Dibujo de la primera edición de 1895
del Libro de la Selva. (Wikipedia)
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Los
niños salvajes. La literatura nos ha hablado muchas veces de ellos, niños
criados por animales o, simplemente, apartados de todo contacto con sus
congéneres humanos, ¿quién no recuerda a Mowgli de Rudyard Kipling o Tarzán de Edgar Rice Borroughs o la leyenda de Rómulo y Remo fundadores de
Roma? (1).
Hay
registros de casos históricos de niños salvajes, uno de los más sonados es el
de Víctor de Aveyron que fue encontrado en 1799 en aquel maravilloso departamento
del sur de Francia o Amala y Kamala las
niñas loba de Midnapur en la India, incluso tenemos un caso en suelo patrio, el
de Marcos Rodríguez que vivió sólo en el
monte desde los 7 a los 19 años (2).
Podemos
hablar, y de éstos hay muchos más casos, de niños confinados por familiares que
se avergonzaban de ellos por alguna discapacidad o porque la discapacidad la
tenían los padres o por ambas causas, periódicamente saltan a la prensa noticias
de esta índole.
Todos
estos casos tienen en común que se trata de personas y personajes que han
sufrido aislamiento social en una
etapa esencial del desarrollo personal. Y todos presentan grandes
carencias emocionales, tienen grandes
problemas para la expresión hablada, incapacidad para la relación con lo demás
y retraso psicológico. Cuanto más temprano es el aislamiento y más tardío su
hallazgo, más difícil es integrar a estas personas en la sociedad. Por este -a
veces- nulo contacto con otros seres humanos y por el trato vejatorio que
sufren en ocasiones, su educación es extremadamente compleja y a menudo
frustrante para los profesionales que se ocupan de su reinserción y para los
tutores que los acogen. Suelen pasar de un hogar adoptivo a otro y es frecuente
que mueran jóvenes. Estas personas no han tenido la oportunidad de experimentar
el proceso que hace que un recién nacido termine convirtiéndose en un ser
social. A este proceso se le llama socialización.
Mediante
la socialización los individuos aprenden e interiorizan los valores y normas de
la cultura en la que les ha tocado vivir, proceso necesario para alcanzar las
habilidades necesarias para ser una persona socialmente competente. Este
aprendizaje de la cultura es típico de los seres humanos y es necesario para su
propia supervivencia.
Y
esta tarea de aprender a vivir en sociedad es una labor que dura toda la vida,
pues según se van cumpliendo años se van desempeñando nuevos roles y funciones,
lo que exige estar en permanente contacto con personas de la misma cultura.
La
experiencia social es la base sobre la que construimos nuestra personalidad, es decir, el entramado
coherente de formas de pensar, sentir y actuar de cada persona. Construimos
nuestra personalidad interiorizando el entorno social que nos rodea por lo que,
para las personas que padecen de aislamiento social, desarrollar la
personalidad es una labor prácticamente imposible.
Algunos
autores diferencian entre socialización
primaria y secundaria. La primera sería la que tiene lugar en los primeros
años de vida hasta la edad adulta. Tradicionalmente se le ha dado más
importancia a esta fase de la socialización porque lo aprendido en la infancia
determina significativamente los recursos
emocionales, las respuestas aprendidas y las estrategias de actuación que
el individuo usa en la edad adulta. Pero hoy en día se insiste mucho en el
carácter continuo del proceso desde la cuna a la tumba.
En
esa formación de la personalidad que supone la socialización, basada en la
interiorización de las pautas culturales, se construye el comportamiento
social. Las diferencias de comportamiento entre personas que pertenecen a
distintas culturas se explican por los diferentes condicionamientos sociales
que, de una u otra manera, siempre están determinados culturalmente. Pero es
más, dentro de una misma sociedad, hay comportamientos diferentes dependiendo
de condicionamientos sociales que están relacionados con el entorno próximo de
la persona como puede ser el seno familiar o la clase social a la que se
pertenece.
Aquí
nos surge la pregunta de si todo el comportamiento social es aprendido
socialmente, más concretamente, de si existe alguna influencia de la biología
en la conducta humana. Bueno, los seres humanos no dejamos de tener una
naturaleza animal por muy erguidos que andemos y muy preparados que estemos a priori para entender la
incomprensible Ecuación de Onda de Schroedinger (3), así que también respondemos a nuestras
características biológicas o genéticas. Hay un carácter hereditario en las
características físicas e, incluso, en ciertas características de la
personalidad como el modo que se
reacciona ante ciertos estímulos o a la frustración o también hay un cierto
componente hereditario en las habilidades artísticas. Ahora bien, si no hay un
entorno social apropiado esas habilidades no se desarrollarán adecuadamente.
Anthony
Giddens (4) se
plantea si, dado que el entorno cultural en el que nacemos y alcanzamos la
madurez tienen tanta influencia sobre nuestro comportamiento, no es sensato
pensar que se nos priva de individualidad o de voluntad propia. Es decir,
plantea el problema de la relación entre la socialización y la libertad individual.
Se
podría pensar que nos agarramos a unos moldes preestablecidos para nosotros por
la sociedad. El hecho de que durante toda nuestra vida interactuemos con
nuestros semejantes condiciona – como hemos venido sosteniendo desde el
principio – nuestra personalidad, pero la socialización es también el origen de
nuestra propia individualidad y libertad ya que en el proceso desarrollamos
nuestra propia identidad y la capacidad de pensar y actuar independientemente.
Giddens
ilustra esto con el ejemplo del aprendizaje del lenguaje. Todos estamos
condicionados por las reglas de uso lingüístico, sin embargo al mismo tiempo,
comprender el lenguaje es unos de los factores básicos que hacen posible
nuestra conciencia de nosotros mismo y nuestra creatividad.
Cuando
se estudia el proceso de socialización se habla también de los agentes de socialización, es decir, las
agencias formales o informales que colaboran en el proceso. Las agencias más estudiadas son la familia, la escuela, el grupo de iguales o de pares, y los
medios de comunicación.
La familia es el agente de socialización
más importante. Esto es porque los primeros años de vida de una persona giran
alrededor del núcleo familiar. En la mayoría de los casos son los padres y
parientes próximos los que garantizan la supervivencia del niño. Hasta la
llegada del colegio, la familia es la única institución social que transmite al
niño los valores y normas culturales.
Esta
socialización familiar se desarrolla de forma continua, sin seguir ningún
programa y los niños absorben como esponjas todo lo que ven en el núcleo
familiar empezando con ello a desarrollar su propia personalidad. Y
curiosamente, más que la mayor o menor severidad en la educación familiar, lo
más importante según los investigadores es la atención que recibe el niño. El
contacto físico, la estimulación verbal y el interés que muestran los padres es
esencial para el desarrollo infantil y para el equilibrio emocional del niño.
Como
ya hemos visto en los artículos de estratificación social (5) la familia transmite
al niño un estatus social. Los elementos que constituyen su estatus, como la
clase social, pueden cambiar a lo largo de la vida, si me permitís la maldad es
más fácil la movilidad descendente que la ascendente, pero lo más probable es que se produzca un mantenimiento
del estatus o reproducción social.
En cualquier caso, el estatus social de la familia de origen siempre va a tener
alguna influencia en la vida de las personas. Factores como la educación, las
redes de contactos, los valores y las aspiraciones que se han vivido en el seno
de la familia constituyen un capital cultural que la persona en la edad adulta
va a utilizar para intentar mejorar o mantener su posición socioeconómica.
En
la escuela, el niño entra en
contacto con otras personas que no pertenecen a su entorno familiar, de esta
manera, su mundo se ensancha. Aprende a valorar la importancia de conceptos como
el género, la etnia, la clase y empieza a actuar de acuerdo a esas
valoraciones.
En
la escuela hay un aprendizaje formal que sigue el temario oficial pero también
aprenden otras cosas que no se enseñan formalmente, lo que Macionis y Plummer
denominan currículo oculto, que
consiste en una enorme cantidad de mensajes, explícitos o implícitos, en las
actividades como juegos o deportes, que reciben los niños y que sirven de
refuerzo para la asimilación de los valores de la sociedad en la que viven.
En
la enseñanza formal los niños aprenden que pueden ser evaluados de forma
impersonal por los profesores, tienen que aceptar que personas ajenas a la
familia les valoren según un sistema normativo establecido, según reglas
formales y rígidas sin el componente afectivo que suele formar parte de las
relaciones familiares. Los niños por primera vez se enfrentan a un entorno que
luego será normal en su vida adulta al incorporarse al mundo laboral y pertenecer
a una organización o empresa.
Al
entrar en la escuela los niños descubren además a otros niños de la misma edad,
posición social más o menos parecida e intereses comunes. Son los que los
padres llamamos “los amigos de mi hijo o de mi hija” y que en sociología se
conoce por el término del grupo de
iguales. El grupo de iguales suele estar compuesto por varios círculos
complementarios de vecinos, compañeros del colegio o del equipo deportivo o de
otras actividades.
Es
en este ámbito en el que los muchachos eluden el control de los adultos, al
contrario de lo que pasa en la familia o el colegio. Aquí ganan cierta
independencia personal que les resulta clave para aprender a establecer sus
propias relaciones sociales y formarse una imagen de sí mismos diferente de la
que reciben de padres y profesores. Esta falta de control, que también percibimos
los padres, nos trae a maltraer y andamos siempre tratando de averiguar con
quien van nuestros hijos y a qué se dedican, conocedores de que las buenas
compañías son esenciales para ellos. En esta época los jóvenes pueden
desarrollar un fuerte sentimiento de adhesión, incluso sumisión, al grupo de
iguales que les ofrece esa nueva identidad, y esto, los padres lo sabemos.
Se
trata de una época con un cierto riesgo pero necesaria para el desarrollo de la
persona. En general el conflicto entre padres y grupo de iguales no pasa a
mayores, sobre todo entornos en los que no hay problemas de marginalidad. El
grupo de iguales puede quizá formar los gustos musicales del adolescente o su
modo de vestir pero normalmente son los padres los que más influyen en las
decisiones importantes y que tienen consecuencias a largo plazo.
La
última agencia de socialización y la más moderna son los medios de comunicación de masas. Hay muchas investigaciones que
demuestran que la televisión y, más recientemente los medios relacionados con internet,
tienen una gran influencia en la vida de las personas, que imitan modos y
maneras de vivir que ven en esos medios. Antes de que un niño aprenda a leer ya
se ha chupado miles de horas de televisión y cada vez se accede más pronto a
los servicios que ofrece internet (6). Por eso debe ser una preocupación de las familias y de los
poderes públicos el contenido de los programas destinados a niños y jóvenes. La
obligación de los medios a respetar el horario infantil y el control parental
de los accesos a internet no son ninguna tontería, aunque también hay que
decirlo, sobreproteger en este sentido es también perjudicial, se puede hacer
perder gratos ratos de diversión a los niños como mínimo, incluso se puede
convertir en un problema de relación para los chicos si no ven un programa de
moda que ven la mayoría de sus iguales.
Como
hemos comentado desde el principio del artículo el proceso de socialización
dura toda la vida de la persona y se va adaptando a la edad y los roles sociales
que se desempeñan en un período concreto de la vida.
Ya
hemos visto cómo la familia y la escuela como socializan a los niños durante su
infancia. En nuestra cultura pensamos en la infancia como una época de relativa libertad, exentos de
responsabilidades, sin embargo, esto no es así en otras culturas ni siquiera
era así en nuestro países hace más de un siglo cuando los niños asumían ciertas
responsabilidades de la vida adulta, en concreto, realizaban trabajos
remunerados aunque evidentemente había diferencias entre el trabajo adulto y el
infantil. Es decir, cuánto menos desarrollada económicamente está una sociedad
más responsabilidades se tienen a edad más temprana.
Esto
que en mi opinión está muy bien, me refiero a la protección de la infancia,
tiene como contrapunto que, en palabras de Benedict citado por Macionis y
Plummer (7), en las sociedades tecnológicamente avanzadas
hemos hecho “irresponsables” a los niños necesitados siempre del cuidado y
atención de adultos “responsables”. Con lo que la infancia y la adolescencia en
cierto modo se prolongan en el tiempo, dándose un curioso fenómeno, como tienen
tan fácil el acceso a la información del mundo real quieren tener acceso a
privilegios de la edad adulta sin el contrapeso de las responsabilidades derivadas
de ser adulto. La educación de los chicos debe corregir estas carencias
racionando responsabilidades y privilegios en función de su edad sin olvidar
que son personas que se están formando. No es nada fácil.
La transición entre la infancia y la edad
adulta viene marcada por la adolescencia.
El concepto de adolescente es relativamente reciente y muy “occidental”. Los
cambios biológicos que suponen la pubertad, es decir, el momento en el que una
persona es capaz de tener una actividad sexual adulta y es capaz de
reproducirse, son universales. Sin embargo, la adolescencia se experimenta de
forma distintas en distintas culturas, en muchas sociedades los jóvenes no
experimentan el grado de confusión e incertidumbre tan habitual en los adolescentes
occidentales de hoy. Tampoco en nuestro pasado se encontraban ciertas
actitudes. Yo fui menos “adolescente” de lo que han sido mis hijos y mis padres
fueron mucho menos “adolescentes” de lo que fui yo. No se me olvidará la
historia de mi padre, recién terminada la guerra civil española, diciéndole a
su maestra que si sólo se iban a limitar a cantar himnos patrióticos y a rezar
que dejaba la escuela para ponerse a trabajar que en su casa había necesidad.
Ese no es el sentido de la responsabilidad de un chico de catorce años de ahora
ni mi sentido de la responsabilidad cuando yo tenía esa edad. La clase social,
la situación y el grado de desarrollo económico hacen que la experiencia de la
adolescencia sea distinta.
La
particularidad de ser adolescente en las sociedades occidentales está
relacionada tanto con la expansión generalizada de los derechos del niño como
con el proceso educativo formal. Si se extiende el periodo formativo implica la
extensión de ciertos aspectos de la adolescencia por encima de los veinte años.
Y, en cierto modo, el paro y la carestía de la vivienda también pueden
prolongar la etapa adolescente, incapaces los jóvenes de hacerse económicamente
independientes y de formar su propia familia.
Durante
los primeros años de la edad adulta
los rasgos de la personalidad están formados. Entre los veinte y los cuarenta
años las personas tratan de cumplir los objetivos que se habían marcado. Y en
ese intento se tienen que atender múltiples facetas de la vida que son
díficiles de compatibilizar. Terminar el período de formación, los desafíos del
trabajo, y las demandas de la pareja, los hijos, los padres. Las mujeres lo
tienen aún más difícil, porque han logrado desembarcar en el mundo del trabajo
pero en nuestra cultura se les sigue responsabilizando del hogar.
Entre
los cuarenta y los sesenta, es decir, durante los años centrales de la edad
adulta, las personas caen en la cuenta de que ya es poco probable que sus vidas
vayan a mejorar significativamente. La salud comienza a fallar y la
preocupación por mantenerla empieza a adquirir importancia en el catálogo de
preocupaciones diarias.
Cerca
de la jubilación, ya perdida toda esperanza de mejorar en el trabajo, se
empiezan a lamentar los sacrificios hechos a favor de la empresa y a costa de
la salud o la familia, se ve la imposibilidad de recuperar el tiempo perdido y
se empiezan a albergar dudas de la propia valía aunque nadie la cuestione. Quizá
no sea realista esperar grandes cambios en los últimos años de la vida laboral
pero es sano mantenerse al día en el aprendizaje de nuevas técnicas y marcase
nuevas metas aunque sean menos ambiciosas que las típicas de la juventud.
Los
hijos se independizan, si pueden, y se padece el síndrome del nido vacío al que
la pareja se tiene que enfrentar y superar. El paro en estos años agudiza todos
estos problemas con la desesperanza de encontrar un trabajo debido lo difícil
que es que surjan ofertas para personas que la sociedad empieza a considerar
viejos para según qué cosas.
El envejecimiento implica el deterioro físico.
En la sociedad occidental este deterioro es más traumático para las mujeres a
las que culturalmente se exige que estén siempre “estupendas” como se dice en
el argot madrileño.
Existe
el acuerdo más o menos tácito de que la vejez comienza a mediados de los
sesenta. En las sociedades preindustriales (8) los ancianos gozan de cierto
prestigio e influencia social, se les reconoce la sabiduría de la edad y los
conocimientos útiles adquiridos por la experiencia. Sin embargo, en las
sociedades industriales los jóvenes trabajan por cuenta ajena y fuera del
ámbito familiar con lo que son independientes de sus mayores. Los cambios
sociales se suceden tan rápidamente que a las personas mayores les es muy
difícil mantenerse al día con lo que sus consejos y sabiduría pertenecen a una
versión caducada de su sociedad. El culto a la juventud, a lo inmediato, a lo
innovador hace el resto. Todo ello permite que se identifique la vejez con la
decadencia física y psíquica.
Así
que, en nuestra cultura, la vejez es en gran parte renuncia. Renuncia a
responsabilidades y tareas que antes eran fuente de satisfacciones personales o
que incluso definían la propia identidad social de la persona. Por eso es muy
sano dirigir la jubilación hacia actividades que siempre se quisieron hacer
pero que nunca se dispuso de tiempo para llevarlas a cabo.
La
jubilación tiene otros problemas, una bajada importante en los ingresos con
unas pensiones cada vez en mayor peligro por una pirámide demográfica
desfavorable y por la desvergüenza de las medidas neoliberales de muchos
gobiernos muy amigos de recortar en pensiones y que llevan a buena parte de los
ancianos al umbral de la pobreza.
También
se tiene que producir un reajuste en la pareja. Al pasar en el hogar buena
parte del tiempo que antes se dedicaba a trabajar, la pareja debe readaptarse y
renegociar sus relaciones y las tareas domésticas. Muchas parejas no consiguen
superarlo.
Hemos
insistido desde el principio en que la socialización es un proceso de
adaptación desde el nacimiento hasta el fallecimiento,
y para finalizar el artículo debemos hacer una reflexión de lo que significa la
muerte en nuestra cultura y en nuestro tiempo.
El Puente de la Capilla de Lucerna. Foto del autor. |
Hace
unos años visité con mi familia la bella ciudad suiza de Lucerna. En esta
ciudad hay un puente medieval maravilloso, es el Puente de la Capilla o
Kapellbrücke (9). Construido en el año
1365 es el puente de madera más viejo de Europa. El puente tiene unas pinturas
realizadas sobre la madera de los soportes del tejado. En esas pinturas hay una
sobrerrepresentación de la figura de la muerte. De hecho mi hijo mayor, que
entonces tenía doce años, me preguntó que por qué había tantas calaveras en las
pinturas.
Y es
que durante la mayor parte de la historia, las malas condiciones sanitarias y,
en general, la dureza de la vida, hacían que la muerte se presentara en edades
muy tempranas y estaba presente en todos los órdenes de la vida. Se convivía
con ella, se tenía una clara conexión entre la muerte y la sucesión de las
generaciones. Esto sigue pasando en las culturas tradicionales.
En
el mundo moderno la mayoría de las personas mueren en recintos cerrados de los
hospitales, apartados del contacto con sus parientes y amigos. En opinión de
Anthony Giddens, hoy en día en Occidente a la muerte se la considera como el
final de la vida individual, como una
entidad maligna que viene a castigarnos, a quitarnos el don de la vida, a fastidiarnos
la fiesta, no lo vemos como parte del proceso de renovación de las generaciones
en el que el individuo se va pero la familia y la comunidad viven
indefinidamente.
Quizás
todo esto tenga que ver con el aumento de la esperanza de vida, el 85% de las
muertes ocurren en el grupo de edad de las personas mayores de cincuenta y
cinco años. Las personas viven mucho más que en la Edad Media y hemos apartado
a la muerte de nuestras vidas, a nadie se le ocurre llenar un puente de
pinturas con su representación.
Ahora
bien a edades avanzadas se presenta un claro deterioro físico y a nadie se le
escapa la proximidad del fin. En paralelo con la infrarrepresentación de la
muerte en todas nuestras manifestaciones diarias se produce cada vez más un
debate sobre el derecho a morir dignamente. Parece que cada vez son más los que
prefieren una muerte natural a la prolongación de la vida por tecnologías
médicas sofisticadas precedidas por lo general por un largo sufrimiento. Porque
se ha prolongado mucho la vida pero no siempre con el bienestar físico y psicológico
que un ser humano merece.
Juan
Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
Notas:
- Un niño salvaje es una persona que ha vivido fuera de la sociedad durante un largo período de su infancia. Esta categoría incluye desde personas que no han tenido el más mínimo contacto humano durante años hasta niños que han sido confinados en sitios donde solamente se les alimentaba. Se han conocido pocos casos pero han sido muy estudiados por su interés psicológico, médico y lingüístico. En los siguientes enlaces podeis encontrar información acerca de Mowgli, Tarzán y la leyenda de Rómulo yRemo
- En los siguientes enlaces podéis encontrar más información acerca de Víctor de Aveyron, Amala y Kamala y Marcos Rodríguez
- La ecuación de Schrödinger, desarrollada por el físico austríaco Erwin Schrödinger en 1925, describe la evolución temporal de una partícula masiva no relativista. Es de importancia central en la teoría de la mecánica cuántica, donde representa para las partículas microscópicas un papel análogo a la segunda ley de Newton en la mecánica clásica. Las partículas microscópicas incluyen a las partículas elementales, tales como electrones, así como sistemas de partículas, tales como núcleos atómicos. Yo tuve muchos problemas para entender la dichosa ecuación y, en general, toda la mecánica cuántica cuando estudiaba las asignaturas de física y química en la Facultad.
- Anthony Giddens (Londres, Inglaterra, 18 de enero de 1938) es un sociólogo inglés, reconocido por su teoría de la estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas. También adquirió gran reconocimiento debido a su intento de renovación de la socialdemocracia a través de su teoría de la Tercera Vía. Es considerado como uno de los más prominentes contribuyentes modernos en el campo de la Sociología, es autor de al menos 34 libros publicados en no menos de 29 idiomas —publicando en promedio más de un libro por año—. También se lo ha descrito como el científico social inglés más conocido desde John Maynard Keynes.
- Serie de artículos de estratificación social en Sociología Divertida
- Sobre los comportamientos sociales en relación con el uso de internet en Sociología Divertida hay dos artículos que tratan en profundidad el tema: “La Educación de los Hijos de la Revolución Digital” y “LaConexión Permanente"
- John Macionis es profesor de sociología en el Kenyon College en Ohio, EEUU. Ken Plummer es profesor de sociología en la Universidad de Essex, Reino Unido
- A este respecto a hay un artículo en Sociología Divertida, “LosTipos de Sociedades I: Las Sociedades Preindustriales”
- Kapellbrücke (en español, 'puente de la capilla') es un puente que atraviesa el río Reuss en la ciudad de Lucerna, Suiza. Es una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad helvética y después del Monte Cervino, es uno de los lugares más fotografiados por los turistas en Suiza. El Kapellbrücke, que cruza el río Reuss, es el puente de madera más antiguo de Europa y el segundo más largo (204,70 metros). Fue construido en 1365 y conecta la ciudad antigua con la ciudad nueva de Lucerna. El puente era más largo, pero sufrió un incendio que lo dañó severamente. En 1835, la parte dañada, de aproximadamente 75 metros, fue eliminada del puente. Esto fue posible gracias al relleno que se hizo de la orilla del río. En el techo del puente se hallan 111 espacios que contienen pinturas que muestran parte de la historia de Lucerna.
Bibliografía:
Sociología
Anthony
Giddens
3ª
Edición
Alianza
Editorial
Madrid
2000
Sociología
John
J. Macionis y Ken Plummer
Paerson-Prentice
Hall
Madrid
2005
Conceptos
Fundamentales de Sociología
Roberto
Garvía
Ciencias
Sociales
Alianza
Editorial
Madrid
2003
http://es.wikipedia.org
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