llegado ha dominar las
estructuras del Gobierno, la afirmación de que el Estado nacional no es
relevante tendría sentido. Afirma que la clase corporativa estadounidense ha
tenido tanto éxito en el dominio de las
clases inferiores gracias a su influencia en el sistema político de su país y,
por ende, en el de otras naciones industriales. Pero, en su opinión, los
gobiernos de países como Alemania y, sobre todo Japón y otras naciones
asiáticas, todavía disponen de un Gobierno nacional que restringe más la
libertad de sus clases corporativas. No obstante también hay que señalar que,
desde que Kerbo escribió su libro, el movimiento ideológico internacional a
favor de la desregulación de los mercados y de recortes sociales se ha
intensificado, la búsqueda del Estado mínimo se ha incrementado.
Esta pujanza de la clase
corporativa estadounidense hace que sean los ejecutivos de ese país los líderes
de la clase corporativa global, en palabras de Kerbo, esta clase habla en
inglés pero con acento norteamericano.
Los ejecutivos de las
multinacionales tienen diferencias culturales y todavía se identifican con su
país de origen con distinto grado de nacionalismo. El mismo Kerbo pone en duda
de que los ejecutivos norteamericanos, europeos y japoneses – que son los que
engrosan en mayor medida las filas de las corporaciones multinacionales -
tengan conciencia de “un nosotros”, es decir, usando términos marxianos, que
tengan conciencia de clase, por encima de conciencia nacional por ejemplo. Yo,
que no conozco a muchos ejecutivos internacionales y puedo estar equivocado,
pienso que quizás tengan más conciencia de pertenencia a una empresa que de
pertenencia a una nación o a una clase social global, pero eso no significa que
carezcan por completo de conciencia de clase. Verse en las salas VIP de los
aeropuertos une mucho.
Estas diferencias culturales se
han puesto de manifiesto en las fusiones de grandes empresas multinacionales de
distintos países. Muchas operaciones de este tipo han acabado en fracaso por
problemas prácticos derivados de esta clase de diferencias a la hora de
contemplar la economía, el trabajo y los mercados. Al final, han tenido mayor
éxito las absorciones, en las que se ha impuesto el estilo de los compradores,
que las fusiones, en las que en muchos casos no se ha conseguido una cultura
empresarial común.
La existencia de una clase global
implicaría una dinámica de clases, es decir, una forma de relacionarse con las
otras clases sociales. Pero al no existir como tales, otras clases a nivel
global, la clase corporativa internacional no ha entrado en conflicto con las
clases trabajadoras de los países industrializados sino que esa gestión la
llevan las clases corporativas nacionales directamente. En cambio, si han
entrado en conflicto con los intereses de los pueblos de las naciones menos
desarrolladas. Un puñado de naciones ha logrado proteger los intereses de sus
pueblos frente a las demandas de las corporaciones multinacionales. Este tipo
de conflictos los veremos cada vez más.
Podemos por tanto concluir que
existe una clase corporativa internacional, que se ha ido creando al socaire de
los procesos económicos globales que se han ido desarrollando durante los
últimos años. Esta clase surge del contacto y de las relaciones entre empresas
transnacionales, no ha sido un proceso dirigido desde arriba como pasó con el
movimiento obrero internacional. Las barreras culturales y los intereses
nacionales todavía limitan el desarrollo de una conciencia de clase, parece que
nos hallamos en las fases iniciales del proceso pero también parece que es una
tendencia clara de futuro en un mundo que se nos hace cada vez más pequeño y
más igual, que no más igualitario. Nadie lo ha gritado ni lo ha escrito en un
manifiesto, pero parece que alguien ha modificado el viejo lema de Flora
Tristán y anda por ahí gritando en voz baja: ¡Ejecutivos del mundo uníos!.
Juan Carlos
Barajas Martínez
Sociólogo
Notas:
- Para mayor información acerca de Carlos Marx y el manifiesto comunista pulsa aquí
- Para mayor información acerca de Federico Engels pulsa aquí
- Para mayor información acerca de Flora Tristán pulsa aquí.
- Para mayor información acerca del pintor postimpresionista francés Paul Gaugin nieto de Flora pulsa aquí
- Miguel Bakunin fue un teórico anarquista ruso, para mayor información acerca de su vida y obra pulsa aquí
- Para mayor información acerca del trotskismo y Trotski pulsa aquí
- Para mayor información acerca de las internacionales:
·
Primera Internacional 1864-1876
·
Segunda Internacional 1889-1916,
socialista o socialdemócrata
·
Tercera Internacional 1922-presente,
denominada también InternacionalComunista o Komintern
·
Cuarta Internacional, trotskista
·
El himno LaInternacional
- Pablo Iglesias Possé fue el fundador del Partido Socialista Obrero Español. Para mayor información acerca de su vida pulsa aquí
- Harol Kerbo es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la California State Politechnic University (CalPol). Para más información pulse aquí
- William Robinson es profesor de sociología en la Universidad del Estado de California en Santa Barbará, para más información pulsa aquí
- Jerry Harris es profesor de historia en la Universidad DeVry de Chicago autor de numerosos trabajos sobre globalización
Bibliografía:
Estratificación
Social y Desigualdad
Harold R.
Kerbo
MCGraw-Hill
Madrid
2004 5ª edición
El
Paraíso en la otra Esquina
Mario
Vargas Llosa
Alfaguara
Madrid
2003
Wikipedia
en inglés y español
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