viernes, 15 de marzo de 2024

Pierre Bourdieu: Estratificación social y personalidad

Pierre Bourdieu

 Resumen

Este artículo estudia la sociología de Pierre Bourdieu, el gran sociólogo francés –uno de los más influyentes en la segunda mitad del siglo XX-. Bourdieu aportó un punto de vista nuevo sobre la estratificación social, que añade aspectos cualitativos a los modelos previos más cuantitativos. En un enfoque que incorpora las características psicológicas y de comportamiento de las personas según la clase social a la que pertenece, sin abandonar por ello, la idea tradicional – establecida por Max Weber - de la posición socioeconómica del individuo como indicador de clase.

Las investigaciones de Bourdieu son especialmente curiosas. Investigó los modos y maneras de actuar de las clases sociales, así como sus gustos culturales. Realizó estudios sobre la influencia del título académico en la posición social y de la influencia de la escuela o facultad en la que se estudia en la posición socioeconómica, hallando que había credenciales que otorgaban un estatus parecido al de la antigua aristocracia, los denominó títulos de nobleza académica.

 

Abstract

This article examines the sociology of Pierre Bourdieu, the renowned French sociologist—one of the most influential figures in the second half of the 20th century. Bourdieu introduced a fresh perspective on social stratification, emphasizing qualitative aspects over quantitative ones. His approach incorporates the psychological and behavioral characteristics of individuals based on their social class, while still acknowledging the traditional idea—established by Max Weber—that an individual’s socio-economic position serves as an indicator of class.

Bourdieu’s research is particularly intriguing. He investigated the behaviors and actions of different social classes, as well as their cultural preferences. His studies explored the impact of academic titles on social status and the influence of the educational institution (school or faculty) attended on socio-economic position. Interestingly, he discovered that certain credentials conferred a status akin to that of the old aristocracy, which he termed “academic nobility titles”

 

Índice

  • Ideas principales de Bourdieu
  • El habitus
  • Los campos
  • Formas que adopta el capital
  • La movilidad social
  • Investigación empírica

 

Ideas principales de Bourdieu

Pierre Bourdieu, el gran sociólogo francés –uno de los más influyentes en la segunda mitad del siglo XX- aportó un punto de vista nuevo sobre la estratificación social, distinto de lo que hemos visto hasta ahora en este mismo blog (ver Sociología Divertida: Estratificación Social (sociologiadivertida.blogspot.com).

Las ideas de Bourdieu añaden aspectos cualitativos a los aspectos cuantitativos más presentes en modelos previos, en un enfoque que incorpora las características psicológicas y de comportamiento de las personas según la clase social a la que pertenece, sin abandonar la idea básica de la posición socioeconómica del individuo.

Mientras estudiaba las divisiones sociales en la Francia de los años ‘60, observó que la educación, la cultura y sus prácticas -especialmente dentro del mundo del arte- sostienen formas de dominación social. La clase social no sólo se mantiene por la economía sino también por la cultura entendida como parte del acervo personal.

Al mismo tiempo, Bourdieu pretendía con su enfoque salvar los dilemas tradicionales de la sociología como son objetivismo contra subjetivismo, estructura contra agencia, determinación contra libertad. Para Bourdieu, estos dilemas solo podían ser trascendidos teniendo en cuenta la existencia de estructuras objetivas invisibles e interpretaciones subjetivas de las circunstancias de los actores sociales.

Basándose en el estructuralismo (1), ¿qué hay más francés que el estructuralismo?, Bourdieu representó los entornos sociales e institucionales como un conjunto de campos o mercados -este último término es muy útil si queremos resaltar el hecho de que están en continua competencia-. 

Un campo es un espacio estructurado de posiciones, una jerarquía de dominadores y dominados que se basa en la distribución desigual de diferentes dominios como la riqueza o pobreza, las relaciones sociales, el prestigio y el reconocimiento o la cultura tanto la personal como las credenciales educativas.

El capital ya no es solo la cantidad de riqueza, sino también la cantidad de prestigio o de cultura de que dispone cada individuo y que determinan la posición relativa – en el fondo su posición socioeconómica – en cada uno de esos campos. En el campo educativo, los estudiantes de clase alta están dotados de un mayor capital cultural que los coloca en una posición más valorada que los de estudiantes de clase baja.

Ya hemos citado dos de los elementos básicos de Bourdieu: el campo y el capital. Los vamos a ver con más detalle más adelante, después de entrar a estudiar al, para Bourdieu, el índice principal de las prácticas sociales: el habitus.

El habitus

El concepto de habitus procede de la escolástica (2), concretamente de Santo Tomás de Aquino (3). Las cosas que un individuo desea o  le gustan y la forma de comportarse se debe a que se ve a sí mismo como un cierto tipo de persona, cada uno tiene una inclinación particular o habitus.

Bourdieu define el habitus como un conjunto de disposiciones socialmente adquiridas que mueven a los individuos a vivir de manera similar a la de otros miembros de su mismo grupo social. Un individuo de una clase determinada sabe que algo es vulgar o pretencioso en su entorno, mientras que personas pertenecientes a otra clase, ese mismo “algo” les parecerá bello o impactante.

Esto del habitus se aprende en la infancia con la familia y después en la escuela con los compañeros y profesores que enseñan al niño como hablar y comportarse, de esta manera, el orden social se inscribe progresivamente en la mente de las personas.

Para entender bien este concepto hay un ejemplo muy bueno en la película My fair Lady (4). En este filme un profesor de lingüística de clase alta recoge a una joven florista de clase baja tras una apuesta con un amigo de que es capaz de hacerla pasar por una dama de la alta sociedad en seis meses. La forma en dicción para quitarle su acento barriobajero londinense le da clases machaconas y cansinas de cultura general, la viste como una dama y la lleva para probar su trabajo al Royal Meeting en el hipódromo de Ascot (5), donde causa buena impresión con sus modales refinados, pero asusta a todo el mundo con un pequeño lapsus impropio al animar a un caballo para que gane la carrera. Un hábito mínimo no aceptado socialmente que se le había pasado al profesor la deja en evidencia ante la aristocracia.

El habitus es la fuente de muchos comportamientos ordinarios que dan forma a gustos artísticos, modales en la mesa, patrones de habla, el lenguaje corporal, el estilo de escritura, preferencias alimentarias y de bebida, éxito educativo, entre otros.  En todas estas prácticas se encarna una jerarquía social. Por ejemplo, no todos los gustos artísticos son igualmente valorados en el campo de la producción cultural y cualquier estilo de escritura no se valora de igual manera en el campo educativo. Preferir éxitos de taquilla de Hollywood al cine de vanguardia es mostrar un habitus de clase baja, estar cómodo en restaurantes selectos y saber elegir el vino adecuado revela un habitus de clase alta.

Si el campo y el capital son lo que determina la acción desde afuera, el habitus es lo que determina la acción desde adentro. Por lo tanto, cualquier análisis sociológico completo debe incluir las representaciones y actitudes de los agentes, ya que moldean su experiencia en cualquier campo dado.

Es fundamental comprender los aspectos esenciales del habitus. En primer lugar, según Bourdieu, uno de los puntos centrales de esta concepción radica en la idea de que las normas, reglas y valores predominantes se encuentran internalizados en el pensamiento y la percepción del individuo, conformando un conjunto de estándares sociales amplios y, al mismo tiempo, reflejando vivencias personales y contextuales particulares.

Otro aspecto fundamental del habitus es su capacidad para proyectar acciones futuras que abarcan una amplia gama de posibilidades. Estas acciones pueden variar desde aquellas que se llevan a cabo de manera inmediata, como la reacción a la lectura de este texto, hasta aquellas que se planean para un futuro más lejano, como las próximas vacaciones. Bourdieu sostiene que los individuos están inmersos en una interacción dinámica constante con su entorno y con otros actores sociales, lo que los lleva a ser conscientes de la necesidad de negociar entre las diferentes opciones de acción disponibles.

Un tercer aspecto clave vinculado a la definición de habitus es que, al reconocer la capacidad de acción de los individuos en el proceso de toma de decisiones, Bourdieu argumenta que este proceso es tanto racional, al considerar los posibles resultados de una acción específica, como no racional, al tener también en cuenta motivaciones subjetivas. En otras palabras, el habitus refleja tanto las respuestas emocionales y espontáneas de los individuos ante situaciones particulares como su interacción con otros actores involucrados.

El elemento final y crucial de la noción de habitus es que constituye un conjunto dinámico de principios directrices para el actor social. Aunque individuos en posiciones sociales similares puedan compartir un habitus parecido, este se transforma conforme cambian su entorno y las interacciones con otros actores en dicho entorno. A pesar de esta adaptabilidad, el habitus mantiene una coherencia entre los actores, lo que nos proporciona una comprensión de las configuraciones culturales particulares, así como de aquello que es único para cada individuo.

Los campos

La noción de campo combina un enfoque marxista (6) sobre las relaciones conflictivas con un enfoque weberiano (7) sobre las jerarquías formales. Los campos son representativos de la red de relaciones que se establecen entre las diversas posiciones que los actores ocupan dentro de sistemas estructurales u organizativos específicos.

Existen múltiples jerarquías de campos, así como jerarquías dentro de cada campo. Las posiciones específicas ocupadas por los actores, relacionadas en términos de sistemas estructurales u organizativos similares, están inmersas en campos de poder, los cuales a su vez están inmersos en campos de relaciones de clase.

La conexión con las ideas marxistas y weberianas se hace evidente al considerar el campo como un conjunto de posiciones interconectadas que operan en varios niveles, de manera similar a un juego de ajedrez en 3D, donde los jugadores deben ser conscientes no solo del tablero principal, sino también de cómo interactúan las piezas en otros dos niveles de tableros. En realidad, para comprender nuestra sociedad, debemos contemplar no solo tres niveles -que constituyen el juego de ajedrez 3D al que eran tan aficionados el señor Spock y el doctor Mc. Koy (8)- sino un número dinámico de tableros siendo cada uno de ellos un campo.

Formas que adopta el capital

Como se ha mencionado previamente, Bourdieu argumenta que el habitus de un individuo está configurado por diversos tipos y niveles de capital, incluyendo el capital económico, cultural y social.

El capital económico se compone de los recursos monetarios, activos financieros y propiedades del individuo.

El capital cultural de un individuo se refiere a su habilidad para participar en el "juego de la cultura", lo que implica la capacidad de reconocer referencias en libros, películas y obras de arte; tener conocimientos sobre cómo comportarse en diferentes situaciones, incluyendo el dominio de los modales y la capacidad para mantener una conversación educada; así como saber qué vestimenta es apropiada para cada ocasión.

El capital social se refiere a la red de relaciones que una persona tiene y que pueden proporcionar poder e influencia. En la era contemporánea, plataformas de redes sociales en línea como LinkedIn ejemplifican claramente la importancia y el potencial de este tipo de capital.

Un capital lingüístico que implica el dominio del lenguaje para expresarse adecuadamente y que concede autoridad para ser escuchado.

También habría un capital político que marcaría la posición del individuo en el mundo de la política.

Bourdieu también introduce el concepto de capital simbólico, que se refiere a la autoridad, fama o reputación de una persona, y que representa la forma reconocida y valorada por otros de los otros tipos de capital que posee.



Capital cultural y capital económico según Bourdieu (Fuente: Wikipedia)

La movilidad social

La lucha de clases que describió Carlos Marx puede librarse también de manera individual según Bourdieu. Como hemos apuntado anteriormente, la persona se desarrolla dentro de las relaciones de familia y la escuela, antes de acceder a los diferentes campos sociales en los que tendrá que competir, en este contexto se desarrolla su habitus.

En esta dinámica es posible que las personas conviertan su capital económico en capital cultural o, al contrario, para mejorar sus perspectivas de vida.

A veces una persona de clase social baja adquiere, por ejemplo, capital cultural si se le facilita el acceso a una buena escuela. Mi madre esto lo sabía muy bien, pensaba que había que ir a colegios de ricos costara lo que costara.

Un mayor capital cultural puede aumentar a su vez un incremento del capital económico y permitirle enviar a sus hijos a escuelas privadas, de manera que estos tendrán la oportunidad de gozar de un mayor capital económico y cultural y un habitus diferente.

Pero Bourdieu es más bien pesimista en cuanto a las posibilidades de movilidad social, montar en el ascensor social no es fácil. Mantenía esta idea a pesar de que él era hijo de un humilde cartero rural y llegó a ser miembro del Colegio de Francia (9), no está mal el salto, pero no es frecuente.

Si empieza a haber movilidad social en un grado que empieza a ser no deseable para el grupo privilegiado basta con cambiar el habitus de grupo y hacerlo más elitista, por ejemplo, cambiando los requisitos de las posiciones socioeconómicas en competencia hacia credenciales educativas más exigentes.

 

Investigación empírica

Todas estas ideas de Bourdieu no salieron de la nada, son explicaciones a un comportamiento social que estudió en múltiples investigaciones realizadas durante décadas sobre la sociedad francesa, durante este trabajo empírico desarrolló el concepto de habitus y de capital cultural.

Investigó los modos y maneras de actuar de las clases sociales, así como sus gustos culturales. Realizó estudios sobre la influencia del título académico en la posición social y de la influencia de la escuela o facultad en la que se estudia en la posición socioeconómica, hallando que había credenciales que otorgaban un estatus parecido al de la antigua aristocracia, los denominó títulos de nobleza académica (10) 

Son especialmente interesantes sus estudios sobre los gustos musicales. La figura adjunta representa uno de esos estudios.

Fuente: La Distinción. Pierre Bourdieu


Como puede apreciarse en la figura, “el clavecín bien temperado” de Bach es de clase alta, la “rapsodia en blues” de Gershwin es de clase media y el “Danubio azul” de Strauss es de clase baja, curioso ¿verdad?

Más curioso si cabe son los estudios en el tiempo que permiten identificar el cambio social en estos aspectos. Bourdieu se dio cuenta de que, cuando se populariza una determinada composición, la clase alta cambia automáticamente de gustos transfiriendo sus preferencias a otras piezas menos conocidas. Eso es el habitus.

 

Notas

  1. El estructuralismo es un enfoque de investigación de las ciencias sociales que creció hasta convertirse en uno de los métodos más utilizados para analizar el lenguaje, la cultura y la sociedad en la segunda mitad del siglo XX. Trabaja para descubrir los patrones estructurales que subyacen a todas las cosas que los humanos hacer, pensar, percibir y sentir.
  2. La escolástica —palabra originada en el latín medieval scholasticus, a través del latín tardío scholastĭcus «erudito», «escolar» como préstamo del griego σχολαστικός, scholastikós «ocio, tiempo libre»— es una corriente teológica y filosófica medieval que utilizó parte de la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo.
  3. Santo Tomás de Aquino (en italiano, Tommaso d'Aquino; Roccasecca,1 1224/1225-Abadía de Fossanova, 7 de marzo de 1274) fue un presbítero, fraile, teólogo, filósofo y jurista católico perteneciente a la Orden de Predicadores, es considerado el principal representante de la enseñanza escolástica y una de las mayores figuras de la teología sistemática.
  4. My Fair Lady es una película de 1964 dirigida por George Cukor e interpretada por Rex Harrison y Audrey Hepburn. Es una adaptación del musical homónimo de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe que, a su vez, se había basado en la obra de teatro Pigmalión, de George Bernard Shaw, que ya se había adaptado al cine en la película británica de 1938 Pigmalión.
  5. El hipódromo de Ascot localizado el condado de Berkshire, se utiliza para carreras de caballos purasangre. El principal evento es el Royal Meeting, que se realiza en junio desde 1771, y convoca a la familia real y la nobleza británica.
  6. Karl Marx, conocido también en castellano como Carlos Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra  en los campos de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente al área intelectual, pues además incursionó en el campo del periodismo y la política, proponiendo en su pensamiento la unión de la teoría y la práctica. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El Capital.
  7. Maximilian Carl Emil Weber (Erfurt, 21 de abril de 1864-Múnich, 14 de junio de 1920) fue un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno de la sociología y la administración pública, con un marcado sentido antipositivista.
  8. Spock y Mc. Koy son dos personajes de la mítica serie televisiva de ciencia ficción “Star Treck la serie original”. Siempre gana Spock. Star Trek es una franquicia de medios estadounidense creada por Gene Roddenberry que comenzó con la serie “Star Trek: la serie original de 1966” y rápidamente se convirtió en un fenómeno mundial de la cultura pop. La franquicia se ha ampliado a varias películas, series de televisión, videojuegos, novelas y cómics. Con unos ingresos estimados de 10 600 millones de dólares, es considerada como una de las franquicias de medios más reconocibles y de mayor recaudación de todos los tiempos
  9. Colegio de Francia, el Collège de France (Colegio de Francia) es una de las instituciones de enseñanza superior más prestigiosas de Francia1 y del mundo, y está situado en la rue des Écoles, en el V Distrito de París.
  10. Los Títulos de Nobleza Académica existen. Como ejemplo puedo contar una experiencia propia, por el mero hecho de que mi hijo estudiara en una escuela prestigiosa cobra un suplemento mayor que otros titulados de credencial equivalente que realizan el mismo trabajo. Esto pasa en Francia claro.

 

Bibliografía

Anne F. Eisenberg (2009), Habitus/Field, The Blackwell Encyclopedia of Sociology, Blackwell Publishing

Christine A. Monnier (2009), Pierre Bourdieu, The Blackwell Encyclopedia of Sociology, Blackwell Publishing

Pierre Bourdieu (1979), La distinción, Editorial Taurus

C. Thorpe, C. Yuil, M. Hobbs, M. Todd, S. Tomley, M. Week (2016): El Libro de la Sociología, Akal Editores.





martes, 13 de febrero de 2024

Los problemas del transhumanismo

. La filosofa española Elena Postigo crítica con el transhumanismo


Resumen

Este es el segundo y último artículo de la serie de sobre el transhumanismo que publico en Sociología divertida.

En el primer artículo – “¿Qué es el transhumanismo?”-, exploramos brevemente la intrahistoria del transhumanismo, centrándonos en los principales autores y pensadores que han contribuido al desarrollo de esta corriente. Luego, nos adentramos en la manera en que el transhumanismo plantea la mejora de la condición humana, resaltando el papel fundamental de la ciencia y la tecnología en este proceso.

En este segundo artículo, después de una breve introducción para los que se obstinan en no leer el primer artículo, abordaremos el transhumanismo desde una perspectiva crítica, examinando los problemas éticos que podrían surgir como consecuencia de su aplicación, como por ejemplo la creación de nuevas desigualdades sociales. Además, analizaremos aquellos principios del transhumanismo que, si bien no están directamente relacionados con aspectos morales, han generado un debate crítico en torno a este enfoque.

Abstract

This is the second and final article in the series on transhumanism that I publish in Sociología Divertida.

In the first article – "What is transhumanism?" – we briefly explored the backstory of transhumanism, focusing on the main authors and thinkers who have contributed to the development of this movement. Then, we delved into how transhumanism poses the improvement of the human condition, highlighting the fundamental role of science and technology in this process.

In this second article, after a brief introduction for those who insist on not reading the first article, we will address transhumanism from a critical perspective, examining the ethical issues that could arise as a consequence of its application, such as the creation of new social inequalities. Additionally, we will analyze those principles of transhumanism that, while not directly related to moral aspects, have generated critical debate around this approach.

Índice

Breve introducción al transhumanismo

Los problemas éticos del transhumanismo

Perspectivas críticas

Conclusiones

 

 

Breve introducción al transhumanismo

El transhumanismo es una corriente filosófica que busca mejorar la condición humana mediante la aplicación de la ciencia y la tecnología. Su objetivo principal es ampliar las capacidades humanas en términos de inteligencia, resistencia y longevidad (Postigo, 2019). Para lograr esto, propone el uso de diversas tecnologías como la inteligencia artificial, la robótica, la nanotecnología, la biotecnología y la realidad virtual y aumentada.

Estas tecnologías buscan superar las limitaciones biológicas y mejorar aspectos como la memoria, la capacidad cognitiva, la resistencia física, la longevidad y la calidad de vida en general. Además, el transhumanismo plantea la posibilidad de fusionar la inteligencia humana con la inteligencia artificial, lo que daría lugar a seres posthumanos con habilidades sobrehumanas.

En la sociedad actual, el transhumanismo ha ganado relevancia debido a los avances científicos y tecnológicos. Sin embargo, su planteamiento de una transformación radical de la condición humana también ha generado debates éticos y morales. ¿Cuál es la obligación moral de mejorar al ser humano? ¿Qué significa exactamente "mejorar" a las personas? Estas son preguntas fundamentales.

Es importante reconocer que el transhumanismo encuentra su razón de ser en el progreso científico y tecnológico actual. La posibilidad de modificar controladamente a los seres humanos no parece una mera locura, ya que existen argumentos sólidos respaldados por el estado actual de la ciencia. Ray Kurzweil(1), un futurista y defensor del transhumanismo, afirmó: "La humanidad siempre ha deseado vivir eternamente, pero ahora, gracias a la ciencia y la tecnología, podemos comenzar a trabajar en serio para hacerlo realidad" (Kurzweil, 2005, p. 235).

 

Los problemas éticos del transhumanismo

Han corrido ríos de tinta sobre los problemas éticos que plantea el transhumanismo. El debate gira fundamentalmente sobre dos ejes, en el primero, se discute sobre las cuestiones relativas a la condición humana, su naturaleza inmutable o no y la identidad de las personas. En el segundo, se plantean cuestiones más pragmáticas o cercanas a las consecuencias de la aplicación al ser humano de las técnicas propuestas por los transhumanistas como, por ejemplo, la manipulación genética y la eugenesia, el mejoramiento humano y la desigualdad, la pérdida de la diversidad humana o los riesgos y efectos secundarios imprevistos, entre otros.

Respecto a los debates pertenecientes al primer eje son interesantes y muy recientes los artículos especializados y apariciones en los medios de la filósofa española Elena Postigo (2). Para Postigo no solo ha sido el avance científico lo que nos ha traído hasta este punto, sino que también hay un proceso histórico de cambio en la concepción de la naturaleza humana. Postigo sostiene que el transhumanismo busca la superación de la Moira (3) a través de la transformación de la naturaleza humana en una forma que trasciende lo biológico, lo que representa una negación de la physis, es decir, de la naturaleza humana en tanto que ser vivo y biológico.

Postigo argumenta que la physis (4) tiene una serie de características innatas que deben ser respetadas y no pueden ser modificadas sin consecuencias éticas. Por ejemplo, la capacidad de sufrir y de experimentar dolor es un rasgo inherente a la physis humana que no debería ser eliminado mediante tecnologías transhumanistas (Postigo, 2019b).

Elena Postigo parte de la idea de la modernidad líquida de Zygmunt Bauman (5), que se refiere a la fragilidad y la inestabilidad de las relaciones humanas y de la sociedad contemporánea. En este contexto, argumenta que el transhumanismo se basa en una concepción de la persona como algo maleable y moldeable, que puede ser mejorada y perfeccionada mediante la tecnología.

Esta visión transhumanista de la persona es problemática desde una perspectiva bioética y filosófica, ya que se basa en una concepción reduccionista y simplista de la naturaleza humana. Para ella, la persona no puede ser reducida a su dimensión física o biológica, sino que se trata de un ser complejo y multidimensional que se caracteriza por su capacidad para la libertad, la creatividad, la responsabilidad y la trascendencia.

La concepción de la naturaleza humana como un orden constructivo se remonta a la filosofía griega y a la idea de que la naturaleza tiene un orden intrínseco que los seres humanos deben respetar. Esta idea se transmitió a través de la filosofía y la teología medieval, se manifestó en la idea cristiana de que los seres humanos fueron creados a imagen y semejanza de Dios y, por lo tanto, tienen una naturaleza divina y un propósito fijo.

Sin embargo, con el surgimiento de la modernidad y la Ilustración, esta concepción comenzó a cambiar. La razón humana y la ciencia se convirtieron en los nuevos medios para descubrir el orden de la naturaleza y se consideró que la naturaleza humana era perfectible y podía ser mejorada mediante la aplicación de la razón y la tecnología.

Esta idea de la naturaleza humana como perfectible y mejorable se ha mantenido hasta la actualidad, pero ha evolucionado hacia una concepción más líquida y dinámica, en línea con la modernidad líquida de Bauman. Según esta nueva concepción, la naturaleza humana es algo que está en constante evolución y cambio, no hay nada fijo o determinado en ella. Este pensamiento se refleja en la idea transhumanista de que los seres humanos pueden y deben superar sus limitaciones biológicas mediante la aplicación de la tecnología y la ciencia.

Así las cosas, amparado por esta ideología del ser humano mejorable, el transhumanismo deshumaniza al individuo al reducirlo a un mero objeto o medio para la consecución de fines, que rompe con el orden natural y que supone una forma de alienación del individuo respecto a su propia naturaleza.

En el otro lado, nos encontramos con Bostrom (6), que argumenta que la pérdida de la identidad humana es una cuestión subjetiva y relativa, y que el transhumanismo puede ser una oportunidad para que los seres humanos se expandan y se desarrollen en nuevas formas. Según él, el transhumanismo no busca la destrucción de la identidad humana, sino su evolución hacia algo superior y más complejo (Bostrom, 2014b).

Respecto al segundo eje de debate y, en lo que atañe a la manipulación genética y la eugenesia (7), Bostrom argumenta que pueden tener un impacto positivo en la humanidad, siempre y cuando se realice de manera responsable y ética. La selección genética podría ser utilizada para prevenir enfermedades hereditarias y mejorar la salud y el bienestar de la humanidad en general (Bostrom, 2014a).

Por otro lado, Postigo es crítica con la manipulación genética y la eugenesia. Destaca que la manipulación genética podría llevar a la creación de una clase privilegiada de individuos "mejorados" y una subclase de individuos "inferiores". Además, la manipulación genética podría erosionar la diversidad humana y la capacidad de las personas para aceptar y valorar la diversidad en los demás. En lugar de enfocarse en la manipulación genética, Postigo propone que la sociedad debiera centrarse en mejorar el entorno y las condiciones de vida para mejorar la salud y el bienestar de todos (Postigo 2019a).

En lo referente a la desigualdad social que puede resultar de la aplicación de tecnologías de mejora sobre las personas, pocos ponen duda que es un proceso que tiene una clara vocación de que las mejoras estén disponibles solo para ciertos grupos privilegiados, lo que podría acentuar la desigualdad existente en la sociedad.

Bostrom argumenta que esto es una preocupación válida, pero no una razón para rechazar el mejoramiento humano en su totalidad. En su lugar, sugiere la necesidad de políticas públicas justas para garantizar el acceso equitativo a las mejoras, como el establecimiento de un sistema de salud universal que cubra los costes, establecer comités independientes para administrar los fondos de investigación y desarrollo, el fomento de la educación y el conocimiento para garantizar la información sobre estos procesos o garantizar la accesibilidad de las tecnologías transhumanistas para personas con discapacidades y otros grupos marginados (Bostrom, 2014a).

Por su parte, Postigo también destaca la preocupación por la desigualdad en el contexto del transhumanismo. Argumenta que la promoción de la igualdad es un valor fundamental de la bioética y que el transhumanismo podría perpetuar o incluso aumentar la desigualdad si no se aborda adecuadamente. Por lo tanto, aboga por políticas que promuevan la justicia social y la igualdad de oportunidades en el acceso a las mejoras tecnológicas (Postigo, 2014b).

 

Perspectivas críticas

En este apartado vamos a examinar aquellos principios del transhumanismo -o consecuencias probables derivadas del mismo- que, no estando principalmente relacionadas con aspectos morales, han abierto un debate crítico sobre este enfoque.

El transhumanismo descansa en buena parte sobre la confianza en la utopía del progreso científico ilimitado. Ya Martin Heidegger (8) –cuando todavía el transhumanismo no había cobrado la fuerza que hoy en día atesora- sostenía que la tecnología moderna se ha convertido en una fuerza que domina el mundo y que está llevando a la humanidad a una forma de vida cada vez más deshumanizada.

La tecnología no es tan solo un conjunto de herramientas y artefactos, sino que está asociada a una forma de pensar que ve al mundo como algo que debe ser controlado y manipulado en función de los fines humanos.

Este enfoque instrumental de la tecnología dice Heidegger, ha llevado a la humanidad a una situación en la que se ha vuelto cada vez más dependiente de la tecnología y ha perdido su capacidad de comprender y apreciar el mundo tal como es en sí mismo (Heidegger, 2008).

Postigo, en su caso, cuestiona la idea de que el progreso científico y tecnológico pueda resolver todos los problemas de la humanidad y conducirnos a una utopía de felicidad y bienestar.

Según Postigo, la cultura científica moderna ha generado una "razón técnica" que se basa en la idea de que todo puede ser conocido, controlado y manipulado por la ciencia y la tecnología. Esta concepción de la razón y la técnica nos ha llevado a creer en la posibilidad de un progreso ilimitado, en el que los avances científicos y tecnológicos resolverían todos los problemas de la humanidad y nos llevarían hacia un futuro de felicidad y bienestar.

Sin embargo, para Postigo, esta utopía del progreso ilimitado es problemática por varias razones. En primer lugar, el progreso científico y tecnológico no siempre ha conducido a mejoras en la calidad de vida, sino que también ha generado nuevos problemas y desafíos éticos y sociales.

Además, la idea de un progreso ilimitado nos hace olvidar que la vida humana tiene límites naturales y que la muerte es inevitable, lo que nos lleva a una concepción problemática de la vida y la muerte (Postigo, 2008).

Por el contrario, Nick Bostrom, opina que puestos a tener utopías se queda con la del progreso científico y señala que la inteligencia artificial tiene el potencial de generar un crecimiento económico sin precedentes y de resolver problemas como la pobreza, la enfermedad y el cambio climático. También defiende la idea de que los seres humanos pueden mejorar radicalmente sus capacidades físicas y mentales mediante el uso de tecnologías transhumanas (Bostrom, 2014a).

Por su parte, Max More (9) ve el progreso científico y tecnológico como una fuerza positiva en la evolución humana, aunque reconoce que también plantea desafíos y riesgos que deben ser abordados de manera cuidadosa y reflexiva. More se ha referido a la posibilidad de una "singularidad tecnológica", un momento en el futuro en el que la inteligencia artificial superará a la humana y se producirá un cambio drástico en la sociedad y en la humanidad misma (More, 1990b).

Otro punto de debate importante es el relativo a los problemas jurídicos que pueden resultar de la aplicación de tecnologías transhumanistas. Es un asunto complejo y diverso que está siendo explorado y debatido. No es fácil contestar a preguntas del tenor de: ¿Cómo debería regularse el uso de tecnologías que mejoran el rendimiento humano, como la edición genética o el mejoramiento cognitivo? ¿Cómo se protegen los derechos de propiedad intelectual en relación con las tecnologías transhumanas? ¿Cómo se protege la privacidad y seguridad de los datos personales en relación con las tecnologías transhumanas, como los implantes cerebrales y la monitorización continua de la salud? ¿Quién es responsable en caso de daño o perjuicio causado por tecnologías transhumanas, como la inteligencia artificial o los implantes cerebrales?

El profesor Marcial Ayuso, catedrático de filosofía del derecho, plantea la necesidad de redefinir el concepto de persona y sus derechos, la regulación del uso de tecnologías de mejora humana y su posible impacto en la igualdad de oportunidades, la protección de la privacidad y la libertad individual frente a la recolección de datos personales y la posible vigilancia y la necesidad de establecer una ética de la responsabilidad para evitar posibles abusos y discriminaciones (Ayuso, 2019).

Otra perspectiva crítica es la que relaciona al transhumanismo con la lógica capitalista de la maximización de la eficiencia y la productividad, y que la búsqueda de la mejora humana puede ser explotada por las empresas en su búsqueda de beneficios.

Desde el aceleracionismo de izquierdas, Srniceck  (10) y Williams (11)  tienen al respecto un punto de vista muy interesante. Argumentan que el transhumanismo no es necesariamente una respuesta adecuada a los problemas del capitalismo actual, ya que, en lugar de cuestionar la lógica del capitalismo, simplemente busca soluciones tecnológicas para mejorar la vida de las personas dentro del sistema capitalista existente.

Srnicek y Williams argumentan que el verdadero cambio social debe ir más allá de la mejora tecnológica individual y debe centrarse en la transformación del sistema económico en sí mismo. Abogan por una política que busque acelerar la automatización y la digitalización de la economía combinada con un cambio radical de la mentalidad social acerca del trabajo como forma de mantener la dignidad humana. El objetivo de la utopía de Srnicek y Williams es alcanzar una sociedad postcapitalista caracterizada por ser un mundo sin trabajo (Srnicek y Williams, 2015).

Por último, también se han levantado voces críticas desde el feminismo, algunas teóricas feministas han criticado el transhumanismo por perpetuar ciertas desigualdades de género y reproducir ciertas dinámicas de poder. Por ejemplo, apuntan a que el transhumanismo suele estar liderado por hombres blancos y privilegiados, lo que puede llevar a que se perpetúen ciertos sesgos y discriminaciones en las mejoras tecnológicas propuestas.

Otras críticas se centran en la idea de la "perfección" física y en cómo esto puede perpetuar ciertas normas de belleza y estereotipos de género, lo que puede ser perjudicial para las mujeres y otras minorías de género. Por ejemplo, algunas mejoras estéticas propuestas por el transhumanismo, como la eliminación de arrugas o la mejora de la musculatura, pueden perpetuar ciertas normas de belleza que penalizan a las mujeres y a otras minorías de género.

Autoras como Donna Haraway (12) y Rosi Braidotti (13) proponen una forma de entender el transhumanismo que no perpetúen las diferencias de género. En lugar de concebirlo como una búsqueda individualista de la perfección, Haraway y Braidotti sugieren una idea más colectiva y colaborativa del transhumanismo, en la que se busca la mejora de las capacidades humanas de manera compartida y con un enfoque en la justicia social y la igualdad. En su "Manifiesto Ciborg", Haraway defiende una visión de los ciborgs que rechaza las distinciones binarias de género, raza y otros aspectos de la identidad. Proponen sustituirlos por una idea más fluida y abierta de la identidad (Haraway, 1991). Por su parte, Braidotti, en su libro "Posthuman Knowledge", plantea una perspectiva posthumanista que reconoce la interconexión de los seres humanos con su entorno y la necesidad de superar las jerarquías de poder para crear una sociedad más equitativa y solidaria (Braidotti, 2019).

 

Conclusiones

El avance tecnológico de las últimas décadas ha generado cambios significativos en nuestra sociedad, tanto en términos sociales como en formas de pensar. Aunque algunas de estas transformaciones buscaban reemplazar por completo las formas antiguas, en muchos casos no han logrado desplazarlas por completo. En consecuencia, nos encontramos en una sociedad diversa y compleja, donde conviven diferentes estilos de vida y enfoques de pensamiento.

Tomemos como ejemplos dos extremos opuestos: los amish, conocidos por su estilo de vida tradicional y su resistencia al uso de tecnología moderna, y las comunidades que se sumergen en conceptos futuristas como el metaverso, donde se recrea una realidad virtual. Estos dos ejemplos ilustran la amplia gama de opciones y perspectivas que coexisten en nuestro mundo actual.

El cambio tecnológico experimentado a partir de la segunda mitad del siglo XX ha sido notable y ha planteado numerosos desafíos éticos, filosóficos y sociales. A medida que la tecnología avanza a un ritmo acelerado, la sociedad a menudo se encuentra rezagada, necesitando tiempo para adaptarse a los nuevos cambios.

Como hemos visto, es común observar que lo antiguo y lo nuevo coexisten en nuestra realidad. Las estructuras sociales existentes no siempre son capaces de asimilar por completo los avances tecnológicos que se presentan, lo que puede generar tensiones y desafíos. La velocidad del cambio tecnológico plantea la necesidad de una adaptación constante y rápida, tanto a nivel individual como colectivo.

Este desfase entre el cambio tecnológico y la capacidad de adaptación de la sociedad plantea cuestiones importantes. Surge la necesidad de reflexionar sobre los impactos de la tecnología en nuestras vidas, así como de abordar los problemas éticos y sociales que aparecen como resultado de estos avances. Los debates en torno a la privacidad, la seguridad, la igualdad y la responsabilidad son solo algunos ejemplos de los desafíos que enfrentamos. Es fundamental que la sociedad busque formas de comprender y abordar estos desafíos.

El transhumanismo surge en este contexto de preocupación por los desafíos y cambios que trae consigo el avance tecnológico con el objetivo de encontrar una visión optimista en la que la tecnología pueda resolver los problemas que ella misma crea. Se presenta como una perspectiva que busca abordar estos desafíos a través de una visión utópica de una sociedad de individuos mejorados.

Lo bueno que tiene una utopía es que marca una dirección, hay que tratar que sea la dirección correcta, pero al menos tienes la oportunidad de ir por el buen camino, sin objetivo final no puedes partir hacia ningún sitio. 

Lo malo es que es un ideal y, como ideal marca un límite inalcanzable, algo así como un límite matemático al que una sucesión tiende pero que nunca llega a alcanzar por mucho que aumentemos la variable independiente.

Este carácter utópico da miedo, demasiadas veces en el pasado las utopías no han acabado bien. Además, a diferencia de utopías anteriores, como los falansterios de Fourier (14) o el comunismo utópico de Marx, que se basaban en seres humanos comunes, el transhumanismo se construye en torno a la idea de seres humanos mejorados, lo cual plantea preocupaciones adicionales.

Estos ideales de superioridad han sido utilizados para justificar acciones y políticas opresivas, discriminación y exclusiones. La idea de una sociedad de individuos mejorados puede llevar a la creación de una élite tecnológica que se distancie aún más de aquellos que no tienen acceso a estas mejoras.

Ese miedo a que se tuerzan las cosas está presente en los críticos, pero también lo está en los autores más sensatos del transhumanismo que defienden medidas que reduzcan las desigualdades sociales y las disfunciones de todo tipo que pueda ocasionar la aplicación de la tecnología a la mejora del ser humano.

Una diferencia fundamental que se observa entre los críticos y los defensores del transhumanismo radica en su visión del avance tecnológico. Mientras los críticos tienden a percibirlo como un proceso inevitable, en el que el individuo tiene escasa influencia, los partidarios del transhumanismo lo consideran como un deber moral. Según esta perspectiva, no se debe esperar de manera pasiva, sino que es necesario intervenir, fomentar y, en la medida de lo posible, controlar el progreso tecnológico. Para ellos, el avance tecnológico es una responsabilidad activa que implica la promoción y el impulso de mejoras para la humanidad.

Desde un punto de vista personal y puestos a elegir una utopía me llama más la atención el llamado aceleracionismo de izquierdas de Srnicek y Williams que ante la inevitabilidad del progreso tecnológico propone que, en lugar de resistirse o tratar de revertir las fuerzas del capitalismo, se debe acelerar su desarrollo y transformación, aprovechando las posibilidades tecnológicas y la automatización para superar las limitaciones del trabajo asalariado y crear una sociedad postcapitalista. En este sentido, abogan por una mayor adopción de tecnologías como la inteligencia artificial, la automatización, la robótica y la producción en red tal y como preconizan los transhumanistas.

Ahora bien, la mejora que proponen los aceleracionistas de izquierda no es individual, no se buscan seres humanos mejorados sino una sociedad mejorada. El objetivo último del aceleracionismo de izquierdas es lograr una sociedad en la que el trabajo asalariado sea reemplazado por formas de trabajo más liberadoras y creativas, donde los recursos sean distribuidos de manera más equitativa y la tecnología sea utilizada en beneficio de toda la sociedad. Consideran que la aceleración del capitalismo puede desestabilizar sus estructuras y crear las condiciones para la emergencia de una nueva forma de organización social y económica.

Es innegable que estamos presenciando un proceso de cambio tecnológico ineludible. Independientemente de si uno está a favor o en contra del transhumanismo, es crucial prepararse filosóficamente para afrontar esta transformación y buscar formas de aprovechar sus beneficios. A principios del siglo XIX, era extremadamente difícil ser ludita (15), ya que la Revolución Industrial avanzó sin tener en cuenta sus preocupaciones. En la actualidad, a principios del siglo XXI, ser ludita parece prácticamente imposible, dada la omnipresencia de la tecnología en nuestras vidas. En lugar de resistir el avance tecnológico, es más productivo enfocarse en cómo podemos adaptarnos y encontrar formas de utilizarlo para mejorar nuestra calidad de vida y abordar los desafíos que se presentan. Al enfrentar estos cambios, es esencial mantener un enfoque crítico y ético, buscando siempre el equilibrio entre el progreso tecnológico y el bienestar humano.

De todas las formas y, aunque no suene especialmente filosófico, ¡Dios nos pille confesados!

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

 

Notas

  1. Raymond Kurzweil (Queens, Nueva York, 12 de febrero de 1948) es un inventor estadounidense, además de músico, empresario, escritor y científico especializado en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial. Desde 2012 es director de Ingeniería en Google.
  2. Elena M. Postigo Solana (Segovia, siglo XX) es una filósofa y bioeticista española. Profesora Adjunta de Filosofía y Bioética y directora del Instituto de Bioética de la Universidad Francisco de Vitoria.1 Se dedica a tareas académicas docentes, de investigación y divulgación en Bioética desde una fundamentación filosófica.
  3. Las Moiras (para los romanos las Parcas) estaban asociadas con la idea de que el destino de cada persona estaba predestinado y que los eventos de la vida estaban determinados desde el nacimiento hasta la muerte. Esta creencia en el destino influenció en gran medida el pensamiento griego antiguo y su comprensión de la naturaleza del universo y el papel de los seres humanos dentro de él.
  4. En la filosofía griega antigua, el concepto de "physis" (en griego: φύσις) se refiere al principio o la naturaleza fundamental de las cosas, así como al proceso de crecimiento y desarrollo inherente a ellas. La noción de physis fue central en la cosmología y la metafísica de muchos filósofos presocráticos, quienes buscaban comprender la naturaleza última del universo. Para los presocráticos, la physis era el principio primordial o sustancia básica de la cual todo lo demás derivaba. Por ejemplo, Tales de Mileto consideraba que el agua era la physis fundamental, Anaximandro hablaba de un principio indeterminado (apeiron), y Heráclito se refería al logos o al fuego como la physis.
  5. Zygmunt Bauman (Poznań, 19 de noviembre de 1925 — Leeds, 9 de enero de 2017) fue un sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío. Su obra, que comenzó en la década de 1950, se ocupa, entre otras cosas, de cuestiones como las clases sociales, el socialismo, el holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza. Desarrolló el concepto de la «modernidad líquida», y acuñó el término correspondiente. Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010.
  6. Nick Bostrom (en sueco, Niklas Boström) es un filósofo sueco de la Universidad de Oxford, nacido en 1973. Es conocido por sus trabajos sobre el principio antrópico, el riesgo existencial, la ética sobre el perfeccionamiento humano, los riesgos de la superinteligencia y el consecuencialismo. Obtuvo un PhD en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres en el año 2000. En 1998, Bostrom cofundó junto a David Pearce la Asociación Transhumanista Mundial.
  7. La eugenesia (del griego εγονική /eugoniké/, que significa ‘buen origen’: de ε /eu/ [‘bueno’], y γένος /guénos/ [‘origen’, ‘parentesco’]) es una filosofía social que defiende la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos de humanos.
  8. Martin Heidegger (Messkirch, 26 de septiembre de 1889-Friburgo, 26 de mayo de 1976) fue un filósofo, ensayista y poeta alemán. Muchos especialistas se refieren a él como el pensador y filósofo más importante del siglo XX. Aunque su trabajo influyó sobre todo en la fenomenología y en la filosofía europea contemporánea, ha tenido igualmente influencia más allá de esta, en campos como la arquitectura, la crítica literaria, la teología y las ciencias cognitivas.
  9. Max More (nacido Max T. O'Connor, enero 20 de 1964) es un filósofo y futurólogo que escribe y da conferencias sobre prospectiva y el impacto de las tecnologías emergentes.Fundador del Extropy Institute, More ha escrito numerosos artículos exponiendo la filosofía transhumanista conocida como extropianismo.
  10. Miguel Ayuso Torres (Madrid, 1961) es un jurista y filósofo del derecho español, catedrático de Ciencia Política y Derecho Constitucional en la Universidad Pontificia Comillas. Vinculado al tradicionalismo, fue presidente de la Unión Internacional de Juristas Católicos entre 2009 y 2019.
  11. Nick Srnicek (nacido en 1982)  es un escritor y académico canadiense. Actualmente es profesor de Economía Digital en el Departamento de Humanidades Digitales, King's College London . Srnicek está asociado con la teoría política del aceleracionismo y una economía posterior a la escasez .
  12. Alex Williams es profesor de sociología en la Universidad de Londres
  13. Donna J. Haraway (Denver, Colorado, 6 de septiembre de 1944) es una filósofa estadounidense, destacada en el campo de los estudios de ciencia y tecnología. Autora de libros claves como «Cyborg Manifesto» (1985), «Primate Visions: Gender, Race, and Nature in the World of Modern Science» (1989), «Simians, Cyborgs, and Women: The Reinvention of Nature» (1991) y "When Species Meet" (2008),1 Haraway también ha contribuido a la intersección de la tecnología de la información y la teoría feminista, y es una destacada académica en ecofeminismo contemporáneo.
  14. Rosi Braidotti (Latisana, 28 de septiembre de 1954) es una filósofa y teórica feminista contemporánea italo-australiana.
  15. El falansterio o falange es la comunidad de producción, consumo y residencia teorizada por el socialista utópico francés Charles Fourier como base de su sistema social igualitarista. Eran de carácter agrícola y estaban formados por grupos de 1.620 personas. En estas comunidades la competitividad económica estaba abolida, no había salarios ni propiedad privada.
  16. El ludismo fue un movimiento encabezado por artesanos ingleses en el siglo xix, que protestaron entre los años 1811 y 1816 contra las nuevas máquinas que destruían el empleo. Los telares industriales y la máquina de hilar industrial introducidos durante la Revolución Industrial amenazaban con reemplazar a los artesanos con trabajadores menos calificados y que cobraban salarios más bajos, dejándolos sin trabajo.

 

Bibliografía

 

Ayuso, M.  (2019) ¿Transhumanismo o posthumanidad? La política y el derecho después del humanismo". Ed. Marcial Pons.

Bordo, S. (1999). The body and the reproduction of femininity: A feminist appropriation of Foucault. In A. M. Jaggar & S. R. Bordo (Eds.), Gender/body/knowledge: Feminist reconstructions of being and knowing (pp. 13-33). Rutgers University Press.

Bostrom, N. (2005). A history of transhumanist thought. Journal of Evolution and Technology, 14(1), 1-25

Bostrom, N. (2014a). Superintelligence: Paths, Dangers, Strategies. Oxford University Press.

Bostrom, N. (2014b). The ethics of artificial intelligence. Cambridge: Cambridge University Press. pp. 347-348.

Braidotti, R. (2019). Posthuman Knowledge. Polity Press.

Dieguez, S. (2014). Transhumanismo: la búsqueda tecnológica del mejoramiento humano. Herder Editorial.

H+ Magazine. (2015). Top Ten Transhumanist Authors. Recuperado el 9 de mayo de 2023, de https://hplusmagazine.com/2015/10/12/top-ten-transhumanist-authors/

 

Haraway, D. (1991). A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century. In Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature (pp. 149-181). Routledge.

Heidegger, M. (2008). The Question Concerning Technology. In W. Lovitt (Ed.), The Essential Heidegger (pp. 311-341). Basic Books.

Kaku, M. (2018). The Future of Humanity: Terraforming Mars, Interstellar Travel, Immortality, and Our Destiny Beyond Earth. Doubleday.

Kurzweil, R. (2005). The Singularity is Near: When Humans Transcend Biology. Penguin Books.

More, M. (1990a). Principles of extropy. Extropy Institute.

More, M. (1990b). The philosophy of transhumanism. Extropy, 6

More, M., & Vita-More, N. (Eds.). (2013). The transhumanist reader: Classical and contemporary essays on the science, technology, and philosophy of the human future. Wiley-Blackwell

Postigo, E. (2008). Pensar la tecnología: una tarea inaplazable. El Basilisco, (38), 61-74

Postigo, E. (2019a). Bioética y transhumanismo desde la perspectiva de la naturaleza humana. Arbor,  195  (792):  a507. https://doi.org/10.3989/arbor.2019.792n2008

Postigo, E. (2019b). Transhumanismo y posthumanismo: perspectivas y desafíos. Revista de Filosofía, 84, 101-122.

Schneider, S. (2018). The political theory of transhumanism. Rowman & Littlefield International.

Sorgner, S. L. (2013). Transhumanism: The Proper Guide to a Posthuman Condition or a Dangerous Idea? En M. More y N. Vita-More (Eds.), The Transhumanist Reader: Classical and Contemporary Essays on the Science, Technology, and Philosophy of the Human Future (pp. 1-17). John Wiley & Sons.

Sorgner, S. L. (2018). Transhumanism. In E. N. Zalta (Ed.), The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2018 Edition). Recuperado de: https://plato.stanford.edu/archives/win2018/entries/transhumanism/

Srnicek, N. Williams, A. (2015) Inventar el futuro. Poscapitalismo y un mundo sin trabajo.

The Transhumanist Party. (n.d.). The Transhumanist Party. Retrieved May 9, 2023, from https://transhumanist-party.org/

Walker, M. (2013). The transhumanist wager. ETC: A Review of General Semantics, 70(3), 309-310.