viernes, 10 de julio de 2015

La Socialización


Dibujo de la primera edición de 1895 del Libro de la Selva. (Wikipedia)



Los niños salvajes. La literatura nos ha hablado muchas veces de ellos, niños criados por animales o, simplemente, apartados de todo contacto con sus congéneres humanos, ¿quién no recuerda a Mowgli de Rudyard Kipling  o Tarzán de Edgar Rice Borroughs  o la leyenda de Rómulo y Remo fundadores de Roma? (1).

Hay registros de casos históricos de niños salvajes, uno de los más sonados es el de Víctor de Aveyron que fue encontrado en 1799 en aquel maravilloso departamento del sur de Francia o Amala y Kamala  las niñas loba de Midnapur en la India, incluso tenemos un caso en suelo patrio, el de  Marcos Rodríguez que vivió sólo en el monte desde los 7 a los 19 años (2).

Podemos hablar, y de éstos hay muchos más casos, de niños confinados por familiares que se avergonzaban de ellos por alguna discapacidad o porque la discapacidad la tenían los padres o por ambas causas, periódicamente saltan a la prensa noticias de esta índole.

Todos estos casos tienen en común que se trata de personas y personajes que han sufrido aislamiento social en una etapa esencial del desarrollo personal. Y todos presentan grandes carencias  emocionales, tienen grandes problemas para la expresión hablada, incapacidad para la relación con lo demás y retraso psicológico. Cuanto más temprano es el aislamiento y más tardío su hallazgo, más difícil es integrar a estas personas en la sociedad. Por este -a veces- nulo contacto con otros seres humanos y por el trato vejatorio que sufren en ocasiones, su educación es extremadamente compleja y a menudo frustrante para los profesionales que se ocupan de su reinserción y para los tutores que los acogen. Suelen pasar de un hogar adoptivo a otro y es frecuente que mueran jóvenes. Estas personas no han tenido la oportunidad de experimentar el proceso que hace que un recién nacido termine convirtiéndose en un ser social. A este proceso se le llama socialización.

Mediante la socialización los individuos aprenden e interiorizan los valores y normas de la cultura en la que les ha tocado vivir, proceso necesario para alcanzar las habilidades necesarias para ser una persona socialmente competente. Este aprendizaje de la cultura es típico de los seres humanos y es necesario para su propia supervivencia.

Y esta tarea de aprender a vivir en sociedad es una labor que dura toda la vida, pues según se van cumpliendo años se van desempeñando nuevos roles y funciones, lo que exige estar en permanente contacto con personas de la misma cultura.

La experiencia social es la base sobre la que construimos nuestra personalidad, es decir, el entramado coherente de formas de pensar, sentir y actuar de cada persona. Construimos nuestra personalidad interiorizando el entorno social que nos rodea por lo que, para las personas que padecen de aislamiento social, desarrollar la personalidad es una labor prácticamente imposible. 

Algunos autores diferencian entre socialización primaria y secundaria. La primera sería la que tiene lugar en los primeros años de vida hasta la edad adulta. Tradicionalmente se le ha dado más importancia a esta fase de la socialización porque lo aprendido en la infancia determina significativamente los recursos  emocionales, las respuestas aprendidas y las estrategias de actuación que el individuo usa en la edad adulta. Pero hoy en día se insiste mucho en el carácter continuo del proceso desde la cuna a la tumba.

En esa formación de la personalidad que supone la socialización, basada en la interiorización de las pautas culturales, se construye el comportamiento social. Las diferencias de comportamiento entre personas que pertenecen a distintas culturas se explican por los diferentes condicionamientos sociales que, de una u otra manera, siempre están determinados culturalmente. Pero es más, dentro de una misma sociedad, hay comportamientos diferentes dependiendo de condicionamientos sociales que están relacionados con el entorno próximo de la persona como puede ser el seno familiar o la clase social a la que se pertenece.

Aquí nos surge la pregunta de si todo el comportamiento social es aprendido socialmente, más concretamente, de si existe alguna influencia de la biología en la conducta humana. Bueno, los seres humanos no dejamos de tener una naturaleza animal por muy erguidos que andemos y muy preparados que  estemos a priori para entender la incomprensible Ecuación de Onda de Schroedinger (3), así que también respondemos a nuestras características biológicas o genéticas. Hay un carácter hereditario en las características físicas e, incluso, en ciertas características de la personalidad como  el modo que se reacciona ante ciertos estímulos o a la frustración o también hay un cierto componente hereditario en las habilidades artísticas. Ahora bien, si no hay un entorno social apropiado esas habilidades no se desarrollarán adecuadamente. 

Anthony Giddens (4) se plantea si, dado que el entorno cultural en el que nacemos y alcanzamos la madurez tienen tanta influencia sobre nuestro comportamiento, no es sensato pensar que se nos priva de individualidad o de voluntad propia. Es decir, plantea el problema de la relación entre la socialización y la libertad individual

Se podría pensar que nos agarramos a unos moldes preestablecidos para nosotros por la sociedad. El hecho de que durante toda nuestra vida interactuemos con nuestros semejantes condiciona – como hemos venido sosteniendo desde el principio – nuestra personalidad, pero la socialización es también el origen de nuestra propia individualidad y libertad ya que en el proceso desarrollamos nuestra propia identidad y la capacidad de pensar y actuar independientemente.

Giddens ilustra esto con el ejemplo del aprendizaje del lenguaje. Todos estamos condicionados por las reglas de uso lingüístico, sin embargo al mismo tiempo, comprender el lenguaje es unos de los factores básicos que hacen posible nuestra conciencia de nosotros mismo y nuestra creatividad.

Cuando se estudia el proceso de socialización se habla también de los agentes de socialización, es decir, las agencias formales o informales que colaboran en el proceso. Las agencias más estudiadas son la familia, la escuela, el grupo de iguales o de pares, y los medios de comunicación.
 
La familia es el agente de socialización más importante. Esto es porque los primeros años de vida de una persona giran alrededor del núcleo familiar. En la mayoría de los casos son los padres y parientes próximos los que garantizan la supervivencia del niño. Hasta la llegada del colegio, la familia es la única institución social que transmite al niño los valores y normas culturales.

Esta socialización familiar se desarrolla de forma continua, sin seguir ningún programa y los niños absorben como esponjas todo lo que ven en el núcleo familiar empezando con ello a desarrollar su propia personalidad. Y curiosamente, más que la mayor o menor severidad en la educación familiar, lo más importante según los investigadores es la atención que recibe el niño. El contacto físico, la estimulación verbal y el interés que muestran los padres es esencial para el desarrollo infantil y para el equilibrio emocional del niño.

Como ya hemos visto en los artículos de estratificación social (5) la familia transmite al niño un estatus social. Los elementos que constituyen su estatus, como la clase social, pueden cambiar a lo largo de la vida, si me permitís la maldad es más fácil la movilidad descendente que la ascendente,  pero lo más probable es que se produzca un mantenimiento del estatus o reproducción social. En cualquier caso, el estatus social de la familia de origen siempre va a tener alguna influencia en la vida de las personas. Factores como la educación, las redes de contactos, los valores y las aspiraciones que se han vivido en el seno de la familia constituyen un capital cultural que la persona en la edad adulta va a utilizar para intentar mejorar o mantener su posición socioeconómica.

En la escuela, el niño entra en contacto con otras personas que no pertenecen a su entorno familiar, de esta manera, su mundo se ensancha. Aprende a valorar la importancia de conceptos como el género, la etnia, la clase y empieza a actuar de acuerdo a esas valoraciones.

En la escuela hay un aprendizaje formal que sigue el temario oficial pero también aprenden otras cosas que no se enseñan formalmente, lo que Macionis y Plummer denominan currículo oculto, que consiste en una enorme cantidad de mensajes, explícitos o implícitos, en las actividades como juegos o deportes, que reciben los niños y que sirven de refuerzo para la asimilación de los valores de la sociedad en la que viven.

En la enseñanza formal los niños aprenden que pueden ser evaluados de forma impersonal por los profesores, tienen que aceptar que personas ajenas a la familia les valoren según un sistema normativo establecido, según reglas formales y rígidas sin el componente afectivo que suele formar parte de las relaciones familiares. Los niños por primera vez se enfrentan a un entorno que luego será normal en su vida adulta al incorporarse al mundo laboral y pertenecer a una organización o empresa.
Al entrar en la escuela los niños descubren además a otros niños de la misma edad, posición social más o menos parecida e intereses comunes. Son los que los padres llamamos “los amigos de mi hijo o de mi hija” y que en sociología se conoce por el término del grupo de iguales. El grupo de iguales suele estar compuesto por varios círculos complementarios de vecinos, compañeros del colegio o del equipo deportivo o de otras actividades. 

Es en este ámbito en el que los muchachos eluden el control de los adultos, al contrario de lo que pasa en la familia o el colegio. Aquí ganan cierta independencia personal que les resulta clave para aprender a establecer sus propias relaciones sociales y formarse una imagen de sí mismos diferente de la que reciben de padres y profesores. Esta falta de control, que también percibimos los padres, nos trae a maltraer y andamos siempre tratando de averiguar con quien van nuestros hijos y a qué se dedican, conocedores de que las buenas compañías son esenciales para ellos. En esta época los jóvenes pueden desarrollar un fuerte sentimiento de adhesión, incluso sumisión, al grupo de iguales que les ofrece esa nueva identidad, y esto, los padres lo sabemos.

Se trata de una época con un cierto riesgo pero necesaria para el desarrollo de la persona. En general el conflicto entre padres y grupo de iguales no pasa a mayores, sobre todo entornos en los que no hay problemas de marginalidad. El grupo de iguales puede quizá formar los gustos musicales del adolescente o su modo de vestir pero normalmente son los padres los que más influyen en las decisiones importantes y que tienen consecuencias a largo plazo.

La última agencia de socialización y la más moderna son los medios de comunicación de masas. Hay muchas investigaciones que demuestran que la televisión y, más recientemente los medios relacionados con internet, tienen una gran influencia en la vida de las personas, que imitan modos y maneras de vivir que ven en esos medios. Antes de que un niño aprenda a leer ya se ha chupado miles de horas de televisión y cada vez se accede más pronto a los servicios que ofrece internet (6). Por eso debe ser una preocupación de las familias y de los poderes públicos el contenido de los programas destinados a niños y jóvenes. La obligación de los medios a respetar el horario infantil y el control parental de los accesos a internet no son ninguna tontería, aunque también hay que decirlo, sobreproteger en este sentido es también perjudicial, se puede hacer perder gratos ratos de diversión a los niños como mínimo, incluso se puede convertir en un problema de relación para los chicos si no ven un programa de moda que ven la mayoría de sus iguales.

Como hemos comentado desde el principio del artículo el proceso de socialización dura toda la vida de la persona y se va adaptando a la edad y los roles sociales que se desempeñan en un período concreto de la vida.

Ya hemos visto cómo la familia y la escuela como socializan a los niños durante su infancia. En nuestra cultura pensamos en la infancia como una época de relativa libertad, exentos de responsabilidades, sin embargo, esto no es así en otras culturas ni siquiera era así en nuestro países hace más de un siglo cuando los niños asumían ciertas responsabilidades de la vida adulta, en concreto, realizaban trabajos remunerados aunque evidentemente había diferencias entre el trabajo adulto y el infantil. Es decir, cuánto menos desarrollada económicamente está una sociedad más responsabilidades se tienen a edad más temprana.

Esto que en mi opinión está muy bien, me refiero a la protección de la infancia, tiene como contrapunto que, en palabras de Benedict citado por Macionis y Plummer (7),  en las sociedades tecnológicamente avanzadas hemos hecho “irresponsables” a los niños necesitados siempre del cuidado y atención de adultos “responsables”. Con lo que la infancia y la adolescencia en cierto modo se prolongan en el tiempo, dándose un curioso fenómeno, como tienen tan fácil el acceso a la información del mundo real quieren tener acceso a privilegios de la edad adulta sin el contrapeso de las responsabilidades derivadas de ser adulto. La educación de los chicos debe corregir estas carencias racionando responsabilidades y privilegios en función de su edad sin olvidar que son personas que se están formando. No es nada fácil.

 La transición entre la infancia y la edad adulta viene marcada por la adolescencia. El concepto de adolescente es relativamente reciente y muy “occidental”. Los cambios biológicos que suponen la pubertad, es decir, el momento en el que una persona es capaz de tener una actividad sexual adulta y es capaz de reproducirse, son universales. Sin embargo, la adolescencia se experimenta de forma distintas en distintas culturas, en muchas sociedades los jóvenes no experimentan el grado de confusión e incertidumbre tan habitual en los adolescentes occidentales de hoy. Tampoco en nuestro pasado se encontraban ciertas actitudes. Yo fui menos “adolescente” de lo que han sido mis hijos y mis padres fueron mucho menos “adolescentes” de lo que fui yo. No se me olvidará la historia de mi padre, recién terminada la guerra civil española, diciéndole a su maestra que si sólo se iban a limitar a cantar himnos patrióticos y a rezar que dejaba la escuela para ponerse a trabajar que en su casa había necesidad. Ese no es el sentido de la responsabilidad de un chico de catorce años de ahora ni mi sentido de la responsabilidad cuando yo tenía esa edad. La clase social, la situación y el grado de desarrollo económico hacen que la experiencia de la adolescencia sea distinta. 

La particularidad de ser adolescente en las sociedades occidentales está relacionada tanto con la expansión generalizada de los derechos del niño como con el proceso educativo formal. Si se extiende el periodo formativo implica la extensión de ciertos aspectos de la adolescencia por encima de los veinte años. Y, en cierto modo, el paro y la carestía de la vivienda también pueden prolongar la etapa adolescente, incapaces los jóvenes de hacerse económicamente independientes y de formar su propia familia.

Durante los primeros años de la edad adulta los rasgos de la personalidad están formados. Entre los veinte y los cuarenta años las personas tratan de cumplir los objetivos que se habían marcado. Y en ese intento se tienen que atender múltiples facetas de la vida que son díficiles de compatibilizar. Terminar el período de formación, los desafíos del trabajo, y las demandas de la pareja, los hijos, los padres. Las mujeres lo tienen aún más difícil, porque han logrado desembarcar en el mundo del trabajo pero en nuestra cultura se les sigue responsabilizando del hogar.

Entre los cuarenta y los sesenta, es decir, durante los años centrales de la edad adulta, las personas caen en la cuenta de que ya es poco probable que sus vidas vayan a mejorar significativamente. La salud comienza a fallar y la preocupación por mantenerla empieza a adquirir importancia en el catálogo de preocupaciones diarias.

Cerca de la jubilación, ya perdida toda esperanza de mejorar en el trabajo, se empiezan a lamentar los sacrificios hechos a favor de la empresa y a costa de la salud o la familia, se ve la imposibilidad de recuperar el tiempo perdido y se empiezan a albergar dudas de la propia valía aunque nadie la cuestione. Quizá no sea realista esperar grandes cambios en los últimos años de la vida laboral pero es sano mantenerse al día en el aprendizaje de nuevas técnicas y marcase nuevas metas aunque sean menos ambiciosas que las típicas de la juventud. 

Los hijos se independizan, si pueden, y se padece el síndrome del nido vacío al que la pareja se tiene que enfrentar y superar. El paro en estos años agudiza todos estos problemas con la desesperanza de encontrar un trabajo debido lo difícil que es que surjan ofertas para personas que la sociedad empieza a considerar viejos para según qué cosas.

El envejecimiento implica el deterioro físico. En la sociedad occidental este deterioro es más traumático para las mujeres a las que culturalmente se exige que estén siempre “estupendas” como se dice en el argot madrileño.

Existe el acuerdo más o menos tácito de que la vejez comienza a mediados de los sesenta. En las sociedades preindustriales (8) los ancianos gozan de cierto prestigio e influencia social, se les reconoce la sabiduría de la edad y los conocimientos útiles adquiridos por la experiencia. Sin embargo, en las sociedades industriales los jóvenes trabajan por cuenta ajena y fuera del ámbito familiar con lo que son independientes de sus mayores. Los cambios sociales se suceden tan rápidamente que a las personas mayores les es muy difícil mantenerse al día con lo que sus consejos y sabiduría pertenecen a una versión caducada de su sociedad. El culto a la juventud, a lo inmediato, a lo innovador hace el resto. Todo ello permite que se identifique la vejez con la decadencia física y psíquica.

Así que, en nuestra cultura, la vejez es en gran parte renuncia. Renuncia a responsabilidades y tareas que antes eran fuente de satisfacciones personales o que incluso definían la propia identidad social de la persona. Por eso es muy sano dirigir la jubilación hacia actividades que siempre se quisieron hacer pero que nunca se dispuso de tiempo para llevarlas a cabo.

La jubilación tiene otros problemas, una bajada importante en los ingresos con unas pensiones cada vez en mayor peligro por una pirámide demográfica desfavorable y por la desvergüenza de las medidas neoliberales de muchos gobiernos muy amigos de recortar en pensiones y que llevan a buena parte de los ancianos al umbral de la pobreza. 

También se tiene que producir un reajuste en la pareja. Al pasar en el hogar buena parte del tiempo que antes se dedicaba a trabajar, la pareja debe readaptarse y renegociar sus relaciones y las tareas domésticas. Muchas parejas no consiguen superarlo.

Hemos insistido desde el principio en que la socialización es un proceso de adaptación desde el nacimiento hasta el fallecimiento, y para finalizar el artículo debemos hacer una reflexión de lo que significa la muerte en nuestra cultura y en nuestro tiempo.

El Puente de la Capilla de Lucerna. Foto del autor.


Hace unos años visité con mi familia la bella ciudad suiza de Lucerna. En esta ciudad hay un puente medieval maravilloso, es el Puente de la Capilla o Kapellbrücke (9).  Construido en el año 1365 es el puente de madera más viejo de Europa. El puente tiene unas pinturas realizadas sobre la madera de los soportes del tejado. En esas pinturas hay una sobrerrepresentación de la figura de la muerte. De hecho mi hijo mayor, que entonces tenía doce años, me preguntó que por qué había tantas calaveras en las pinturas.

Y es que durante la mayor parte de la historia, las malas condiciones sanitarias y, en general, la dureza de la vida, hacían que la muerte se presentara en edades muy tempranas y estaba presente en todos los órdenes de la vida. Se convivía con ella, se tenía una clara conexión entre la muerte y la sucesión de las generaciones. Esto sigue pasando en las culturas tradicionales.

En el mundo moderno la mayoría de las personas mueren en recintos cerrados de los hospitales, apartados del contacto con sus parientes y amigos. En opinión de Anthony Giddens, hoy en día en Occidente a la muerte se la considera como el final de la vida individual,  como una entidad maligna que viene a castigarnos, a quitarnos el don de la vida, a fastidiarnos la fiesta, no lo vemos como parte del proceso de renovación de las generaciones en el que el individuo se va pero la familia y la comunidad viven indefinidamente. 

Quizás todo esto tenga que ver con el aumento de la esperanza de vida, el 85% de las muertes ocurren en el grupo de edad de las personas mayores de cincuenta y cinco años. Las personas viven mucho más que en la Edad Media y hemos apartado a la muerte de nuestras vidas, a nadie se le ocurre llenar un puente de pinturas con su representación.

Ahora bien a edades avanzadas se presenta un claro deterioro físico y a nadie se le escapa la proximidad del fin. En paralelo con la infrarrepresentación de la muerte en todas nuestras manifestaciones diarias se produce cada vez más un debate sobre el derecho a morir dignamente. Parece que cada vez son más los que prefieren una muerte natural a la prolongación de la vida por tecnologías médicas sofisticadas precedidas por lo general por un largo sufrimiento. Porque se ha prolongado mucho la vida pero no siempre con el bienestar físico y psicológico que un ser humano merece.

Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo

Notas:

  1. Un niño salvaje es una persona que ha vivido fuera de la sociedad durante un largo período de su infancia. Esta categoría incluye desde personas que no han tenido el más mínimo contacto humano durante años hasta niños que han sido confinados en sitios donde solamente se les alimentaba. Se han conocido pocos casos pero han sido muy estudiados por su interés psicológico, médico y lingüístico. En los siguientes enlaces podeis encontrar información acerca de Mowgli, Tarzán y la leyenda de Rómulo yRemo
  2. En los siguientes enlaces podéis encontrar más información acerca de Víctor de Aveyron, Amala y Kamala y Marcos Rodríguez
  3.  La ecuación de Schrödinger, desarrollada por el físico austríaco Erwin Schrödinger en 1925, describe la evolución temporal de una partícula masiva no relativista. Es de importancia central en la teoría de la mecánica cuántica, donde representa para las partículas microscópicas un papel análogo a la segunda ley de Newton en la mecánica clásica. Las partículas microscópicas incluyen a las partículas elementales, tales como electrones, así como sistemas de partículas, tales como núcleos atómicos. Yo tuve muchos problemas para entender la dichosa ecuación y, en general, toda la mecánica cuántica cuando estudiaba las asignaturas de física y química en la Facultad.
  4.  Anthony Giddens (Londres, Inglaterra, 18 de enero de 1938) es un sociólogo inglés, reconocido por su teoría de la estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas. También adquirió gran reconocimiento debido a su intento de renovación de la socialdemocracia a través de su teoría de la Tercera Vía. Es considerado como uno de los más prominentes contribuyentes modernos en el campo de la Sociología, es autor de al menos 34 libros publicados en no menos de 29 idiomas —publicando en promedio más de un libro por año—. También se lo ha descrito como el científico social inglés más conocido desde John Maynard Keynes.
  5. Serie de artículos de estratificación social en Sociología Divertida
  6. Sobre los comportamientos sociales en relación con el uso de internet en Sociología Divertida hay dos artículos que tratan en profundidad el tema: “La Educación de los Hijos de la Revolución Digital” y “LaConexión Permanente"
  7.  John Macionis es profesor de sociología en el Kenyon College en Ohio, EEUU. Ken Plummer es profesor de sociología en la Universidad de Essex, Reino Unido
  8.  A este respecto a hay un artículo en Sociología Divertida, “LosTipos de Sociedades I: Las Sociedades Preindustriales
  9. Kapellbrücke (en español, 'puente de la capilla') es un puente que atraviesa el río Reuss en la ciudad de Lucerna, Suiza. Es una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad helvética y después del Monte Cervino, es uno de los lugares más fotografiados por los turistas en Suiza. El Kapellbrücke, que cruza el río Reuss, es el puente de madera más antiguo de Europa y el segundo más largo (204,70 metros). Fue construido en 1365 y conecta la ciudad antigua con la ciudad nueva de Lucerna. El puente era más largo, pero sufrió un incendio que lo dañó severamente. En 1835, la parte dañada, de aproximadamente 75 metros, fue eliminada del puente. Esto fue posible gracias al relleno que se hizo de la orilla del río. En el techo del puente se hallan 111 espacios que contienen pinturas que muestran parte de la historia de Lucerna.

Bibliografía:

Sociología
Anthony Giddens
3ª Edición
Alianza Editorial
Madrid 2000

Sociología
John J. Macionis y Ken Plummer
Paerson-Prentice Hall
Madrid 2005

Conceptos Fundamentales de Sociología
Roberto Garvía
Ciencias Sociales
Alianza Editorial
Madrid 2003

http://es.wikipedia.org





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