jueves, 10 de julio de 2014

Los Años del Hambre


 

Sello de correos de Carpanta (1) producto cultural representativo del pobre de posguerra

Madres y hermanas, esposas e hijas en una paciente,
sufrida, dolorosa y desalentadora tarea de hogar y de familia.
llegaron a confeccionar tortillas sin huevo, guisos sin carne,
fritos sin aceite, dulces sin azúcar, café con trigo tostado;
hicieron pucheros con huesos, cocidos sin semilla ni patatas,
embutidos de pescado”.
Claudio Gondrona, periodista


Corría el año del Señor de 1941 y Paquita, a sus catorce años, volvía una tarde a su casa en el barrio de Las Ventas desde su trabajo, aprendiza en una fábrica de corsetería. Hija de un zapatero remendón de mal carácter, con poca clientela, y la poca que tenía no le pagaba, pasaba hambre. Todo el barrio pasaba hambre. Gran parte de la población de aquel Madrid de posguerra, autarquía (2) y estraperlo (3) pasaba hambre, un hambre feroz.

En las calles aledañas a la Plaza de Toros, Paquita se encontró con que en la calzada había algo que parecía materia orgánica y, por tanto, susceptible de ser comestible. Se fijó bien y parecía una sardina arenque aplastada sobre el pavimento por algún vehículo pues el aplastamiento tenía cierta apariencia geométrica, la que le daba la huella del neumático que probablemente había pasado por encima. Paquita despegó la sardina del suelo, la limpió como pudo y se la comió. Y le supo tan rica.

Si hubierais conocido a Paquita, quien bastantes años después me pariría, no habríais dado crédito a esa historia. Mi madre era una maniática de la limpieza. Por poneros un ejemplo os diré que durante años, al entrar a mi casa, nos hacía – a mi padre, a mi hermano y a mí – andar sobre unos paños de gamuza con dos fines primordiales, por un lado, no ensuciar con los zapatos recién venidos de la calle, por otro, sacar brillo al parqué. No tuve nunca deseos de practicar patinaje artístico durante mi infancia. Así que mucha hambre debía tener mi madre cuando se comió la sardina en esas condiciones teniendo en cuenta su escrupuloso sentido de la limpieza.

Yo soy de los que no deja nada en el plato, lo que no ha sido especialmente bueno para mi sobrepeso, pero es que cada vez que me encuentro lleno y todavía queda comida, me acuerdo de mi madre diciéndome a voz en grito rayana en la histeria: “¡Ojalá pasaras aunque sólo fuera un día de hambre para que aprendieras a no tirar la comida!”, que era la sentencia que me espetaba cuando yo no me quería comer las acelgas. Mi madre, a quien le faltó qué comer durante los años del hambre, concedía un valor sacro a la comida, hasta el punto que transmitió sus obsesiones a sus hijos y yo, como hijo suyo, no puedo dejar nada en el plato aunque reviente.

La descripción de aquellos años que hacía mi madre se completaba con los sabañones por el frío sin calefacción, los cortes cotidianos de fluido eléctrico, los piojos en el pelo y las chinches en la cama, la tuberculosis endémica (4), los calambres, el Auxilio Social (5), los sucedáneos, el arte de la cocina sin ingredientes. Todos trabajaban en algo, había pleno empleo, sin embargo pocos podían evitar la pobreza.

Mi madre, con discurrir del tiempo, pasó de la desnutrición a la malnutrición y, de ahí, a una nutrición básica sin lujos para pasar a comer lo que le diera la gana. Pero nunca se llegó a recuperar de aquellos años y no sólo psicológicamente, la falta de alimentos en su infancia y adolescencia le pasaron factura y nunca dejó de estar enferma, acaparando males diversos. No la recuerdo nunca sana, ”soy mas desgraciaíta que María de la O”, decía. Conocí los hospitales desde niño yendo a visitarla hasta que, de adolescente, me tocó cuidarla. Murió a los cincuenta y tres (6).

Los años ´40 fueron los del hambre en España. Se juntaron la posguerra española con sus descensos en la producción de alimentos, la segunda guerra mundial que estranguló el comercio de todo aquello que no se pudiera disparar contra el enemigo, la autarquía económica por la guerra y – después de la guerra – por que nadie quería comerciar con la dictadura manchada con una nada clara relación con Hitler, el régimen de racionamiento (7), la acaparación para desviar los productos a un mercado negro mucho más lucrativo y la opacidad y desorganización de la administración de Franco. Como resultado, una hambruna que con mayor o menor intensidad afectó a amplias capas de la población que no podía permitirse los precios que cobraban en el mercado negro para los productos de primera necesidad. Hasta 1952 no se recuperaron en la alimentación de los españoles los valores calóricos de la época anterior a la guerra.

Y ahora cuando veo los telediarios y leo los periódicos vienen a mi mente resonancias de aquella época que creía superada para siempre. Oigo de casos de tuberculosis y de otras enfermedades de posguerra. Los piojos - a los que no había visto hasta mi edad adulta - los recuperamos hace años no sé muy bien por qué  y se vuelve a hablar de chinches en un barrio de Madrid. Me llegan noticias de pobreza energética, gente que no puede encender la calefacción o tienen que apagar la luz para poder pagar el recibo. Al parecer, para muchas personas, el disponer de un trabajo ya no es garantía de evitar la pobreza. Oigo de niños que pasan hambre, tenemos en los medios un debate acerca de que cerrar los comedores escolares en verano supone que muchos chavales pierdan su única comida decente y equilibrada y he visto, con mis propios ojos, como un grupo de personas revolvía la basura de un supermercado de mi pueblo - de los que tienen la renta más alta en España – hasta que dejaron de tirar los deshechos ahí, llevándoselos a no sé dónde para que nuestros ojos pequeñoburgueses no vieran tan poco edificante espectáculo.

Claro que todo esto podría ser sensacionalismo de los titulares de los periódicos o ser comentarios exagerados propios de una mente sensible como la mía, de esas personas que lloran con “¡Qué Bello es Vivir!” cada Navidad. “Es que mi Juan Carlos es muy sentido  decía mi madre. Así que todo esto podrían ser delirios de una mente impresionable.

Por tanto, la pregunta que nos debemos hacer es: ¿existen maneras objetivas de cuantificar la pobreza de un país?. Pues sí, las hay, la ciencia siempre está ahí para redimirnos (8).

En primer lugar tenemos el concepto de pobreza absoluta. Es el porcentaje de la población cuya renta familiar se encuentra por debajo de una línea o nivel absoluto llamado umbral de pobreza. Esta línea refleja el valor de los recursos necesarios para mantener un mínimo bienestar. El objetivo es medir el coste que supone la adquisición de una cesta de productos esenciales - bienes y servicios - que permita alcanzar los niveles mínimos de satisfacción en lo que a las necesidades básicas se refiere.

Ahora bien existen varias maneras de fijar ese límite. Hay una muy popular que es la que fija un dólar per cápita al día como el valor de los recursos mínimos que se necesitan para no considerar que una persona está sumida en la pobreza. Esta línea se puede utilizar en el contexto mundial, entendiendo por tanto que cualquier persona que viva con menos de un dólar al día es pobre, pero este tipo de medida tiene un interés limitado en los países desarrollados, pues no es representativa del nivel de desigualdad de este tipo de sociedades, un dólar parece poco. De hecho, en España el Instituto Nacional de Estadística no la calcula.

El segundo tipo de indicador es la pobreza relativa. Dicho de manera simple, las líneas de pobreza relativa clasifican a las personas de la sociedad objeto de estudio en dos grupos, las que se encuentran más desfavorecidas, a las que se denomina pobres, y el resto. 

Si se produce en la sociedad un aumento homogéneo del nivel de ingresos, por ejemplo una subida del 5% de los ingresos para todos los hogares, las líneas de pobreza relativas proporcionan las mismas tasas de pobreza antes y después de este aumento. El umbral de pobreza será mayor, pero la proporción de personas pobres permanecerá invariable. El número de pobres depende de la posición relativa de cada hogar o individuo en la sociedad. Si estas posiciones relativas se mantienen, las líneas de pobreza relativa no reflejan los cambios que pueda producir un desarrollo económico repartido por igual. Para que disminuyan los porcentajes de pobres calculados con este tipo de líneas es necesario que se produzcan cambios en la distribución de la renta. Por tanto se trata de un buen indicador de la desigualdad pero no es perfecto, lo veremos con más detalle un poco más adelante.

Habitualmente, las líneas de pobreza relativa utilizan indicadores basados en variables monetarias como son el ingreso o el gasto. En ambos casos se fija un nivel mínimo de la variable por debajo del cual las personas serán clasificadas como pobres y, por encima, como no pobres. Suponiendo, por ejemplo, que la variable elegida es el ingreso, el nivel dependerá de la distribución de los ingresos en la población,  de hecho se suele fijar en un tanto por ciento de alguna medida de la distribución, habitualmente la media o la mediana (9).  

Pero, ¿cuáles son estos valores para España?. El Instituto Nacional de Estadística publica anualmente la Encuesta de Condiciones de Vida. En ella se realizan el cálculo de varios indicadores de pobreza relativa, siguiendo los criterios del Eurostat (10).

Lo primero que hemos de decir es que todos somos más pobres. El ingreso medio anual neto por hogar se situó en 2012 en 26.775 € con una disminución del 3,5% respecto al año anterior. En 2009 fue de 30.045, la disminución desde entonces ha sido de casi un 11%.

El primero de los indicadores de pobreza de la encuesta es el umbral de riesgo de pobreza, que se fija en el 60% de la mediana de los ingresos por unidad de consumo de las personas. Por ejemplo, en España, en hogares compuestos por una sola persona es de 8.114 € y en hogares compuestos por dos adultos y dos niños es de 17.040 €, es decir, que por debajo de ese ingreso las personas son pobres. Este indicador no ha hecho más que bajar desde que comenzó la crisis, en 2009, fueron respectivamente 8.877 y 18.641 €.

A partir de este dato se calcula la población en riesgo de pobreza, es decir, cuantas personas tienen ingresos bajos en relación con el conjunto de la población. Así, en la encuesta de 2013, correspondiente a los ingresos de 2012, la tasa de riesgo de pobreza se situó en el 20,4% de la población residente en España. No está mal el porcentaje porque si lo traducimos a personas no salen un poquito más de nueve millones y medio.


Si observamos las cifras, parece que la pobreza ha disminuido ya que hay un 0,4% menos de personas con ingresos bajos. Precisamente hace unos días, la ministra Ana Mato – probablemente premio Nobel de economía en un futuro cercano - se agarró a estas cifras para afirmar que la pobreza infantil – 26,9 en 2012 a 26,7 en 2013 - está descendiendo. Haciendo gala de unas dosis desmesuradas de optimismo, pues uno de cuatro niños se encuentra en situación precaria, Mato consideraba que es el "primer indicador" que devuelve a España a "antes de la crisis".

La trampa está en lo que aludíamos en párrafos anteriores, se trata de una medida relativa. El valor de la tasa de riesgo de pobreza depende de los ingresos de los hogares del conjunto de la sociedad. Si, por ejemplo, los ingresos de las clases medias descienden, probablemente el umbral de pobreza también lo haga - porque hogares cuyos ingresos se situaban por encima de la mediana pasen a situarse por debajo, empujando la nueva mediana y el umbral de pobreza hacia abajo-. Si descienden fundamentalmente los ingresos de las clases más desfavorecidas, como ha sucedido en esta crisis, la mediana de ingresos permanece inalterada y la tasa de riesgo de pobreza en el umbral del 60% apenas se mueve, aunque los pobres se empobrecen y su vulnerabilidad acarrea graves problemas sociales.

No es extraño que a este respecto la socióloga Saskia Sassen, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, hable de “limpieza económica” – término que usa por comparación con la “limpieza étnica” que tantos disgustos ha dado históricamente en Europa-. La limpieza económica estaría causada por el bajo crecimiento, el desempleo, la desigualdad y la pobreza que asolan a nuestro continente, sobre todo al sur (11). Este proceso se manifestaría de dos maneras. Por un lado porque estas personas en riesgo de pobreza quedan excluidas de los límites del sistema económico real por la pérdida de sus trabajos, de sus casas y otras necesidades vitales y, por otro lado porque, por las mismas razones, quedan expulsados de los indicadores económicos, se hacen invisibles para las estadísticas. Así que no solo se les empobrece sino que se les ignora.

Por esta razón conviene acudir a indicadores agregados de varios conceptos como el indicador AROPE (12) de riesgo de pobreza o exclusión social. Este indicador combina tres conceptos: la tasa de riesgo de pobreza  -que hemos visto antes -, la carencia material (13) – que es un indicador de la falta de bienes y servicios básicos -  y la baja intensidad en el empleo – entendida como hogares sin empleo o la que sus miembros en edad de trabajar lo hicieron menos del 20% del total de su potencial de trabajo -. De manera que, a mayor valor del indicador AROPE, hay mayor incidencia de la pobreza o exclusión social.
En 2013 el indicador AROPE se sitúa en el 27,3% de la población residente en España, más de 12 millones y medio de personas, frente al 27,2% registrado el año anterior, siguiendo la tendencia ascendente de los últimos años.

Para terminar, si examinamos los datos de pobreza relativa según las características de la población tampoco nos llevaremos sorpresas. Los hogares con mayor riesgo de pobreza son los formados por un adulto y uno o más niños dependientes cuyo porcentaje sube al 38%, 18 puntos por encima de los datos relativos a toda la población. Es decir, que separaciones, divorcios, solterías con hijos y viudedades no son un buen negocio. Del mismo modo los segmentos de población con mayor riesgo de pobreza son las personas con estudios primarios y los extranjeros no comunitarios. Otro dato significativo que lleva resonancias de los años del hambre es que ya no es garantía tener un trabajo para evitar a la pobreza. Según el Instituto Nacional de Estadística un 11,7% de los ocupados se encuentra en riesgo de pobreza.

Las cifras siempre esconden los padecimientos de las personas. Los resultados macroeconómicos siempre esconden a las víctimas de las políticas económicas. La vida moderna se pinta sola para ocultarnos las más de las veces la desigualdad y la pobreza, se pinta sola para crearnos paraísos artificiales en los que aislarte de la realidad, basta con cambiar de canal, irte por otra calle, que alguien se tome la molestia de quitar los contenedores de tu camino para que no veas la fealdad del hambre, tomar una autopista con pasos elevados sobre las chabolas por las que puedes ir a toda velocidad sin preocuparte por otras realidades. 

Hasta que nos toque a nosotros, empezamos a vivir todos en un mundo gobernado por la precariedad en la que nadie está seguro. Es el reino del miedo a caer, y por tanto, el reino de los dóciles. Pero, ¿y los que han caído ya en la pobreza?, ¿realmente tienen algo que perder?, ¿qué ocurre en las sociedades con gran desigualdad y marginalidad?. Todos sabemos las respuestas.

¿Soy tan exagerado cuando la situación actual me recuerda aquella época terrible de nuestra posguerra?, ¿no estaremos quizás en una posguerra sin guerra previa? o ¿es que realmente estamos en medio una lucha sin cuartel?. No, si al final, después de dar muchas vueltas con la ideología, a lo mejor volvemos a la cabeza a Marx y nos damos cuenta de que lo de la lucha de clases no era una tontería. A ver si somos capaces, unos de despertamos de nuestro sopor, otros los más desfavorecidos, de no caer en la violencia y, todos, de encauzar nuestra protesta desde la democracia. Podemos.


Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo

A mi querida suegra Basi, una segunda madre para mí,  y en su nombre, a todos los de su generación quienes de niños sobrevivieron a nuestra guerra y a nuestra paz.


Notas:

  1. El personaje de cómic Carpanta fue creado por José Escobar Saliente, (1908 - 1994). Carpanta apareció por primera vez en 1947 como protagonista de una plancha del semanario infantil Pulgarcito, de Editorial Bruguera. Desde entonces sus peripecias no han dejado de publicarse y tras el fallecimiento de su creador otros artistas continúan con el personaje. Tras Pulgarcito pasó a otras revistas de la casa, formó parte de las series de álbumes unitarios de los protagonistas cómicos de la editorial, tuvo una versión televisiva con actores reales en los años 60 en TVE de Barcelona, llegó a contar con revista propia y en la actualidad aparece en tomos de tapa dura.
Carpanta es el símbolo del hambre insatisfecha, una denuncia precoz del hambre de la posguerra española. Vagabundo que vive en el ojo de un puente, al principio se cubría con sombrero de ala ancha, poco después pasó al hongo y finalmente estabilizó sobre su cabeza el "canotier" que todavía conserva. Lleva levita, bajo ella una vulgar camiseta a rayas y un gigantesco cuello duro, que le oculta el mentón y parte de la boca que jamás se han llegado a ver.
  1. La autarquía, autarcía (ambas del griego αὐτάρκεια) o autosuficiencia es un término comúnmente usado en la economía que indica la condición de las personas, lugares, mecanismos, sociedades, sistemas industriales o naciones que luchan por su autoabastecimiento o que rechazan toda ayuda externa.
  2. El término estraperlo o straperlo es usado en España para referirse al comercio ilegal de bienes sometidos a algún tipo de impuesto o tasa por el Estado. Por extensión, es una actividad irregular o intriga de algún tipo, y se usa como sinónimo de mercado negro. A quien practica el estraperlo se le llama estraperlista.
  3. El cuadro siguiente muestra las muertes por tuberculosis en esa época:
Año
Tuberculosis pulmonar
Tuberculosis meníngea
Total
1940
23.871
5.665
29.536
1941
26.633
6.147
32.780
1942
26.062
6.012
32.074
1943
26.530
6.225
32.755
1944
26.850
6.084
32.934
1945
27.050
6.100
33.150
1946
27.100
6.650
33.750
1947
27.250
6.721
33.971

  1. Auxilio Social fue una organización de socorro humanitario constituida durante la Guerra Civil Española y posteriormente englobada dentro de la Sección Femenina de la Falange Española.
  2. María de la O es el título de una canción de la Copla española que alude a los amores malhadados de una gitana y un señorito andaluz. Hay múltiples versiones de la tonadilla, una zarzuela del mismo nombre y se han rodado dos películas a partir de la canción.
  3. Acabada la guerra civil se implanta el racionamiento de la población y pronto se comprobó que los alimentos suministrados carecían del mínimo valor nutritivo necesario para la subsistencia ya que estaban compuestos de forma predominantes por garbanzos, patatas, boniatos, pastas para sopas, bacalao y muy de tarde en tarde por carne de membrillo, chocolate terroso incomestible y jabón. Como se puede comprobar el déficit de hidratos de carbono y grasas, así como la carencia de vitaminas, calcio y hierro era evidente. El pan, que antes era el alimento base de las familias modestas, se convirtió en otro apreciado artículo de lujo ya que su racionamiento, en el mejor de los casos, para aquellos que tenían una cartilla de racionamiento de tercera, las cantidades oscilaban entre los 150 y 200 gramos. Existe un estudio efectuado por el médico Pedro Blanco Grande referido  a lo que fue la alimentación en Madrid a lo largo de 1941 que pone de manifiesto la carencia de todo en la población, pese a tener en cuenta la cantidad de toda clase de alimentos suministrados mediante cartilla de racionamiento, así como los consumidos procedentes de la venta libre. El resumen del contenido en elementos nobles procedentes de todos los alimentos ingeridos (carnes, verduras, pescado, huevos, leche, etc.) los comparó con el valor estimado para una dieta normal, valor que según la Comisión Consultiva de Alimentación del Ministerio Británico de Higiene se sitúa en 100. De esta comparación resultó:

Alimentos
Debían tener
Tenían
Déficit
Albúminas
100
55,40
44,60
Grasas
100
38,50
61,50
Hidratos de carbono
400
135,17
264,83
Calorías
3.000
1.002
1.938

  1. Entre la pequeña constelación de medidas de la distribución de la renta y de la pobreza vamos a centrarnos en las que usa el Instituto Nacional de Estadística en su Encuesta de Condiciones de Vida
  2. La mediana es el valor que, ordenando a todos los individuos de menor a mayor ingreso, deja la mitad de los mismos por debajo de dicho valor y a la otra mitad por encima. Por tanto, por tratarse de una medida relativa, su valor depende del nivel de renta y de cómo se distribuya la renta entre la población.
  3. El Eurostat (Statistical Office of the European Communities, oficina europea de estadística) es la oficina estadística de la Comisión Europea, que produce datos sobre la Unión Europea y promueve la armonización de los métodos estadísticos de los estados miembros.
  4. Saskia Sassen también sostiene que este fenómeno se da no sólo en España, Grecia y Portugal sino que es global. Concretamente dice: “El lenguaje del crecimiento bajo, el desempleo, la desigualdad, la pobreza, no es suficiente para captar lo que está pasando en la fase actual de las economías políticas capitalistas. Todos estos elementos están presentes, siempre han formado parte del capitalismo. Pero hay una diferencia específica, quiero resaltar algo mucho más brutal y agudo que no podemos captar con el lenguaje habitual. Además, quiero argumentar que estas dinámicas no son sólo golpean Grecia, España y Portugal, sino que de hecho están presentes en toda Europa, incluyendo Alemania y los admirados países escandinavos.
…………………………………….
Yo sostengo que no podemos asumir que Grecia, España y Portugal son casos únicos. Tenemos que examinar si lo son. Lo que lleva a una forma extrema en Grecia, y, en cierta medida, en Portugal y España, bien puede también estar presente en el resto de Europa y más allá. Esto debería alertarnos de una condición estructural más profunda en esta fase del capitalismo avanzado, que se inició en la década de 1980 y se afianzó en la década de 1990. La explicación no estaría confinada a condiciones excepcionales, como la pobreza y la corrupción de Grecia, sino que tendría que  dirigirse a las características estructurales de la economía política presentes en toda la Unión Europea”.
  1. La tasa AROPE (siglas de “At Risk Of Poverty or social Exclusion”) forma parte de los            indicadores de la estrategia Europa 2020 de la Unión Europea (para más información:             http://ec.europa.eu/europe2020/index_es.htm.
  2. En situación de carencia material severa. Son los hogares con carencia en al menos cuatro conceptos de una lista de nueve. Los conceptos considerados son:
1) No puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año.
2) No puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos
días.
3) No puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada.
4) No tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos.
5) Ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal
(hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad...) o en compras a plazos en los
últimos 12 meses.
6) No puede permitirse disponer de un automóvil.
7) No puede permitirse disponer de teléfono.
8) No puede permitirse disponer de un televisor.
9) No puede permitirse disponer de una lavadora.  


Blbliografía

Historia del hambre en España después de la guerra civil
Carlos Azcoytia
Historia de la Cocina

La Ciberniz
Página web de la Academia del Humor

Encuesta de Condiciones de Vida 2013
Instituto Nacional de Estadística

La pobreza y su medición
Presentación de diversos métodos de obtención de medidas de pobreza
Instituto Nacional de Estadística

What all is getting expelled...and once expelled is invisible
Saskia Sassen
26 June 2014
Open Democracy

Historia Económica y Social Moderna y Contemporánea de España
Tomo II
Santos Juliá Díaz
UNED
Madrid 1997

Principios de Economía
N. Gregory Mankiw
McGraw-Hill
Madrid 1999

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